URUGUAY NOMA!!

TRIUNFAZO!!! Para jugar al futbol debe existir primero la amistad entre los compañeros. Para ser parte de una selección, debe ser parte inevitable el compromiso de cada uno de los jugadores. Para jugar un mundial, debe tenerse bien claro el objetivo, de acuerdo a la capacidad del equipo y de cada uno de los seleccionados. Pero para ganar partidos de un mundial, hay que tener la convicción que todo lo dicho anteriormente es real y hay que poner media vida en lograr conseguirlo. Creer en tus fortalezas, olvidarte por 90 minutos de tus debilidades y ser un convencido que las cosas más difíciles se pueden lograr, si se ponen los huevos y se olvida quien está al frente. 
 
Este Uruguay demuestra siempre de lo que es capaz. Convencido de ello, afronta el reto más complicado, siempre fiel a su tradición. Su futbol tiene el condimento perfecto de raza y temperamento, a ello le añade una pizca de técnica. Portugal no sería tan temible si no contara con ese portento de la definición y animal del gol que es Cristiano Ronaldo. Si antes de ser campeones de Europa, debían someterse a una actuación increíble del luso, hoy es un equipo ordenado, que trabaja coordinadamente para que sea su figura estelar, la que brille de cara a la red. 
 
Pero ante este Uruguay, hay que hacer mucho más que contar con una súper estrella. Equipo con las ideas convencionales de su técnico por 12 años, el Maestro Tabáres, que plantea un esquema conservador quizás, pero que explota con los dos misiles que tiene arriba. Suarez y Cavani, que pueden jugar con los ojos vendados y más de tres pases coincidirían. La dupla de Godin y Gimenez, es el respaldo en defensa para ser el soporte que requieren Torreira y Nandez, como contra Portugal o Arriscueta y Sanchez cuando les toca. Con mucha flexibilidad para los posicionamientos, de acuerdo al rival. Un equipo sólido para defender, que achica espacios y que sobre la marcha puede cambiar de esquema, aunque a veces no sea estético, resulta altamente efectivo.
 
Este partido de octavos, es una instancia más seria del mundial, donde se deben asumir riesgos. La premisa del maestro Tabáres, consistió en anular a CR7, respirarle siempre cerca y dejarle sin espacios dentro del hábitat donde se siente cómodo. Cuando fue el 9 de siempre, se eliminó el peligro con los turnos de los centrales. Cuando fue por izquierda era tomado en marcas escalonadas, logrando que sean infructuosos todos sus intentos. En esta labor Torreira el émulo de Arévalo Ríos, jugó el partido de su vida, dejando parte de ella en el sudor hecho sacrificio. Portugal siempre busca la asociación para terminar con centros buscando la cabeza de CR7 o balones perdidos que sabe muy bien aprovechar. Sin ocasiones claras, la impotencia lo fue anulando hasta hacerle perder los papeles.
 
El primer gol fue una pared increíble de 50 metros. Cavani recogido, busca a Suarez al otro lado del campo, en un cambio de orientación perfecto. El “Pistolero” controla, se perfila y lanza un pase largo devolviendo el balón a la cabeza de Cavani que llega justo y define de un testarazo que levantó el Fisht Olympic Stadium. De ahí la labor de aguante uruguayo. Con mucha propiedad para mantener el control del balón, neutralizando a un Portugal que se volvió más incisivo y peligroso. La única ocasión de descuido en la zaga charrúa, lo aprovecha Pepe para poner el 1-1 que no duro mucho.
 
Si hay algo que sabe manejar este Uruguay, son los momentos cruciales, pareciera que es cuando más crece. En la misma férrea idea del principio, encuentra el desnivel a través del mismo héroe. Edison Cavani, de una actuación estelar, recibe de Betancur y define deliciosamente poniendo el 2-1 que a la postre fue el definitivo. Otra vez a soportar los sofocones, sufrir más de lo adecuado. Lo lamentable fue la salida de Cavani. Sintió un pinchazo y se fue lesionado. Ojalá y no sea de consideración, pues Uruguay perdería mucho peso ofensivo.
 
Uruguay despachó a CR7, lo mandó a cruzarse con Messi en el aeropuerto. No será un equipo vistoso, de juego atildado ni tampoco procesa algún código especial que garantice superar el rival que tengan enfrente, con algún sistema distinto a lo tradicional. Tiene la idea de juego clara, utiliza lo que tiene a la mano y se acomoda más a un estilo pragmático. Levanta una fortaleza atrás y lanza dos dirigibles que destruyen murallas ajenas. Es su estilo de siempre, ese que resulta tan conocido, previsible de afrontar, pero tan difícil de superar. Este es URUGUAY NOMA.
 
 

FIN DE CICLO

Era mejor dejar de respirar. La agonía argentina había tenido un leve recupero, pero tan solo para falsear un final que ya estaba escrito en su obituario futbolístico. Era mejor dejarse ir, abandonar el presente para ser pasado. Era mejor que se acabe de una vez esta tribulación, forzarlo más allá de lo humanamente permisible, hubiera tenido rasgos de crueldad y también de masoquismo. El sueño etéreo se ha esfumado en el aire como el humo de ese último cigarrillo, antes que llegue el tren del adiós. Argentina se ha ido del mundial y de la manera más contundente a manos de una Francia categóricamente superior, demostrando una vez más, que, cuando la diferencia del nivel futbolístico se hace tan notoria, con la actitud solamente no alcanza.
 
El planteo de Sampaoli en un 4-3-3 nominal para cerrar espacios, resultó inoperante desde el falso 9 que empezó Messi y que a la larga fue un falso 10 y una falsedad total del equipo para hilvanar juego a su alrededor. Banega desconectado, Pavón y Di María demasiado abiertos y obligados a realizar mucho tránsito infructuoso. Mascherano duplicando esfuerzos para apagar incendios. Francia bosquejando la posesión desde la oportuna recuperación del balón con un medio estelar. Pogbá imponiendo su carácter, Kanté laborioso y Matuidi dinámico, teniendo a Griezmann como un enganche funcional y arriba a un Giroud pegado a los centrales y a Mbappé tan veloz como un rayo. Fracaso del plan de Sampaoli y acierto el sistema de Deschamps, referenciando a Messi, en una marca zonal muy efectiva y después para cortar el tenue circuito albiceleste.
 
La superioridad de Francia, mostrada desde un buen posicionamiento y su mejor circulación del balón, tuvieron su mejor expresión, en la profundidad para romper líneas con las diagonales infernales de su joya más preciada Kylian MBappé. El chico fenómeno que nació el mismo año en que Francia alzaba la Copa del Mundo en su país, con una descollante actuación de Zidane en la final ante Brasil. La promesa que se va haciendo realidad y que para superar la defensa argentina le bastó poner un cambio más. Primero ensayó una empilada diabólica que acabó en tiro libre y después un arranque monstruoso que desbarató a Rojo y el penal que cristaliza Griezmann. Fue fundamental para sentenciar el resultado. Hace el tercero internándose en un bosque de piernas definiendo de izquierda y el cuarto, en una jugada colectiva extraordinaria que es una oda a la efectividad. Seis toques desde el arquero, recibe de Giroud para una definición exquisita. Credenciales oficiales presentadas de un portento de CRACK.
 
Argentina solo dio manotazos. Nunca un golpe franco, esos que samaquean y obligan a tomar aire. Mascherano dando su último aliento, Messi sin encontrarse consigo mismo, menos con alguien que sea un partner adecuado. Francia es de esos equipos que tiene fisuras en su sistema defensivo. Pogba con más vocación ofensiva, deja espacios detrás y Kanté debe hacer doble relevo, al igual que Griezmann. Sus laterales resultan mejores en el desborde por bandas. Cuando se hace vertical le cuesta el retroceso dúctil. Pero aunque pueda recibir goles, aprieta el acelerador y marca la diferencia. Estos partidos de octavos es donde recién se aprecian a los equipos en su real dimensión. No hay mucha discusión, Argentina lo dio todo, pero Francia fue demasiado superior. Por algo apunta a levantar la copa.
 
"Lo mismo que nos une hoy nos desintegra" decía Cerati en “Bomba de tiempo”. Esa ilusión pasional, a veces irracional, del hincha albiceleste de ganar la Copa del Mundo, ha estado siempre apañada de una testaruda convicción que se cuenta con jugadores de élite, que en realidad están sobrevalorados. Que basta con la historia, que no termina de construirse, para sentirse los más grandes sin merecerlo siquiera y persignarse a la suerte de contar con el mejor jugador del mundo, el cual tiene una formación ajena a la del argentino intolerante y que su humildad choca contra la petulancia de sus compatriotas. Este mundial ha sido el cachetazo que los devuelve a la realidad. Argentina ha quedado fragmentada, se crearon ilusiones desde la utopía forjada de una resurrección apócrifa y un pase a octavos milagrosa. Lo que se viene es la búsqueda implacable de los culpables. Sean los jugadores o Sampaoli hay algo muy serio que deberán resolver desde su interna, más ceñida a lo organizacional y al margen de lo deportivo.
 
No es el mejor final  para esta generación argentina. Es el fin de ciclo en medio del dolor de un adiós que ya tenía su suerte anunciada. El fútbol no solo se juega en la cancha, menos a nivel de selección, hay detrás todo un soporte dirigencial que marca la pauta para el desarrollo de un proyecto serio. Esta generación, que disputó tres finales, puede que tenga alguna revancha en el corto plazo, pero ya no le quedará espacio en el próximo mundial para muchos jugadores. Quizás éste ha sido el último mundial de Messi y siempre existirá la eterna y absurda comparación, como la descabezada recriminación por no ganar una Copa del Mundo. Pero no será el fin de una carrera exitosa, la cual no está supeditada a un título específico. Lo que no se podrá borrar es este sinsabor, esta amargura que se queda impregnada al recuerdo de este mundial, donde en pocas horas se pasó del sueño a la pesadilla.

 


 
 

ROJO APASIONADO

Difícilmente volverá a ocurrir una angustia igual para los argentinos. Será imposible que se vuelva a presentar una situación de tensión al extremo y zozobra tan dramática. Más que por el resultado importante, es por lo que estaba en juego y por todas las cosas que se vivieron alrededor de este triunfo ante Nigeria, que a la postre, le dio el milagroso pase a Octavos.
 
No era un partido para definir cuartos, semifinal o la misma final. Era definir su permanencia en el mundial y evitar la hecatombe que hubiera significado, regresar a Buenos Aires con la vergüenza a cuestas y con todo un país esperando en Ezeiza para destrozar lo poco que les quedaba de orgullo. Lo sabían todos y lo afrontaron de esa manera. Pero les costó un pedazo de vida, jugar contra los nervios, la exaltación y la incertidumbre. Un drama digno de película de terror. 
 
Esta Nigeria, equipo duro, pero también dúctil con velocidad para la contra, había que pararlo en media cancha y hacer pressing. La formación estuvo dirigida a controlar primero y explayar juego después. Pero mientras transcurrió el primer tiempo, hubo más de fricción que lucidez. Mucha tensión y nervios que el juego asociado que no podían recrear.
 
Messi tantas veces reclamado tuvo que abrir el camino. El pase de Banega de 25 metros más fue un encargo para que resuelva Leo. Una recepción excepcional y control dirigido del 10 que dejó fuera al veloz defensa Omeruo, para acomodar el balón a su botín mágico y sacar un derechazo cruzado a lo crack. Un gol esperado, una reconciliación de Messi con el mundial, con su gente, que desgañitaba su emoción  contenida en un estadio conmovido. Un gol que reconfortaba la confianza. Y Leo en ese lapso, tuvo esporádicas, pero valiosas participaciones, dejando un tiro libre en el poste y los dedos del portero Uzoho, aparte de la habilitación a Higuain. Mas nada, de juego muy poco pero si mucho de rebeldía. 
 
Tan cuestionado en la semana y para nada excluyente la presencia Mascherano. Como tantas veces, asumiendo el papel de mariscal de campo. Metiendo, empujando y luchando todas arriba y abajo. Hasta que llegó la jugada fatal que lo puso de protagonista. Jaloneo en el área, falta de penal que puso en verdadero riesgo la clasificación. Porque a partir de ese momento Argentina empezó a jugar contra sí mismo, contra el tiempo y sobre todo contra un equipo africano que se crecía y lo estaba eliminando del mundial.
 
El reloj cruel verdugo en estos instantes, que no cree en nombres ni historias, seguía su marcha infernal. Todo iba camino al descalabro, el carro se desbarrancaba al abismo y no funcionaba ni el freno de mano. Pero desde arriba vino una mano, puede que haya sido el mismo San Petersburgo, quien se metió a la cancha y se fue por derecha, empujó a Mercado para que meta un centro con ayuda suprema y Marcos Rojo, definió con la pierna menos diestra, dándole el golpe de gracia a una agonía que parecía inminente y resucite a todos los argentinos que desataron su locura en el Zenit Arena y a punto estuvo de causarle una desgracia al propio Maradona. 
 
Ha sido una gran descarga emocional que no deja de lado el manejo de la interna mediática y que ha trascendido las esferas deportivas. Una prensa despiadada y una respuesta con retratos que han querido dibujar una realidad que deja interrogantes. La primera citada con el liderazgo de Sampaoli y su cesión en sus modos para que sean los jugadores los que asuman el protagonismo. Ante una situación tan complicada es mejor la conciliación. Las imágenes de Mascherano desmintiendo los comentarios voraces y la de Messi arengando, resultan simples modos y formas que pretenden brindar una imagen distinta, partiendo desde la avenencia que demuestre un compromiso que se refuerza con este agónico resultado. 
 
Argentina sigue en el Mundial, pero la deuda en lo que respecta al fútbol sigue vigente. Es cierto que ha mostrado temperamento, que hubo otra actitud, para evitar una frustración con visos de tragedia, que sigue creyendo en su capacidad y que Messi ha mostrado señales que desea mostrarse contra los mejores. Pero para superar las otras instancias, no solo basta con aquello, también debe mejorar mucho en orden y sobre todo en el juego.
 
Se viene Francia, un rival que tiene tantas individualidades juntas que se diferencian de esta Argentina que han recobrado la confianza, pero su mejor imagen se refleja en el rostro de Mascherano manchado de sudor y sangre, muestra de una lucha intensa para romper una realidad esquiva y por esa postal de Messi apeado en los hombros de Rojo. El mensaje es que el equipo va a entregarse más y los jugadores cargan con la responsabilidad de respaldar a Leo, para marcar una historia diferente.
 

 

GRACIAS MUCHACHOS!!!

El pitazo final ha sonado. El estadio Olympico Fisth de Sochi, con sus tribunas vestidas de rojo y blanco, deja escapar los canticos y rugidos eufóricos de los peruanos venidos de todo el mundo y se confunden en abrazos que acompañan sus sollozos. Un amasijo de sentimientos encontrados. Un cantico a la algarabía pero también al desconsuelo. Unos se abrazan y ríen, otros descansan su placidez en la mirada fija al horizonte, como queriendo recuperar momentos eclipsados. Algunos no se conocen, pero la magia del fútbol los ha hecho ser de una misma familia. Un panorama conmovedor que hace temblar el alma y quiebra a cualquiera. Resulta imposible poder contener algunas lágrimas que acompañen esa postal. Perú después de 40 años, ha ganado un partido en un mundial y con ello se ha podido romper otra racha, logrando que la despedida sea menos afligida y el regreso a casa no sea con las manos vacías.
 
Abajo en la cancha Christian Cueva se desploma, dejando caer su humanidad acompañado de un llanto inconsolable. El sentimiento de culpa por ese penal fallado ante Dinamarca, que a la postre pudo cambiar la historia de la bicolor en Rusia, lo llena de resentimiento consigo mismo. Seca sus lágrimas que le salen de adentro, con esa camiseta empapada de sudor por todo el esfuerzo compartido con esos compañeros, que se le acercan, que lo abrazan y consuelan, buscando darle ánimos. Siente que será difícil tener que llevar manifiesto ese instante, como una marca indeleble en el alma. Y es que si en algún momento se sintió como un héroe para todos los peruanos, al día siguiente fue el peor de los villanos. 
 
Era importante este partido contra Australia. Más allá del resultado, por cómo se llegaba. Con el ánimo y la desazón de lo injusto que fueron los desenlaces anteriores, la impotencia de no haber podido escribir de otra manera la historia, el susto de Farfán antes de jugar y la expectativa de todos los peruanos que deseaban lavar el alma de alguna manera. Gareca, tan ducho para improvisar formaciones, recurrió al equipo de la eliminatoria. El 4-2-3-1 nominal que inserta a Paolo como el gladiador que se faja arriba en soledad. Ante un equipo tan físico, el juego no se puede hacer estético, pero si funcional. Pero el engranaje costó hacerlo dúctil. Flores y Yotun imprecisos y Tapia que no terminó de recuperarse bien del golpazo. Juego mordido, luchado, sin claridad y con el rival encima siempre.
 
Pero si algo nos teníamos que llevar de este mundial, ha sido los gratos rendimientos de algunos jugadores. André Carrillo. Tantas veces lo decimos, si quisieras André, si quisieras. Este mundial ha sido su escaparate para un mejor futuro. Jugada calcada de eliminatoria. Pelotazo para que Paolo haga la diagonal por izquierda, control perfecto con parsimonia de crack, eleva la mirada y le pone un pase por derecha a Carrillo que sin que caiga al piso, se hamaca y empalma un derechazo monumental que vence Mathew Ryan. GOLAZO. Una alegría inmortal que todos los peruanos celebraron con lágrimas en los ojos, como si fuera la del campeonato mundial. 
 
El epílogo tenía guardado un espacio en la historia para Paolo Guerrero. Tanto tuvo que luchar, tanto tuvo que bregar para poder cumplir su sueño de jugar un mundial. Cueva que no hacia un partido redondo se interna en el área y deja un pase mordido. Y allí, en el área de 9, de goleador, Paolo saca a relucir esa pasta innata de “depredador”. Le gana el vivo al defensa y define incómodo de zurda a un rincón donde el balón entró sonriendo. La celebración, fue con todo el estadio, con todo un país entero. No se podía ir de este mundial sin dejar su sello y firma. El homenaje a su “hermano” Jefferson, fue una conmovedora muestra de retribución al amigo fiel, por el sueño cumplido, aunque no compartido en la despedida. 
 
Pero este triunfo que alegró a todos, a partir de hoy ya resulta anécdota. En el análisis frio y desapasionado, podemos afirmar que hoy nos pasó lo contrario a lo que debió ocurrir ante Dinamarca, que es donde perdimos la clasificación - contra Francia pudo pasar cualquier cosa- Australia nos metió en nuestro campo, no pudimos ser prolijos en el juego, nos salvamos de algunas muy claras, pero en la única que tuvimos, vacunamos. Algo que nos fue esquivo hoy nos tocó, aunque demasiado tarde. Tuvimos la efectividad que nos faltó antes y Gareca demostró su capacidad para recomponer al equipo en momentos adversos. La importancia de tener un plantel antes que un equipo. Echar mano de piezas de recambio y que funcionen de acuerdo a una idea consensuada de juego. Lo importante que ha resultado arriesgar con nuevos chicos que no han defraudado a este nivel de competencia. Nos quedan gratas revelaciones en Santamaría y Aquino que deberán sumarse a un colectivo que no presume de nombres solo de hombres, como el futbol moderno lo exige. 
 
El sueño se ha terminado y es hora de despertar. Más allá de seguir viviendo de este lindo recuerdo mundialista, quedan temas pendientes que no son excluyentes. La selección es la representación de un país y al margen de aquellos que juegan en el extranjero, son los clubes los que aportan sus jugadores, los que están obligados a la formación de menores y es donde se debe trabajar a fondo. Que de una vez por todas, el plan de la FPF de formalizar el futbol domestico se haga realidad y que los clubes peruanos trasciendan a nivel internacional. No siempre vamos a tener el mismo equipo de selección, ni el mismo DT, tampoco los astros se volverán a alinear. Se ha sembrado la semilla para respetar nuestra identidad y para que esta aventura mundialista se repita, será una consecuencia de acciones y de buenas decisiones. Retener a Gareca es el reto inmediato. Sostener este proceso, emularlo en el tiempo y sobre todo seguir en la misma senda es el objetivo. 
 
Nuestra selección se ha ido del mundial con música y algarabía. Tuvieron que pasar 36 años y 4 días con sus noches, para que los peruanos llenen un estadio lejos de la patria y canten el Himno Nacional conmoviendo al mundo entero. Aquella imagen de los jugadores despidiéndose de todo del estadio. Ese paseíllo que hizo el comando técnico para felicitarlos a cada uno y darle su real valía, el apoyo de todos hacia Cueva, ayudándolo a levantarse, el abrazo conjunto que demostró integración de grupo y la gente vibrando en la tribuna, deben ser las imágenes que signifiquen nuestro eterno agradecimiento a los muchachos, al comando técnico y a todos los que están detrás, por tantas cosas vividas. El futbol es tan generoso, que siempre te regala revanchas.
 
ARRIBA PERÚ!!!!.
 

SAMPALIO ARGENTINO

Argentina vive una hecatombe. Aquel colapso del primer partido con penal fallado incluido de Messi, su emblema futbolístico, lo puso en el abismo de la eliminación. Croacia lo vapuleó ante el mundo con un contundente 3-0 y cada gol fue una puñalada en el ego recurrente de su gente. Pero este desastre tiene un origen visible. No por nada se ha cambiado tanto de técnicos y en tan corto tiempo, que no han permitido culminar un periodo ni del mediano plazo. Imaginamos un vestuario caliente, donde prevalecen los entornos amicales y condescendientes. Un ambiente donde prevalece un desgobierno, más por parte de los que son privilegiados cercanos a Messi, que por propia decisión del capitán argentino. Aquellos que no se ajustan  a los hábitos costumbristas de esa rosca, sencillamente no tienen un lugar que les permita, por lo menos sumar a su selección, futbolísticamente hablando. En ello se incluye al entrenador de turno.
 
Y muy al margen de lo que puedan decir sobre Messi, no pasa por lo que el astro argentino decida que se debe o no hacer, sino por esa devoción extremista de cada técnico que ha intentado rodearlo de jugadores virtuosos, tratando de imitar su rendimiento en el Barcelona. Y nadie se ha puesto a pensar que Leo es un producto de formación netamente del equipo catalán, nunca ha jugado ni sentido el futbol argentino y adicionalmente a ello, es un ser humano con cierto grado de dificultad para manejar las situaciones de presión. Es de esos genios que solo saben expresarse a través de su talento, Pero los argentinos, sometidos a siempre tener un tótem de referencia, han persistido en esa estúpida como antipática comparación con Maradona. 
 
De pronto Messi, sea un jugador de talla limitada y siempre deberá estar rodeado de excelentes jugadores para brillar. En la selección argentina, nunca encontró ese entorno y de ahí habría que partir para generar un análisis más concreto. Y en la opinión mundial, van más allá del raciocinio lógico, pues le asumen responsabilidades que de pronto ni siquiera le correspondan. Le ha pasado tantas veces en situaciones de presión, su carácter esquivo y ermitaño, lo ha hecho desaparecer cuando todos le reclaman que debe asumir ser el mejor del mundo o el salvador de una Argentina, con jugadores sobrevalorados y que ni por atisbo demuestran su real valía a nivel de selección. Pergaminos que él jamás ha pedido que se le concedan y por el cual siempre será juzgado y vilipendiado. 
 
Pero el tema no solo pasa por lo que haga o deje de hacer Messi. Para Sampaoli, que se fue de Chile cuestionado por un problema muy grave de acusación de una actuación dolosa. Le ha costado encontrar un equipo base. Su propuesta ha estado siempre vinculada a preponderar “El equipo de Messi” como una forma de anclar su capacidad al rendimiento de Leo. Hace alarde de dimensión extremista de las habilidades de Messi y sobre ello pretende armarle un entorno. Acaso y entendiendo que Leo requiere que lo acurruquen y lo protejan de todo mal, a costa de no encontrar un funcionamiento básico. Sin una identidad y menos idea de juego. Los cambios constantes de jugadores y sistemas, sobre la marcha, contra el tiempo, no representa un trabajo serio. Es cierto que los jugadores son los protagonistas, pero sin un líder detrás, como dicen los argentinos, todo se hace un quilombo.
 
Croacia tenía en sus planes hacer un buen partido, sostener algún resultado positivo desde su posicionamiento estratégico del 4-2-3-1, relevos para recuperación del balón. Con un nivel superlativo de Modric y Rakitic, para las coberturas y control del juego y un constante martilleo de contra, con un Rebic efectivo y Mandžukić siempre peligroso. Sampaoli muy avezado tiró una línea de tres, tratando de copar el mediocampo. Agüero de punta, Messi y Meza por los lados. Mascherano y Enzo Pérez por el medio buscando que Salvio y Acuña sean alternativas por bandas  La disputa en el medio dejaba a una Croacia que formaba un triángulo quitando espacios estableciendo mayor posesión del balón pero sin lastimar en extremo.
 
Pero estaba escrito que Messi no quería estar en la cancha, que había un fastidio en el ambiente y que la fatalidad le tocaría a Caballero errar en un despeje y le abra la puerta al enemigo. Rebic primero que lo fusila sin piedad, después Modric, en una jugada monumental, remata y anota de forma exquisita y para cerrar Rakitic, ante la pasividad, holgazanería e impotencia de la zaga gaucha, que se arrastraba en el verde, para colocar este 3-0 que llena de angustia y de dudas el pase de este limitado equipo argentino, que ha dejado en manos de terceros su suerte en este mundial.
 
Resulta decepcionante esta Argentina. Quizás sea uno de los peores equipos, en materia de funcionamiento de los últimos tiempos. Así tengan a Messi, el futbol de hoy reclama primero un funcionamiento colectivo, para que salga a relucir la individualidad. Ese desgano, ese nulo compromiso de los que deben asumir su renombre mundial, tan desprestigiado por ahora, le pueden significar un descalabro imposible de remontar y ser el fin de una era. El final de la presencia cuestionada de Messi y los que hacen de su entorno una anarquía. Lejos de ser solo el fin de un ciclo, podría ser el epilogo de una realidad interna para la selección de un país siempre obligado a ganar una copa, que por ahora solo demuestra nivel de participante.
 
Argentina carga hoy una mochila del pasado que le pesa más de la cuenta. La perturbación y la incapacidad del presente, lo hace ser un espanto para mirar el futuro. A Messi, lo van a seguir cuestionando y vapuleando, desde la bobería de la eterna comparación. Leo es un chico que solo quiere jugar al futbol y conseguir logros con su innegable capacidad. Pedirle que sea líder o el salvador solo es una estupidez creada por los que viven a sus expensas. Para que sus ácidos críticos puedan entenderlo, primero deben convivir con un hijo genio en casa. De carácter noble y ermitaño, con rasgos de Asperger. Con una habilidad extraordinaria para desarrollar su talento, pero con una bizantina capacidad para resolver una situación de conflictos o sostener una responsabilidad extrema. A ese genio no le debes exigir nada, solo apoyarlo y disfrutarlo.
 

COMO NO TE VOY A QUERER


“Como no te voy a querer... Como no te voy a querer, si eres mi país querido, mi país bendito que me vio nacer”...
 
Pero como duele esta derrota. Tanto como la anterior, pero esta es una congoja que rasga nuestra franja del pecho, porque es la despedida. Duele una vez más, por la forma como se ha generado, por todo el entorno apasionado que el pueblo peruano se había forjado en este mundial. Por todo ese tiempo que nos habíamos guardado nuestra emoción y explotado por cada rincón del mundo, donde han conocido en vivencia propia, ese amor que los peruanos tienen por su tierra. Duele tanto, sí. Porque el equipo entregó todo lo que tenía sin reserva, equiparando la misma devoción de su pueblo que lo acompañó en las tribunas de Saransk y Ekaterinburgo, entonando conmovidos el Himno Nacional. Es difícil esconder nuestra tristeza, pero debemos estrujar el pañuelo del desconsuelo y juntar las manos para el aplauso interminable, para mostrar nuestro reconocimiento y gratitud.
 
Ante Dinamarca era el partido clave para buscar la clasificación. La derrota nos condicionó jugar contra Francia, con la ansiedad de buscar obligatoriamente el triunfo. Era una epopeya, por el equipo francés y la constelación de estrellas que tiene y que cuando se unen hacen de su colectivo muy funcional, dinámico y letal de contra. Pero este Perú ha logrado consolidar su forma de jugar como una marca registrada y ha demostrado que puede jugarle de igual a cualquiera. Gareca con un 4-2-3-1, dejaba a Farfán en el banco buscando con Paolo presencia en el área y no dejar salida a Varane y Umtiti. Pero despercudidos de todo apasionamiento, diremos que a Paolo los siete meses de inactividad le pasaron factura. Un mundial es otra cosa. Farfán potencia al equipo y ante Francia, la única forma de emparejar el juego era con jerarquía. 
 
Francia ya tenía estudiado a Perú. Su 4-3-3 con Pogba, Kanté y Matuidi con mucha sobriedad para ser soporte defensivo y apoyo ofensivo a Mbappé y Griezman en extremos y Giroud, que entró para incomodar a nuestros centrales. Sin Tapia el reemplazo resulto siendo la consagración para Aquino. No solo para la marca, también para el juego mismo y pisar terreno ajeno. Yotun nunca termina de acomodarse por la presión de Kanté –un jugadorazo- el enganche de Griezman que ocupaba los espacios y las diagonales de Mbappé, que generaban desequilibrio. La salida peruana desde el fondo, fue donde Francia puso atención y la recuperación del balón se hizo en tres cuartos. La movilidad constante de sus atacantes desgastó a Rodríguez, que sintió el trajín. Santamaría, fue una vez más una grata realidad.
 
Si bien es cierto Perú ha demostrado mucha identidad en el juego, no es mal menor que el pelotazo a Paolo, nos hace tremendamente previsibles. Con mucho pressing la asociación de Flores y Cueva generaron la única opción de gol que Paolo define mal. Pelando más que jugando, pero nunca declinando. El propio Paolo pierde en salida y genera la jugada fatal, que termina en el gol que a la postre nos saca del mundial. El ingreso de Farfán fortalece al equipo que gana en la posesión. Carrillo -que ha hecho un mundial excelente- trasciende cuando encuentra espacios o cuando inventa generarlos. Cueva sin hacer un partido redondo, siempre es opción para el desequilibrio. Perú luchó, demostrando amor propio y no se dejó avasallar, puso a Francia en posición defensiva, dominó territorialmente, pero una vez más la efectividad ausente, nos carga la mochila de la capitulación. Francia es candidato a ganar el mundial, su profundidad debe crecer en la medida que pasen los partidos.
 
El resultado nos ha quebrado a todos. Las lágrimas de nuestros jugadores, son las mismas que derraman hinchas en las gradas pintadas de rojo y blanco. Son las mismas que enjugan hoy los 33 millones de peruanos que teníamos la ilusión encendida siempre, quizás algunas más exageradas que otras. Pero son lágrimas también de orgullo marchito, porque peleamos los dos partidos, nos pusimos al mismo nivel, sin ningún tipo de timidez. Quizás hoy tengamos que determinar que esa falta del control de las emociones, nos llevó a cometer los errores en momentos cumbres, cuando la sapiencia y el raciocinio son parte de la jerarquía, esa que se consigue con la competitividad de los jugadores y la trascendencia individual que logren en sus clubes. 
 
Perú ante los ojos del mundo ha dejado un lamento anónimo, de todos los que han resaltado la idea consciente del juego. Esa identidad de la que siempre anduvimos extraviados. La forma atrevida de jugar sus partidos sin importar quien está al frente. La exposición de sus nuevos nombres en la constelación mundial del futbol. La aplicación en la prédica de Gareca, que el futbol se juega con la cabeza y se ejecuta con los pies. Para que de una vez por todas, sintamos que no fuimos a participar simplemente y hemos entrado de manera directa a ser invitados de honor a la fiesta de la competencia mundial del futbol. 
 
Hay que ser conscientes que tenemos carencias y con muy poco los hinchas nos hicimos demasiadas expectativas y es natural, soñar es gratis y despertar a veces suele ser ingrato. Esas cuatro décadas nos hizo guardar mucho apasionamiento. El futbol siempre será regido por el resultado, es inevitable. Pero no es excluyente, que siempre será importante la forma como se llega a él. Aunque la desazón nos impida mirar más lejos, para afrontar el futuro, primero hay que poner los pies en el suelo. El recambio generacional incluye a una gran parte de este plantel, donde todos son necesarios e importantes, adicionando a esos chicos sub 20 que acompañaron la aventura mundialista.
 
Nos queda una última presentación. Australia por su forma de juego, puede ser mucho más difícil que Dinamarca o Francia. Pero aunque ya no sean valiosos los puntos, se espera sea una oportunidad para que el hincha peruano que empeñó la camisa e hipotecó su sueño mundialista, pueda gritar un gol peruano y celebrar un triunfo. Realmente se lo merece, porque en la tribuna fue el campeón mundial. Será la oportunidad que tenga esa muchedumbre de peruanos,  para despedir a su selección que se va con la frente en alto. Será una oportunidad para que todos nos sintamos una vez más representados y agradecidos. La ocasión para decirle mirándolo a los ojos y tocándole el corazón… “Perú, por tantas emociones vividas, como no te voy a querer”.

BEM-VINDO À COMPETIÇÃO

Que Brasil siempre es candidato a ganar la copa del mundo, siempre es una premisa, que no tiene mayores objeciones. Últimamente no supera a sus rivales, los aplasta sin miramientos y con la sonrisa en la boca. Que tiene un plantel rico, es tan cierto como que sus encuentros los afronta como un parque de diversiones, donde cunde el jolgorio y la payasada pura. Que es un gigante que ha recuperado su identidad y a su génesis biológico le ha adicionado vértigo, precisión y dinámica, es una realidad justa y sin cuestionamientos. Pero esto es un mundial y aquí se juega a otra intensidad, otra forma de afrontar cada encuentro y no resulta nada bueno que en el partido debut, se exagere en la exigencia física y se quemen todas las naves.
 
Esta Suiza, que no tiene nada que ver con su última participación mundialista. Es un equipo más luchador y que suple su carencia de futbol, con mucho recorrido y juego aéreo. Brasil salió como siempre, seguro de sí mismo, triangulando y reposando su juego en el desequilibrio de Neymar. Pero su juego no era aniquilador, era más bien tímida e incluso previsible. Hasta que apareció Coutinho. El nuevo crack del Barcelona recogió fuera del área un rechazo de Zuber y ensayó una rosca descomunal. El balón haciendo una parábola que pareció salirse de la cancha, dobló hacia el arco suizo, tocando el parante y logrando un pedazo de gol. GOLAZO!!!.
 
El gol dio seguridad a Brasil que empezó a dar indicios que estaba a punto de comenzar la fiesta. Pero solo fue un chispazo. Juego horizontal con poca profundidad. Suiza bien posicionada, obligando al traslado horizontal de Neymar y Coutinho. Fallando continuamente en el pase final, ante una Suiza solidaria, defendiendo hasta con 9 hombres. Cortando los circuitos, pero sin generar peligro.
 
Fue en el segundo tiempo, que Suiza recupera terreno. Una ligereza de Marcelo regala un tiro de esquina. Brasil defiende mal y Zuber, haciendo una falta de palomilla, desacomoda a Miranda y con un frentazo empareja el marcador. Los reclamos del VAR no tuvieron oídos en el árbitro mexicano Ramos. Brasil perdió el control  se vio impotente de manejar los hilos, como lo hacía antes de llegar a Rusia. Era muy precipitado, previsible y de escasa profundidad.
 
Con el colectivo aprisionado Tite buscó revertir el desacomodo, Paulinho y Casemiro, dan pase a Fernandinho y Renato Augusto, para darle más juego asociado. Nada resultó y Brasil se vio supeditado más a la individualidad que al engranaje demoledor. Primero Gabriel Jesús en un penal que no fue  Firmino y luego Coutinho, ante gran pase de Neymar, la tuvieron pero no lo lograron. 
 
El tiempo se fue diluyendo como los intentos cariocas. El pitazo final dejó un sinsabor, mas por la expectativa generada que por el funcionamiento, propio de un partido debut en un mundial. Un Brasil desesperado arañando el epilogo no es el mejor final para el mayor candidato a ser campeón. Suiza sacó un buen resultado y a Brasil le jalaron la camiseta. Esto es futbol y ya no es preparación, es el inicio del Mundial. Bienvenidos a la competición.
 

 
 
 

EL TRI...UNFAZO!!!

TRI...UNFAZO. Por la trascendencia de romper un record y por la forma como México afrontó este partido. Un equipo que tuvo una accidentada despedida de solteros, con escandalo incluido y que llegaba a la justa mundialista, presionado a regresar con algo valioso bajo el brazo. De alguna manera, para limpiar tamaña afrenta a la hinchada mexicana, sobre todo a la prensa, que espera con las uñas afiladas, para despedazar a los jugadores ante los posibles resultados negativos.
 
Y vaya que respondieron con creces. Se plantaron ante el gigante alemán, sin ningún tipo de complejos, para hacer de su debut una demostración que en el futbol de nuestros días, van quedando lejanos las supremacías, sobre todo esas que se pintan tan solo con la historia. Ya nada se hace predecible, las rachas están hechas para romperse y así fue entendido por “El Tri”, que se presentó en la cancha del estadio Luzhniki con una táctica especial de pressing en todos los sectores del campo, sorprendiendo al cuadro alemán, acostumbrado al orden y la versatilidad, para imponer su ritmo. El desconcierto teutón fue lo opuesto al orden mexicano y la intensidad para someter al campeón vigente, sin ninguna capacidad de reacción.
 
México hizo una clara demostración de juego asociado, solidario para hacer los relevos y compacto para defenderse. Alemania tuvo en su mediocampo, su peor expresión. Maniatado, sin ideas y desordenados para recomponerse en pleno partido. México con simple triangulación y movimientos lograba superar esa barrera, encontrando una defensa teutona frágil, desacomodada y terriblemente insegura. Khedira, Toni Kroos, tampoco Thomas Müller rindieron en el nivel acostumbrado. Este equipo alemán, no es el mismo del 214, aunque hoy siete de ellos hayan participado en aquella final.
 
Hirving “El Chucky” Lozano fue el héroe del partido, al anotar el gol del triunfo. En una jugada colectiva, de recuperación de balón en campo propio y veloz contragolpe. Pases justos y efectivos sembrando oponentes, para que Lozano, con tiro seco al primer palo de Neuer, decrete el único gol, que puede cambiar el destino del grupo. Si Alemania por obra de este resultado no lidera el grupo F, podría chocar en octavos contra Brasil. Repitiéndose la historia del anterior mundial y del holocausto brasilero del 7-1. Recuerdo imborrable, como nefasto para los cariocas que reclamarían venganza.
 
Lo pudo liquidar México, en más de una oportunidad. También se lo pudieron revertir. Pero el resultado final ya es histórico. Haber derrotado a un rival de la envergadura de Alemania en un mundial, acostumbrado a aplastar rivales, es algo que marcará un antes y un después. De pronto ya es decepcionante y una situación a la que no estaban acostumbrados, para los alemanes, como lo aceptó su DT Joaquin Löw. Por su parte México superó y ante un gigante, algo de lo cual siempre se lamentaron, sostener un resultado. Que sea el inicio de algo bueno, será su única responsabilidad. Hoy tienen motivos para llorar, pero de muchísima alegría.
 

 

A LEVANTAR CABEZA

Que difícil se hace digerir esta derrota. Se hace un nudo de impotencia en la garganta, por todo lo vivido dentro de la cancha. Por lo cerca que se estuvo para alcanzar un triunfo. Por el esfuerzo y la entrega del equipo. Por todas las circunstancias que se han dado alrededor de este encuentro ante un rival tan difícil como Dinamarca. Por todo ese marco impresionante en un estadio ajeno por distancia, pero que se hizo tan nuestro por todos los corazones y almas peruanas que pintaron de rojo y blanco sus gradas. Un escenario conmovedor, desde el canto emocionado del “Contigo Perú” y el Himno Nacional, que nos hizo derramar lágrimas sinceras de emoción a los 33 millones de peruanos, viendo a nuestra selección en un mundial después de tantos años de espera. 
 
Nada que reprochar, demasiado por agradecer. Desde los huevos de Gareca para imponer su personalidad sobreponiendo al clamor popular. Dejando en el banco a Paolo, en una simple aplicación de teoría de conflictos. Cuando ya tienen bien analizada nuestra mejor opción, puede que escondida resulte mejor estrategia. El equipo parado en un 4-2-3-1 con Farfán de 9 y Carrillo con Flores para sostener la franja. Un comienzo intenso, el toque fino y velocidad para asociar el juego en la precisión de Yotun, los desbordes de Carrillo la entrega de Farfán y la habilidad de Cueva. Los  cambios de ritmo y de lado, trataban de desestabilizar a una Dinamarca que tiene oficio, es un equipo fuerte cuando hace bloques y trata de neutralizar al rival. El posicionamiento peruano, lograba imponer su ritmo, había un claro dominio y estábamos más cerca del área enemiga que de la nuestra.
 
Cuando Dinamarca despierta, hace la presión a nuestra salida. Sisto encima de Advíncula y Poulsen imponiéndose sobre Flores. Tapia sin espacios y Yotun tirado muy a la izquierda, obligaban a que Cueva o Farfán retrocedan más. La asociación se hizo más difícil de sostener para los nuestros y el rival impuso su dominio, manejando mejor el balón y salida más dúctil. Fuimos más emotivos que efectivos. Se crearon las oportunidades, pero no se concretaban y ello aumentaba la tensión. La fluidez del juego pasaba primero por controlar la dinámica que imponía Dinamarca, para pasar de defensa al ataque, siendo corto o largo según la necesidad. Carrillo en su mejor expresión fue el baluarte, para generarse espacios, para hacer las diagonales y el desequilibrio que extraviaban la contención danesa. Cuantas veces lo hemos dicho, si quisieras André, si quisieras. Este mundial puede ser tu trampolín de la consagración en un equipo de élite.
 
La jugada crucial y que marco el punto de quiebre, la creo Perú con una elaboración atinada, con mucha paciencia y sensatez para las pausas. Cueva se interna en el área, hace el freno y Poulsen que queda desairado se lo lleva puesto. Tuvo que sonar la alarma del VAR para el cobro del penal. Justo cobro en un momento crucial del partido. Cueva, con el globo terráqueo de la esperanza de los 33 millones de peruanos en la cabeza, asume la responsabilidad y le da muy abajo, con Schmeichel vencido, su disparo se fue perdido en la tribuna. Allá donde estaba el hincha peruano -el mejor del mundo- ese que primero en Buenos Aires, después en Miami, Suiza y en Rusia, ha hecho su propia historia, copando las ciudades, invadiendo los entornos ajenos. Ese hincha que ha jugado su partido y que sintió partirse en dos, ante esta oportunidad perdida. 
 
Para el complemento Perú ansioso y Dinamarca más consistente. Se creaba peligro, se llegaba al área, a veces solo con el talento, con las ganas, pero también con buenos momentos de futbol. El 4-3-3 que defensivamente obraba bien, ofensivamente movía la defensa danesa, sobre todo desde el desborde y la individualidad para internarse en el área. Con un Perú jugado, vino la fatalidad, en el único error defensivo compartido. No se retarda la jugada ni se hace presión cuando se pierde el balón y la contra es mortal. En un solo pase Eriksen queda libre para habilitar a Poulsen que enfrenta a Gallese y la pone por su palo. Virtud en salida danesa, única desconexión defensiva peruana. Un gol que nos rompió el corazón a todos.
 
No hay que desmerecer la entrega peruana.  Al final tuvimos momentos muy buenos, con más claridad cuando ingreso Paolo ante una defensa desgastada. Cueva y Carrillo generaron varias ocasiones, Rodríguez de cabeza y la más clara de Farfán, que hizo héroe al portero Schmeichel. Aquel taconazo de Guerrero, con recursos de crack, que a estas alturas estaríamos hablando de uno de los mejores goles de los mundiales. Fuimos eficientes pero la eficacia, fue nuestro peor rival. Nos tocó esos partidos, donde puedes amanecer jugando y el balón nunca va a entrar. Llamémosle suerte, fortuna, azar, destino o fatalidad. Algo de ello hubo. En el fútbol, la efectividad también requiere un poquito de esa extraña ayuda. 
 
Tanto tiempo el peruano oprimido, que en sus ansias su deseo escondió. Tanto tiempo esperamos este momento y un resultado adverso, en estas circunstancias, no nos puede sacar del contexto. Analicemos como llegamos al mundial, cuánto costó y cuanto hay que agradecer a estos chicos que hoy nos representan. Es natural la sensación de rabia e impotencia, pero lo más importante es que el equipo se la jugó entero y hemos empezado a competir, para romper la historia de la pelada participación. Como diría el gran ausente, Daniel Peredo “No sé si es justo, solo que es cierto”. Tan cierto como que el futbol no entiende de justicias y no queda más que mantener el aliento, para decirle a este grupo, que es hora de levantar cabeza, porque nada aun se ha terminado.
 
 
 

TREMENDO LIO

Tan negra como su camiseta, tan opaco como su presente en el juego y tan predecible como sus intentos por completar minutos, antes que por trascender. Así es esta Argentina. Y no solo pasa por como juegue Messi y si como hoy haya terminado de desvanecerse a sí mismo en la ejecución de un penal que erró, cuando toda la confianza de asolapar un partido malísimo, se pensaba esconder como basurita debajo de la alfombra. Es tan predecible el juego de Argentina que solo basta seguir el balón para localizar a Messi, es el que acelera el juego o lo adormita cuando no participa e incluso atrae la atención de sus propios compañeros, que se limitan a ser comparsa, en una feria donde cada uno debe ser protagonista –o intentarlo al menos- con una parsimonia digna de protagonistas aburridos del escenario que están pisando.
 
Desde hace un tiempo presente, Argentina es un equipo con jugadores supervalorados, no son lo que figuran en el álbum de figuras estelares y el solo hecho de ser paisanos de Maradona o Messi, les crea una imagen desproporcionada de sus virtudes y capacidades, como de su real jerarquía. Es verdad que Messi debe ser el indicado a trascender, su capacidad es una obligatoria necesidad. Pero este tema pasa primero por razonar que Leo es un genio ermitaño, al cual hay que arroparlo con jugadores que tengan su mismo pensamiento futbolístico. Quizás solo el Pep Guardiola haya sido capaz de entenderlo y hacerlo subir a su pico más alto de rendimiento. Con Argentina no pasa aquello y se le carga la mochila con comparaciones desproporcionadas y calenturientas. Además de ello se suma que los que deben acompañar, entran en un letargo aburrido, insípido y paupérrimo como sus legajos que acompañan sus nombres rutilantes del firmamento futbolístico.
 
Y hay un problema de formación para Sampaoli. Tiene una nación encima que funge de entrenador y exige resultados inmediatos, proponiendo nombres a diestra y siniestra. Y en su afán de darle gusto a todos hace un llamado con los mismos de siempre y los nuevos que aunque no tienen bagaje internacional, los inserta al plantel tratando de conformar a todos. Pero su propia propuesta está muy distante de ese juego asociado, compacto y agresivo que hacía de Chile un equipo que le podían hacer 3 goles pero lograba remontar con 4 o 5 para revertir los resultados. Hoy esta Argentina, es un equipo sin revoluciones, carente de intensidad y asequible a rendimientos limitados.
 
Ante una Islandia de juego torpe y taxativo, el equipo no fue capaz de lograr inventiva, cambios de ritmo. Muy sujetos a un planteamiento 4-2-3-1 que por momentos de hizo 4-3-3 para retroceder compacto. Pero se hace difícil el juego cuando no funcionan los posicionamientos. Hay lentitud en la salida de los volantes de primera línea y los que hacen el enlace. Muy estáticos y abusando la retención del balón, no hay una búsqueda de la horizontalidad, los cambios de frente. La dinámica propia de jugadores de nivel que saben ubicarse y moverse entre líneas. Su juego se hace previsible como incapaz de generar espacios, luciendo incómodo para generar juego y menos para originar peligro real en cancha ajena.
 
Un problema serio el de Argentina con el balón. De cara a lo que se viene deberá mejorar en todas sus líneas y en el colectivo que propone Sampaoli, muy al margen de lo que haga Messi, que esta vez  -como otras veces- se fue desvaneciendo en el transcurso del partido y terminó de apagar las luces, al fallar el penal que hoy lo hubiera puesto –como otras veces- como el héroe salvador de esta Argentina que quiere trascender con mucho de nombre  y poco de hombre. Quién lo diría que mientras Caballero, un arquero de nivel, fue un manojo de nervios en el arco argentino, en el otro Halldorsson, un director de cine que hace de arquero, entró en la historia, al atajarle un penal a Messi, justamente cuando cumplía 12 años de su debut en un mundial.
 
 
 



GALLITO DE PELEA

Es el rival más fuerte del grupo en teoría, por los jugadores de categoría que tiene desperdigados por el ámbito de la alta competencia, por su historia competitiva y porque Francia siempre es un candidato a pelear el título de cualquier mundial de futbol. Es la bestia a enfrentar con mucho cuidado y del cual la mejor referencia es la constelación de nombres, que brillan en sus clubes, pero que aún no ha podido hacerse fuerte en la asociación para el juego colectivo.

Australia es la contraparte, es el equipo a vencer en el grupo, dudamos de sus capacidades y lo ponemos casi como el furgón de cola. Pero nos olvidamos que esto es un mundial, entre un partido y otro hay mucha diferencia. Los rivales más débiles, pueden hacer el partido inaugural jamás imaginado y cambia toda la historia.

Francia es inmensamente superior a Australia, desde todo punto de vista. Pero llevar al marcador esa superioridad no le ha resultado fácil. Se encontró una realidad distinta, logrando una victoria opaca, con ayuda de la tecnología que dejó un sinsabor lejano a su capacidad arrolladora. Dos aspectos tecnológicos certificaron su victoria, primero con el uso del VAR para un penal convertido por Griezmann y después con el ojo de halcón para el tanto definitivo, con rebote de Pogba. 



En estos tiempos de funcionamientos muy estrictos para defender, Australia llevó a su estado de confort a una Francia que asomaba soltar todo su poderío, pero que se fue dejando estar. Siempre bien agrupados y obstaculizando el accionar galo, acortando espacios y trabajando en bloques. Los dirigidos por Mark Van Markwijk, no se arrugaron ante la categoría de su rival,  tuvieron la posesión en los primeros minutos pero, a falta de recursos, usaron su mejor arma, la pelota parada. Después de un par de intentos vulneraron el pórtico de Lloris.
 
Francia, es una de las favoritas a ganar el Mundial de Rusia, pero su debut no ha sido auspicioso. Los dirigidos por Deschamps logran su primera victoria en la Copa del Mundo, apelando a su mayor esfuerzo ante unos australianos que demostraron que en el grupo C no existen rivales asequibles y les va a costar a todos dar más de sí mismos para mejorar futbolísticamente, si quieren aspirar al logro de objetivos mayores.

 


 

TRES VECES CRISTIANO

Podrán discutir su ego super dimensionado, su extravagancia para tomarse las cosas y su extralimitado desborde de superioridad, cuando se describe a sí mismo y hace alarde de sus cualidades personales. Pero jamás será materia de discusión, ni siquiera con el pensamiento, su capacidad de aniquilación en el área y la fortaleza que posee para mentalizarse en sus objetivos mas lejanos, que le permiten revertir los momentos críticos. Una gran capacidad inventiva para la generación de juego asociado, con una constante movilidad que desequilibra las posiciones rivales. Cristiano Ronaldo, un animal del gol, un tocado por algún ser superior que lo hace bendito en la efectividad consumada. 
 
Un tremendo partidazo este Portugal – España, por la dimensión de los equipos y por la trascendencia de sus historias enfrentadas. Un partido perfecto para CR7. Prácticamente lo empareja solo, con Hat Trick inolvidable, para hacer del mejor partido del mundial, hasta el momento,  una forma de medición de su real valía para lograr la eficacia. Y la capacidad técnica de CR7 no solo ha pasado por los goles, va también asociado a sus movimientos perfectos. Para sacar de su lugar a Piqué y aislarlo de Sergio Ramos, para generar juego y  sean sus compañeros los que también trasciendan. Algo que no ocurre, como si logra con el Real Madrid a quien ya le dio tres Champions seguidas. 
 
Esta España golpeada en el ánimo, pero muy consciente de su valía, no deja de ser ese equipo compacto y muy exquisito por momentos, con una contundencia fuerte arriba. Los años de Iniesta quizás, lo hacen más vulnerable para aislarlo del juego, pero tiene en Isco y Busquets socios que no dejan que su hipnótico talento se termine de despedir. España más dispuesto a la posesión y la recuperación del balón. Hierro debe seguir el trabajo pre concebido antes del despido de Lopetegui. Portugal agresivo y solidario, para arroparse con criterio y desde la voz de CR7 salir en tropa para la contra. Allí se hace importante CR7, cuando encara, cuando enfrenta la dificultad con personalidad. Ha tenido partidos, donde ha preferido la espera y la quietud para ser oportunista. Hoy no solo fue el mejor jugador portugués, fue todo Portugal representado en sus botines.
 
 
 
Y  fue un partido de 6 goles, España hizo dos en los pies de Diego Costa y una joyita de Nacho, que pareció pegarle con una raqueta. Pero por parte de Portugal, los otros tres del empate fue obra maestra de CR7 el último balón de oro. El primero se fabricó un penal con una bicicleta previa, que cuanto más conocida es, más difícil se hace de parar también. El segundo fue a pura intuición, con la complicidad del portero De Gea, que se come el gol por la potencia como le pega de zurda Cristiano. Y el tercero fue una obra de arte. Es difícil cerrar el estadio, al inicio del mundial, pero bien que lo merecía. Tiro libre y mucho tiempo que no ensayaba ese misil que le valieron otros memorables goles. El balón se metió, por el último hombre, haciendo una parábola, besando la red y dándole las gracias por tremenda joya. Pedazo de gol, que digo gol GOLAZO.
 
España muy al margen de esta actuación colosal de CR7, es candidato siempre, asocia muy bien. Toquetea y fabrica peligro desde la inventiva de sus hombres, Ramos cuando decide jugar es portentoso atrás. Hoy hizo un juego intermitente, pero muy efectivo de forma vertical. Posiciona y triangula con eficacia. Para su mala suerte, hoy se topó con un Cristiano celestial que se hizo gladiador material. Un animal de linajudo pelaje, corajudo y mas líder que nunca, que quizás haya hecho su mejor presentación en la historia de los mundiales. El mejor delantero goleador que puede ser capaz de cambiar la historia de un partido y quien sabe también de un mundial.
 
El marcador final lo dice todo: CRISTIANO RONALDO 3 vs ESPAÑA 3
 
 

A LA URUGUAYA

Lo tuvo que ganar a la uruguaya. Cuando el reloj se hacía el peor de los enemigos y la confianza iba dando a lugar a la desesperación. José Giménez terminó de héroe, con un testarazo al minuto 89, que levantó al pueblo oriental y le brindó una satisfacción al maestro Tabarez, un viejo zorro del futbol. Solo su sapiencia de los años le pudieron brindar la lectura de las instancias finales, ante un rival como Egipto, que en el tiempo ha mejorado futbolísticamente y no solo por Salah, que es su emblema, porque tiene otros nombres que no son demasiado rutilantes, pero que colectivamente trabajan meritoriamente.

Se había trabado Uruguay, en un juego donde su 4-4-2 clásico lo hacía largo y aislaba a Cavani y Suarez, pues si bien es cierto ha renovado los nombres de Vecino, Arrascaeta, Nández y Bentancur, son hombres técnicamente dotados, pero con un gran énfasis defensivo y al no tener la claridad de los antiguos, para lograr la salida grupal y los replanteos a la hora de hacerse verticales, el funcionamiento táctico, resultaba muy estrecho entre líneas. 



Solo una muy clara tuvo el “pistolero”,  que pudo abrir el partido. Egipto, con juego asociado haciendo un 4-5-1 desdibujó la fluidez del juego charrúa. Sin Salah como referencia ofensiva, le costó hilvanar de cara al arco de Muslera, pero dejó la sensación que con su mejor exponente, debe ser el segundo clasificado.

El maestro Tabarez, tuvo que recurrir al banco para corregir los automatismos y la perdida de la posición para recuperar el balón y ser más incisivo encarando por bandas. Hay un matiz de equipo en plan de renovación, que le falta engranar el medio con Suarez y Cavani, por eso el ingreso del “Cebolla” Rodríguez y Sanchez, volvieron a dar ese aire extrañado en buena parte del encuentro. El gol fue un premio agónico a la insistencia, a veces desesperada, errónea, pero eficaz al fin, imagen típica de la garra charrúa. 

Uruguay o ganó en la recta final, a una Egipto, en la que no jugó finalmente su estrella Mohamed Salah, pero que dejó una sensación de mejora en el tiempo. Este primer partido de la primera jornada del Grupo A del Mundial Rusia 2018, deja a Uruguay y a Rusia adelante en la lucha por pasar esta fase de grupos. 

Finalmente se esperaba que este sea un duelo de faraones. El egipcio Salah quedó en el banco por precaución. El uruguayo Godin, fue baluarte, para empujar el equipo en los momentos difíciles.


LA FIESTA DEL FUTBOL

El futbol nuevamente está de fiesta, como cada cuatro años, ha llegado la hora de la justa mundial. Años que se van haciendo letargos de tiempo cuando la clasificación se va haciendo esquiva para unos y venideros nuevos días, para otros, cuando se aseguran los boletos para la cita mundialista.

Y la fiesta ha empezado en Rusia, el mundial de futbol 2018 ha levantado el telón, para albergar la muchedumbre privilegiada y la atención de todo el planeta futbolero. Una ceremonia espectacular ha dado paso al puntapié inicial. El anfitrión Rusia ante Arabia Saudita, con un resultado de satisfacción desbordada. Un 5-0 que ha hecho olvidar la precariedad futbolística rusa, pero también ha ratificado que Arabia es del grupo de selecciones que solo participan, les queda ancho el papel de competición. 
 
 
 
La selección rusa tuvo un debut ideal en el Grupo A del Mundial, pero el marcador suele ser engañoso, no necesariamente es una muestra de superioridad. Hay factores que suelen darse, mucho más con equipos que han llegado al mundial trastabillando en rendimiento y en resultados. Rusia cerró el partido con todos los goles que de pronto pensó hacer en toda la fase de grupos.
 
 
 
Yury Gazinsky con un testarazo impresionante  ha grabado su nombre como el  primer gol de la Copa del Mundo 2018. En el juego inaugural no hay mucho para analizar, mas allá del marco festivo que se ha vivido en la apertura de otro mundial, donde los amantes del fútbol, ponen a prueba el corazón y logran complacer esa ansiedad tan extraña, tan divergente que produce la espera del silbato inicial. Una pasión desbocada que combina júbilos y contraposiciones, que paraliza el globo terráqueo en cada 90 minutos, que pueden ser 93 o 120  pero igual logra traspasar fronteras y compartir emociones, en el mismo lugar o a miles de kilómetros de distancia, pero unidos en un mismo sentimiento.
 
El mundial de futbol ha comenzado, empecemos a disfrutarlo.
 
 

EN LINEAS GENERALES

Nuestra selección ha culminado su etapa preparatoria, sellando un empate a cero con Suecia y cerrando la puerta de la sala de ensayos. Ahora solo queda reposar el cansancio, adormitar los pensamientos y acomodar las valijas para partir a Rusia. Ha llegado el momento de empezar a cumplir el sueño aletargado por 36 años en las entrañas del deseo peruano de disputar una Copa del Mundo.
 
Gareca a estas alturas y con un record de imbatibilidad en el maletín, ha obtenido muchas conclusiones, sobre todo en capacidades de rendimiento. Esta Suecia, es lo más parecido a lo que encontraremos en los partidos del Mundial. Rivales físicos, muy ordenados y durísimos de entrar. Ya deben tenernos mapeados y con estrategias para frenar nuestras virtudes y atacar nuestras debilidades. La presencia de Paolo Guerrero, si bien es cierto es un bálsamo para el pueblo peruano, para Gareca, es un plus adicional, pero muy lejos de ser el nombre estelar, se ha trabajado –y mucho-  en el tema colectivo, respetando desde todos los ángulos, al plantel, proteger al grupo por encima de fomentar algún ego gratuito y aislado.

Con Paolo se gana presencia en área ajena, en los momentos que el equipo se hace largo. Si bien hemos ganado en dinámica, hay mejoras pendientes en el retroceso, para no estar descompensados. Gareca más que un dilema con Farfán, Carrillo, Cueva o Flores, tiene nuevas variantes según el esquema que decida. Con Cueva y Flores se tiene el control del balón, con Carrillo y la “Foquita” se gana en potencia por los extremos, algo que ayuda el trabajo de Paolo para enfrentar defensas duras. Lo importante se ha visto con los cambios efectuados, el equipo siempre mantuvo el mismo orden y funcionamiento. Algo rescatable del trabajo de Gareca.

En estos encuentros de ensayo, la medición no solo abarca los rendimientos individuales. Hay una evaluación de movimientos tácticos, posicionamientos, planteos defensivos y ofensivos. La horizontalidad del juego cuando el rival se hace difícil de entrar y la verticalidad con los cambios de ritmo, para buscar la sorpresa. En ello Gareca ha encontrado variantes para jugar de acuerdo al rival. Se ha mejorado muchísimo en la recuperación del balón, una falencia recurrente de selecciones en la historia. Se ha potenciado el estilo de juego y la identidad, con dinámica y precisión, para hacer el equipo corto con el toque elegante, pero muy fiero para hacer la presión alta. Es visible el compromiso del plantel, para hacerse muy solidario.

Los errores son parte del riesgo que se toman, hay repuntes físicos y técnicos, pero debe entenderse que cada partido es totalmente distinto de otro. No por el simple hecho que se juegue maravillosamente y se gane en partidos de ensayo, será la garantía de buen rendimiento posterior. Los partidos del mundial son otra cosa, se juegan con otra intensidad, por ello hay que verlos desde otra óptica. Las revoluciones son distintas y la adrenalina suele jugar en contra.

La frase “Están pasando cosas” se hace tan cierta. Las volvemos a recordar y siguen pareciendo increíbles. Para el hincha peruano, este recorrido ha tenido una cadena de sucesos, que lo han hecho evolucionar en su factor emocional. Ha reconciliado su confianza y fortalecido su ilusión, en cada lugar del mundo, en cada estadio, cantando el himno de manera conmovedora y convirtiendo su aliento incondicional, en un soporte vehemente de fidelidad descomedida.

Empieza el mundial para Perú, una gran oportunidad para trascender. Es verdad que nos gana la emoción y somos reacios a la mesura. Pero hemos esperado tanto para este momento. Va llegando la hora de disfrutarlo. Los peruanos ya tenemos el corazón en Rusia y solo nos queda retribuirle nuestra confianza a esta selección que ha logrado fundirnos en  unión, fe y esperanza. El rendimiento del equipo invita a soñar. La seguridad de Gareca en este nuevo jugador peruano, son la mejor garantía. En líneas generales.