La pelota se echó
a rodar en el mundial y desde la fiesta de inauguración que pintaba para la
intrascendencia y fue salvada por la música, hasta el primer partido donde
Brasil dio cuenta de una dura y aplicada Croacia que hacia un partido digno,
hasta que un japonés le metió la mano, hubo demasiada expectativa y dejó poco para
la satisfacción. Una coyuntura demasiado calenturienta, con el tema social haciéndole
sombra a lo deportivo, una infraestructura no culminada y un peligroso temor a
que la indignación de la gente rebase la ilusión del hincha, acompañaron a este
primer sorbo mundialista, con más tensión que emoción, con más presencia
extranjera que participación local. Un tema que llama la atención tratándose de
Brasil, un país que tiene el futbol en su ADN y su historia es la imagen y
semejanza de que lo disfruta siempre con alegría.
Brasil es el favorito
por antecedentes y por ser el anfitrión. Una mochila muy pesada, teniendo en cuenta
que el futbol ya no es el mismo. Brasil ya no es el de ayer, ha mutado como
todos los que hoy, se preparan para ganar los partidos echando mano a la disciplina
táctica y el despliegue físico como prioridad. El juego colectivo prevalece por
sobre las individualidades y los nombres se van haciendo escasos, o deben ser
notoriamente trascendentes. Croacia ha dejado claro que será un rival atrevido,
mordaz y peligroso para cualquiera. Hoy jugó sin complejos, estrictamente
ordenado y desnudando los defectos que Brasil hace gala y que oculta con la actuación
de Neymar o de Oscar, como hoy, salvables individualidades. Lo pudo ganar Croacia
y jugó como para irse meritoriamente con el empate, pero un penal dudoso y un
arbitraje parcializado, lo frustró en el intento. El marcador holgado de 3-1 resulta
engañoso y no corresponde a la realidad, pero los méritos en el futbol no
otorgan puntos. Así de simple.
Tácticamente
Croacia supero a Brasil. Primero desnudando las falencias que permiten sus
laterales, planteando demoler las espaldas de Alves, con Olic como factor
pesadilla y luego el agrupamiento para cortar los espacios en la subida. Los arranques
de Perisic y Kovacic y la distribución de Modric –jugadorazo- por el centro dejaban
flotando a Luiz Gustavo y la contención brasileña no era prolija. Scolari no
encontraba formas vía el colectivo de resolver las posiciones. El autogol fue
el golpe para despertar, pero no encontraba la forma. La marca dura y lo
aplicado del sistema hacían ver intentos frustrados y rememorar a ese Brasil de
antaño que apelaba a la individualidad para resolver en unos lujos, todos sus
problemas. Pero el futbol ha cambiado demasiado, qué duda cabe. Hoy Brasil pretendió
jugar al ritmo de samba, pero por momentos parecía que bailaba un tango
combinado con vals.
Neymar es el
abanderado a ser el protagonista y en sus cortos 22 abriles, es el que resulta
el determinante. Siempre buscándose los espacios, generando juego y de paso
haciendo los goles que necesita su selección. Puso el empate en jugada
individual, remate mordido, que pega en el parante y explota el Arena do
Corinthians. Antes debió irse expulsado por una grosera e irreverente estupidez,
al meterle un codazo a mansalva a Modric. El árbitro japonés empezó a gravitar
desde ese instante. Había que tener cojones para expulsar a la estrella del
mundial, en el primer partido del mundial, en su casa y ante su público. Habrá
pesado su temor que si se pegaba al reglamento, en ese mismo instante, él también
pegaba la vuelta a casa. La amarilla fue benevolente, pero no así los cobros
que empezaron a inclinar la cancha. Cuando mejor estaba Croacia y dignamente
reclamaba un justo resultado, cobra un penal inexistente a Fred que transforma
con dificultad Neymar, generando indignación en tienda croata. Oscar se
disfraza de Romario y pone el 3-1 final con un puntazo sensacional. Un marcador
fuera de contexto para otra realidad que se vio en el verde. Allí a Croacia le
terminaron apagando la última vela de la esperanza.
Hay tiempo de
recomponer, ha sido un típico partido inaugural, duro y trabado, jugado al límite,
que deja a Scolari material para buscar cambiar esa imagen final de Brasil
defendiéndose como podía, con uñas y dientes, carente de recursos, con Julio
César tirado al piso, David Luiz reventándola a cualquier parte o Marcelo y
Alves desorientados, incluso antes del 3-1. Hay tiempo para tomarle el pulso a
la paciencia. El debut siempre genera tensión, pero lo que si queda claro es
que si Scolari no encuentra solución en las espaldas de Dani Alves o las perturbaciones
defensivas son más grandes que las bondades ofensivas, puede tener problemas más
adelante. Esto recién comienza, hay que esperar que el león despierte, hoy le
jalaron la cola y pudo reaccionar, con ayuda de un japonés es verdad, aunque no
le hace falta a Brasil esta mano, pero la fiesta del futbol debe seguir,
superar este bochorno no será fácil, pues hoy nada es igual que ayer en el futbol.
Para Brasil, ante tanto cuestionamiento, es tiempo que empiece a buscar su
propia revancha.