Actuacion MEMOrable

PARTIDAZO!! Otro más de este mundial que se ha puesto bárbaro, con equipos entregados, proponiendo y dándose íntegramente Brasil el anfitrión, el eterno favorito y México, el equipo tricolor que entraba al Fortaleza con la mentalidad de hacer un partido memorable. Y vaya que lo consiguió, a punta de vigor, buen futbol por momentos y una capacidad de generar verticalidad en la salida, con tranquilidad y precisión cuando recupera el balón. Hoy tuvo las chances de aguarle la fiesta a un Brasil que no jugó mal, pero tampoco pudo jugar bien. México pudo ganar como pudo perder, pero hoy tuvo como gran figura a su portero Guillermo “memo” Ochoa.
 
Fueron cuatro atajadas monumentales. Primero fue un cabezazo de Neymar, que se colaba en su poste derecho, estiró su esfuerzo hasta el límite máximo de su humanidad y su mano alcanzò a impedir el primer gol de Brasil. El segundo fue un achique frustrado que tocó justo Paulinho, el “memo” impidió el gol. La tercera se la sacó con el pecho al mismo Neymar que por el otro lado bajó una pelota con clase y se hamacó para soltar un remate mordido como venenoso. Y la última y no menos trascendente que la primera, fue un cabezazo a quemarropa de Thiago Silva en la puerta del arco, cuando se acababa el partido, que el buen portero sacó con las manos y le puso cerradura al marcador. Una actuación sensacional, que demostró que Brasil atacó bien, intentó solo hasta donde lo dejaron elaborar futbol y amenazar la portería blindada del “Superman” mexicano.
 
Brasil tuvo oportunidades para llevarse el triunfo, pero no hubiera sorprendido que se llevara un chasco. Su arquero Julio Cesar tampoco fue un espectador de lujo. Se hizo importante y valioso en los momentos que México apeló al remate de media distancia -su mejor arma- cuando no encontraba los espacios para encarar al gol. Miguel Herrera dispuso el mismo esquema anterior. Un 5-3-1-1 que se sostenía en la función tapón de sus laterales Layun y Aguirre, que trepaban en las espaldas de Dani Alves y Marcelo. Es el punto flaco de Brasil, que se desordena cuando lo asfixian en medio campo y solo se sustenta en la individualidad antes que en el colectivo. “Felipao” fiel a su estilo conservador, puso un claro 4-2-3-1 incluyendo a Ramires de soporte de Neymar y Oscar, para romper el cerco apoyando a Fred, pero recostó el juego por izquierda y por momentos la táctica fija solo era nominal, mostraba un desbarajuste en la elaboración y todo se apoyaba en lo que podía hacer Neymar. Y aquí hay que hacer un renglón aparte.
 
Neymar tiene una capacidad impresionante para improvisar e inventar sobre la marcha, juega libre en el frente de ataque y estuvo en todas las jugadas de peligro. En cada arranque saca un lujo, mete un enganche o descarga con propiedad. Está en la edad perfecta para correr todo el partido y la chapa de estrella no le pesa. Hizo un par de jugadas que dejó demostrado su talento, obligando la falta mexicana. Pero en soledad le es difícil cuando el rival amontona hombres, lo obligan a la maniobra descomunal que a veces sale, otras no tanto y si no hay goles, sus jugadas se eclipsan. Pero no se puede dejar de alabar la tremenda habilidad que posee y que resulta vital cuando el juego no tiene sintonía, entre lo que se propone en el banco y lo que se dispone en la cancha.
 
 
México hizo el partido esperado. En el primer tiempo, esperó más de la cuenta, un poco obligado, por la presión brasilera pero sus contragolpes rápidos y furiosos tuvieron en Guardado y Herrera, dos expresivos exponentes. Cuando se dieron cuenta que presionando unos metros más adelante había posibilidades de ganar y Brasil sufría, les falto el atrevimiento para hacerlo. Tácticamente el partido les favorecía, pero los aztecas no terminaron de convencerse ellos mismos que podían lograr algo más que resistir y hacer daño sin sonrojarse. En muchos pasajes del partido fue superior a Brasil, pero no terminaron de consolidar el intento.
 
De cara a lo que viene en sus próximos partidos, el empate le sabe a ambos de distinta manera. Brasil no puede disimular que le disgustó no ganar, porque necesita estar más libre de tensiones, para desarrollar mejor su juego. A México le vino perfecto, un envión anímico importante, le jugó de igual al anfitrión, sin complejos y hasta lo pudo doblegar en el resultado. Hubo actuaciones descollantes en ambos pórticos, pero definitivamente lo del “memo” Ochoa fue espectacular. Su actuación hizo ver a México como una fortaleza inexpugnable.
 
La caipirinha sabe hoy desabrida, pero calma la sed y alivia las tensiones, en cambio el taco mexicano está más picoso que nunca y le sabe sabroso a los aztecas. Los de la “canarinha” pueden lograr la clasificación en el siguiente partido, pero mejorar el juego de conjunto, les queda como materia pendiente. El Tri, se fue feliz del Fortaleza, sin ser privilegiados del juego atildado, hicieron prevalecer el orden, para resistir con inteligencia. Por ahora sirve para los dos, mañana será otra historia. México le debe mucho del empate al Chavo del Ochoa. Brasil no pudo celebrar anticipado por culpa de este portento de arquero, que hoy sencillamente tuvo una actuación MEMOrable.



 

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