El PaTICO Feo

Bryan Ruiz corre extasiado con los brazos abiertos, cual Cristo Redentor de Rio de Janeiro, gritando descontrolado y sintiendo de cerca la explosión que hay en la tribuna colorida pintada de rojo carmesí. El estadio de Recife se desborda de bramidos alocados y enerva un grito que llega hasta San José, donde una muchedumbre se ha desparramado por el pavimento y suelta su euforia descomedida, funde su alegría con un toque de locura. Hay motivos de sobra. Bryan Ruiz hizo el gol histórico ante Italia y los “ticos” pasaron a octavos dejando en sala de cuidados intensivos a un enfermo archi conocido. Los “tanos” acostumbrados a remontar la adversidad, hoy se sintieron tocados en la impotencia, los centroamericanos a puro futbol, dinámica y mucho orden ganaron el partido y en una especie de daño colateral, embarcaron a Inglaterra que a estas horas debe estar arribando a Londres.
 
Jorge Luis Pinto, viejo conocido nuestro, explota en su interior, salta eufórico, desmandado, se abraza hasta con el cuarto hombre, con el utilero, el asistente, quiere abrazar a todo el estadio, a todo un país que le sonríe complacido y dentro de su orgullo natural solo tiene palabras para hacer prevalecer la calidad de sus jugadores. Aunque mucho de lo que muestran pasa por su cabeza, no por gusto anda por los 30 años ejerciendo de entrenador. La clasificación costarricense en eliminatorias avisaba que venía al mundial un equipo aplicado tácticamente, con criterio para rotar el balón, que siempre estaba proponiendo jugar, antes que resignar y sobre todo, demostraba una disciplina a prueba de tentaciones y un orden en todas sus líneas. Nadie lo miró con atención, nadie le revisó la valija.
 
Para este partido, la disposición de Pinto era clara, quitarle el balón a Italia, hacerlo caer en la monotonía del pase largo de Pirlo a Balotelli, al trajín desbocado de sus hombres y provocar el error que llegó con una pelota perdida de Chiellini, carrera de Campbell, intenta el italiano recuperar y le hace penal, que el árbitro escandalosamente decide no cobrar, provocando la furia de Pinto. Pero había tiempo de revancha inmediata. Junior Díaz mete el centro cruzado que calza Brian Ruiz y no llega Buffon. Hubo duda si entró o no el balón que choco en el travesaño. El detector automático lo estaba demostrando y todo el estadio ya lo estaba celebrando. Costa Rica estaba derrocando a un ex campeón mundial.
 
Quién lo diría. Si cuando se hizo el sorteo y cayeron tres campeones del mundo en el mismo grupo, todos hablaban del “grupo de la muerte” y a Costa Rica lo señalaban como el patito feo, el rival a ganar, golear y vapulear. El pleito era entre los tres consagrados. Costa Rica en teoría, debía ir con poca ropa a Brasil, el regreso estaba anticipado y hasta los pasajes tenían fecha fija de retorno. Hoy todos hablan de Campbell, de Bolaños y de Ruiz. Pinto ha sido visto con otros ojos y el portero Navas interesa a los grandes de Europa. El mundial ha dado un vuelco con esta realidad que ha confirmado que el fútbol en su modernidad premia al que propone jugar, al que aparte de saber defender, mira el arco contrario y sabe qué hacer con el balón en los pies.
 
Estas son las cosas lindas del futbol. El que menos atracción tenía y el menospreciado de gustos ajenos, se encaramó en el pódium, alzó los brazos triunfadores, primero con el 3-1 lapidario a Uruguay y hoy este 1-0 ante Italia, que deja a ambos la disputa del segundo cupo por muerte súbita. Quién lo diría, solo el futbol puede brindar estas contradicciones de realidades agradables y con tinte de fábula. El niño pobre recogido de la calle, se hizo príncipe, el vagabundo que se hizo millonario. La “cenicienta” del mundial. El “paTICO” feo que se hizo cisne.
 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 

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