Hora de partir por distintos caminos

YA ES HORA DE PARTIR
Reimond Manco se ató los pasadores de su calzado y se dispuso a pisar el verde de Matute, debía reemplazar a Mauricio Mendoza, un feliz mortal que aunque juegue como para deportarlo, igual tiene su lugar en este Alianza que se aferra al sueño de llegar a la cima, con pasos de dificultad pero con la mirada puesta en la meta, aunque le quede poco respiro para el camino. La gente en la tribuna se entusiasma cada vez que el “pelusa” hace su ingreso, es de aquellos jugadores que encandilan, que tienen la luz de la magia siempre prendida y aunque en su descargo tenga una juvenil apariencia frágil y menuda.

Arrué mas allá de hacerle caso a su conciencia, escuchó alguna voz que bajó de la tribuna y que le puso música a sus oídos, Manco entraría para buscar el desequilibrio que no dio Mendoza –una vez mas- y tenía en el pensamiento que el chiquilin de juego alegre, sea el jugador diferente, el que marque el paso para su Alianza que estaba 2-0 abajo en el marcador. Entonces se vio un Alianza envalentonado y con alegría, así pudo emparejar el partido y así pensaron los hinchas de pecho blanquiazul que llegaría el epílogo, muy lejos de sus deseos.

Entonces del cielo bajaron los ángeles y el verde pálido de Matute, se fue haciendo de color esperanza. Reimond se la encuentra en mitad de cancha y la aprisiona a su botín, amaga al primero y sale por el lado contrario, al segundo lo dejó sembrado, sin despegarse del balón, sigue su rumbo fresco y alegre, a pura cintura se encuentra con el perfil cambiado y hace la de los grandes, enganche hacia adentro, defensas para el otro y cuando salía Penny, le lanza el dardo envenenado que se fue adentro.

Una joyita de gol que convirtió el estadio en un loquerío blanquiazul. Fue el primero que hizo en esta, su corta aventura profesional, pero que ya nos dio el campanazo y la voz de alerta, que estamos ante un jugador de calidad de exportación. Como que ya se hace hora que decidan de una vez, que el próximo año Reimond Manco, en lugar de estar rompiendo cinturas domésticas, ya debería estar en el camarín de un club europeo de primer nivel. Dicen que la oferta del PSV holandés está en pie, ojala que se haga realidad, porque sinceramente para él y en buena hora para nuestro fútbol, ya le llegó la hora de partir.

SENTENCIADO A MORIR DESANGRADO

Muni de mi vida, el camino a primera fue espinoso, sufrido y demasiado valioso, como para resignarse a morir de esta manera, pero todo está consumado, así lo ha dictado el destino. Nuestro último alegato ha sido demostrarles a todos de que estamos hechos y cuanto valen los corazones ediles, pero también para deslindar culpas, aquellas que hoy pagamos los inocentes hinchas, los abnegados jugadores e incluso hasta el desacreditado técnico.

Si hubieran querido -con justo derecho- estos jugadores se quedaban en casa y el final hubiera sido peor. Quisieron salir a gritar su enojo y vaya que lo escuchamos todos, la banda había llenado el San Martín, con toda su euforia y su escondida melancolía, a sabiendas que podíamos salir de allí con el corazón destrozado. Pero así somos los de pecho edil, incondicionales e incomprendidos, esta religión lo ha conseguido.

No entiendo como tengas que devolver tus credenciales de profesional, para retomar otra vez tu vestido de humildad, si hasta casi el final de este latido, estabas haciendo historia y nos pusiste el cartel del “si se puede”, acaso y sea injusto y porque la justicia no existe en el fútbol, que por culpa de unos ineptos aprovechados, hayamos tenido que venir a mendigar milagros para nuestra historia. Acaso y si de justicia se trate, mañana se termine diciendo que ya no existe descenso y que seguiremos viviendo entre los grandes. Acaso y esto resulte siendo mas injusto que nos empaten, cuando nuestros corazones estaban encendidos al máximo.

Muni de mi vida, empiezo a recoger mis banderas de ilusiones y me dispongo a vestirme de negro, ayer era Cristal quien agonizaba en su cama de las desilusiones, hoy eres tú quien está tendido, con tu franja manchada de sangre, por el abuso infame, de esos embusteros que se vaciaron las cuentas. Hoy te veo moribundo y sentenciado a morir desangrado, quisiera que exista la justicia de las horas eternas, pero ya no quiero pensar en que faltan dos fechas para culminar este tormento, ya no tengo fuerzas, ya no tengo ganas, porque, te confieso que yo también tengo rasgado el corazón y quebrada las ilusiones. Creo que ha llegado la hora de partir, al mismo lugar en donde vivimos horas felices, también ingratas, pero inolvidables.