PARTIDAZO, así, con letras
mayúsculas, resaltado y en negritas, que otra calificación se le puede dar. El
vigente campeón y el eterno segundón se volvieron a encontrar. Repetición de la
última final que el caprichoso sorteo los puso en partido inaugural. Y vaya que
nos regalaron un partido digno de una final. Una sorprendente Holanda de
vértigo intenso con vaivenes y despliegue físico notable, de verticalidad letal
y una culminación con un marcador inmortal. Un baile total, injurioso para una
España que quiso reverdecer su estilo, pero dejo en claro que sus nombres son
los mismos y que no le pidan que sea la misma máquina del mundial pasado.
De arranque
España salió de blanco y Holanda de azul eléctrico. De arranque se mostró una
diferencia que se hizo realidad en el juego. El Tiki-Taka de Iniesta, Xavi y Xabi
Alonso, desequilibraban y generaban posesión pero también juego inmaculado.
Holanda apostando a la contra no encontraba la manija y España solo la tocaba,
la triangulaba, la cuidaba, con mucha paciencia en la elaboración.
La diferencia en
la red vino de un penal fabricado por Diego Costa (aún no se entiende como pudo
ser titular después de un desgarro). Xabi Alonso definió bien y la ventaja
justificaba el trabajo y dominio español. Dos mano a mano de Silva, que no supo
definir bien, serían determinantes en el partido. Holanda no tiene muchos
nombres, pero le sobra juventud. Sus jóvenes son los que corren y recorren para
que el tridente de Van Persie, Sneijder y Robben, tengan los
espacios para ser contundentes arriba. El partido se empareja y toma otro
color, en esa pegada perfecta de Blind que cruza los aires y busca a Van
Persie, el holandés captura la instantánea en un vuelo plástico y angelical,
conecta un testarazo colocado que dejo en el camino a Casillas. Pedazo de gol,
una obra de arte, un envión anímico notable, para correr más, para quitar más,
para morder más. Para jugar más.
El segundo tiempo
fue totalmente distinto, Holanda maniató a España, lo sometió a su ritmo y al
apuro inicial le imprimió velocidad y contundencia. Recogido atrás aposto a la
rapidez de Robben y Van Persie, buscando meterse entre Ramos y Piqué que cada
vez corren menos. Y se vino el vendaval. Otro pase magistral de Blind para
Robben que en la bajada de balón sensacional dejo en ficha a todos, acomodó su
misil y la puso adentro. Golazo. El tercero fue una cargada contra Casillas que
añade De Vrij y el cuarto un blooper de Iker, que ya hacían un marcador de
escándalo. Pero para cerrar con broche de oro vino la jugada épica de Robben. Arrancó
desde el medio como un tren bala y Ramos siguiéndolo como una locomotora, desparramó a Casillas
y Piqué y definió como crack. La diferencia de Robben con el mundial pasado es
que esta vez, no fallo ante Casillas. Aplausos de pie señores, apaguen las luces y cerremos el
estadio. España estaba ante la humillación más grande de su historia.
Holanda avasalló
a España, lo goleó estrepitosamente, desde su verticalidad letal, su juego es
de estos tiempos modernos, no es la naranja mecánica de antaño, digamos que hoy
le brotó el instinto asesino. Pero no es tiempo para romper el libro de
leyendas, tampoco dejarse llevar por un marcador atípico. Los partidos son
historias distintas y el fútbol es de momentos. Holanda ha puesto su nombre
subrayado como posible candidato, habrá que ver cuantos partidos pueda mantener
con el mismo vértigo. Lo único cierto que hoy fue el día en que el cielo se
pintó de color naranja y la furia se dejó desbarrancar hacia el abismo. Difícil
tortura para este equipo español que no solo le bastará recomponer el ánimo
después de esta trágica realidad que quizás va a superar mañana, pero que no
podrá ocultar que le dolerá para siempre.