Tomar bebidas alcohólicas
en exceso es dañino para la salud. Comer en abundancia a pesar de ser
agradable, también es perjudicial para el cuerpo. Abusar del dulce también es
un inofensivo peligro para el organismo. Todo en exceso es peligroso, todo en
exceso resulta dañino, los avisos nos previenen pero a veces y solo a veces le
hacemos caso. Siempre terminamos empalagando la esperanza para que nunca se
acabe. España nos regaló seis años del futbol que nos encandilo el alma, nos
hizo sumisos de este Tiqui Taca demoledor y destellante
que lo hizo rey reinante hasta nuestros días. Pero llegó el día en que el
toqueteo diabólico en exceso, resulto nocivo, sin esa profundidad y variantes
que lo hicieron invencible, fue dañando una imagen hecha a pulso. El dulce se
hizo empalagoso y terminó envenenando la sangre.
Todo tiene un límite,
todo tiene su tiempo y su lugar, hasta el sueño que nos adormecía la pasión, un
día se tenía que terminar. El futbol español había recibido campanadas de
alerta con la bajada del bus del Barsa de Messi, que el jolgorio no duraría para
siempre, pero nadie quiso hacer caso, ni siquiera Del Bosque, que quiso ser el capitán
de su barco y hundirse muriendo en su ley. Puso a 16 de los 23 héroes de
Sudáfrica. Las mismas caras con cuatro años más de desgaste, los mismos jugadores
que jugaron instancias finales de sus clubes, pero que se sintieron ser los
mismos de antes y todos le creímos. Será por eso que esta eliminación, les
afecta a todos los que sintieron que el sueño de gloria se podría seguir
eternizando, fuera de la realidad.

Chile no dejaba
de correr y meter, mucho vértigo, demasiada entrega total, algo bueno tenía que
pasar. Tiro libre que cobra bien Alexis Sanchez y el vapuleado Casillas que
despeja al medio y Aranguiz, acomoda el puntillazo final, fulminante, letal,
inatajable, que fue como la estocada mortal. La espada que se metió en la nuca
y destrozó las arterias. España estaba tocada de muerte. Sampaoli plantea bien
el partido, desde la posesión, que es un factor que domina el rival. Fue a
pegar el primer golpe y después a tomar las precauciones para no ser
sorprendido, aglutina hombres en las divididas y aunque no ataca fluido, rota
con criterio el balón para buscar la sorpresa. Atacó poco pero fue más eficaz. Su
táctica obedeció al rival, al campeón del mundo, al equipo que debía superar a
pesar de que hubo de cambiar su forma de jugar.
Así como le pasó
a Francia en el 2002 y a Italia en el 2010, el campeón reinante no pasó la
primera ronda. Murió en su intento vano de hacer prevalecer la dinastía, pero sucumbió
en sus propias limitaciones. El futbol ha cambiado demasiado, las distancias están
más cortas entre las naciones y hoy más que los nombres rutilantes prevalecen
los planteles, el estado físico y la renovación constante de jugadores. España
culmina una exitosa generación que durante 6 años entregó una mutación de furia
por encanto, de fiereza por sortilegio, de juego aguerrido por una revolución futbolística,
el toqueteo diabólico que hizo felices a los amantes del futbol.

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