Tres cafecitos colombianos

Colombia se fue sonriente del estadio Mineirao. Goleo 3-0 en el debut a una Grecia incisiva pero carente de contundencia arriba. Manteniendo ese estilo asumido para manejar el balón aun y cuando no logra asumir la posesión. Pero la sonrisa hubiera sido completa si Radamel Falcao que hizo de hincha ilustre en la tribuna, hubiera estado en la cancha. Porque su ausencia magnifica más la victoria, porque su falta en el ataque hizo más trabajada la llegada al gol, porque se sintió que algo le faltaba al equipo cafetero, para tener la referencia, la garantía de asegurar un resultado desde su capacidad para a definición. Se tuvo que ordenar desde la ausencia del referente para jugar, presionar y atacar en bloque.
 
Y fue James Rodriguez el que asumió el papel de conductor, una disposición de Pekerman para que asuma protagonismo desde la recuperación sacrificada del balón y la administración prolija. Una Grecia voluntariosa que metía y copaba los espacios, no llegaba al arco pero tampoco dejaba que llegue libre el ataque colombiano. Por eso el gol le llegó oportuno, como cafecito de desayuno, temprano por la mañana. Buen desborde de Cuadrado por derecha que define mordida Armero y la tranquilidad llega justa para manejar el partido. Primer cafecito.

Grecia fue un rival mordedor pero sin imaginación con el balón en los pies. Colombia cedió esa alternativa adrede y terminaba siempre recuperando lo que no podía generar el rival, por falta de esa capacidad creativa, de improvisación y de inventiva. El segundo vino de una jugada en saque de un corner que paso silbnado el área y la coge Teo Gutierrez, de 9, en el área –a falta de Falcao- y definiendo la holgura de un marcador que daba la sensación que todo estaba consumado. Segundo cafecito.

Ya en los descuentos James Redriguez redondea una actuación sobresaliente y marca un gol muy a la colombiana. Toqueteo y tacos en la cara del rival y una definición genial del 10, que la puso lejos del arquero y definió este triunfo cafetero que puso contentos a todos los colombianos que pintaron el Mineirao de amarillo, un color esperanza como este empezar con el pie derecho y una victoria que tranquiliza las emociones. Cuando se cae la tarde, en el análisis y la charla post celebración, cae muy bien un cafecito colombiano, para pensar en lo que viene y calmar esas desproporcionadas ideas que acompañan un triunfo holgado, para replantear lo que sigue y mantener soñar en cosas más grandes. Tercer cafecito.