Hablar de
Champions es hablar de Cristiano Ronaldo y hablar del Real Madrid, será siempre
vincularlo a su historia de manera meritoria. No hay duda alguna, que hoy más
que nunca, el portugués es una leyenda viviente que en este tipo de
competiciones de nivel superlativo, aparece como un Dios midas que convierte en
oro todo lo que toca. De pronto no requiera aparecer en el partido de manera
fluida en el juego, pero posee una capacidad física y mental para el desmarque,
aprovechar su estado atlético y el radar que tiene en el cerebro, para estar
siempre en el lugar y el momento oportuno, usando su técnica exquisita para la
definición justa.
El apelativo de
CR7 le cae perfecto para una denominación de Cyborg vestido de futbolista, programado
para la alta competición, que tiene su lado humano en su nombre de creyente, que
lo hacen un tocado del gol y decisivo en los partidos de trascendencia, motivos
suficientes que lo ubican en el nivel más alto del firmamento futbolístico. En
esta final hizo los dos goles que le faltaban para superar a Messi como máximo
artillero de Champions y como siempre va por más, porque es un exigente apasionado
de sí mismo, un peleador incansable que terminando un record está procesando el
siguiente, como si fuera el último día para superar su propia marca, por ello es
deducible que con todo el palmarés a cuestas, el próximo Balón de Oro, vaya a
parar a su vitrina, con justa razón y firmeza. No hay duda alguna.
Pero hablar de
CR7 como un fenomenal goleador, es hablar también de Real Madrid, como el
equipo de rendimiento perfecto y plasmado en los resultados. Ha ganado esta
Champions y levantado su 12° orejona con un contundente 4-1 ante una Juventus
que desdibujó su campaña para llegar a la final y que se vio superado por una
gran diferencia de plantel, porque cuando tuvo que mirar al banco para el
replanteo, no encontró un referente idóneo, cosa contraria al banco merengue,
donde Zidane se pudo dar el lujo de darle su carta de despedida a James Rodríguez
y dejar para el aplauso final a Bale, hijo de Cardiff y un delantero de
quilates a quien el “Gato” Benzemá con su rendimiento, le ha postergado al
galés poder demostrar en el verde, toda la plata que pagaron por sus piernas.
Este Real Madrid,
pareciera emular la hegemonía del Barcelona desde el 2009, consiguiendo
rendimientos parejos y resultados contundentes, como este triunfo ante la Vecchia
Signora, que hizo un primer tiempo serio, dejando una sensación de coherencia
en el juego, pero que le quedó ancho el resto, donde los dirigidos por Zidane,
doblegaron sus fuerzas a base de categoría de sus laterales, Carvajal
prodigioso y un Marcelo imparable, pasando por un mediocampo formidable, donde
Modric y Kross lideran la elaboración, Isco propone la inteligencia y Casemiro –cada
día más jugador- imponen un ritmo impresionante cuando presionan y neutralizan,
como cuando contragolpean y avasallan con un CR7 oportunísimo y letal, junto a un
Benzemá muy laborioso y hábil.
Por el lado de la
“juve” ni Dybala, ni Alves y menos Higuain, tuvieron espacios ni para pensar, Pjanic
quizás fue de los más inquietantes. Pero la superioridad se mostró desde que
Keylor Navas saca dos remates venenosos y blinda la defensa, para después ser
un equipo compacto, dinámico y con mucha verticalidad, que lo hace contundente.
Se hubiera pintado el escenario para una gran despedida de Buffon, quizás lo merecía, pero no alcanzaba lo que propuso su equipo, finalmente la sinfonía del triunfo pintó nuevamente al equipo madrileño para ganar esta
tercera Champions y la segunda al hilo, siendo algo inédito en su historia. Que
discusión habría para tamaña representatividad en las estadísticas, qué duda
cabe para un real campeón.
Y en esta
realidad tan real como el propio Madrid, queda un espacio para Zinedine Zidane,
el extraordinario jugador francés que vestía de frac a la hora de entrar al
verde. Zizou, con sus dos Champions en dos años (récord histórico y mundial),
consolidó una época gloriosa al ganar tres de las últimas ediciones de la Liga
de Campeones en un año en el que también se llevó la Liga española y la Copa de
Europa. En este papel tan difícil que le ha tocado, más allá de ser el DT de un
plantel glamoroso, ha debido ser el vínculo esencial para superar un grupo complicado,
por las supremacías de los nombres, la influencia de los sentimientos
encontrados y las luchas sentimentales de los egos mediáticos. Zidane ha
logrado hacer prevalecer en el grupo un fin supremo en común, que tiene que ver
con la exposición de sus mejores virtudes antes que sus principales defectos, se
ha vestido nuevamente de frac, para ser el líder a seguir y que con su discurso
ha hecho una predica que se ha visto reflejada en la solidaridad del equipo en
los momentos complicados y en la buena relación interna, para ser un gran plantel
que ha superado a ser tan solo un buen equipo.
Se ha ido otra
final de Champions y cada vez se hacen más importantes los juegos de clubes de
Europa, que se superan solo al nivel de un mundial, porque la industria del
fútbol sigue contribuyendo que se invierta más en grandes jugadores, grandes
inversiones y grandes campañas publicitarias que logran paralizar el mundo cada
vez que se juega una final. La copa de la Liga de Campeones otra vez ha tallado
el nombre del Real Madrid, el todopoderoso que reina por estos días y que
mirando el horizonte no aparece un equipo que le quite protagonismo a su
categoría, aunque el fútbol es de momentos y mañana puede que sea distinto el
despertar, hoy es el momento de este Real Madrid fantástico, el de los
rendimientos perfectos, los números reales y contundentes. Es también momento especial de Cristiano Ronaldo, un goleador de fábula y emblema de este Real Champions.