PERÚ de talla Mundial

Largo tiempo el hincha peruano oprimido, la ominosa cadena de la frustración arrastró, condenado a una cruel servidumbre de fracasos por largo tiempo en silencio gimió. Mas apenas el grito sagrado una noche en sus costas se oyó. La indolencia del destino cruel ya no sacude y la humillada cerviz por 36 años sin ir al mundial por fin levantó. Y fue en una noche mítica e inolvidable, una noche que nos va durar una eternidad en el corazón y en el sentimiento. Es el abrazo de todos por esta larga espera y por esta alegría infinita, por esta victoria que se ha hecho una gratitud para este grupo de guerreros que logró desmitificar la ingrata estrofa de nuestro Himno Nacional.

Se pasaron tan rápido los años y vaya que hemos sufrido demasiado. Pero estamos hechos para esto, para sufrir, para superar las adversidades, soportar los embates emocionales con firmeza y levantarnos de los escombros de las dificultades más abruptas. Nos diferenciamos de los demás seres de la tierra, porque podemos pasar del llanto de una tragedia por embates de la naturaleza, a la euforia infinita e incontenible que regala el fútbol. Y aunque nunca encontramos una razón entendible para seguir amando nuestra camiseta, nos dejamos llevar siempre por la PASION, esa de la que está hecha el fútbol y que por ello se hace sufrimiento. Cada partido, siempre es una nueva oportunidad de lograr ser felices y poder apaciguar esa angustia. Ir al mundial después de 36 años, para cada peruano significa hoy, haberse sacudido de una injusta maldición y aborrecible resignación que se había hecho una odiosa costumbre malsana.

Instante supremo e inmortal. El balón sacado del fondo por Trauco surca los aires buscando la humanidad de Cueva, quien lustra la lámpara de “Aladino” para hacer un control perfecto, monumental y de nivel A1, para encarar con atrevimiento y desparpajo a Reid, el central neozelandés que le lleva más de tres cabezas de ventaja. Tú tan alto yo tan bajo, tú tan rudimentario yo tan diestro. Lo mueve, lo desestabiliza con maña, con habilidad, lo mira a los ojos y ensaya el pase del desprecio, para dejarle el balón a la “Foquita” Farfán que atropella, como una tromba, descargando toda la euforia en un zapatazo que rompe el arco de Marinovic, que hace estallar la alegría de un país entero. GOLAZO de Jefferson, un jugador que fue resistido y que se jugó el partido de su vida. Por eso lo gritó con alma, corazón y vida.

Lo que vino después fue el conmovedor tributo al amigo, al compadre, al Capitán de todos, el que puso a Perú en esta repesca y al que se le debía un boleto en primera clase a Rusia. Era para ti, por ti PAOLO GUERRERO el gran ausente, una recompensa, un respaldo emocional de todo el pueblo peruano que en este gol enarboló su nombre. Una vibrante e inolvidable celebración. La imagen de Farfán con la camiseta #9, cubriendo su rostro perlado y soterrándolo después en el verde para ocultar su llanto desconsolado, rompe cualquier esquema sensitivo y estremece el alma hasta del más fuerte. Difícilmente se podrán olvidar esas escenas llenas de éxtasis consumado, con un estadio desaforado, entregado a la emoción del gol y la exaltación del hincha que confundía la alegría y sus sonrisas con sus lágrimas.

Era el comienzo de un final increíblemente fantástico, emocionante y grosero con el corazón, que calaba en lo más profundo de nuestra endeble tranquilidad, que hasta ese momento se tocaba de nervios y necesitaba ese bálsamo de sosiego, una emocionante luz de esperanza, para afianzar la ilusión. Christian Ramos, le dicen “sombra” pero tiene luz, es de esos jugadores que según Gareca, puede marcar un día a Suarez y al siguiente a CR7 sin siquiera notar la diferencia. Centro de Cueva que pasa entre las dudas y limitaciones de la defensa “Kiwi”, para que la “sombra” se haga parte de la historia con el segundo gol justo y determinante.

El sueño se hizo posible, pero pasaron cosas antes. El futbol es de momentos y este era el que nos tocaba. Desde aquel cabezazo de Godín en el madero en la victoria histórica ante Uruguay. Desde ese remate al cielo que hizo Justiniano en el epílogo y Bolivia no nos deje sin piernas. Tres puntos benditos de escritorio que cayeron como maná del cielo. El triunfazo con baile en Asunción haciendo pedazos a una durísima Paraguay. El bombazo del “oreja” Flores que pasa entre las piernas y después Hurtado haciendo sutil lo que parecía inexpugnable, rompiendo paradigmas en las puertas del cielo de Quito. El cero en la mítica “bombonera” ante una Argentina que no pudo vencer a Gallese que se puso el traje de superhéroe. Para cerrar las señales, Paolo se jugó la historia de un país enderezando la orden del Árbitro y la mano cómplice de Ospina que nos puso en la repesca. Era ahora, no había otra oportunidad, cuerpo que pueda soportarlo y menos un corazón que pueda resistirlo más.

Cuesta aún asumir la realidad. La resaca de la celebración se va a prolongar unos cuantos días más. Es lo justo para estos alegres corazones que hoy se han dado un gran abrazo de gol, un abrazo del alma, el abrazo de un país, el abrazo de todos los peruanos. Es la hora de desfogar esta emoción contenida tanto tiempo, es la hora de soltar estas lágrimas, que se escapan por nuestras mejillas y humedecen esos rostros desencajados por el llanto descarnado y sincero. Esas lágrimas que antes fueron de tristeza y desengaño, que hoy son de alegría infinita, de recompensada satisfacción.

Gracias Dios, gracias futbol, gracias muchachos por este júbilo inmortal, por esta locura que nos va a durar una eternidad a todos los peruanos. Gracias Gareca por jugarte los pantalones y decidir con buenos cojones, el cambio de la hoja de ruta. Gracias al “ciego” Oblitas y su “visión” para registrar el #modoselección que entendieron los hinchas. Gracias blanquirroja, por haber logrado unirnos a los peruanos en la fe y la confianza. Gracias a la vida porque nos brinda la oportunidad de ver después de larga ausencia a nuestra selección en una justa mundialista. Las valijas ya están listas y los boletos confirmados para Rusia. Perú, el equipo de todos, que ha ganado el aprecio continental y mundial. Nuestra selección ya es de talla mundial.

ARRIBA PERÚ CARAJO!!!





Resultado futbolistico adverso

En tiempos de conflicto para tragar una realidad tan infausta como la de Paolo Guerrero, resulta mucho más difícil consentir la calma, ante un resultado en blanco que deja una ausencia para reconfortar la confianza, quizás porque nuestras expectativas siguen siendo demasiado inmoderadas y la confianza de superar a un rival que resultó demasiado modesto, se fue perdiendo como agua entre los dedos, a medida que se buscaba ser el mismo equipo de siempre, pero sin encontrar el rendimiento adecuado, quizás porque en el afán de querer superar a un rival con limitaciones técnicas, que apelaba al atropello, priorizando neutralizar en el medio, se fue viciando en el mismo afán y terminó enmarañado, confundido y tremendamente limitado para generar juego y ser prolijo en el manejo del balón, en la contundencia ofensiva y lograr la eficacia de cara al gol.
 
No se pudo jugar peor, así sea por desidia del rival y su actitud para esperar atrás o porque no le alcance para proponer mayor juego, pero se vio un equipo peruano, sin atrevimiento para ser osado y ejercer una presión alta, en momentos puntuales del partido, siempre hubo la ausencia de precisión en el último pase. A un equipo que hace de la fricción su modus operandi y que resulta limitado tácticamente, había que plantearle jugarle por bandas, abiertos y agresivos en el desborde. Ni Carrillo ni Flores, fueron los de siempre, tampoco Cueva lustró la lámpara y Yotun junto a Tapia, tuvieron siempre en la salida más de un hombre de blanco obstruyendo, rozando y no jugando pero tampoco dejando que Perú lo haga.
 
Era un partido para jugarlo con un gol de ventaja, para evitar que el agrupamiento a veces desordenado del rival, acorte los espacios y se genere más presión al equipo peruano que perdió claridad. Se tuvo el control del balón pero nos faltó el control del juego, ser más audaces para poder llevar la superioridad al marcador. El que Rodríguez haya sido el mejor jugador peruano, nos da un preocupante indicador del trámite final del juego, pero cada partido es totalmente distinto de otro, es una nueva historia.
 
El equipo de Gareca, tiene una deuda en el juego, que se hicieron notorios en los últimos partidos, más allá que los resultados maquillaron el desbalance en el funcionamiento colectivo, los encuentros ante Argentina y Colombia, nos hicieron ver limitados, fuimos presionados en campo propio sobre la salida y las cabezas pensantes, anulándose los automatismos en zonas específicas, característica de este Perú, que supo pararse bien en cualquier cancha. Luchamos más de lo que jugamos. Ante Nueva Zelanda -guardando las distancias- volvimos a vernos restringidos, la habilidad se mostró lejos del área, se hizo bien la horizontalidad, pero fuimos demasiado imprecisos en la profundidad y nos hicimos neutros ante un bosque de piernas. En la valija se llevaron buenas dosis de gambeta, talento, ilusión y esperanza, pero se dejaron olvidados en Lima los cartuchos de pólvora para los bombazos de fuera del área.
 
La ausencia de Paolo, es como sacarle un órgano vital al cuerpo, el reemplazo puede proporcionarle seguir con vida, pero nunca funcionará del mismo modo. Farfán de 9 era la opción de sustitución para este juego, pero no para chocar y jugar de espaldas aguantando, sino para ganar las espaldas de los centrales, haciendo las diagonales y ser el receptor del último pase. Jefferson tiene un estilo diferente, puede ir en el puesto de Guerrero, pero jamás será el Paolo que encara y se faja solo, que tiene la capacidad de tomar la espada y la capa, para asumir ese papel de titán que lo ha elevado a la figura de superhéroe de todos los peruanos. Si bien es cierto en el fútbol nadie resulta insustituible, para este Perú donde elegimos ser incondicionales, Paolo Guerrero, más que una pieza irremplazable, resulta siendo un emblema nacional.
 
Queda la última instancia para resolver esta duda que debe solventarse en la superioridad mostrada en la ida, es una obligatoriedad para la blanquirroja, un cambio radical en la esencia del juego, que cuando se cierren las puertas por ese agrupamiento restrictivo de hombres, aparezcan los nombres, la individualidades que rompan líneas, que generen valor en las divididas, que encaren su habilidad de forma vertical. La actitud, las ganas y la alegría siempre serán condimentos pero no una condición. El resultado siempre será una consecuencia de jugar bien, que no es lo mismo a jugar bonito, jugar bien es plasmar lo técnico y táctico al juego, con adecuados usos de la dinámica y los cambios de ritmo, lo estético es meramente complementario.
 
La esperanza se da un abrazo con la ilusión, en la espera nerviosa de estos últimos 90 minutos de tensión, de electrizante emoción que nos va a tener la vida pendiendo en un hilo, a pesar que se haya tenido por ahora un resultado futbolístico adverso, el hincha vuelca toda su confianza y su respaldo para este grupo que ha entregado demasiado. Vamos a necesitar de esa rebeldía, de ese atrevimiento del equipo de todos, que garanticen asegurar ese resultado positivo que esperan gritar las 30 millones de gargantas, ese grito final acumulado de 36 años que pueda llenar de felicidad cada hogar y cada corazón peruano que hoy late más fuerte que nunca.
VAMOS PERU CARAJO!!!!

Visa para un sueño mundialista

La fiesta estaba lista en la tribuna, en las calles, plazas y los corazones de 30 millones de peruanos, que cual antesala de fiesta navideña, decoró la sala con la parafernalia mundialista, puso a helar su confianza y a degustar los piqueitos de las ilusiones, bien cimentadas por un presente que no se esperaba meses atrás, pero que había calado hondo en toda esa gente, que pintó sus rostros de esperanza y se contagió irremediablemente con el bullicio y la efervescencia de una Lima agitada y futbolera, rememorando tiempos eufóricos de antaño. Resultaba materialmente imposible hacerle entrar en razón y ecuanimidad a ese hincha peruano, que después de 36 años de larga espera, veía a su selección a 90 minutos de alcanzar la justa mundialista.
 
Pero esa expectativa desbordante, que no tuvo límites ni parangón, ejerció una presión adicional. El torbellino de pasiones tribunero se bajó a la cancha y se posó en los rostros tensionados de los jugadores, en la entonación de los himnos. Un ambiente pasional que suele nublar las ideas, los nervios asaltan la cabeza y los reflejos no responden coherentemente. En esta instancia decisiva, resultaba determinante el manejo de la capacidad emocional para plasmar en el verde las cualidades hasta ese momento, súper dimensionadas por el entusiasmo exuberante y dramatizado por los sufridos resultados.
 
Si hay un equipo que se parece mucho al nuestro es Colombia, que al igual que Brasil, Argentina y Chile, nos hace ver desubicados e imprecisos, por el movimiento que tienen del balón, el traslado a las zonas específicas donde crear y desestabilizar el juego. A Peckerman -viejo zorro- le bastó ver el último partido de Perú para imitar a Sampaoli. Plantó un 4-2-3-1, con Aguilar encima de Yotún, Sánchez sobre Cueva, Cuadrado tapando a Carrillo, logró partir en dos a un Perú que se hizo largo, dejando en soledad a Paolo que peleaba con sí mismo y Murillo, su cancerbero. Gareca quiso jugar de memoria, fiel al libreto, pero sin espacios, el juego horizontal y el toque intrascendente no permitieron entrarle a una Colombia cautelosa, también circunspecta. Se hizo un partido táctico pero chato, de estrategias definidas, neutralizados ambos y con demasiadas reservas para no arriesgar más de la cuenta. Si en lo colectivo aparecíamos contenidos, aprisionados en actitud, en lo individual pecamos de cautelosos o temerosos por la instancia final.
 
Y es que este partido definitorio, no solo se jugaba en el Nacional. Se tenían los ojos en el verde del José Diaz y las orejas en otros escenarios, donde los resultados eran el aviso para ir regulando los cambios. Argentina superaba a Ecuador en actuación Messianica y Brasil hacia la tarea vapuleando a Chile. Mientras Perú y Colombia, en una disputa por el daño menor, pero de mayor impacto. Un error insulso en defensa dejó a James, para repetir un instante amargo y clavarla en el rincón de la angustia. Cuando el reloj de arena marcaba el tiempo junto a los latidos del corazón, un grito sonó en Asunción como si fuera en Lima. Venezuela, daba el batacazo y le ganaba a Paraguay. Y vino la jugada de la confusión divina. Corzo se juega la cabeza y el juez decreta indirecto. Paolo –según dice no lo advirtió- con la adrenalina en sus sienes, decide tirarla de frente. Una parábola exquisita que pareció rozar los cabellos de James y el manotazo de Ospina, del que solo se presume su intención de evitar culpabilidad posterior, pero que validó el golazo de la esperanza, el bálsamo para un pueblo angustiado y el corolario perfecto para que Guerrero sea el héroe, una vez más, como tantas otras veces.
 
Perú jugó contra su espejo y Colombia vino con clara intención de empatar, pero mirando de reojo los otros resultados. Ante tanta similitud, la presión de no arriesgar demasiado hizo ver a la bicolor exageradamente cautelosa, tratando de evitar el error, notándose débil de carácter en la instancia decisiva, sin atrevimiento para encarar y con bajos rendimientos individuales de Carrillo y Cueva, maniatados en su tránsito habitual. El propio Paolo sin encontrar su juego, a la espera del pelotazo que nunca llegó limpio. Estuvimos contenidos en lo colectivo, sin triangular por los costados, con poca imaginación para verticalizar el juego. Pero también vale el análisis del rival, con más kilometraje, hizo parecer a un Perú inoperante, sin recursos, pero que tuvo la entereza de revertir una realidad adversa, con más pasión que fútbol y más energía que dinámica.
 
El resultado no dejó satisfechos a muchos en la prensa, pero si a la gran mayoría de la gente, porque siente que sigue con la esperanza viva, aunque le cuestionen que celebre que estuvo a 15 minutos de la eliminación directa. Y es que existe un sector de hinchas que se obligan a minimizar las virtudes y a maximizar los defectos, cuestionan peyorativamente el rendimiento de Cueva y Carrillo, pero no enarbolan a ese portento de jugador que es Renato Tapia, que va asumiendo su papel del nuevo capitán y sigue jugando como en su barrio. No asumen el recorrido del equipo que hasta 6 fechas atrás no tenía ni siquiera pensado en comprar maletas y que ha cumplido su objetivo de ocupar ese quinto puesto negado otras veces. Y es que siempre terminamos pidiendo que el Sol valga más que el Euro y que nuestros jugadores actúen como si estuvieran disputando Champions League, todos los años. Un poquito más de humildad y pisar tierra no nos haría nada mal.
 
Pensar que el punto de quiebre tuvo que ver con Bolivia. Primero en esos 3 puntos del TAS, luego en esa última jugada errada de Justiniano que dio ánimos para ir a robarle los huevos al Aguila en Quito y posteriormente sacarla barata en Buenos Aires en la odisea memorable que estuvo a punto de dejar sin mundial a Messi. Pero que aunque se haya alargado el sufrimiento, se ha recuperado la confianza –tan devaluada- que se puede seguir creyendo en este plantel y en la prédica de Gareca para cumplirle el sueño del hincha peruano.
 
Es hora de ser agradecidos con estos muchachos, que en el resumen final de las eliminatorias, nos dejan un respiro y tienen una oportunidad más, para ir a la repesca y lograr otra vez que la gente se vuelva a unir en un solo abrazo y un solo aliento. Una ocasión más para que la blanquirroja otra vez nos pongan el alma en vilo y se jueguen los dos partidos de sus vidas, para hacer realidad el sueño mundialista de todos los peruanos de llegar a Rusia. Antes deben hacer una visita obligada a Nueva Zelanda, para renovar la visa, que debe durar 180 minutos -más descuentos- y recorrer 10,500 kilómetros de distancia.
 
VAMOS PERU!!!!
 
 
 
 

Descarriado sufrimiento

Era un partido de esos donde la premisa que si no puedes ganarlo, debes hacer todo lo posible para no perderlo. Demasiada restricción en una Argentina quebrada de argumentos de funcionamiento colectivo, con una confianza cuarteada por su propio entorno, por no responder sus nombres supervalorados y los resultados que los lapidan con sus pergaminos, los goles en sus equipos y todos sus millones en el banco. Una situación que hacía ver un rival desesperado, al cual había que enfrentar con mucha cautela, demasiada sensatez para plantearlo desde un sistema defensivo, fijo, ordenado y despliegue de manera inteligente.
 
Los rostros y gestos de los jugadores argentinos cantando su himno, distaban de los peruanos que lo entonaban con euforia y emoción, quizás en la continuación de toda la embriaguez emocional del hincha que abanderó la ciudad para hacer sentir a sus jugadores un respaldo que obligaba a una entrega sin reservas. Y es que quizás el hincha solo vive de emociones inmediatas y le cuesta analizar, como se plantea un juego, desde la búsqueda de un resultado basado en la lectura del rival primero y la disposición táctica que permita anular la del contrario después.
Argentina con Messi como bandera, presumía un juego de tromba desde el comienzo, con presión alta para neutralizar a Perú desde la creación del juego. Los perfiles cambiados de Di María y el “Papu” Gómez, ganar la primera pelota con Banega y Biglia, adelantado Mascherano y Otamendi encima de Paolo. Sufrimos sin el balón y sin brújula. Costaba mantener el balón, más preocupados en cortar el juego y sin poder hacer tres pases seguidos. Flores y Farfán tapados y anticipados siempre, bloqueados en la salida por las bandas. Argentina solo esperaba con paciencia que llegue el gol. La tuvieron justas, pero la sacamos barata, Gallese empezaba a ser figura, Tapia a ser importante y Araujo a consolidarse con Rodríguez.
Las ausencias importantes de Cueva y Carrillo, gravitaron en el engranaje ofensivo y esa transición que permite mantener al rival en su campo y el recorrido adecuado para recortar los espacios, abrir la cancha o proponer la contra. Este Perú que juega de manera inteligente, de acuerdo al rival y las exigencias, se fue haciendo sólido y fuerte, desde la impotencia de Argentina, que solo era protagonista cuando arrancaba Messi, aun así le costaba romper la doble línea de cuatro que planteó Gareca para retroceder sin dejar espacios. Aunque la posesión fue argentina, no tuvo el cambio de ritmo y la sorpresa que pudiera generar alternativas de juego más contundentes.
Un segundo tiempo que marcó una actitud más arriesgada de Sampaoli, para encontrar el gol del equilibrio. Aquí se hizo héroe Gallese y sus manos benditas que evitaron la caída de su valla, incluso hasta con su propia humanidad. Primero ante Benedetto, después otro de Biglia que le pega de afuera, un desborde de Acuña y la apilada de Messi que Rigoni estrella en el arquero peruano. Tantos remates de Messi que rebotaban en el bosque de piernas peruanas, que hacían ver impotente al mejor del mundo y generando un cúmulo de ocasiones de infarto, donde Perú dejó de ser ofensivo, para ser solidario y defender con la vida misma el resultado.
La entrada y salida de Gago, debido a una dramática lesión, mientras aún no lo terminaban de aplaudir y la hinchada de Boca coreaba su nombre, fue el punto de quiebre. Sampaoli debió replantear, su necesidad y Gareca tuvo mejor respiro, en una zona donde se definía la posesión del balón. Pero ni aún la entrada de Polo pudo abrir la cancha, una Argentina jugada, mas desesperada que nunca y jugándose la hora y su destino, no dejaba espacios para recuperar el balón y generaba un coágulo de emociones en el corazón, el reloj parecía detenido y la angustia hacía olvidarnos del juego y mirar los movimientos del árbitro brasileño de actuar localista. Qué manera de sufrir, al mejor estilo peruano, como antes y como siempre.
A un equipo desesperado se debe enfrentarlo con cautela, mucho temple y priorizando el factor defensivo. Lo que hoy se vio de Argentina es lo mismo de los últimos partidos, no concreta lo que genera, se puede medir cuando el arquero peruano es figura. Hoy no funcionaron las transiciones de defensa a ataque, porque Sampaoli planteó bien el partido, cortando los circuitos y la asociación, casi la misma decisión de Gareca para no preparar un plan de anular a Messi, pero sí de cortarle los caminos de tránsito. El epilogo del partido encontró a un Perú jugado en temperamento, luchando cada balón, con un fresco Cartagena y un Aquino cada vez más sólido. Con un Araujo de rendimiento superlativo y un Tapia cada vez más líder.
Hoy Gallese fue un titán en el arco, que calló las bocas en la misma Bombonera y quien sabe al final de la clasificatoria, lo terminen culpando de la eliminación Argentina. El pitazo final nos dejó la tranquilidad de un resultado aceptable, con un rendimiento parejo y solidario del equipo, esta vez los otros resultados no ayudaron y se acortaron los tiempos y quedan 90 minutos de infarto fulminante, para seguir haciendo fuerza. Es hora del descanso y preparar energías, Perú depende de su propia decisión, queda un partido de definición contra una Colombia sorprendida, en Lima, con su gente, con esa misma hinchada que pintó de rojo y blanco Buenos Aires y que espera que el sueño se haga realidad, de una buena vez, para terminar este descarriado sufrimiento.




 

 

 

El Señor de los cielos

TRIUNFAZO!!!
Son partidos como este, los que hacen olvidar a los peruanos, que hace unos meses tiraban por la borda todas sus ilusiones y pisoteaban su esperanza. Son triunfos como este, los que rompen los esquemas del sentimiento, los que desfogan las emociones y hacen samaquear el corazón a una intensidad de 9.9 en la escala de Richter.
 
Son epopeyas como esta, las que exaltan el fervor y unen en un solo abrazo a los 30 millones de peruanos, marcando la escarapela del orgullo patriotero en su pecho. Son este tipo de resultados, por la trascendencia, el rival y sobre todo porque se rompió una hegemonía de muchos años, los que en una etapa crucial de clasificación, encienden la flama de la ilusión que entusiasman más de la cuenta, desbocando el sentido común, el equilibrio y el raciocinio. Y es que el hincha es así, le cuesta entender que hay motivos para celebrar, pero también para poner los pies bien fijos sobre la tierra.
 
HAZAÑA EN LAS ALTURAS
Era un partido que definía la suerte de ambos. Debía asumirse riesgos para romper una supremacía de resultados adversos. Gareca optó por partir el esquema, fijando bloques de contención, con un 4-3-3 para controlar el posicionamiento rival y neutralizar el desborde por bandas, anticipando a los grandotes fuera del área. Arriba un tridente para hacer presión alta en momentos justos y ventilar la recuperación, evitando que Ecuador realice ese juego de demolición con sus aviones por los costados y cuando se tenía el balón, administrarlo con propiedad.
 
Fueron vitales en este orden táctico la zaga sin fisuras, con Rodriguez -pareciera que juega en la Premier League- ganando todo arriba, Ramos siendo la sombra y complemento así como Corzo para jugarse entero y cerrar su lado. Trauco, aún con desbalance y sufriendo el desborde de Valencia. Tapia como el soporte para recuperar y Yotún para la salida prolija. La ratificación de Cáceda repercutió en un arquero bañado en confianza y respondiendo acertadamente cuando le tocó actuar.
 
Costando la elaboración por la agresividad ecuatoriana en la marca, que importante resulta tener a Paolo arriba. Con lo que le cuesta jugar en altura, puede que no trascienda en el juego, pero es una pesadilla para el rival, logrando aligerar los espacios que recorren Cueva y Flores para el desequilibrio. Esta vez Carrillo fue el volante mixto para desbordar, pero copando defensivamente la franja por donde Ecuador es letal cuando hace la contra. Así como la tuvimos dificil, generamos de cara a la red. Los inicios de cada tiempo fueron trascendentales, para dar el equilibrio y oxigenación.
 
Europa nos ha devuelto a un Flores más entero físicamente, mas jugador, ya no es el “orejas” que solo escucha, también está bien de la cabeza y toma buenas decisiones. Si Perú hoy se ha reencontrado con los resultados, Flores ha resultado vital, marcando goles decisivos en momentos claves. Hoy es un referente de Gareca y funcional jugador, que es mas practico que vistoso, pero sumamente eficaz. En Quito no fue la excepción y abrió el camino con un sablazo cruzado que remeció el Perú entero.
 
Ingreso importante de Cartagena, en un momento crucial, quitó y la distribuyó adecuadamente, su actuación pasa por esa madurez futbolística que acentúa a su corta edad. Un buen prospecto y realidad vigente que se espera se consolide con más kilometraje. Cuando todo se orientaba que la “foquita” Farfan ingrese a recorrer la banda derecha y ser la puñalada asesina. Gareca optó por un “caballito” de Troya, un nombre desconocido para la zaga ecuatoriana, pero que en su mejor versión y apareciendo de sorpresa, hizo el segundo con una técnica exquisita, abriendo el pie y poniéndola tan justa a un rincón inexpugnable para Banguera.
 
LOS MOMENTOS DEL FUTBOL
Qué duda cabe hoy en día, el fútbol es de momentos. Mientras las selecciones referentes de Europa bostezan esperando a sus rivales de turno, en Sudamérica cada partido cuesta sudor y lágrimas. Los que empezaron como una tromba, han decaído por efectos de un recambio generacional que ha encontrado a equipos como Chile, Paraguay o Ecuador en momentos inciertos y a Perú en un momento sublime y con nuevos rostros. Argentina sin hallar el rumbo y Uruguay luchando siempre, aseguran una definición de infarto, como hace muchos años no se veía.
 
En el fútbol moderno las dependencias van quedando de lado, prevalece mucho mas el juego asociado y como las individualidades aportan al colectivo. Lo vemos en las selecciones donde los nombres relevantes no funcionan cuando deben ser equipo y les cuesta en demasía plasmar su categoría a los resultados inmediatos. Son estas eliminatorias las más duras y difíciles del mundo, donde cuesta demasiado sostener una regularidad.
 
TAN CERCA Y TAN LEJOS
Hoy seguimos tan cerca de las posibilidades reales de ir al mundial. Se depende de sí mismo y la capacidad para demostrarlo en el verde, pero a la vez nos sentimos lejos, por esas circunstancias ajenas que son parte del futbol, algunas que se juegan en un escritorio y otras que están ligadas al lado espiritual y mental, algo que adolecemos y que en el pasado nos ha pasado factura, que en verdad de Dios, esperemos no nos vuelva a suceder. No ahora que estamos tan cerca. Será vital en el tramo final de esta clasificación, la humildad, como el bálsamo para el manejo de las emociones y la jerarquía, para demostrar el aplomo y la capacidad en los momentos determinantes.
 
LA SUERTE DEL CAMPEON Y LA FE DEL HINCHA
Aunque siempre será discutible su existencia en el fútbol, mucho se habla de la suerte del campeón, aquella premisa que acompaña a los que logran objetivos sorteando dificultades que parecen inverosímiles. Quien sabe y si Perú clasifique al mundial, lo que más se recuerde, sea esa jugada fatídica de infarto que provocó el gol fallado por el Boliviano Justiniano en la puerta del arco peruano, en el minuto final, que nos hizo creer que ya nada pareciera imposible.
 
La bicolor se encuentra en zona de clasificación y a dos pasos de asegurar un cupo para Rusia. Es hora de poner los pies en la tierra, aún no es momento de comprar los boletos, ni de aventurar un epílogo glorioso. Por ahora solo se puede hacer las reservas, pero con cargo de devolución. Y cuan paradójico resulta el fútbol, que le brinda a Gareca la oportunidad, a su reniego de voluntad, de ir a Buenos Aires y darle a Perú la posibilidad más cercana de clasificación, en el mismo lugar donde un día se la quitó.
 
Se vienen las fechas decisivas en el mes de Octubre, mes de los milagros. El hincha peruano celebra jubiloso, porque tiene motivos para la sonrisa y hace de la fe una devoción en una montaña. Hoy ha ido a las Nazarenas, le ha puesto la bicolor al Cristo Moreno y ha rezado por su presente y su futuro, por este triunfo épico en las alturas, pero también para agradecer por esta realidad tan necesitada, al Señor de los Cielos.
  

TAS cerca y TAS lejos del mundial

Era un partido decisivo para sumar puntos y sobre todo para vigorizar la confianza de todos los peruanos, que después de un controversial y manoseado caso de escritorio, vieron con suma complacencia que la justicia, también podía ponerse minifalda, usar tacones altos y mirar traviesamente a través de la venda que cubre uno de sus ojos. El fallo del TAS fue una especie de colchón anímico, un respaldo adicional que podía catapultar las ilusiones mas lejos de lo imaginado y acercar el escenario de la realidad a este sueño etéreo en forma de balón, que apasiona e inflama el corazón del hincha que ha visto renacer sus esperanzas y se entusiasma en demasía con su selección, hasta el punto de jugarse la camisa por esta espinosa clasificación al mundial.
 
Por eso no ha sorprendido ver tantas caras de susto y tantas reacciones hostiles del hincha peruano después de un triunfo tan importante, porque al margen de que haya sido tan necesario y reclamado, es porque resultó gratuitamente sufrido más de la cuenta. Flores primero y Cueva después llenaron de oles inútiles y comparsas inoportunas, la algarabía premeditada del recinto de Ate, pero la superioridad reflejada en el marcador, nuevamente sacó a relucir el flojo manejo de la intensidad del juego, que se hace previsible e impreciso por momentos, cuando se confunde rapidez con apresuramiento, vértigo con ansiedad y sobre todo parsimonia con paciencia, algo reiterativo en este equipo de Gareca que ha podido resolver con el aporte vital de la individualidad. Fueron dos bombazos peruanos que hicieron estallar el Monumental y adelantaban la fiesta, pero fueron dos zarpazos altiplánicos los que provocaron primero un susto y una taquicardia premeditada en el epílogo, con el yerro de Cáceda y ese gol que pierde Justiniano en la jugada final, que definitivamente hizo creíble que Santa Rosita se puso la blanquirroja, estaba en la tribuna y se bajó al verde.
 
La discusión del arco, la definió Gareca, haciendo honor a la coherencia de su pensamiento, priorizando el manejo del grupo, algo que los resultados lo han avalado a medias quizás, pero que intenta transmitir muy por encima de los nombres. Todos pedían a Leao y si el fútbol es de momentos, Butrón debía estar, pero Cáceda fue el elegido en una muestra de respaldo a quienes han seguido el proceso. Controversial para algunos, coherente para otros y muy discutible para todos. Los DTs asumen riesgos y en este caso al tratarse de un puesto clave, el “Tigre” se la jugó entero por el portero crema y un error fatal, puede o no incidir en su continuidad, pero siguiendo el patrón de su conducción del grupo, el mensaje que viene sería de respaldo al joven portero. Cuestión de decisiones para Gareca y puntos de vista encontrados para todos.
 
Tácticamente se había trabajado bien el partido, ante la falta de Yotun, la salida limpia la hizo Flores y fue dúctil el “oreja” siendo el enlace y soporte de marca para Aquino, culminando con un zapatazo que levantó al Perú entero. Bolivia ha hecho sus mejores partidos fuera de casa, porque se le hace simple refugiarse atrás poblando la zaga y adormeciendo el juego, para buscar la contra desde el error rival. Muy diferente cuando juega en altura, donde sale a avasallar y abre mas la cancha. Perú optó por ser ofensivo desde el inicio con un 4-3-3 definido, ejerciendo una presión alta, anticipación de los centrales en media cancha y potenciando el desdoblamiento de sus hombres de avanzada. La “Foquita” Farfán fue un soporte vital, mostrando jerarquía y capacidad, para este tipo de partidos. Cueva sintió el respaldo y volvió a ser el desequilibrio latente, astuto y efectivo, que culminó con un golazo de antología y un par de pinturas llenas de picardía.
 
Renglón aparte para André Carrillo, lo reiteramos, si quisieras “culebra” si quisieras, serías un jugador de élite de talla mundial. Casi sin ritmo de competencia y siendo intermitente en el juego, fue la locomotora bicolor que generó peligro por bandas, cuando le dio la reverenda gana de meter quinta y ser un vendaval o cuando puso el freno de mano en plena marcha de manera descarada.
 
El fútbol de hoy para la alta competencia reclama mucho músculo, dinámica, velocidad y precisión, en ese contexto cuan valioso resultaría para el equipo si al menos 4 o 5 tuvieran el privilegiado físico de Advíncula, que está hecho un avión, el lateral se dio maña para la recuperación del balón en los contragolpes y sanear los errores de posicionamiento que Bolivia generaba en los pelotazos largos que complicaban a Rodriguez y Ramos. Trauco sin bajar de su regularidad, aún no recupera lo mejor que tiene en su botín y en su ánimo, por momentos quedó desacomodado y en salida no trascendió demasiado por su banda, pareciera que físicamente está bien pero ha perdido distancia, por su poca participación en Brasil. El resultado final encuentra a un equipo peruano remozado anímicamente, pero debilitado en convicción del sostenimiento del juego y la capacidad para manejar los tiempos, con instinto asesino para ser letal en la red y de actuar inteligente para el control y administración del balón.
 
Esta fecha ha dejado resultados beneficiosos a la vista, pero nada será favorable para la ilusión si no se clarifican en resultados positivos propios, en estas instancias de eliminatorias donde a costa de que faltan tres definiciones trascendentales, la bicolor se haya encaramado a una diferencia muy cercana de los que apresuran el paso para sacar el boleto para Rusia, no hay nada garantizado, pues el utópico sueño de ir al mundial condiciona a las otras selecciones que han subido la intensidad de los partidos y mas que jugarlos, los pelean y hacen prevalecer la categoría de sus jugadores, que en gran mayoría han poblado el universo del fútbol mundial. Se vienen verdaderas guerras encarnizadas, donde la jerarquía puede terminar definiendo las posiciones finales.
 
El hincha peruano sigue soñando. Anoche se acostó rumiando un triunfo que pudo tener una alegría exquisita y hoy se levantó con la calculadora en una mano y la tabla de posiciones en la otra, cerrando los ojos piensa en lo que falta enfrentar: Volar a Quito con la consigna de romper una hegemonía y robarle los huevos al águila, después, aterrizar en Buenos Aires, con la bizarra osadía de dejar a Messi sin mundial, para finalmente recibir en Lima a Colombia y quebrarle su contundencia. Menudo periplo que se nos viene –piensa-y si a eso le suma que los demás se juegan algo parecido, que una derrota es la sentencia final, observa la tabla nuevamente y le aparecen más dudas que confianza. Y aunque los partidos hay que jugarlos, en un análisis crudo de la realidad, hoy este Perú de Gareca, se encuentra tan cerca, pero también tan lejos de hacer realidad ese sueño perpetuo de ir al mundial.
 

 
 
 
 

Real Champions

Hablar de Champions es hablar de Cristiano Ronaldo y hablar del Real Madrid, será siempre vincularlo a su historia de manera meritoria. No hay duda alguna, que hoy más que nunca, el portugués es una leyenda viviente que en este tipo de competiciones de nivel superlativo, aparece como un Dios midas que convierte en oro todo lo que toca. De pronto no requiera aparecer en el partido de manera fluida en el juego, pero posee una capacidad física y mental para el desmarque, aprovechar su estado atlético y el radar que tiene en el cerebro, para estar siempre en el lugar y el momento oportuno, usando su técnica exquisita para la definición justa.
 
El apelativo de CR7 le cae perfecto para una denominación de Cyborg vestido de futbolista, programado para la alta competición, que tiene su lado humano en su nombre de creyente, que lo hacen un tocado del gol y decisivo en los partidos de trascendencia, motivos suficientes que lo ubican en el nivel más alto del firmamento futbolístico. En esta final hizo los dos goles que le faltaban para superar a Messi como máximo artillero de Champions y como siempre va por más, porque es un exigente apasionado de sí mismo, un peleador incansable que terminando un record está procesando el siguiente, como si fuera el último día para superar su propia marca, por ello es deducible que con todo el palmarés a cuestas, el próximo Balón de Oro, vaya a parar a su vitrina, con justa razón y firmeza. No hay duda alguna.
 
Pero hablar de CR7 como un fenomenal goleador, es hablar también de Real Madrid, como el equipo de rendimiento perfecto y plasmado en los resultados. Ha ganado esta Champions y levantado su 12° orejona con un contundente 4-1 ante una Juventus que desdibujó su campaña para llegar a la final y que se vio superado por una gran diferencia de plantel, porque cuando tuvo que mirar al banco para el replanteo, no encontró un referente idóneo, cosa contraria al banco merengue, donde Zidane se pudo dar el lujo de darle su carta de despedida a James Rodríguez y dejar para el aplauso final a Bale, hijo de Cardiff y un delantero de quilates a quien el “Gato” Benzemá con su rendimiento, le ha postergado al galés poder demostrar en el verde, toda la plata que pagaron por sus piernas.
 
Este Real Madrid, pareciera emular la hegemonía del Barcelona desde el 2009, consiguiendo rendimientos parejos y resultados contundentes, como este triunfo ante la Vecchia Signora, que hizo un primer tiempo serio, dejando una sensación de coherencia en el juego, pero que le quedó ancho el resto, donde los dirigidos por Zidane, doblegaron sus fuerzas a base de categoría de sus laterales, Carvajal prodigioso y un Marcelo imparable, pasando por un mediocampo formidable, donde Modric y Kross lideran la elaboración, Isco propone la inteligencia y Casemiro –cada día más jugador- imponen un ritmo impresionante cuando presionan y neutralizan, como cuando contragolpean y avasallan con un CR7 oportunísimo y letal, junto a un Benzemá muy laborioso y hábil.
 
Por el lado de la “juve” ni Dybala, ni Alves y menos Higuain, tuvieron espacios ni para pensar, Pjanic quizás fue de los más inquietantes. Pero la superioridad se mostró desde que Keylor Navas saca dos remates venenosos y blinda la defensa, para después ser un equipo compacto, dinámico y con mucha verticalidad, que lo hace contundente. Se hubiera pintado el escenario para una gran despedida de Buffon, quizás lo merecía, pero no alcanzaba lo que propuso su equipo, finalmente la sinfonía del triunfo pintó nuevamente al equipo madrileño para ganar esta tercera Champions y la segunda al hilo, siendo algo inédito en su historia. Que discusión habría para tamaña representatividad en las estadísticas, qué duda cabe para un real campeón.
 
Y en esta realidad tan real como el propio Madrid, queda un espacio para Zinedine Zidane, el extraordinario jugador francés que vestía de frac a la hora de entrar al verde. Zizou, con sus dos Champions en dos años (récord histórico y mundial), consolidó una época gloriosa al ganar tres de las últimas ediciones de la Liga de Campeones en un año en el que también se llevó la Liga española y la Copa de Europa. En este papel tan difícil que le ha tocado, más allá de ser el DT de un plantel glamoroso, ha debido ser el vínculo esencial para superar un grupo complicado, por las supremacías de los nombres, la influencia de los sentimientos encontrados y las luchas sentimentales de los egos mediáticos. Zidane ha logrado hacer prevalecer en el grupo un fin supremo en común, que tiene que ver con la exposición de sus mejores virtudes antes que sus principales defectos, se ha vestido nuevamente de frac, para ser el líder a seguir y que con su discurso ha hecho una predica que se ha visto reflejada en la solidaridad del equipo en los momentos complicados y en la buena relación interna, para ser un gran plantel que ha superado a ser tan solo un buen equipo.
 
Se ha ido otra final de Champions y cada vez se hacen más importantes los juegos de clubes de Europa, que se superan solo al nivel de un mundial, porque la industria del fútbol sigue contribuyendo que se invierta más en grandes jugadores, grandes inversiones y grandes campañas publicitarias que logran paralizar el mundo cada vez que se juega una final. La copa de la Liga de Campeones otra vez ha tallado el nombre del Real Madrid, el todopoderoso que reina por estos días y que mirando el horizonte no aparece un equipo que le quite protagonismo a su categoría, aunque el fútbol es de momentos y mañana puede que sea distinto el despertar, hoy es el momento de este Real Madrid fantástico, el de los rendimientos perfectos, los números reales y contundentes. Es también momento especial de Cristiano Ronaldo, un goleador de fábula y emblema de este Real Champions.
 
 
 
 
 

PERU #Una sola fuerza

No fue una noche cualquiera, no fue un día cualquiera, había un pueblo herido en su sensibilidad, unido por condescendencia para con sus hermanos que viven horas amargas, víctimas de un injusto sufrimiento extremo. Gente que ha sido castigada con el juicio final adelantado y la ira despiadada del cielo que ha descargado su furia cruel inundando sus hogares, perdiendo sus seres queridos y enterrado en un lodazal sus esperanzas de vida. Peruanos que han visto desaparecer ante sus ojos su pasado y su presente, viviendo un panorama de desastre y consternación, que ha calado hondo en el sentimiento de un país, que se encuentra más unido que nunca contra la desgracia.
 
Y ese pueblo entero se vistió de blanquirrojo, tomó su bandera de la ilusión eterna abarrotando la grada de nuestro remozado Estadio Nacional, uniéndose en un solo abrazo, entonando un himno nacional histórico y vibrante, sintiendo latir en la sangre ese minuto de silencio conmovedor, que para el equipo bicolor significó una inyección de ánimo y confianza, en un acto simbólico de desagravio para esa gente que sufre y que lo ha perdido todo y para ese hincha peruano, que se hizo más mortal y más humano. Y es que el fútbol es así de único, es el deporte que tiene el poder de unir y desunir emociones distintas, juntar pueblos y deshacer diferencias, quizás no pueda solucionarlo todo, pero es un aliciente para calmar la angustia, apaciguar el alma y complacer al corazón.
 
Y nuestra selección se hizo pueblo, se hizo esperanza, tuvo una motivación diferente, para intentar hacer un partido de 8 puntos con rendimientos parejos, jugando más con la cabeza y el raciocinio que el propio sentimiento y el corazón. En estas instancias de eliminatoria, los segundos partidos, tienden a definirse en los 20 minutos iniciales, el desgaste obliga a resolver y después aguantar. Perú con su historial disparejo de primeros tiempos terroríficos, ha tenido el temperamento y la rebeldía, como factores que han consolidado una forma de jugar y afrontar las dificultades que se dan en todo partido. Gareca, gran admirador de la técnica del futbolista peruano, ha potenciado la mentalidad de sus jugadores, hoy tiene un equipo con recursos escasos, pero que pelea siempre y no renuncia nunca, quien sabe lo más rescatable del “tigre”, sea la exigencia de tener claro que el resultado es el objetivo primordial y hay que meter, luchar, batallar y neutralizar al rival, pero jamás dejar de JUGAR, fiel a nuestro estilo, a nuestra costumbre y devotos de nuestra identidad.
 
Uruguay llegó a Lima con el ojo morado, el labio roto y el orgullo magullado, Brasil había hecho una fiesta en su propia casa y se había divertido a sus costillas. Perú en cambio venía de saborear un resultado esquivo, cuando todo apuntaba a pintar una acuarela de regocijo. Los charrúas venían a remendar una mala racha, hicieron su apuesta con gente experimentada en el medio para neutralizar la creación de juego peruano, asfixiar a Cueva y aislar a Paolo, sometiendo los espacios que queden de las divididas, para que arriba Luisito sea el “pistolero” letal cuando se encuentre con Cavani. El aguante celeste, era lo opuesto al zarandeo que el equipo de Gareca propuso en el arranque. El triunfo para Perú no era una simple necesidad, más allá de una urgencia de puntos, era una obsesiva y extremada obligación.
 
El fútbol moderno demanda hoy en día, mucho músculo, dinámica, velocidad y precisión, ninguno es excluyente y para la confrontación de alta competencia es una exigencia que la mayoría de jugadores sudamericanos desarrolla en Europa, en cambio para los nuestros son muy escasos, no tenemos tantos en ligas competitivas y tampoco en la continuidad que se quisiera. Nuestros recursos resultan exiguos, si nos medimos con planteles que juegan con su libro de historia bajo el brazo. Uruguay resulta un rival de fuste, desde la categoría de sus jugadores de renombre y su legado que siempre produce un respeto innegable. Pero en el fútbol, no hay que confundir el respeto con el temor, la mejor forma de respetar al rival es superarlo y ganarle con las mejores armas.
 
Y en la cancha Perú superó a un Uruguay corajudo, utilizando el plan más adecuado, prevaleciendo la posesión del balón y el control del juego, pero sobre todo por la eficiencia y precisión para su traslado. Ante un rival que volcaba sus hombres copando el campo, el arma letal fue el balonazo largo buscando a Guerrero a las espaldas de los centrales, jugando en campo celeste con el toqueteo avispado en tres cuartos de cancha de Carrillo, Cueva y Flores. Abajo otra vez el “mudo” Rodríguez, siendo ese Ángel que se suspendía en el aire y ganando todas por arriba y Araujo, sin tener nada de novel, jugando como experimentado. Un planteamiento inteligente para abrir la cancha, presión alta a los volantes de primera línea, Vecino y el “tata” González, cerrando las bandas para evitar las subidas de Pereira y Fucile, originando que Suarez y Cavani no reciban balones limpios. La idea no era poner todas las armas en anular a Luisito, fue mejor decisión taponear a quienes suelen lanzárselos. Entonces Perú hizo un fútbol que más vistoso o agradable a los ojos, fue primordialmente fructífero y eficaz.
 
Punto aparte para nuestro Paolo Guerrero. Tan nuestro que lo sentimos como un patrimonio nacional, es tremendamente conmovedor como se transforma cuando se pone la bicolor, pareciera que se enfunda de un vigor y potencia extremo. Se viste de gladiador y más que jugar, pareciera que luchara por su tierra y por su gente. Tuvo una primera jugada excelsa. Trauco le pone el pie abajo para templar la pelota y en el aire Paolo la domina con su botín derecho y antes que caiga define ante Muslera, caprichosamente no entró, pero por la plasticidad de la jugada mereció otra suerte, que de seguro estaría entre los goles de élite mundial. El empate fue una jugada calcada, Yotun muy lúcido, suelta un pase celestial que encuentra a Paolo y Godin palmo a palmo. Guerrero pone la cabeza y supera al uruguayo dejándolo desparramado con todo y su cartel, para definir de manera despiadada, segura y letal. Una daga asesina que se clavó en el arco “charrúa” y levantó todo un país. Que sería de nosotros sin Paolo, de seguro que en el tiempo, cuando ya no esté en la selección, más allá de extrañarlo, asumiríamos que hubo un antes y un después de Paolo Guerrero.
 
Otro que se ha trasformado en este equipo de Gareca es Jhosimar Yotun. Veloz, sagaz y muy preciso para recuperar y dar el primer pase seguro, se ha hecho un exiguo lanzador. Si antes fue una alternativa, hoy resulta una admirable realidad, pues el aporte del zurdo le da un aire distinto a un equipo que le cuesta adaptarse a la modernidad del juego, que exige dinámica y velocidad. De igual forma el aporte del “oreja” Flores, es admirable por como adiciona al equipo el desgaste en su recorrido al que le agrega fútbol y eficacia de cara a la red. Hizo el segundo en un momento crucial del partido, pero perdió otro que pudo ser de antología, cuando se encontró frente a Muslera y decide bien por sombrearla, pero ejecuta mal, al pegarle muy abajo. Ese 3-1 nos hubiera evitado estar al borde del infarto, cuando ese balón pegó en el travesaño y el árbitro no cobra el penal de Polo. Esta vez tuvimos al árbitro de buen amigo y a la virgen de la buena ventura detrás del arco.
 
Este triunfazo ha dejado alegría dispersa entre un pueblo que llora su desgracia, primero por la forma como se ha conseguido y también por la jerarquía del rival. Pero hay que ser conscientes que nuestras limitaciones nos obligan a tener que pelear siempre, no alcanza por ahora nuestra realidad, aunque la tabla clasificatoria se haya desbaratado y cualquier cosa pueda suceder, aún estamos lejos de hacer realidad el sueño. Pero hay que reconocer que la mayor virtud que tienen los peruanos, es su fortaleza para asumir la adversidad como punto de partida para resurgir de entre las cenizas o el barro de un huayco, en ello el fútbol suele ser un bálsamo y un factor anímico que alimenta el espíritu de su gente, para recuperarse de forma valiente, con coraje, uniéndose en un solo puño y haciéndose una sola fuerza.
 



No caido, solo desplomado

A estas alturas quien podría discutir que estas eliminatorias sudamericanas, son las más duras del mundo. Jugar espaciadamente, con jugadores que solo tienen 5 días de integración antes de cruciales encuentros y un DT que si bien es cierto cuenta con algunos meses para diseñar una estrategia, tiene poco tiempo para ejercitarla. Debe evaluar entonces como vienen física y mentalmente, además de su nivel competitivo, según su realidad debe tomar decisiones por pensamiento antes que por convencimiento. Difícil misión para los que carecen de ese universo de jugadores de jerarquía y sobre todo con kilometraje y horas de vuelo, vital para este tipo de partidos.
 
Y la realidad de estas eliminatorias muestra que solo Brasil -que anda en un estado de gracia- se consolida en el puntaje perfecto, con un futbol de ensueño, juega y encanta, pero también arrasa y aplasta al rival, sea en el Maracaná o el mismísimo Centenario de Montevideo, en gran parte porque ha encontrado la cohesión de un grupo de talentosos que juegan a un ritmo impresionante, encabezados por un Neymar, que está en la edad y el momento justo para pasar de ser líder a luminaria, porque Crack ya es hace rato. Este Brasil de Tité, a su talento innato le puso vértigo y juego parejo, pasa de primera a la quinta marcha de manera extraordinaria, con una dinámica y velocidad que es muy difícil de parar. Este Brasil, pareciera haber retomado su esencia natural, a la cual le ha agregado la fortaleza mental y la recarga muscular necesaria para apuntalar esa nave verdeamarella, que pareciera ya tener asegurada una suite en Rusia, donde buscará resarcir aquella vergüenza marcada en el alma, desde aquel mundial del 2014.
 
Son esos los momentos que tiene el fútbol -rachas que le dicen- tiempos que pueden ser cortos o espaciados y que equipos como Argentina, Uruguay, Colombia, Chile o Ecuador, no consiguen hasta ahora esa continuidad en juego ni en resultados como anteriores eliminatorias, donde a estas alturas ya se vislumbraban las diferencias. Hoy anda todo emparejado, aun y cuando los países referentes tienen jugadores regados por el mundo y en niveles de competencia superlativos, a veces pareciera que ello no basta, pues cada fecha doble debe programarse para jugar un partido con la cabeza y el otro con el corazón. Los resultados dicen que se puede tener un buen equipo, pero lleva ventaja aquel país que tengan un gran plantel, aunque ni siquiera Argentina con el mejor del mundo en sus filas, puede respirar tranquilo, pues ha comprado boletos de oferta para Rusia, pero hasta el momento, solo figura como pasajero en lista de espera.
 
Y Perú, nuestra selección, es un punto aparte, un párrafo excluyente, una clausula extracontractual fuera del contrato de adhesión sentimental que tiene con el hincha, con su gente con su pueblo. Jugadores sin continuidad, nombres que los fines de semana llenan portadas, pero que con la selección enfrentan otra realidad, otro escenario. Y a diferencia de otras selecciones, los nuestros muchas veces juegan más con la pasión, que la propia capacidad que le brinda su talento. Gareca nos ha acostumbrado a plantear equipos de acuerdo al rival, ha sabido recomponer en el camino las adversidades del juego y los errores que muchas veces son atribuibles a casos individuales, pero que deterioran el colectivo. Pero siempre ha estado presionado a imponer los nombres por encima de los hombres, por una cuestión de urgencias y resultados, en la cual le cuesta demasiado tomar riesgos.
 
Contra Venezuela, que tiene la suerte echada, este 2-2 por la forma como se dio tiene sabor amargo a derrota. Contra un equipo joven y tan veloz como el venezolano, es difícil enfrentarlo desde el inicio saliendo como una tromba, es mejor ser cauteloso, bajarle las revoluciones y hacer de la pausa y la paciencia nuestras armas. El planteamiento de Gareca fue irreal, una cancha mojada y césped disparejo, no es mejor escenario para tocar rápido, el partido estaba más para disponer la actitud como equipo que desarrollar la aptitud o capacidad individual. Y si a esto se le agregan goles en contra, mas por errores nuestros que virtudes del rival, todo se pone cuesta arriba, es la figura repetida de los últimos partidos y otro primer tiempo para el olvido. El segundo nos muestra de lo que es capaz Perú cuando toma decisiones, cuando se planta bien y arriesga con criterio, a pesar de las adversidades, logra emparejar y superar en juego, en capacidad, pero si la superioridad no se deja sellada en la red, lo que se dibuja en el verde solo sirve para la anécdota.
 
Nombres para resaltar, “Oreja” Flores y su madurez para trabajar los espacios, lo de Cueva y su constancia para mostrarse siempre, aunque la del último suspiro, cuando pudo ser héroe, decidió en dos segundos ser villano. Paolo letal cuando se devolvió a su hábitat, el área chica y dejó de deambular alejado del arco buscando hacer juego, fuera de lo suyo, el gol. Carrillo, si quisieras Carrillo, no serías una “culebra” que zigzaguea alegre y coquetona, si quisieras Carrillo, serías una cobra asesina, letal, calculadora y veloz para el ataque mortal. Solo si tú quisieras. Un equipo blanquirojo que sacó a relucir otra vez rebeldía, para levantarse de entre lo adverso y estuvo tan cerca de revertir una realidad, pero que nuevamente esperó el primer golpe para reaccionar y se quedó al final, como siempre, con el “pudo ser” y el lamento del “hubiera sido mejor”.
 
En el fútbol el resultado es el Dios, estamos demasiado cerca tanto para levantar la mano y decir adiós, como para hacer un puño y volver a la carrera. Pero viene al caso nuestra modesta posición inicial: No vamos a ir al mundial, no lo merecemos, no tenemos con qué, no tenemos competitividad colectiva, salvo algunas individualidades. Empezaremos a creer que es posible, cuando veamos que nuestros equipos logran competitividad y pasen al menos una fase de Libertadores o Sudamericana, cuando nuestra Sub-17 o Sub-20 clasifiquen a un mundial, demostrando que se está trabajando en serio nuestro futuro, cuando los progresos de los vecinos no nos sean ajenos y cuando por fin se entienda que al mundial solo se llega con planificación y competitividad.
 
Como peruano, solo queda seguir brindando el aliento constante a nuestra selección, somos luchadores por naturaleza que ponderan los logros desde la tragedia, es nuestra idiosincrasia, como País, como sociedad, en esas circunstancias nos unimos, nos hermanamos, pero nos dura tan poco, que cuando pasa todo, volvemos a ser los mismos peruanos de siempre, los mismos ciudadanos desentendidos y los mismos hinchas del fútbol, que exigimos más de lo que tenemos y pretendemos hacer realidad ese sueño mundialista que sobreviene cada vez que se empieza una nueva eliminatoria, finalmente a pesar de la realidad, seguimos siendo ese hincha que asume hoy que su equipo no está caído, solo se ha desplomado.