Si Uruguay vino a Brasil con la hoja recortada del
libro de historia, con fecha del año 50 y con la consigna de volver a repetir
el maracanazo, nunca le pasó por la cabeza que recibiría un cachetazo tan
soberbio de quien menos pensaba y hoy sería su verdugo que lo puso en la cuesta
del abismo, convirtiéndose a costa suya, como el líder impensado en este grupo
denominado de la muerte. Costa Rica era la cenicienta, el rival a vencer, el
peldaño inmóvil para poder subir la escalera, pero la historia le tenía escrita
una hoja en blanco a la leyenda celeste. Un contundente 3-1 ha escrito con
letras de fuego que el sueño del mundial, hoy tiene para Uruguay visos de
pesadilla.
El “Maestro” Tabarez dejo a Suárez en el banco,
Cavani asumió su papel y fue el que cambió por gol el penal que Júnior Díaz le
hizo a Lugano en la etapa inicial. Hasta ahí todo bien. Incluso tuvo alguna situación
para aumentar la ventaja. Lo empezó asegurando Uruguay, con presencia en el
marcador. Pero no era contundente. No era avasallador ni tampoco tenía
profundidad. Hay muchos nombres conocidos, que repiten un mundial y al margen
de la experiencia, no ofrece muchas variantes en el juego. Mucho menos ante un
equipo, de movimientos rápidos, como este Costa Rica. Mucha sangre joven que
corre bien y taponea los espacios cortando el juego en los lugares justos.
Pero el segundo cambio todo, asomaron las dudas,
empezaron a aparecer temores y después de un par de errores consecutivos, todo
se dio vuelta. Apareció ese moreno de nombre Joel Campbell, que hace tres años
era un esmirriado jovencito y hoy su periplo europeo lo ha devuelto
repotenciado, mas entero físicamente. No se encontró en las figuritas
mundialistas del álbum de Panini y hoy resulto un figurón. Qué manera de
trascender, en el juego en los goles, en el triunfo. Primero para generar el
empate transitorio con un zurdazo impecable, que infló la red uruguaya y
también el orgullo costarricense. Después para desplegar juego veloz, incisivo
y técnico que desequilibraba los arrestos charrúas que empezaron a perder
posiciones. Hasta que lo sorpresivo se hizo increíble pero era demasiado real.
Tiro libre para Costa Rica y Godin pierde a Duarte
que le pone la testa justa, marca la diferencia y mete terror al banco charrúa.
Uruguay había comenzado metiendo temor con su juego aéreo y estaba temeroso
perdiendo por el mismo método, ante un Costa Rica que lo avasallaba sin
sonrojarse.
Cuando agonizaba el tormento charrúa y alimentaba
alguna esperanza, vino el pase fantástico de Campbell a Ureña para que
liquidara el partido en la primera pelota que tocó. Allí quedo escrito el
marcador un 3-1 lapidario, justiciero y dictatorial. Tremendo batacazo
mundialista, hasta los más asiduos apostadores, se cayeron en sus pronósticos.
Pero así es el futbol, mucho más ahora que los nombres y los libros de historia
van dejando de ser amuletos de consulta y mucho menos de buena suerte.
Si se toma de referencia que Italia e Inglaterra
son las otras selecciones que conforman el Grupo D, este partido contra Costa
Rica era crucial para Uruguay. Sus pretensiones de clasificar eran dependientes
de un resultado positivo en el debut. Pero lo que parecía que iba a ser un
primer encuentro de trámite natural, terminó convirtiéndose en una pesadilla
histórica. Si existe un equipo capaz de resurgir desde la adversidad y volver cual ave fénix de entre sus cenizas, ese es Uruguay, aunque por ahora, el panorama pinta una acuarela nada celeste, sino por el contrario con mucho color gris y olor a decepción. Habrá que hacerse mas fuerte.