No culpes a la
lluvia, tampoco al árbitro, se gritaba para sus adentros Giovanni Dos Santos,
cuando el línea colombiano de Apellido Clavijo, fijó con una clavija su óptica
mediocre en el muro de la torpeza, anulando no uno, sino dos goles legítimos de
México que hubiera puesto un marcador justiciero, por todo lo que pasó en el
campo. Claro dominio mexicano y tibias respuestas de un Camerún, muy lejos de
aquel equipo sorprendente y duro de roer. Demasiado predecible y con desajustes
atrás que desnudan su posible eliminación. Salvo un lapso de 5 minutos finales
que metió miedo, después fue el equipo verde el que manejo a su antojo el
partido.
El Tri debió irse
con más ventaja, pero consiguió lo justo en base a su paciencia, para elaborar
juego, para llegar arriba con trepadas de laterales y el empuje del Rafa
Márquez, que sus 35 años, se ha puesto más vigente. Todo parte desde la
posición de Herrera para generar el orden y el acompañamiento de Aguilar, sigue
en el mismo estilo de asegurar el balón, traslado con criterio y sopesar el
genio de Gio Dos Santos y el esfuerzo de Guardado, buscando el oportunismo de
Oribe Peralta.
Una lluvia
torrencial azuzaba temores de que impediría el juego. Pero no se notó demasiado
en el campo, demostrando su drenaje de alto nivel, que ayudó a los jugadores,
pues el aguacero fue inclemente. El empate injusto a cero se estaba haciendo
posible, hasta la jugada conjunta que dejó a Dos Santos cara a cara con el
portero, su remate mordido lo tomó Oribe Peralta, definiendo un partido en el
tramo final, cuando debió haberlo hecho mucho antes, de no ser por los errores
arbitrales, que empezaban a dejar dudas y a mascullar entre dientes, el partido
de Brasil y su discutido arbitraje.
Mexico se llevó
los tres puntos de manera justa, dejo en el verde la sensación que puede
crecer, aunque no estuvo fino en la definición. Digamos que esta vez al taco le
faltó picante, aunque la enchilada dejo satisfechos con el resultado, pero no
vale confiarse demasiado, el rival aparte de los esporádicos repuntes de Eto’o,
fue una sencilla torta de jamón, que más que calmar el hambre, fue un engaño
para el estómago.
Giovanni Dos
Santos, ha visto recomponer sus raíces, pero se hubiera ido más satisfecho de
gozar con la tribuna, si esos dos “horrores” arbitrales no hubieran dejado en
el ambiente un raro olor a desconfianza. Esperemos que por el bien del futbol y
de este mundial, solo sean errores humanamente posibles.