Tomar bebidas alcohólicas
en exceso es dañino para la salud. Comer en abundancia a pesar de ser
agradable, también es perjudicial para el cuerpo. Abusar del dulce también es
un inofensivo peligro para el organismo. Todo en exceso es peligroso, todo en
exceso resulta dañino, los avisos nos previenen pero a veces y solo a veces le
hacemos caso. Siempre terminamos empalagando la esperanza para que nunca se
acabe. España nos regaló seis años del futbol que nos encandilo el alma, nos
hizo sumisos de este Tiqui Taca demoledor y destellante
que lo hizo rey reinante hasta nuestros días. Pero llegó el día en que el
toqueteo diabólico en exceso, resulto nocivo, sin esa profundidad y variantes
que lo hicieron invencible, fue dañando una imagen hecha a pulso. El dulce se
hizo empalagoso y terminó envenenando la sangre.
Todo tiene un límite,
todo tiene su tiempo y su lugar, hasta el sueño que nos adormecía la pasión, un
día se tenía que terminar. El futbol español había recibido campanadas de
alerta con la bajada del bus del Barsa de Messi, que el jolgorio no duraría para
siempre, pero nadie quiso hacer caso, ni siquiera Del Bosque, que quiso ser el capitán
de su barco y hundirse muriendo en su ley. Puso a 16 de los 23 héroes de
Sudáfrica. Las mismas caras con cuatro años más de desgaste, los mismos jugadores
que jugaron instancias finales de sus clubes, pero que se sintieron ser los
mismos de antes y todos le creímos. Será por eso que esta eliminación, les
afecta a todos los que sintieron que el sueño de gloria se podría seguir
eternizando, fuera de la realidad.
Chile fue el
verdugo, que hoy salió vestido de blanco, pero con el corazón encendido,
pintado de rojo intenso, rojo fuego. Salió a encarar a una España somnolienta,
insípida, cansina. Chile salió a jugar la final del mundial, a ganarla con
dientes apretados y España parecía estar en un partido amistoso de fecha FIFA. De
entrada sin miramientos, a su estilo, el equipo del “hombrecito” ya había creado
varias interrogantes en área española. Vargas y Jara ya estaban tocando la
puerta. Chile era el atrevido, España el sonrojado. Los sureños parejos en
todas sus líneas, le corrían a todo, sin descanso, sin tregua, sin miramientos
de lo que tenía enfrente. No tardó en caer el primero. Jugada colectiva, pases
precisos en velocidad, la recoge Vargas, desparrama a Casillas y abre la
puerta. Pudo llegar el empate, mas por individualidad, por obligación moral,
que por el fusionado juego ibérico.
Chile no dejaba
de correr y meter, mucho vértigo, demasiada entrega total, algo bueno tenía que
pasar. Tiro libre que cobra bien Alexis Sanchez y el vapuleado Casillas que
despeja al medio y Aranguiz, acomoda el puntillazo final, fulminante, letal,
inatajable, que fue como la estocada mortal. La espada que se metió en la nuca
y destrozó las arterias. España estaba tocada de muerte. Sampaoli plantea bien
el partido, desde la posesión, que es un factor que domina el rival. Fue a
pegar el primer golpe y después a tomar las precauciones para no ser
sorprendido, aglutina hombres en las divididas y aunque no ataca fluido, rota
con criterio el balón para buscar la sorpresa. Atacó poco pero fue más eficaz. Su
táctica obedeció al rival, al campeón del mundo, al equipo que debía superar a
pesar de que hubo de cambiar su forma de jugar.
Así como le pasó
a Francia en el 2002 y a Italia en el 2010, el campeón reinante no pasó la
primera ronda. Murió en su intento vano de hacer prevalecer la dinastía, pero sucumbió
en sus propias limitaciones. El futbol ha cambiado demasiado, las distancias están
más cortas entre las naciones y hoy más que los nombres rutilantes prevalecen
los planteles, el estado físico y la renovación constante de jugadores. España
culmina una exitosa generación que durante 6 años entregó una mutación de furia
por encanto, de fiereza por sortilegio, de juego aguerrido por una revolución futbolística,
el toqueteo diabólico que hizo felices a los amantes del futbol.
Hay que ser
hidalgos en reconocer lo de Chile, ha sido una escobita nueva que se ha llevado
los restos del último campeón, con mucha sangre roja y muchos huevos. Meritoria
clasificación. Es hora que nos deje de sorprender, invirtieron en renovación y esto es el resultado. Para España, es seguro que
se obliga a un cambio. Primero habrá que despedirse con dignidad del mundial y después
alistar las maletas para el viaje intempestivo. El Tiqui Taca no se va a
extinguir nunca, solo habrá que dosificarlo mejor, para que el licor nos embriague de alegría, pero no nos enferme, para que la comida sea mas nutritiva que dañina y para que el dulce no se haga
veneno en la sangre. El cambio será generacional, de nombres, la sinfonía deberá cambiar de ejecutantes,
de seguro le ocupará tiempo y dedicación para volver a la senda, pero por ahora el rey del
futbol que le gusta a todos ha abdicado, por ahora, esto significa el fin del
reinado.
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