UN TITI BELGA

Antes de entrar a la cancha, para disputar la primera semifinal del Mundial de Rusia 2018, Francia y Bélgica ya generaban entre los amantes del buen fútbol, una extraña sensación de melancolía. De los dos equipos con la mejor expresión futbolística, uno debía marcharse a casa, dejando atrás la posibilidad de llegar a la instancia máxima. Las singularidades de las llaves de grupos los llevaron a una final adelantada. Una punición para los que esperaban que un partido de este calibre se exponga en el escenario del cierre del mundial.
 
Francia y Bélgica tienen semejanzas en su idiosincrasia, por efectos de sus realidades fundidas en la inmigración, que los acerca en sus árboles genealógicos. Semejanzas que también se dejan ver en el factor futbolístico y en el buen trato al balón. Francia un equipo muy físico, con una mutación constante y variantes defensivas como ofensivas. Mas oficioso para el buen posicionamiento y la verticalidad, antes que la propia posesión del balón. Bélgica por su parte, más versado con el balón, adecuado planteo ofensivo y el intercambio de roles. Un traslado optimo y uso a veces excesivo del vértigo. Ambos se parecen, pero no son iguales. 
 
San Petersburgo albergaba por última vez a uno de estos dos países. Muy al margen de sus semejanzas, cada partido es una historia distinta y alguien que lo tiene muy claro es Roberto Martinez, el DT de Bélgica. Ya había dejado ante Brasil su sapiencia, cambiando los roles de su tridente vertiginoso. Contra Francia hace un 4-3-3 con Witsel y Dembelé por fuera y Fellaini adelantado, en el intento de ganar la posición en el medio, más arriba suelta a Lukaku de 9 y retrasa a De Bruyne para que sea Hazard, el que busque el desequilibrio por el lado de Pavard.
 
Deschamps, reitera su 4-2-3-1 con Kanté y Pogbá delante de la línea de cuatro y Matuidi tirado por izquierda para desestabilizar a un improvisado Chadli. Muy abierto MBappe haciendo las diagonales para superar el cerco. Detrás de Giroud, juega el mariscal de campo Griezmman, que es el eje donde se referencian los de arriba, cuando los galos son ofensivos y el enlace para hacer la transición, cuando le toca asumir la salida. 
 
El inicio es explosivo con MBappe en un galope fulminante y una Francia intimidante. Es un primer aviso, pero una mejor disposición, fiel a su estilo, hace que Bélgica asuma el protagonismo. De Bruyne un jugador que juega de 8 con funciones de 10 o de 6 sin problemas, crece descomunalmente al igual que Hazard que encara sin remordimientos a Pogba o Kanté, desequilibra a Pavard y genera las opciones más claras. Lloris se hace muy determinante, sacando hasta tres pelotas venenosas. Los de Martínez dan la señal que saben por dónde hacer daño. Es esa primera hora donde Bélgica hace gala de su mejor expresión y el gol parece una cuestión de tiempo. 
 
Pero Francia tiene los hombres que imponen su capacidad y su jerarquía. Deschamps, reactiva su sistema para cortar los circuitos que conectan a Hazard y De Bruyne. Lukaku terminó estrellado contra los centrales que le ganaron hasta la personalidad. Le llega ayuda a Pavard con Matuidi en una función mixta y desgastante. Recupera el juego Francia. Griezmman maneja los hilos y crece MBappe que tira un lujo espectacular para habilitar a Giroud de cara al gol. Pero el 9 francés no es, ni tiene siquiera la pinta del “gato” Benzemá, aunque trabaja encomiablemente en otras labores, como para evitar la irremediable comparación. Courtois –igual que contra Brasil- se hace tan importante cuando Francia pone quinta. Le hace el “Cristo” a Pavard y le saca el gol, cuando mejor estaba Bélgica.
 
La tendencia de este mundial, el balón parado, nuevamente se hizo presente. Umtiti le gana por una cabeza a Fellaini y hace el gol de la clasificación. Una especialidad de la casa. Sus centrales son eficientes en ambas áreas. Bélgica no logra recomponer su esquema inicial y Francia se enseñorea en el juego y en la posesión, su ventaja física tiene el plus de no haberse desgastado tanto, en la etapa anterior donde definió todo en los 90 de juego. Bélgica insiste en una sola forma, centros buscando la humanidad de Lukaku, que más sonaron a desesperación que a una planificación.
 
La propuesta belga de irse al frente era temeraria, tomando en cuenta el vendaval que se hace Francia con espacios. Un asedio por todos los flancos, donde siempre el sistema galo, lograba imponerse. Bélgica no tuvo la efectividad que requería y el pitazo final lo encontró ahogado en intenciones. El oficio francés se impuso en el tramo final, sin sufrir demasiado ni tampoco alguna angustia que se le parezca. Bélgica era la seducción, pero Francia fue la determinación y el convencimiento.
 
Bélgica ha dejado un recuerdo nostálgico en el mundial. Rusia era la parada final donde recalaba ese ambicioso proyecto que se inició hace 20 años y que incluyó una reestructuración integral de todo su sistema. Un sueño que no tendrá realidad. Roberto Martínez, fue el elegido para impartir una filosofía de ser siempre ambicioso, sin temores ni complejos, asumiendo siempre el riesgo como parte integral de su funcionamiento. A su lado en el banco, estuvo Thierry Henry, un histórico francés, que irónicamente fue su máximo goleador y que hoy vivió un dilema de sentimientos encontrados. Son las cosas que brinda el fútbol. “Tití” ha sido parte de este proyecto, pero hoy, aunque no pudo clasificar con Bélgica, su corazón sintió una alegría interna. Francia, su país de origen, va a disputar la tercera final de su historia.
 

 
 

EL TEATRO BELGA

Bélgica y su generación soñada. Necesitaba un triunfo de categoría para que no solo se quede en una eterna promesa. Su técnico español Roberto Martínez pasará a la historia porque fue quien dejó sin mundial a Neymar y lo sumó a la lista de la burocracia futbolística y los fiascos protagónicos de Messi y CR7 que verán la final del mundial por TV. Fuera Argentina y Uruguay, Brasil era la única esperanza sudamericana, para una honrosa representación ante la hegemonía europea de un mundial, donde se han quebrado paradigmas resultadistas y predominado el trabajo colectivo. 
 
Si no puedes con tu enemigo únete a él. Bélgica que es un equipo que puede hacer alarde de buen juego asociado y contragolpe mortífero, al margen de algún sofocón anterior, debía asemejarse a Brasil para neutralizarlo primero y matarlo después. La estrategia tenía un mensaje claro. Vayamos a encimar a Willian, no dejemos que desborde y que inicie una diagonal. Fijemos nuestro centro de operaciones en el medio, donde se genera el cataclismo. Tiremos a Lukaku por derecha donde sufra Marcelo y obligar el retroceso de Coutinho. Hazard sobre el debutante Fagner. Que sean ellos los que hagan labor defensiva y bajen su volumen ofensivo. Dejemos que Neymar intente resolver todo en soledad. Cortemos los circuitos que hacen que ese equipo funcione como un motor de fórmula uno. 
 
Roberto Martínez le ganó el pulso a Tité. Su 4-3-3 con Hazard de enlace y movilidad para retener el balón, generando los cambios de ritmo. De Bruyne el 9 fantasma con labor mixta de recuperación y Lukaku, recogiéndose al medio, para ser ese diez embustero, imponiendo su presencia física para interrumpir y generar la contra vertiginosa. Martínez guardó a Mertens, prefiriendo a Fellaini que impone su carácter en ese mediocampo donde hormiguean las ideas cariocas.
 
En un partido de ida y vuelta, un gol a favor siempre cambia el rumbo, para bien o para mal. Se abre el juego y se liquida o hay que sostenerlo a riesgo que lo igualen o reviertan. Fernandinho vence a su arquero Alisson. Ante un inexpugnable sistema defensivo, las variantes de Brasil fueron individuales, más que solidarias, generadas desde la capacidad de Neymar o Coutinho. Bélgica con el gol a favor jugaba con la necesidad carioca y su estrategia para generar más riesgo ajeno.
 
Fernandinho no suplía bien a Casemiro y Paulinho lo extrañaba en demasía. En ese desfase el ataque belga se fue consolidando y creciendo en agresividad. Cuando más Brasil buscaba la igualdad, vino la embestida de Lukaku. Recupera un balón en su campo y arremete con toda su humanidad arrasando todo a su paso. El tridente belga se hace vertiginoso. De Bruyne, descarga un remate seco para el 2-0 que ya no sorprendía. Era la señal de la superioridad de Bélgica. Para el complemento Tité se la juega con Firmino y Douglas Costa con el perfil cambiado desbordando a Vertonghen. Hay más libertad para Neymar, pero sufre el pressing zonal que le diseñaron. Renato logra acortar el marcador pero no la diferencia en el juego.
 
Un párrafo aparte para Eden Hazard. Un tremendo Crack. Con la capacidad para hacer una lectura desde la cancha. Ese entendimiento del juego muy superior al resto, para esconder el balón y realizar arranques acelerados con frenos descomunales. El desequilibrio que ofrece, basado en su dominio notable de los espacios y la descarga con criterio a velocidad. Hizo una actuación extraordinaria, como para que lo esperen fuera del estadio con un contrato de 100 millones de dólares. 

El Hexa para Brasil en Rusia, ya no será posible. Deberá esperar cuatro años para una nueva oportunidad. Duele mucho para la canarinha, porque este era quizás su mejor momento. Hizo una etapa de eliminatoria donde fue creciendo y haciéndose un gigante. Sus partidos de preparación fueron una oda al futbol colectivo, habiendo reconocido su pasado, contaba con un plantel más que un equipo. Pero los mundiales no son procesos, son partidos definitorios muy distintos uno del otro. No hay otra oportunidad de revertir un resultado. Se juega con demasiada entrega y en ese afán, a veces se magnifican los errores y se pagan caro los excesos de confianza.

No jugó mal Brasil. Bélgica fue ese joven curioso y temerario que lo sorprendió mientras dormía. Cuando recuperó la conciencia ya tenía una herida sangrando. Mientras se medicinaba, lo atravesó una daga que lo hirió gravemente. Luchó con toda su fortaleza, estuvo a punto de igualar y superar el trance, pero el tiempo feroz verdugo, no perdonó su falta de eficacia. Brasil, el gigante sudamericano, ha caído de una manera dura, real y dolorosa. Neymar merecía llegar más lejos y cumplir sus anhelados sueños. Tantas veces acusado, de estar más en el suelo y haciendo teatro, esta vez nada fue actuado, pues si hubo algo histriónico, fue la mejor expresión futbolística del teatro belga.
 
 

EL MAESTRO EN LA DERROTA

El Maestro Tabárez toma asiento con la dificultad de sus años y deja escapar esa sonrisa retorcida que lo caracteriza. El partido ha terminado y su rostro sosegado contrasta con lo que su equipo suele dejar en la cancha. El Uruguay de los pocos habitantes, pero que en materia de futbol posee un corazón gigante, una voluntad férrea, diamantina y un espíritu combatiente a prueba de conflictos. Ese equipo ha sucumbido ante Francia y ha quedado eliminado de la copa del mundo. Tabárez, ante la interrogante que han aprendido de la derrota, responde “Ninguna, se aprende solo de la primera, con las demás solo se sufre. No será la primera vez que ello suceda” Un mensaje contundente y didáctico que el futbol no termina en un partido, pues siempre hay lugar a otra oportunidad para volver a empezar.
 
Los rostros tensos y serios de los jugadores, cuando entonaban sus himnos, daban a entender que iba a ser un partido muy disputado. Con mucho nervio y entrega para disputar cada espacio de terreno, son los partidos predilectos para los uruguayos. Deschamps, lo sabía muy bien, pelearlo en el cuerpo a cuerpo no era mejor alternativa. Era mejor apelar a su gran cartel de individualidades y su poderío físico y técnico. Buscar la eficacia desde el juego, evitando la fricción y enlodarse en una contienda de músculo puro, que es un terreno delicioso para Uruguay. Evitarlo sin ensuciarse, es inevitable, pero esta Francia posee jugadores que saben aparecer con prestancia, en los momentos dificultosos.
 
Deschamps plantea el 4-2-3-1 nominal conocido, con variantes posicionales para el retroceso. Pogba más ofensivo, respaldado por Kanté y Tolisso, en un trabajo prolijo de recuperación. El tridente de siempre MBappe abierto por derecha, Giroud de punta y Griezman como enganche y en su función de mariscal de campo. El Maestro Tabarez con un 4-3-1-2 inicial que se hace un 4-3-3 en función de espera, a desmedro de quedarse sin volumen ofensivo. Stuani va por Cavani, más recogido y buscando tapar la salida limpia.
 
Juego cortado, soso y hasta limitado. La resistencia celeste versus la insistencia francesa. El flanco izquierdo de Uruguay el más asediado, MBappe pegado a la banda evitando subidas de Laxalty apoyado por Pavard que trepa seguido. En Uruguay Nandez sobresaliente anulando a Hernandez. Le corta el juego a Francia pero le cuesta encontrar el equilibrio. Suarez alejado de la escena, extrañando a su “partner” Cavani que por el planteamiento francés, tampoco iba a tener espacios, aunque no se puede predecir si ese par de potros indomables estando libres, alguien pueda estar ajeno a su galopada y esa bravura que les permite escribir la historia a su manera.
 
El gol es consecuencia del asedio francés. Tuvo que ser la pelota parada. Jugada preconcebida, lo cobra Griezzman a media altura y mientras la defensa guaraní tiene tomados a los atacantes galos, aparece de atrás Varane, se adelanta a todos y conecta de cabeza, la puso abajo, lejos del alcance de Muslera. La tuvo Uruguay. Cabezazo contra el piso de Cáceres, Lloris pone la mano milagrosa y evita la paridad.El plan uruguayo de mantener el cero hasta acomodarse y aguantar el vendaval galo, se fue al agua. Paradojas del futbol, la celeste mordió la manzana que tenía su propio veneno. 
 
Tabárez tira al “Cebolla” Rodriguez, buscando un apoyo a Suarez, que no se encontró en el partido. El cerco y anticipación francés lo anulan fácil al no tener a Cavani de referencia. El objetivo de buscar la paridad se esfuma, como el sueño de los uruguayos, cuando el que menos fallaba y el más regular de todos, le vio la cara al infortunio. Griezzman ensaya un remate seco y mordido que descoloca a Muslera. El arquero pone mal las manos, el balón se le escurre y se va adentro en un blooper que pone todo cuesta arriba. 
 
Con resultado puesto, Francia manejó mejor los tiempos, circulando adecuadamente el balón. Uruguay en su estilo, sin bajar los brazos, pero lejos del área. Se ve un equipo fragmentado que facilita a Francia el control del juego. No fue buen partido de MBappe, no le dieron espacios para desbordar. Pero esa preocupación minimizó a un Uruguay que no encontró formas de desbordar y buscar a Suarez.
 
"Hoy lo único que se terminó fue un sueño, pero después de que se termine este mundial van a haber más partidos, la Copa América. Así como se terminó un sueño van a venir otros que hay que tratar de perseguirlos y de conquistarlos". En el día del Maestro, Óscar Tabárez sentencia el epílogo de un momento de tristeza, con toda la nobleza de una persona que aprendió de las derrotas a ser cauto y paciente. Un hombre bueno que imparte a sus jugadores enseñanzas de vida y que tiene muy claro que para perseguir un sueño, cada mañana hay que estar bien despierto, para mirar a la realidad que se posa en la ventana.

 

UNA CORONA PARA LA REINA

Perder un partido de mundial que no permite acceder a instancias de cuartos de final, duele mucho más que en octavos, tanto como los de etapa de grupos. Al margen que perder de manera injusta, siempre trae un malestar y un sinsabor ineludible. Y es que en esta etapa definitoria, se generan más expectativas, los sueños se fortalecen y el anhelo del hincha se deja llevar como hoja al viento. Ese hincha amante de la futurología, empieza a jugar con las posibilidades y a imaginar los cruces de manera artificiosa. Es por ello que una derrota tira abajo su castillo de ilusiones y se siente más destrozado en su orgullo, si ese revés no se define en el tiempo reglamentario y debe someterse a ese sufrimiento insano, de la pena máxima, la fatídica definición de los penales.
 
Inglaterra embelesó solo a medias en la etapa de clasificación previa. Su mejor expresión radica en el ritmo que le impone a su juego y la pelota parada. El esquema inglés, plantea tres en el fondo, que se hace flexible y está muy bien trabajado. Walker y Trippier son los aviones que suben por los costados, hacen bien los relevos,  Dele Alli es el que genera el juego asociado y Sterling el que rompe líneas cuando Kane –la figura estelar- está ocupado tratando de zafar la marca que ejercen sobre su humanidad y buscan minimizar ese olfato de gol permanente que posee.
 
Colombia hizo un partido muy táctico. Peckerman recurrió a la clásica pizarra. Tira un 4-3-2-1 con Barrios, Sánchez y Lerma, tres volantes de corte defensivo, para bloquear el juego ingles desde el medio, Aislando a Kane que tenía a Mina adivinándole los pensamientos. Achicar los espacios y marcas implacables, a riesgo de un desgaste peligroso Cuadrado lejos de su hábitat pegado a la banda y turnando el apoyo a Falcao con Quintero, que cuando enciende sus luces es un “verraco” de temer. Colombia necesitaba llevar el partido a su ritmo, bajarle la velocidad inglesa, interrumpir la conexión entre líneas. Pero cada vez que los ingleses le imprimían rapidez y potencia, sufrieron demasiado. Allí extrañó a James, para tenerla y una distribución más idónea.
 
Peckerman lo planteó con un pensamiento demasiado conservador, hasta mezquino, limitando el riesgo a los errores del contrario antes que la verticalidad. La misión era la tenencia del balón. Falcao mas entregado a luchar que a jugar y Cuadrado sin ser una figura de desequilibrio. El peso ingles ocasiona la diferencia en el marcador desde los doce pasos. Bombazos seguidos al área traen como consecuencia que la “roca” Sánchez haga una falta extraña y enredada a Kane. El mismo lo cobra y hace la ventaja en un mal momento para los cafeteros. 
 
El reloj se puso la camiseta de la rubia Albión y fue el enemigo adicional para Colombia. El sistema de Peckerman se fue desmejorando y ya no daba para más. Tuvo que echar mano del banco. Los ingresos un poco tardíos de Uribe, Bacca y Muriel, buscan equiparar y definir un partido que ya se extinguía. Falcao es el 9 de área, pero el goleador colombiano es su defensa central. Yerry Mina. Por tercer partido consecutivo se hizo héroe en el mundial. Había salvado Jordan Pickford un remate venenoso, pero en el cobro del corner, Mina se eleva en todo su tamaño y alcanza un testarazo milagroso que pica contra el travesaño y devuelve el alma al cuerpo.
 
El tiempo extra encuentra a una Inglaterra desacomodado y a Colombia, rearmado. Pero con el desgaste en la boca y la angustia de que se acabe de una vez. Inglaterra había realizado su labor según su capacidad, sin mostrar una superioridad. Pero Colombia más precavido que intrépido, acabó abrazado al estoicismo. Escuchar el pitazo final les dejaba una definición sufrida sí, pero los penales, abren la posibilidad de ganar o perder en una instancia distinta, donde el yerro es más disimulable. Se puede asumir a la mala suerte o a la diosa fortuna. Según el cristal con que se le mire.
 
Fue un partido repartido en competencia y en situaciones, también en emociones. La ingrata definición de los doce pasos, puso a prueba a los arqueros. Ospina ilusionó a todos, pero fue Pickford el que hizo despertar del sueño a los colombianos. El mundial sigue para Inglaterra y se ha revitalizado, para ir en busca de una corona para la Reina. (A Crown for the Queen)
 
 

RESURECCIÓN BELGA

Quien sabe sea el partido del mundial. Por lo electrizante y emotivo que resulto su final, sin la necedad de llegar a la instancia mezquina de la definición de los penales. Bélgica volteó un partido que pareció perderlo de la manera más insultante. Toda su etapa previa levantó elogios por doquier, por su buen juego colectivo y su dinámica consumada. Tenía los adeptos que fueron afianzando su confianza que el equipo tenía futuro de llegar a las altas instancias del mundial. Todo ello pareció derrumbarse en media hora de juego. Japón, que entró a esta fase por el premio a su comportamiento, aunado a un juego asociado veloz y prodigioso, lo puso contra la lona. El favorito de las apuestas estaba sometido en el marcador y en el verde, pagaba el atrevimiento de Roberto Martínez, su DT que trastocó su formación, quizás tratando de asegurar el resultado y guardar piernas, pensando en el siguiente partido. Equipo que se desdibujó, perdió esa imagen que construyó antes de llegar a Rusia.
 
Fueron dos Kamikazes que llegaron de manera continua y sorpresiva. El primero llegó por una pérdida de balón Belga. Un pase largo que rasga la defensa y Haraguchi define en dos tiempos. Sorpresa total. La respuesta con Hazard y la paridad que se esquiva y pega en el palo. Bélgica se sacude y busca la igualdad desde la fuerza, sin paciencia, descuidado, dejando espacios. La sorpresa se transforma en desventura. Inui, recoge una buena jugada de Haraguchi y ensaya un remate fulminante que vence a Courtois y congeló el mundial entero. Un 2-0 impensado, irracional quizás, pero muy real y presente. Japón asocia y expone lo mucho aprendido. Bélgica, el elegido por muchos para disputar la final, estaba siendo vapuleado.
 
No era el plan original con el cual había salido Japón. Se vio sorprendido. Le empezó a costar sostener el resultado cuando Bélgica, abandona lo estético para ser más rudo. Se hace más osado que exquisito. Lukaku y toda su humanidad no es capaz de entrar a la historia. Martinez busca la solución en el banco. Chadli y el legendario Fellaini a la cancha. Perder por 3 goles o más, es casi la misma vergüenza de verse eliminado por dos. Abrir más la cancha con velocidad y precisión, buscar el desborde. La necesidad de remontar belga, se hizo más fuerte que la seguridad nipona para mantener el resultado. Fellaini encuentra la paridad en un frentazo seco. Después Vertonghen en un cabezazo intrascendente que debía ser bola de arquero, se termina colando de manera increíble y decreta el ansiado empate. 
 
Con el reloj asfixiando los corazones, Belgica recurre a su esencia. Su buen juego colectivo. Algo que todos esperaban con afán. Algo por lo que ha conseguido tantos simpatizantes. Vino la jugada que el planeta entero deseaba. Courtois sale dominando el balón para iniciar la última del partido, la jugada que salvó un país. La tocan hasta 4 jugadores de rojo, en un contragolpe mortífero. Lukaku, abre las piernas para dejar que Chadli llegando de atrás, defina un encuentro que estaba casi perdido.
 
Tremenda remontada. Por mucho tiempo será evocado este último gol de Bélgica, por toda la adrenalina que ha generado. Por esos segundos finales de espanto que se dieron, antes de su culminación. Por ese harakiri que se estaba haciendo Bélgica, al no buscar un gol de manera útil y enfrascarse en buscar llegar a la red con pulcritud. Un gol que costó demasiado desgaste y que se tuvo que lograr en mangas de camisa. El tremendo susto, no lo quita nadie. Ha sido de lejos el partido más emocionante del mundial. Un gol que pone a Bélgica frente a Brasil. Un duelo de exponentes del futbol bien jugado. Solo queda espacio para uno de los dos.
 
 

SAMBA PA TI

Para jugar un mundial, más que un buen equipo, se debe contar con un excelente plantel. Los DTs deben contar con alternativas de donde echar mano, cuando las variantes de juego o el trajín físico exijan cambios de jugadores o de sistema, que permitan mantener el mismo orden. Pareciera que esto no es un problema para Brasil, que posee todos los nombres de diferente molde y para distinta utilidad. Ha puesto el pie en el acelerador y solo lo regula según su propia necesidad. Los grandes que le hacían sombra ya se fueron a casa y está caminando a paso firme a conseguir la copa que tanto necesita su estrella Neymar, para que la comparta junto al balón de oro, por el que ya hace rato viene haciendo méritos.
 
México que tuvo un arranque fenomenal en el mundial, se regresa otra vez en el pinche cuarto partido. Un karma imposible por desterrar. Osorio fue atrevido en los primeros 25 de juego, con lo que el futbol moderno exige. Presión alta a los volantes defensivos. Casemiro fue el objetivo. Evitar la salida limpia y enfrentar el uno contra uno. Maniatar a Paulinho y Coutinho, para alejarlo de Neymar, que porfiaba el duelo personal con Alvarez. Gallardo quemando energías persiguiendo a William. Le costaba organizarse a Brasil, pero conforme ese motor va calentando, el pistón hace el sube y baja infernal, el cigüeñal hace girar el árbol de levas, se accionan las válvulas y el rugido es intimidante. Ahí se encienden las luces. 
 
México priorizó neutralizar un tiempo, buscar alguna suelta, cuando las circunstancias lo permitieran. Su orden hacía aparecer a un Brasil nublado. Pero eso dura solo lo que humanamente está permitido. Se puede controlar a Neymar, también a Coutinho y si se quiere a Gabriel Jesús. Pero aparece Willian desequilibrando por las bandas. Paulinho trepando entre líneas o la subida de Thiago Silva, si es necesario. Tantas variantes de individualidad, tantas opciones ofensivas por impedir. Es imposible parar el vendaval. El arquero rival termina siendo el héroe hasta donde le alcanzan las fuerzas. Este Brasil no tiene dependencia de Neymar, cuenta con suficientes socios que le permiten esconderse, salir a la ventana o meterse de lleno al partido y romper todos los esquemas.
 
La búsqueda obsesiva del arco de enfrente es lo mejor de este Brasil que triangula y hace una circulación efectiva del balón. Puede carecer de posesión, pero cuando tiene el balon, le da una mejor utilidad. Los cambios de ritmo y de orientación son constantes. México se fue ahogando en su ímpetu por hacer el cuerpo a cuerpo. El desgaste ante un ataque demoníaco lo fue demoliendo y fue mostrando falencias de organización. Enfocarse más en contener a Brasil que ir a ganarle, terminó por hacerlo sucumbir. Todo cayó por su propio peso. El primero, fue jugada de un William esplendoroso, previo taco de Neymar y puñalada al pecho mexicano. El segundo, arremetida de Ney, que define a lo Romario y el pie de Ochoa lo impide tenuemente. Firmino, anida para poner el 2-0 que resulta engañoso. El “memo” Ochoa, sacó hasta cuatro directas. 
 
Brasil, definió su clasificación a cuartos de final demostrando que no solo es una máquina de ataque. Pareciera que las ausencias de Marcelo y Dani Alves, han obligado a que sus reemplazos, se aboquen a su función defensiva y halle el equilibrio adecuado, para un retroceso organizado y los ataques tengan un origen mejor hilvanado. Hoy Brasil dejó el sello de candidato serio y demostró que es el equipo que hace fácil, aquello que parece difícil. El "Samba Pa Ti" de Santana, con ascendencia mexicana, hoy se lo apropió el equipo carioca.
 

LA PENA MAXIMA

En el fútbol, el penal es la pena máxima. Se entiende como la sanción a una infracción ante una acción vedada dentro del área. Pero en un mundial, en una instancia de octavos, para poder dilucidar al ganador de un partido, donde ha existido paridad en todo ámbito de competitividad, la tanda de penales, resulta siendo un castigo para ambos equipos. Una condena de alta tensión para los jugadores y un daño colateral, con el sufrimiento extremo para los hinchas.  Se relaciona al azar, a la técnica, la decisión, personalidad o categoría para la ejecución, pero siempre no pasará de ser una medida extrema y consecuencia, de aquello que no se pudo resolver, en el tiempo reglamentario.
 
En la etapa de octavos del mundial ya no se juega con el plus adicional que hay otro partido para poder reivindicarse. Solo queda seguir en la brega o hacer las maletas de regreso a casa. En esta fase se juega de manera muy táctica y los equipos se someten a la exigencia máxima física y mental. Las estrategias tienen un estudio del rival, sus fortalezas y debilidades, que generan el sistema adecuado para buscar el mejor resultado. Francia hizo un derroche de poderío y vapuleó a una Argentina, que solo pujó hasta lo que le quedó de aliento. Portugal, sucumbió ante el coraje de un Uruguay, que impuso su raza y temperamento. En esta llave hubo, futbol, calidad, sufrimiento, angustia y goles. Hasta el final de la tarde, aún se respiraba un aroma de mundial.
 
Hoy le tocó a España. Un partido para el aburrimiento indigno. Aun con los traumas del inicio de un mundial acéfalo. A 48 horas del debut era despedido Lopetegui. Con un inicio tacaño de cuatro partidos tres empates y un solo triunfo ante Irán sufriendo hasta el epílogo. Esta España ha dilapidado la poca estela que le quedaba de aquel estilo de juego estético y efectividad arrolladora. El toqueteo intrascendente, la horizontalidad obtusa y su propia identidad, tan negada como extraviada, no podían llevarlo a buen puerto. Hoy fue eliminada en la tanda de penales, por el anfitrión Rusia, que tuvo un antecedente negro, pero en base a un juego mezquino, un orden militar y una efectividad impensada, se metió a octavos, sorprendiendo a todos y ahora va a disputar cuartos de final.
 
Rusia es la prueba palpable que hasta para hacer un juego mezquino y formar un muro infranqueable, aprovechando el menor error del rival, en el objetivo de conseguir resultados, hay que tener una planificación, nada es producto del azar. España terminó en una tanda de penales lastimera, el fin del ciclo de una generación que hizo creer que sería eterna. Una despedida indigna para un astro del futbol como Iniesta, que merecía un marco más refulgente. En el estadio de Luzhniki se quedarán las cenizas de esta selección que no estuvo nunca a la altura de las expectativas. Fue candidata, mas por antecedentes que por capacidad mostrada.
 
El otro clasificado fue Croacia que también venció por la tanda de penales a Dinamarca. Partido de ritmo empalagoso, lleno de errores donde ninguno mostró alguna superioridad evidente. Dinamarca se puso en ventaja tan rápido que ni siquiera se dieron cuenta. Mandzukic lo empata en el marcador y en el juego. Croacia empieza a extrañar tanto ese colectivo que lo llevó a ser primero en su grupo, postergando a la Argentina. Ambos rivales quedaron enmarañados a una estrategia de no perder, más que arriesgar a ganarlo. Modric la tuvo en los pies desde los doce pasos antes de que el reloj se los lleve de encuentro. Los peruanos nos sentimos aliviados por Cuevita,  cuando el mejor jugador del mundial –hasta ahora- erró su disparo y dejó abierta la puerta a la temida ronda de los penales. 
 
En la sentencia máxima fue más efectivo Croacia. Un duelo espectacular de los arqueros Schmeichel de Dinamarca y Danijel Subasic que fue el héroe croata al atajar tres remates. Esta vez Modric acertó desde los doce pasos, revirtiendo su error anterior y Rakitic hizo el definitivo para dejar al equipo balcánico a la espera de Rusia en cuartos de final. No fue esquivo ponerse a pensar que Perú pudo estar disputando esta instancia y se nos pasó por la cabeza que pudimos tener otra historia y que estuvimos a un penal que finalmente hizo la diferencia. 
 
España se va del mundial más por una falta de juego y su escasa capacidad de revertir su realidad que por el azar o la efectividad de los penales. Y es que existen muchos imitadores de Guardiola, pero el Tiki Taka debe tener profundidad, dinámica, precisión y velocidad, sino no sirve de nada. Pep solo hay uno, es el puto amo del futbol.

URUGUAY NOMA!!

TRIUNFAZO!!! Para jugar al futbol debe existir primero la amistad entre los compañeros. Para ser parte de una selección, debe ser parte inevitable el compromiso de cada uno de los jugadores. Para jugar un mundial, debe tenerse bien claro el objetivo, de acuerdo a la capacidad del equipo y de cada uno de los seleccionados. Pero para ganar partidos de un mundial, hay que tener la convicción que todo lo dicho anteriormente es real y hay que poner media vida en lograr conseguirlo. Creer en tus fortalezas, olvidarte por 90 minutos de tus debilidades y ser un convencido que las cosas más difíciles se pueden lograr, si se ponen los huevos y se olvida quien está al frente. 
 
Este Uruguay demuestra siempre de lo que es capaz. Convencido de ello, afronta el reto más complicado, siempre fiel a su tradición. Su futbol tiene el condimento perfecto de raza y temperamento, a ello le añade una pizca de técnica. Portugal no sería tan temible si no contara con ese portento de la definición y animal del gol que es Cristiano Ronaldo. Si antes de ser campeones de Europa, debían someterse a una actuación increíble del luso, hoy es un equipo ordenado, que trabaja coordinadamente para que sea su figura estelar, la que brille de cara a la red. 
 
Pero ante este Uruguay, hay que hacer mucho más que contar con una súper estrella. Equipo con las ideas convencionales de su técnico por 12 años, el Maestro Tabáres, que plantea un esquema conservador quizás, pero que explota con los dos misiles que tiene arriba. Suarez y Cavani, que pueden jugar con los ojos vendados y más de tres pases coincidirían. La dupla de Godin y Gimenez, es el respaldo en defensa para ser el soporte que requieren Torreira y Nandez, como contra Portugal o Arriscueta y Sanchez cuando les toca. Con mucha flexibilidad para los posicionamientos, de acuerdo al rival. Un equipo sólido para defender, que achica espacios y que sobre la marcha puede cambiar de esquema, aunque a veces no sea estético, resulta altamente efectivo.
 
Este partido de octavos, es una instancia más seria del mundial, donde se deben asumir riesgos. La premisa del maestro Tabáres, consistió en anular a CR7, respirarle siempre cerca y dejarle sin espacios dentro del hábitat donde se siente cómodo. Cuando fue el 9 de siempre, se eliminó el peligro con los turnos de los centrales. Cuando fue por izquierda era tomado en marcas escalonadas, logrando que sean infructuosos todos sus intentos. En esta labor Torreira el émulo de Arévalo Ríos, jugó el partido de su vida, dejando parte de ella en el sudor hecho sacrificio. Portugal siempre busca la asociación para terminar con centros buscando la cabeza de CR7 o balones perdidos que sabe muy bien aprovechar. Sin ocasiones claras, la impotencia lo fue anulando hasta hacerle perder los papeles.
 
El primer gol fue una pared increíble de 50 metros. Cavani recogido, busca a Suarez al otro lado del campo, en un cambio de orientación perfecto. El “Pistolero” controla, se perfila y lanza un pase largo devolviendo el balón a la cabeza de Cavani que llega justo y define de un testarazo que levantó el Fisht Olympic Stadium. De ahí la labor de aguante uruguayo. Con mucha propiedad para mantener el control del balón, neutralizando a un Portugal que se volvió más incisivo y peligroso. La única ocasión de descuido en la zaga charrúa, lo aprovecha Pepe para poner el 1-1 que no duro mucho.
 
Si hay algo que sabe manejar este Uruguay, son los momentos cruciales, pareciera que es cuando más crece. En la misma férrea idea del principio, encuentra el desnivel a través del mismo héroe. Edison Cavani, de una actuación estelar, recibe de Betancur y define deliciosamente poniendo el 2-1 que a la postre fue el definitivo. Otra vez a soportar los sofocones, sufrir más de lo adecuado. Lo lamentable fue la salida de Cavani. Sintió un pinchazo y se fue lesionado. Ojalá y no sea de consideración, pues Uruguay perdería mucho peso ofensivo.
 
Uruguay despachó a CR7, lo mandó a cruzarse con Messi en el aeropuerto. No será un equipo vistoso, de juego atildado ni tampoco procesa algún código especial que garantice superar el rival que tengan enfrente, con algún sistema distinto a lo tradicional. Tiene la idea de juego clara, utiliza lo que tiene a la mano y se acomoda más a un estilo pragmático. Levanta una fortaleza atrás y lanza dos dirigibles que destruyen murallas ajenas. Es su estilo de siempre, ese que resulta tan conocido, previsible de afrontar, pero tan difícil de superar. Este es URUGUAY NOMA.
 
 

FIN DE CICLO

Era mejor dejar de respirar. La agonía argentina había tenido un leve recupero, pero tan solo para falsear un final que ya estaba escrito en su obituario futbolístico. Era mejor dejarse ir, abandonar el presente para ser pasado. Era mejor que se acabe de una vez esta tribulación, forzarlo más allá de lo humanamente permisible, hubiera tenido rasgos de crueldad y también de masoquismo. El sueño etéreo se ha esfumado en el aire como el humo de ese último cigarrillo, antes que llegue el tren del adiós. Argentina se ha ido del mundial y de la manera más contundente a manos de una Francia categóricamente superior, demostrando una vez más, que, cuando la diferencia del nivel futbolístico se hace tan notoria, con la actitud solamente no alcanza.
 
El planteo de Sampaoli en un 4-3-3 nominal para cerrar espacios, resultó inoperante desde el falso 9 que empezó Messi y que a la larga fue un falso 10 y una falsedad total del equipo para hilvanar juego a su alrededor. Banega desconectado, Pavón y Di María demasiado abiertos y obligados a realizar mucho tránsito infructuoso. Mascherano duplicando esfuerzos para apagar incendios. Francia bosquejando la posesión desde la oportuna recuperación del balón con un medio estelar. Pogbá imponiendo su carácter, Kanté laborioso y Matuidi dinámico, teniendo a Griezmann como un enganche funcional y arriba a un Giroud pegado a los centrales y a Mbappé tan veloz como un rayo. Fracaso del plan de Sampaoli y acierto el sistema de Deschamps, referenciando a Messi, en una marca zonal muy efectiva y después para cortar el tenue circuito albiceleste.
 
La superioridad de Francia, mostrada desde un buen posicionamiento y su mejor circulación del balón, tuvieron su mejor expresión, en la profundidad para romper líneas con las diagonales infernales de su joya más preciada Kylian MBappé. El chico fenómeno que nació el mismo año en que Francia alzaba la Copa del Mundo en su país, con una descollante actuación de Zidane en la final ante Brasil. La promesa que se va haciendo realidad y que para superar la defensa argentina le bastó poner un cambio más. Primero ensayó una empilada diabólica que acabó en tiro libre y después un arranque monstruoso que desbarató a Rojo y el penal que cristaliza Griezmann. Fue fundamental para sentenciar el resultado. Hace el tercero internándose en un bosque de piernas definiendo de izquierda y el cuarto, en una jugada colectiva extraordinaria que es una oda a la efectividad. Seis toques desde el arquero, recibe de Giroud para una definición exquisita. Credenciales oficiales presentadas de un portento de CRACK.
 
Argentina solo dio manotazos. Nunca un golpe franco, esos que samaquean y obligan a tomar aire. Mascherano dando su último aliento, Messi sin encontrarse consigo mismo, menos con alguien que sea un partner adecuado. Francia es de esos equipos que tiene fisuras en su sistema defensivo. Pogba con más vocación ofensiva, deja espacios detrás y Kanté debe hacer doble relevo, al igual que Griezmann. Sus laterales resultan mejores en el desborde por bandas. Cuando se hace vertical le cuesta el retroceso dúctil. Pero aunque pueda recibir goles, aprieta el acelerador y marca la diferencia. Estos partidos de octavos es donde recién se aprecian a los equipos en su real dimensión. No hay mucha discusión, Argentina lo dio todo, pero Francia fue demasiado superior. Por algo apunta a levantar la copa.
 
"Lo mismo que nos une hoy nos desintegra" decía Cerati en “Bomba de tiempo”. Esa ilusión pasional, a veces irracional, del hincha albiceleste de ganar la Copa del Mundo, ha estado siempre apañada de una testaruda convicción que se cuenta con jugadores de élite, que en realidad están sobrevalorados. Que basta con la historia, que no termina de construirse, para sentirse los más grandes sin merecerlo siquiera y persignarse a la suerte de contar con el mejor jugador del mundo, el cual tiene una formación ajena a la del argentino intolerante y que su humildad choca contra la petulancia de sus compatriotas. Este mundial ha sido el cachetazo que los devuelve a la realidad. Argentina ha quedado fragmentada, se crearon ilusiones desde la utopía forjada de una resurrección apócrifa y un pase a octavos milagrosa. Lo que se viene es la búsqueda implacable de los culpables. Sean los jugadores o Sampaoli hay algo muy serio que deberán resolver desde su interna, más ceñida a lo organizacional y al margen de lo deportivo.
 
No es el mejor final  para esta generación argentina. Es el fin de ciclo en medio del dolor de un adiós que ya tenía su suerte anunciada. El fútbol no solo se juega en la cancha, menos a nivel de selección, hay detrás todo un soporte dirigencial que marca la pauta para el desarrollo de un proyecto serio. Esta generación, que disputó tres finales, puede que tenga alguna revancha en el corto plazo, pero ya no le quedará espacio en el próximo mundial para muchos jugadores. Quizás éste ha sido el último mundial de Messi y siempre existirá la eterna y absurda comparación, como la descabezada recriminación por no ganar una Copa del Mundo. Pero no será el fin de una carrera exitosa, la cual no está supeditada a un título específico. Lo que no se podrá borrar es este sinsabor, esta amargura que se queda impregnada al recuerdo de este mundial, donde en pocas horas se pasó del sueño a la pesadilla.

 


 
 

ROJO APASIONADO

Difícilmente volverá a ocurrir una angustia igual para los argentinos. Será imposible que se vuelva a presentar una situación de tensión al extremo y zozobra tan dramática. Más que por el resultado importante, es por lo que estaba en juego y por todas las cosas que se vivieron alrededor de este triunfo ante Nigeria, que a la postre, le dio el milagroso pase a Octavos.
 
No era un partido para definir cuartos, semifinal o la misma final. Era definir su permanencia en el mundial y evitar la hecatombe que hubiera significado, regresar a Buenos Aires con la vergüenza a cuestas y con todo un país esperando en Ezeiza para destrozar lo poco que les quedaba de orgullo. Lo sabían todos y lo afrontaron de esa manera. Pero les costó un pedazo de vida, jugar contra los nervios, la exaltación y la incertidumbre. Un drama digno de película de terror. 
 
Esta Nigeria, equipo duro, pero también dúctil con velocidad para la contra, había que pararlo en media cancha y hacer pressing. La formación estuvo dirigida a controlar primero y explayar juego después. Pero mientras transcurrió el primer tiempo, hubo más de fricción que lucidez. Mucha tensión y nervios que el juego asociado que no podían recrear.
 
Messi tantas veces reclamado tuvo que abrir el camino. El pase de Banega de 25 metros más fue un encargo para que resuelva Leo. Una recepción excepcional y control dirigido del 10 que dejó fuera al veloz defensa Omeruo, para acomodar el balón a su botín mágico y sacar un derechazo cruzado a lo crack. Un gol esperado, una reconciliación de Messi con el mundial, con su gente, que desgañitaba su emoción  contenida en un estadio conmovido. Un gol que reconfortaba la confianza. Y Leo en ese lapso, tuvo esporádicas, pero valiosas participaciones, dejando un tiro libre en el poste y los dedos del portero Uzoho, aparte de la habilitación a Higuain. Mas nada, de juego muy poco pero si mucho de rebeldía. 
 
Tan cuestionado en la semana y para nada excluyente la presencia Mascherano. Como tantas veces, asumiendo el papel de mariscal de campo. Metiendo, empujando y luchando todas arriba y abajo. Hasta que llegó la jugada fatal que lo puso de protagonista. Jaloneo en el área, falta de penal que puso en verdadero riesgo la clasificación. Porque a partir de ese momento Argentina empezó a jugar contra sí mismo, contra el tiempo y sobre todo contra un equipo africano que se crecía y lo estaba eliminando del mundial.
 
El reloj cruel verdugo en estos instantes, que no cree en nombres ni historias, seguía su marcha infernal. Todo iba camino al descalabro, el carro se desbarrancaba al abismo y no funcionaba ni el freno de mano. Pero desde arriba vino una mano, puede que haya sido el mismo San Petersburgo, quien se metió a la cancha y se fue por derecha, empujó a Mercado para que meta un centro con ayuda suprema y Marcos Rojo, definió con la pierna menos diestra, dándole el golpe de gracia a una agonía que parecía inminente y resucite a todos los argentinos que desataron su locura en el Zenit Arena y a punto estuvo de causarle una desgracia al propio Maradona. 
 
Ha sido una gran descarga emocional que no deja de lado el manejo de la interna mediática y que ha trascendido las esferas deportivas. Una prensa despiadada y una respuesta con retratos que han querido dibujar una realidad que deja interrogantes. La primera citada con el liderazgo de Sampaoli y su cesión en sus modos para que sean los jugadores los que asuman el protagonismo. Ante una situación tan complicada es mejor la conciliación. Las imágenes de Mascherano desmintiendo los comentarios voraces y la de Messi arengando, resultan simples modos y formas que pretenden brindar una imagen distinta, partiendo desde la avenencia que demuestre un compromiso que se refuerza con este agónico resultado. 
 
Argentina sigue en el Mundial, pero la deuda en lo que respecta al fútbol sigue vigente. Es cierto que ha mostrado temperamento, que hubo otra actitud, para evitar una frustración con visos de tragedia, que sigue creyendo en su capacidad y que Messi ha mostrado señales que desea mostrarse contra los mejores. Pero para superar las otras instancias, no solo basta con aquello, también debe mejorar mucho en orden y sobre todo en el juego.
 
Se viene Francia, un rival que tiene tantas individualidades juntas que se diferencian de esta Argentina que han recobrado la confianza, pero su mejor imagen se refleja en el rostro de Mascherano manchado de sudor y sangre, muestra de una lucha intensa para romper una realidad esquiva y por esa postal de Messi apeado en los hombros de Rojo. El mensaje es que el equipo va a entregarse más y los jugadores cargan con la responsabilidad de respaldar a Leo, para marcar una historia diferente.
 

 

GRACIAS MUCHACHOS!!!

El pitazo final ha sonado. El estadio Olympico Fisth de Sochi, con sus tribunas vestidas de rojo y blanco, deja escapar los canticos y rugidos eufóricos de los peruanos venidos de todo el mundo y se confunden en abrazos que acompañan sus sollozos. Un amasijo de sentimientos encontrados. Un cantico a la algarabía pero también al desconsuelo. Unos se abrazan y ríen, otros descansan su placidez en la mirada fija al horizonte, como queriendo recuperar momentos eclipsados. Algunos no se conocen, pero la magia del fútbol los ha hecho ser de una misma familia. Un panorama conmovedor que hace temblar el alma y quiebra a cualquiera. Resulta imposible poder contener algunas lágrimas que acompañen esa postal. Perú después de 40 años, ha ganado un partido en un mundial y con ello se ha podido romper otra racha, logrando que la despedida sea menos afligida y el regreso a casa no sea con las manos vacías.
 
Abajo en la cancha Christian Cueva se desploma, dejando caer su humanidad acompañado de un llanto inconsolable. El sentimiento de culpa por ese penal fallado ante Dinamarca, que a la postre pudo cambiar la historia de la bicolor en Rusia, lo llena de resentimiento consigo mismo. Seca sus lágrimas que le salen de adentro, con esa camiseta empapada de sudor por todo el esfuerzo compartido con esos compañeros, que se le acercan, que lo abrazan y consuelan, buscando darle ánimos. Siente que será difícil tener que llevar manifiesto ese instante, como una marca indeleble en el alma. Y es que si en algún momento se sintió como un héroe para todos los peruanos, al día siguiente fue el peor de los villanos. 
 
Era importante este partido contra Australia. Más allá del resultado, por cómo se llegaba. Con el ánimo y la desazón de lo injusto que fueron los desenlaces anteriores, la impotencia de no haber podido escribir de otra manera la historia, el susto de Farfán antes de jugar y la expectativa de todos los peruanos que deseaban lavar el alma de alguna manera. Gareca, tan ducho para improvisar formaciones, recurrió al equipo de la eliminatoria. El 4-2-3-1 nominal que inserta a Paolo como el gladiador que se faja arriba en soledad. Ante un equipo tan físico, el juego no se puede hacer estético, pero si funcional. Pero el engranaje costó hacerlo dúctil. Flores y Yotun imprecisos y Tapia que no terminó de recuperarse bien del golpazo. Juego mordido, luchado, sin claridad y con el rival encima siempre.
 
Pero si algo nos teníamos que llevar de este mundial, ha sido los gratos rendimientos de algunos jugadores. André Carrillo. Tantas veces lo decimos, si quisieras André, si quisieras. Este mundial ha sido su escaparate para un mejor futuro. Jugada calcada de eliminatoria. Pelotazo para que Paolo haga la diagonal por izquierda, control perfecto con parsimonia de crack, eleva la mirada y le pone un pase por derecha a Carrillo que sin que caiga al piso, se hamaca y empalma un derechazo monumental que vence Mathew Ryan. GOLAZO. Una alegría inmortal que todos los peruanos celebraron con lágrimas en los ojos, como si fuera la del campeonato mundial. 
 
El epílogo tenía guardado un espacio en la historia para Paolo Guerrero. Tanto tuvo que luchar, tanto tuvo que bregar para poder cumplir su sueño de jugar un mundial. Cueva que no hacia un partido redondo se interna en el área y deja un pase mordido. Y allí, en el área de 9, de goleador, Paolo saca a relucir esa pasta innata de “depredador”. Le gana el vivo al defensa y define incómodo de zurda a un rincón donde el balón entró sonriendo. La celebración, fue con todo el estadio, con todo un país entero. No se podía ir de este mundial sin dejar su sello y firma. El homenaje a su “hermano” Jefferson, fue una conmovedora muestra de retribución al amigo fiel, por el sueño cumplido, aunque no compartido en la despedida. 
 
Pero este triunfo que alegró a todos, a partir de hoy ya resulta anécdota. En el análisis frio y desapasionado, podemos afirmar que hoy nos pasó lo contrario a lo que debió ocurrir ante Dinamarca, que es donde perdimos la clasificación - contra Francia pudo pasar cualquier cosa- Australia nos metió en nuestro campo, no pudimos ser prolijos en el juego, nos salvamos de algunas muy claras, pero en la única que tuvimos, vacunamos. Algo que nos fue esquivo hoy nos tocó, aunque demasiado tarde. Tuvimos la efectividad que nos faltó antes y Gareca demostró su capacidad para recomponer al equipo en momentos adversos. La importancia de tener un plantel antes que un equipo. Echar mano de piezas de recambio y que funcionen de acuerdo a una idea consensuada de juego. Lo importante que ha resultado arriesgar con nuevos chicos que no han defraudado a este nivel de competencia. Nos quedan gratas revelaciones en Santamaría y Aquino que deberán sumarse a un colectivo que no presume de nombres solo de hombres, como el futbol moderno lo exige. 
 
El sueño se ha terminado y es hora de despertar. Más allá de seguir viviendo de este lindo recuerdo mundialista, quedan temas pendientes que no son excluyentes. La selección es la representación de un país y al margen de aquellos que juegan en el extranjero, son los clubes los que aportan sus jugadores, los que están obligados a la formación de menores y es donde se debe trabajar a fondo. Que de una vez por todas, el plan de la FPF de formalizar el futbol domestico se haga realidad y que los clubes peruanos trasciendan a nivel internacional. No siempre vamos a tener el mismo equipo de selección, ni el mismo DT, tampoco los astros se volverán a alinear. Se ha sembrado la semilla para respetar nuestra identidad y para que esta aventura mundialista se repita, será una consecuencia de acciones y de buenas decisiones. Retener a Gareca es el reto inmediato. Sostener este proceso, emularlo en el tiempo y sobre todo seguir en la misma senda es el objetivo. 
 
Nuestra selección se ha ido del mundial con música y algarabía. Tuvieron que pasar 36 años y 4 días con sus noches, para que los peruanos llenen un estadio lejos de la patria y canten el Himno Nacional conmoviendo al mundo entero. Aquella imagen de los jugadores despidiéndose de todo del estadio. Ese paseíllo que hizo el comando técnico para felicitarlos a cada uno y darle su real valía, el apoyo de todos hacia Cueva, ayudándolo a levantarse, el abrazo conjunto que demostró integración de grupo y la gente vibrando en la tribuna, deben ser las imágenes que signifiquen nuestro eterno agradecimiento a los muchachos, al comando técnico y a todos los que están detrás, por tantas cosas vividas. El futbol es tan generoso, que siempre te regala revanchas.
 
ARRIBA PERÚ!!!!.
 

SAMPALIO ARGENTINO

Argentina vive una hecatombe. Aquel colapso del primer partido con penal fallado incluido de Messi, su emblema futbolístico, lo puso en el abismo de la eliminación. Croacia lo vapuleó ante el mundo con un contundente 3-0 y cada gol fue una puñalada en el ego recurrente de su gente. Pero este desastre tiene un origen visible. No por nada se ha cambiado tanto de técnicos y en tan corto tiempo, que no han permitido culminar un periodo ni del mediano plazo. Imaginamos un vestuario caliente, donde prevalecen los entornos amicales y condescendientes. Un ambiente donde prevalece un desgobierno, más por parte de los que son privilegiados cercanos a Messi, que por propia decisión del capitán argentino. Aquellos que no se ajustan  a los hábitos costumbristas de esa rosca, sencillamente no tienen un lugar que les permita, por lo menos sumar a su selección, futbolísticamente hablando. En ello se incluye al entrenador de turno.
 
Y muy al margen de lo que puedan decir sobre Messi, no pasa por lo que el astro argentino decida que se debe o no hacer, sino por esa devoción extremista de cada técnico que ha intentado rodearlo de jugadores virtuosos, tratando de imitar su rendimiento en el Barcelona. Y nadie se ha puesto a pensar que Leo es un producto de formación netamente del equipo catalán, nunca ha jugado ni sentido el futbol argentino y adicionalmente a ello, es un ser humano con cierto grado de dificultad para manejar las situaciones de presión. Es de esos genios que solo saben expresarse a través de su talento, Pero los argentinos, sometidos a siempre tener un tótem de referencia, han persistido en esa estúpida como antipática comparación con Maradona. 
 
De pronto Messi, sea un jugador de talla limitada y siempre deberá estar rodeado de excelentes jugadores para brillar. En la selección argentina, nunca encontró ese entorno y de ahí habría que partir para generar un análisis más concreto. Y en la opinión mundial, van más allá del raciocinio lógico, pues le asumen responsabilidades que de pronto ni siquiera le correspondan. Le ha pasado tantas veces en situaciones de presión, su carácter esquivo y ermitaño, lo ha hecho desaparecer cuando todos le reclaman que debe asumir ser el mejor del mundo o el salvador de una Argentina, con jugadores sobrevalorados y que ni por atisbo demuestran su real valía a nivel de selección. Pergaminos que él jamás ha pedido que se le concedan y por el cual siempre será juzgado y vilipendiado. 
 
Pero el tema no solo pasa por lo que haga o deje de hacer Messi. Para Sampaoli, que se fue de Chile cuestionado por un problema muy grave de acusación de una actuación dolosa. Le ha costado encontrar un equipo base. Su propuesta ha estado siempre vinculada a preponderar “El equipo de Messi” como una forma de anclar su capacidad al rendimiento de Leo. Hace alarde de dimensión extremista de las habilidades de Messi y sobre ello pretende armarle un entorno. Acaso y entendiendo que Leo requiere que lo acurruquen y lo protejan de todo mal, a costa de no encontrar un funcionamiento básico. Sin una identidad y menos idea de juego. Los cambios constantes de jugadores y sistemas, sobre la marcha, contra el tiempo, no representa un trabajo serio. Es cierto que los jugadores son los protagonistas, pero sin un líder detrás, como dicen los argentinos, todo se hace un quilombo.
 
Croacia tenía en sus planes hacer un buen partido, sostener algún resultado positivo desde su posicionamiento estratégico del 4-2-3-1, relevos para recuperación del balón. Con un nivel superlativo de Modric y Rakitic, para las coberturas y control del juego y un constante martilleo de contra, con un Rebic efectivo y Mandžukić siempre peligroso. Sampaoli muy avezado tiró una línea de tres, tratando de copar el mediocampo. Agüero de punta, Messi y Meza por los lados. Mascherano y Enzo Pérez por el medio buscando que Salvio y Acuña sean alternativas por bandas  La disputa en el medio dejaba a una Croacia que formaba un triángulo quitando espacios estableciendo mayor posesión del balón pero sin lastimar en extremo.
 
Pero estaba escrito que Messi no quería estar en la cancha, que había un fastidio en el ambiente y que la fatalidad le tocaría a Caballero errar en un despeje y le abra la puerta al enemigo. Rebic primero que lo fusila sin piedad, después Modric, en una jugada monumental, remata y anota de forma exquisita y para cerrar Rakitic, ante la pasividad, holgazanería e impotencia de la zaga gaucha, que se arrastraba en el verde, para colocar este 3-0 que llena de angustia y de dudas el pase de este limitado equipo argentino, que ha dejado en manos de terceros su suerte en este mundial.
 
Resulta decepcionante esta Argentina. Quizás sea uno de los peores equipos, en materia de funcionamiento de los últimos tiempos. Así tengan a Messi, el futbol de hoy reclama primero un funcionamiento colectivo, para que salga a relucir la individualidad. Ese desgano, ese nulo compromiso de los que deben asumir su renombre mundial, tan desprestigiado por ahora, le pueden significar un descalabro imposible de remontar y ser el fin de una era. El final de la presencia cuestionada de Messi y los que hacen de su entorno una anarquía. Lejos de ser solo el fin de un ciclo, podría ser el epilogo de una realidad interna para la selección de un país siempre obligado a ganar una copa, que por ahora solo demuestra nivel de participante.
 
Argentina carga hoy una mochila del pasado que le pesa más de la cuenta. La perturbación y la incapacidad del presente, lo hace ser un espanto para mirar el futuro. A Messi, lo van a seguir cuestionando y vapuleando, desde la bobería de la eterna comparación. Leo es un chico que solo quiere jugar al futbol y conseguir logros con su innegable capacidad. Pedirle que sea líder o el salvador solo es una estupidez creada por los que viven a sus expensas. Para que sus ácidos críticos puedan entenderlo, primero deben convivir con un hijo genio en casa. De carácter noble y ermitaño, con rasgos de Asperger. Con una habilidad extraordinaria para desarrollar su talento, pero con una bizantina capacidad para resolver una situación de conflictos o sostener una responsabilidad extrema. A ese genio no le debes exigir nada, solo apoyarlo y disfrutarlo.
 

COMO NO TE VOY A QUERER


“Como no te voy a querer... Como no te voy a querer, si eres mi país querido, mi país bendito que me vio nacer”...
 
Pero como duele esta derrota. Tanto como la anterior, pero esta es una congoja que rasga nuestra franja del pecho, porque es la despedida. Duele una vez más, por la forma como se ha generado, por todo el entorno apasionado que el pueblo peruano se había forjado en este mundial. Por todo ese tiempo que nos habíamos guardado nuestra emoción y explotado por cada rincón del mundo, donde han conocido en vivencia propia, ese amor que los peruanos tienen por su tierra. Duele tanto, sí. Porque el equipo entregó todo lo que tenía sin reserva, equiparando la misma devoción de su pueblo que lo acompañó en las tribunas de Saransk y Ekaterinburgo, entonando conmovidos el Himno Nacional. Es difícil esconder nuestra tristeza, pero debemos estrujar el pañuelo del desconsuelo y juntar las manos para el aplauso interminable, para mostrar nuestro reconocimiento y gratitud.
 
Ante Dinamarca era el partido clave para buscar la clasificación. La derrota nos condicionó jugar contra Francia, con la ansiedad de buscar obligatoriamente el triunfo. Era una epopeya, por el equipo francés y la constelación de estrellas que tiene y que cuando se unen hacen de su colectivo muy funcional, dinámico y letal de contra. Pero este Perú ha logrado consolidar su forma de jugar como una marca registrada y ha demostrado que puede jugarle de igual a cualquiera. Gareca con un 4-2-3-1, dejaba a Farfán en el banco buscando con Paolo presencia en el área y no dejar salida a Varane y Umtiti. Pero despercudidos de todo apasionamiento, diremos que a Paolo los siete meses de inactividad le pasaron factura. Un mundial es otra cosa. Farfán potencia al equipo y ante Francia, la única forma de emparejar el juego era con jerarquía. 
 
Francia ya tenía estudiado a Perú. Su 4-3-3 con Pogba, Kanté y Matuidi con mucha sobriedad para ser soporte defensivo y apoyo ofensivo a Mbappé y Griezman en extremos y Giroud, que entró para incomodar a nuestros centrales. Sin Tapia el reemplazo resulto siendo la consagración para Aquino. No solo para la marca, también para el juego mismo y pisar terreno ajeno. Yotun nunca termina de acomodarse por la presión de Kanté –un jugadorazo- el enganche de Griezman que ocupaba los espacios y las diagonales de Mbappé, que generaban desequilibrio. La salida peruana desde el fondo, fue donde Francia puso atención y la recuperación del balón se hizo en tres cuartos. La movilidad constante de sus atacantes desgastó a Rodríguez, que sintió el trajín. Santamaría, fue una vez más una grata realidad.
 
Si bien es cierto Perú ha demostrado mucha identidad en el juego, no es mal menor que el pelotazo a Paolo, nos hace tremendamente previsibles. Con mucho pressing la asociación de Flores y Cueva generaron la única opción de gol que Paolo define mal. Pelando más que jugando, pero nunca declinando. El propio Paolo pierde en salida y genera la jugada fatal, que termina en el gol que a la postre nos saca del mundial. El ingreso de Farfán fortalece al equipo que gana en la posesión. Carrillo -que ha hecho un mundial excelente- trasciende cuando encuentra espacios o cuando inventa generarlos. Cueva sin hacer un partido redondo, siempre es opción para el desequilibrio. Perú luchó, demostrando amor propio y no se dejó avasallar, puso a Francia en posición defensiva, dominó territorialmente, pero una vez más la efectividad ausente, nos carga la mochila de la capitulación. Francia es candidato a ganar el mundial, su profundidad debe crecer en la medida que pasen los partidos.
 
El resultado nos ha quebrado a todos. Las lágrimas de nuestros jugadores, son las mismas que derraman hinchas en las gradas pintadas de rojo y blanco. Son las mismas que enjugan hoy los 33 millones de peruanos que teníamos la ilusión encendida siempre, quizás algunas más exageradas que otras. Pero son lágrimas también de orgullo marchito, porque peleamos los dos partidos, nos pusimos al mismo nivel, sin ningún tipo de timidez. Quizás hoy tengamos que determinar que esa falta del control de las emociones, nos llevó a cometer los errores en momentos cumbres, cuando la sapiencia y el raciocinio son parte de la jerarquía, esa que se consigue con la competitividad de los jugadores y la trascendencia individual que logren en sus clubes. 
 
Perú ante los ojos del mundo ha dejado un lamento anónimo, de todos los que han resaltado la idea consciente del juego. Esa identidad de la que siempre anduvimos extraviados. La forma atrevida de jugar sus partidos sin importar quien está al frente. La exposición de sus nuevos nombres en la constelación mundial del futbol. La aplicación en la prédica de Gareca, que el futbol se juega con la cabeza y se ejecuta con los pies. Para que de una vez por todas, sintamos que no fuimos a participar simplemente y hemos entrado de manera directa a ser invitados de honor a la fiesta de la competencia mundial del futbol. 
 
Hay que ser conscientes que tenemos carencias y con muy poco los hinchas nos hicimos demasiadas expectativas y es natural, soñar es gratis y despertar a veces suele ser ingrato. Esas cuatro décadas nos hizo guardar mucho apasionamiento. El futbol siempre será regido por el resultado, es inevitable. Pero no es excluyente, que siempre será importante la forma como se llega a él. Aunque la desazón nos impida mirar más lejos, para afrontar el futuro, primero hay que poner los pies en el suelo. El recambio generacional incluye a una gran parte de este plantel, donde todos son necesarios e importantes, adicionando a esos chicos sub 20 que acompañaron la aventura mundialista.
 
Nos queda una última presentación. Australia por su forma de juego, puede ser mucho más difícil que Dinamarca o Francia. Pero aunque ya no sean valiosos los puntos, se espera sea una oportunidad para que el hincha peruano que empeñó la camisa e hipotecó su sueño mundialista, pueda gritar un gol peruano y celebrar un triunfo. Realmente se lo merece, porque en la tribuna fue el campeón mundial. Será la oportunidad que tenga esa muchedumbre de peruanos,  para despedir a su selección que se va con la frente en alto. Será una oportunidad para que todos nos sintamos una vez más representados y agradecidos. La ocasión para decirle mirándolo a los ojos y tocándole el corazón… “Perú, por tantas emociones vividas, como no te voy a querer”.