Tiene la cara de
niño travieso y los ojos vivaces. Mucho de su físico es atrayente para las
mujeres que miran el fútbol desde otra óptica. A sus frescos 22 años, muchos
chicos están recién pensando que será de sus vidas, sin embargo James Rodríguez,
ya se hizo un nombre propio y tiene la graduación master en un escenario donde
se encuentran los mejores exponentes de la materia que más domina: El fútbol. Y
ello le viene de familia, está inmerso en su entorno donde ha crecido y se
consolida en base a un talento puro y lleno de fascinación. Su padre fue participante
en algún momento de la Selección Colombia. Cuanto lo lamentará hoy, pues desde
que James tuvo tres años, lo abandonó junto a su madre quien es su mejor amiga
y consejera. Ella alguna vez dijo: "James David nunca quiso ser
futbolista, sino que él desde que nació fue futbolista".
James estudia
Ingeniería de Sistemas en una Universidad a Distancia, por el poco tiempo
disponible, pero en el futbol se encuentra titulado. Su precocidad no es factor
de la casualidad, debutó a los 15 años; marcó su primer gol a los 16 y es el
extranjero más joven en debutar en la liga argentina -lo hizo a los 17, con la
camiseta de Banfield. Se casó a los 19 con la hermana del arquero David Ospina
y quién es su verdadero mentor. Desde que aprendió a jugar FIFA en el Play
Station, se convirtió en su hobbie favorito. Al principio se creaba un
personaje a su medida, hoy su figura, forma parte de ese juego que tanto lo ha
encandilado.
Dueño de una
zurda prodigiosa, es de esos talentos que no necesitan mucho tiempo para
despegar. Es un 10 completo, con capacidad del buen pase y definición. Suma lo
que es vital para el futbolista moderno: La disposición a la disciplina táctica,
aprendida en Europa, solidario al recorrido y el respaldo al esfuerzo grupal. El
10 de la Selección Colombia tiene una visión periférica mucho más amplia que un
ser humano promedio, lo plasmó en una jugada genial contra Uruguay. El balón le
vino al pecho, estaba de espaldas al arco. Cualquiera lo hubiera distribuido de
manera natural para armar juego. James hizo lo anormal, lo extraordinario.
Dueño de ese control fantástico del panorama, con el balón en el pecho, sin que
caiga al piso, se dio media vuelta y soltó un bombazo, asombroso, colosal, que
fue a zarandear el arco y meterse en un ángulo, donde la humanidad de Muslera,
solo le puso marco a la foto. GOLAZO. Un gol que ya se inscribió en la historia,
por el Maracaná, por el rival, por la plástica y maravillosa forma de ejecución.
Y James le hace
bien a Colombia, que juega y juega bien. Que se complementa con el desborde de
Cuadrado y la fortaleza anímica de Teo Gutiérrez, la peligrosidad de Jackson Martínez
y una muralla atrás llamado David Ospina, secundado por un eterno Yepes. La
ausencia de Falcao ha repotenciado las bondades de los que deben cubrirlo y allí
radica mucho del colectivo colombiano que suele prevalecer ante la
individualidad. No se sintieron intimidados ante la reciedumbre de Uruguay y
funcionaron como equipo, moviendo el balón, defendiendo con futbol, con hombría
y una calidad técnica que se describió en el segundo gol. Jugada de tiqui taca,
abriendo el juego, centro al segundo palo, Cuadrado cabezazo al medio y James,
con la derecha, sellando un triunfo categórico, inapelable, una sinfonía de fútbol,
que mete a Colombia en cuartos de final, en la mejor actuación en copa del
mundo en toda su historia.
Fue una actuación
extraordinaria de James Rodríguez, Viejo zorro, Pekerman lo sustituyó a cinco
minutos del final del encuentro, para que todo el Maracaná lo aplauda de pie.
Muchos en sus casas viendo por TV, seguro tuvieron ganas de hacerlo también. Merecido
homenaje para James que nos regaló su talento a borbotones, él solo sonreía,
satisfecho, orgulloso, a sabiendas que amanecerá siendo goleador de esta copa
del mundo y que su nombre, ya no es un simple recordatorio, por el contrario a
los que vaticinaban que sería una revelación, se quedaron cortos, porque hoy es
un crack completo.
Pekerman ha
repotenciado el carácter natural del futbolista colombiano y le ha agregado el
aspecto muscular, para presionar en tres cuartos de cancha, ser agresivos
reduciendo espacios y soltar el invento, la destreza y la habilidad para
desequilibrar al rival. Sabe imponerse y hacer daño en el momento justo. Aún
queda tiempo para pensar en Brasil, el gigante herido en su orgullo, que sufrió
demasiado para ganarle a Chile. Por ahora Colombia ríe a carcajadas. Tiene fútbol
y dinámica, pero también tiene al jugador del mundial. En una ecuación matemática,
podría decirse que hoy en Colombia, James + James = James al cuadrado.