La buena estrella blanquiazul

Quien lo diría, este Alianza hace unas semanas, era un enfermo con diagnóstico de pronóstico reservado. Se mantenía con vida, gracias al respirador de su esperanza y la fe de su gente que seguía saltando en el ‘comando sur’. El Dr. Richard Paez, para salvarle la vida, decidió inyectarle directo a la vena, una gran dosis de actitud, compromiso y trabajo, que fueron haciendo efecto, conforme crecían sus deseos de recuperarse. Hoy aparece renovado y jovial, aferrado a sus ansias de vivir entre alegrías y festejos. Ya no tiene esa mirada perdida en la incertidumbre, ni ese rostro apesadumbrado que conjugaba su crisis mental de no tener un horizonte y que se estaba dejando ganar por el cáncer de la mediocridad.

Hoy este Alianza es diferente, el punto de quiebre, se inició con esa buena racha, que contagió a los peruanos de un espíritu diferente para manejar la adversidad, de crecerse ante la dificultad y asumir con entereza las pruebas que el fútbol suele poner en juego a sus protagonistas, para que puedan demostrar de que están hechos.

El fútbol de hoy maneja nuevos códigos y uno de ellos, quizás el mas importante es la actitud. El equipo de Paez ha llegado a entender que debe entrar al campo y asumir el control del balón con decisión, sea de local o de visita, quizás allí parte el principio de ese nuevo estilo blanquiazul, de ir al frente con el vértigo de sus laterales, la fuerza y la técnica de sus volantes y la agresividad de sus atacantes. El dominio inicial de Alianza sorprendió a Cristal, lo hamaqueó de su parsimonia, lo sacó de sitio y provocaron errores de la defensa rimense que facilitaron los goles de Sidney Faiffer y Wilmer Aguirre. El descuento de Cristal llegó cuando el telón del primer acto estaba cerrando una actuación pareja de Alianza y una tardía reacción celeste.

Si bien es cierto la figura de Johnnier Montaño destacó por su fuerza y la habilidad e inteligencia para crear peligro continuo. Fue nuevamente el “zorrito” Aguirre el que marcó diferencias y fue la pesadilla para la zaga rimense, marcando el desequilibrio con su velocidad endiablada y esta vez nuevamente haciéndose presente en el marcador, aunque con una manita de fortuna. Cuando se tenía que asegurar el partido, le puso su cuota de sacrificio que el ‘comando su’r valoró con una salva de aplausos al final del partido. Gratificante resulta como el juvenil Aldo Corzo se va consolidando, nuevamente demostró su empuje y ese talante que lo hace diferente, ojalá que siga ese camino ascendente, porque la selección necesita sangre joven por esa banda y sobre todo con ese conchudo actuar, que se hace tan necesario para partidos transcendentes.

Este Alianza hoy camina con paso seguro, en menos de un mes, se ha tumbado a los más difíciles escollos que podía tener en su camino y ello ha levantado su optimismo, le ha cargado las baterías a su ilusión y ha empezado a pensar en grande. Este Alianza que empezó a resurgir de entre los escombros, hoy tiene traje nuevo y cercano al mes de los milagros, se alista para ir a la iglesia y agradecer por este presente que lo ha dejado honorable y ya le presentó sus credenciales a los que estuvieron lejos de sus ojos para que lo tengan en cuenta, cuando se trate de pelear un lugar entre los elegidos.

El hincha de pecho blanquiazul, hoy tiene marcada su sonrisa y no es para menos, pero ruega en silencio que esta buena estrella siga alumbrando su camino, tanta desazón le ha agujereado el alma, pero aún tiene entero el corazón, aquel que resistió los momentos amargos, con entereza y que guarda un lugar abierto para el festejo y la alegría.

La vuelta en U de Alianza

Ahora que las aguas están mas calmas, se puede discernir con el pensamiento aquello que era imposible, debido a la efervescencia que había dejado nuestra bicolor contra Argentina y que cargó mas de la cuenta, los ánimos para el clásico mas esperado del año. Ese que enfrentaba al cómodo Universitario, sentado en platea y a la espera de alcanzar el boleto que lo embarque al tren de la fama y a un Alianza, cargado de urgencias, con la pinta de enfermo en proceso de recuperación, pero entero para visitar al compadre, ese que entre dientes le puede apretar la mano como saludo, pero que si por el fuera, hace rato le hubiera quitado el respirador para que se ahogue en segunda.

Si algo superlativo tiene el fútbol peruano, son sus hinchas. Pueden estar vapuleados o en la cola del furgón, pero cuando le toca vestirse de efervescencia, sacude sus miedos y llena la tribuna de gargantas y hace del fútbol un festejo, un baile desenfrenado que contagia los corazones de todo un pueblo, hambriento de triunfos y algarabías, que a punta de emociones intenta remendar algo su gastado traje de conformismo barato. Ese hincha que lleva dibujado un color de camiseta distinta en el alma, pero que esta vez reventó el Monumental, para vibrar en cada segundo, en una oda de pasión desenfrenada.

Hoy mas que nunca suena fuerte aquello de que la revancha es un plato que se digiere mejor estando frió. Alianza llegaba magullado en el orgullo, pero con los ojos llenos de desquite y apelando quebrar el maleficio que marcaba a este vehículo llamado sentimiento y evitar se siga desbarrancando. Su conductor apelaba a seguir el carril de la disciplina y el trabajo serio, era entonces la hora de decidirse a ser osados en terreno fangoso y hartamente peligroso, era la hora de asumir una decisión extrema y dar la vuelta en U, para salvarse del abismo o dejarse morir con los ojos abiertos.

Si algo tiene Páez es que es un hombre de convicciones. Sin importarle lo que diga el DNI, se la jugó entero por el debut de Jackson Reyes y apostar de nuevo por Aldo Corzo, si resaltamos de nuestra selección, el talante de los jóvenes, esta vez tampoco defraudaron y nuestro fútbol le regala una sonrisa a este presente de caras nuevas. Páez, brindó su mejor orgullo: Ricardo David, su hijo que hizo su mejor partido desde la llegada y contagió a un Montaño que apareció solo en ráfagas pero substanciales. Mientras que en tienda crema, solo Candelo estaba vestido para la fiesta y apuró sus mejores artes de danzante, pero otra vez quedó desamparado ante la inoperancia de Neyra y la insuficiencia de Hurtado, que encontró en Diego Martinez una puerta sellada a sus deseos.

En esta lucha de estilos diferentes de sentir el fútbol, Alianza mas allá de haber ganado los tres puntos, ha recompuesto el espíritu, ha sanado una herida abierta que se estaba empezando a convertir en tumor canceroso, uno muy serio que lo podía matar lentamente. El peligro ha pasado por el momento, ha ganado un partido importante, nada menos que a su compadre, en su casa, con su gente, en una morada forastera y de paso le ha servido para acercarse a ese anhelado sétimo puesto, que es su ambición más cercana.

También ganó el hincha. El crema y el blanquiazul, que olvidándose de la violencia, cambió las piedras y los palos, por globos y cánticos eternos, para hacer sentir su más escondido sentimiento por sus colores. Un final justo y un ganador merecido, que más podemos pedirle al fútbol.

Un toque de locura para la tranquilidad

La gente apura el paso para llegar al estadio y sus rostros van cambiando conforme se acercan a su ubicación. Me he despedido de mi amigo argentino en la puerta y cada uno ha ido a buscar su asiento, no lo noté tan presuntuoso como otras veces. Las olas van creando el ambiente y a mi costado ha llegado el “Chorri” Palacios, que recibe el saludo cariñoso de los hinchas. Los equipos ya están en la cancha y mis amigos acompañantes, me dicen que al otro lado nuestro, están los padres de Johan Fano, se les ve sonrientes. Delante de nosotros están un grupo de argentinos que soportan la chacota de los hinchas. Ya no hay mas tiempo de saludar a tantos amigos del fútbol, es la hora de concentrarse y hacer fuerza. El pitazo inicial da comienzo a la fiesta.


Para ganarle a Argentina, mas allá de apostar por el factor individual, era necesario, poner mucha fibra, ser solidarios, y sumar voluntades como equipo. Esa actitud, tan reclamada, estuvo presente desde el vamos y vaya que si. En la ausencia de jerarquía en ofensiva, el morder los tobillos y soplarle en la oreja al rival, no era una debilidad, sino una necesidad. La premisa estaba centrada en cortar el circuito creativo albiceleste y había que sudar mas de la cuenta. Desde allí, se vio un partido parejo.

Dicen que la necesidad, crea riesgo y ello deviene en responsabilidad y madurez. Este Perú de rostros ausentes y de cara lavada, apostaba por jugadores sin cartel pero comprometidos en la entrega. Ahora libre de sus figuras de andar irresponsable, se paraba en la cancha, mirando de frente a los ojos del rival y desdeñándole sus pergaminos. Quien sabe si jugaban los sancionados, la oportunidad de Zambrano o Chavez hubiera demorado mas de la cuenta. Bendita hora entonces porque el defensor fue la figura descollante, jugando para 8 puntos y el atacante no desentonó ni arrugó nunca. Si muchos temían en lo que pudieran hacer Messi, Riquelme o el “Kun” Agüero, estos chicos al igual que Vargas, Torres y el “Cholo” Fano, se robaron el corazón del hincha.

Al final del primer tiempo, el “Chorri” sonríe y nos contesta el saludo, está tranquilo como ésta gente, que espera un segundo tiempo con la misma entrega. Los padres de Fano, frotan sus manos, cuando el pitazo nos devuelve a nuestros asientos. En esta hora hay otro vértigo y la disposición es diferente. Empiezan por asomar las figuras argentinas, Gago se pone el overol y atrás el “Pupi” Zanetti demuestra que es como el vino –tremendo jugador- mas bueno cuando mas añejo. Messi insinúa sus arranques endemoniados, pero siempre hay una pierna blanquiroja que somete sus arrebatos. Las dudas nos asaltan, cuando el “Chemo” arriesga en la apuesta por ganar la banda y manda a Salas, para subir a Vargas para generar riesgo. Al “loco” le viene mejor cuando arranca desde atrás y se complica cuando intenta hacer de enganche.

El partido se está extinguiendo y la gente, no siente reproches por el resultado. Pero el riesgo es un arma de doble filo. Riquelme abre para Gago y éste le gana la posición a Salas, saca un remate buscapié y Cambiasso nos deja a todos mudos. Los argentinos que están delante nuestro, se abrazan entre si y en sus ojos hay una mirada cómplice, por sentir que le están hurtando la suerte a la justicia. Es un cachetazo cruel, que en el final de un excelente partido, nos está dejando con un sabor amargo en la boca y un trago de impotencia, difícil de pasar. Aunque seguimos alentando, algunos se van refunfuñando su mala suerte. Miro al “Chorri” cuando abandona el estadio, resignado a que la suerte está echada o quizás para evitar el tumulto de la gente en la salida.

Pero esta historia no podía ser tan injusta. No para este equipo peruano que intenta reconciliar la ilusión con su gente, con su pueblo. Debía aparecer un héroe, alguien que marque el camino y saque sus poderes en el nombre de la grandeza, aunque esto sonara a chifladura. Y es que los sueños mas inverosímiles, tienen un toque de locura. El “Loco” Juan Vargas, recupera un balón en defensa y desde allí crea la jugada. Recibe el encargo y arremete como un gladiador entre camisetas albicelestes, cruza la media cancha frente a nuestros ojos, Bataglia lo sigue en la pelea cuerpo a cuerpo, el “loco” a punta de una potencia descomunal, ha metido la doble tracción y el argentino ha quedado relegado, llega al fondo y saca el sablazo al corazón del área donde el “Cholo” Fano lanza su humanidad y hace explotar los corazones de todo un pueblo, en un grito eufórico como nunca antes se había escuchado y que estaba guardado muy adentro del alma.

El partido ha terminado y abajo en la cancha, todos están abrazados. Al costado los padres de Fano, secan sus lágrimas por la emoción y los amigos del “Chorri” comentan que vio el gol pero en la puerta de salida. Mi garganta está destrozada y de seguro van a pasar unos días para recuperar el habla normal. Acompañando a esta multitud de rostros felices, que abandona este monumental que apaga sus luces, uno piensa que este resultado no es para emocionarse tanto, pero si para disfrutarlo, no tanto por el marcador sino por la forma como se ha logrado, con esa actitud y entrega qua ha contagiado a todos los peruanos.

Mi amigo argentino, me abraza en la puerta y me dice muy apasionado

-Che, pero que pedazo de jugador es ese Varguitas eh?-
-Espectacular el “loquito- Le digo y sonríe cuando escucha mi voz aguardentosa
-Que pasó papá?... como habrás gritado ese gol no?
-Claro que si hermano- le respondo
-Ha sido el gol que nos ha regalado la justicia, por lo que pusieron los jugadores y esta gente, Ha sido el gol de la tranquilidad que necesitábamos todos los peruanos.

Un brindis oportuno con vino tinto

En estas horas de necesidades anímicas, el hincha, el que siempre alistaba sus ganas y olvidaba sus ingratos tormentos, el que llenaba la tribuna para desgañitarse sin esperar recompensas, no tenía muchas ganas de asistir a la fiesta. Tenía la ropa tendida en la cama, pero dudaba mucho de que su cuerpo lo lleve donde su corazón y su mente no tenían sintonía. Eran esos momentos en que las dudas, eran mas grandes que los deseos y la intranquilidad manejaba de manera cruel su estado de ánimo.

Pero ese ambiente hostil y cargado de incertidumbre, no amilanó a esos pocos hinchas, que fueron llegando en sus autos último modelo, con la calefacción prendida o los que arribaron a pie y haciendo escala en los paraderos de la indigencia. A la hora del inicio de esta fiesta, la concurrencia era escasa y variopinta, empezaban a calentar sus manos, ante el frío y el aire humedecido que envolvía sus nervios. Ni aún cuando la música empezó a sonar marcó algún entusiasmo, había un rasgo de temor confeso en la tribuna y allá abajo se veía un equipo de rostros desconocidos, que apuraba las manecillas del reloj de la impaciencia, para empezar a romper esta indiferencia que se confundía con la casi imperceptible llovizna de este crudo invierno limeño.

Cuando iniciamos la eliminatoria, nos jactábamos de contar con delanteros de jerarquía y jugadores de primer nivel en europa, quizás para un estrato social diferente, ello debió ser en la práctica nuestra mejor arma. Pero la realidad nos dio el cachetazo infeliz de ver transformar sus mentalidades y entonces el orgullo nacional o el amor a la camiseta se volvieron simples quimeras que desencadenaron en este presente desabrido. El equipo ayer fue diferente, no se pareció a ninguno de los anteriores presentados por el Chemo, con un Rainer Torres de notable desempeño y Paolo de la Haza, como barrera en la contención, por fin se vio la recuperación del balón que era ajeno a nuestra selección. A falta de delanteros de cartel, Johan Fano y Piero Alva fueron un dechado de ganas y empeño, con un trajinar generoso que incluyó a un novel Chavez, que aunque no encontraba por momentos su ubicación, dejó abierta la puerta de las expectativas a su crecimiento.

Venezuela vino demasiada cargada de emblemas prestados, fue atrevida para mirar con lástima ajena a los nuestros, pero respetando demasiado a la historia, terminó siendo lo que siempre fueron, solo un equipo de mucha entrega y nobleza en su juego. Por ello Perú generó innumerables ocasiones de cara al gol, el buen pie de Solano funcionó hasta donde alcanzó el combustible, pero fue el desborde por las bandas, una constante de Piero Alva y que a la larga se viera recompensado en una actuación relevante. Minuto 38 y en un momento clave, una jugada llena de picardía en la que participa el recogebolas, entrega el balón rápido a Prado para cobrar el lateral, el “Zorrito” encara a Rey, aguanta la marca llanera y la clava arriba ante la salida del portero, en un gol de buena factura, que hizo explosionar las gargantas dormidas de estos pocos hinchas que ya estaban impacientando sus temores.

En general el equipo metió todo el partido y se vio otra actitud, en el fondo valiosa labor de Zambrano, aunque mostrando novatos errores en la marca, acompaño bien a Rodríguez que ya quedó fuera del próximo partido. Pero si hay alguien que es el emblema de este equipo se llama: Juan Vargas, el “loco” es el referente distinto, con un físico impresionante, Europa lo ha devuelto maduro, aprendió a leer los partidos y desde allí medir las revoluciones para manejar los tiempos, fue prolijo en las subidas y determinante en la marca. Su accionar contagia de fervor al resto y es el soporte de la banda izquierda. Lamentablemente, seguimos adoleciendo de un marcador derecho de similares características, para darle categoría al fondo y crear el vértigo en las subidas.

El marcador pudo ser mas amplio, igual hubiera servido para lograr renovar el espíritu deteriorado, es un triunfo que levanta los ánimos pero resulta muy poco aún para sentirnos tranquilos. Esa misma gente que salió sonriente de Ate, que fue fiel en los momentos aciagos, tiene otra disposición de cara al partido contra Argentina, aunque es conciente que será una historia diferente, de mucha más exigencia y que puede magullar su ilusión, en el fondo esperaba un buen resultado para comprar su boleto y subirse al tren del optimismo, consecuencia de una forma de sentir el fútbol, que tiene el hincha peruano, cada vez que salta a la cancha el equipo de todos.

La asfixiante presión Guaraní

El empate ha dejado en el marcador una igualdad de puntos, pero dentro de este Monumental cargado de efervescencia, hay un olor medio extraño de tranquilidad. Y es que se le hizo demasiado complicado a Argentina, salir a jugarse un partido que se sabía sería muy trabado, friccionado y cargado de una presión ajena de su propia gente, que exigía un resultado a sus figuras, con demasiados pergaminos encima, pero que en la cancha estuvieron a punto de morir ahogados por la asfixiante presión guaraní

Este Paraguay es quizás, de los mejores exponentes del fútbol total en Sudamérica, con una defensa sólida y un contraataque que hace daño, realiza un pressing intenso, total de toda la cancha, que desespera las voluntades del rival, buscando que se atragante con su propio aliento. Se parece a esos males cancerígenos que empiezan a distribuir sus microbios por el cuerpo y van primero, minando las piernas, para hacer débiles los órganos vitales, hasta dejarlo totalmente indefenso. Es de esos equipos que muestran un físico privilegiado, que no dejan espacios libres y le respiran la nuca al rival los 90 minutos de juego.

En ningún cálculo estaba que en la primera jugada a fondo paraguaya, Nelson Haedo Valdéz, obligue a Gabriel Heinze, a que lo toque la fatalidad y sin quererlo siquiera, haga cómplice al “Pato” Abbondanzieri, con un autogol que dejaba perpleja la tribuna, ponía adelante a los guaraníes en el marcador y excluía del partido al portero ante una seria lesión. Después vino la intranquilidad, el deseo de revertir todo a cualquier precio, ello contagia a Tévez, que en una jugada dividida se gana la roja y acrecienta mucho mas las dudas que ya estaban regadas en toda la cancha. De allí para adelante se vio el mismo panorama, Messí, Riquelme y el debutante Di María presionados, Argentina sin encontrar el camino y un Paraguay como dueño absoluto del lugar.

Para el segundo se vino el “Kun” Agüero, ganando en agresividad, pero con un hombre menos, el marcador en contra y camisetas albirrojas por toda la cancha que no paraban de correr y morder, era difícil. Había que frotar la lámpara. Tuvo que aparecer el genio: Lionel Messí, el distinto, el único que podia zafarse de esta marca asfixiante. Toma el balón la pega a su botin izquierdo para eludir rivales, cede en cortada al “Kun” Agüero que doblega la muralla Paraguaya. Una tremenda jugada individual y que era la única forma de encontrar esa igualdad que pudo cambiar la historia en cualquier momento y para cualquier bando, pero que al final, ha dejado a un Paraguay tranquilo de su trabajo consistente y prolijo, pero a una Argentina con demasiada sangre en el ojo.

Basile justifica la igualdad, asumiendo que salvaron un partido conflictivo, que les pasó de todo y que les queda resto para revertirlo en el próximo partido contra nuestra bicolor, no contará con Tévez, pero tiene una baraja muy favorable. De seguro que los albicelestes vendrán a lavarse la cara a Lima. Pedir que nuestra selección haga la misma presentación que la Parguaya, está tan distante de la realidad y quizás lo único que nos asemeje a ellos sean los colores de la camiseta. Aunque esto es fútbol, señores y cualquier cosa puede pasar.

Un rezo en el nombre del fútbol

Suenan las campanas llamando a la misa, la gente de a pocos se va arremolinando para hacer grupo y buscar sus asientos en la capilla. En el camino la charla se hace antagónica, unos quieren aferrarse al deseo insensato, que a pesar de todo, nos queda resto para afrontar estas eliminatorias tan ingratas; Otros quieren echar todo al bolso del olvido y sentarse en la vereda del espectador de triunfos ajenos; Mientras, unos cuantos, son mas metódicos y asumen que podremos ganar o perder, pero que mas importante será la actitud que asuman todos en la cancha y fuera de ella. Todos al cruzar la puerta del templo han quedado en silencio, fijando la mirada al púlpito, disimulan sus expresiones, porque ha empezado la ceremonia cristiana.

Perú, se juega la chance, primero contra Venezuela y luego contra Argentina, con un equipo remendado, a falta de figuras estelares, con castigos, dizque ejemplares, cuando en la práctica, solo resultan antifaces para ocultar a los verdaderos culpables. El “Loco” Vargas, que ha quedado como mayor referente, ha marcado con fastidio, que se sienten solos y jugarán contra Venezuela, pero también contra la gente y los periodistas. Siente que todos esperan que Perú pierda para avasallarlos, pero subraya, que la única forma de callar a todos es ganando a Venezuela. Con esto nos refleja su actitud en la previa, pero nos deja dudas respecto a los demás, que solo se quejan del hincha y su apatía ante esta convocatoria. Será una tarea harto complicada contagiar al resto y de cara al primer partido, logren asumir una actitud que muestre un Perú distinto.

Los Venezolanos están en Lima y lo primero que declaran, es que vienen por los tres puntos, no pasa por su cabeza perder, de pronto lo consigan y no será precisamente una mera casualidad. Esto no pasaba años atrás, en que veíamos a los ‘venecos’ como conejillo de indias o el comodín para acumular puntos. Pero aunque nos duela, hoy esa cenicienta del fútbol sudamericano es una realidad distinta y cruda para nosotros, una señal que todos avanzaron y nosotros nos quedamos estancados en el fango hediondo de nuestros problemas, dejando que los ineptos hambrientos de poder, sigan sentados en sus tronos, saboreando placeres y abundancias, a costa de los hinchas que a pesar de todo y en el nombre del fútbol, seguimos rebuscando en los bolsillos, alguna moneda que sin desearlo, sigue alimentando sus angurrientos deseos.

En esta coyuntura dividida de encontronazos emocionales, cabe ponerse a meditar y mucho, en lo pobre que se encuentra nuestra autoestima futbolística. Estas fechas eliminatorias, vienen justas, para resarcir un presente o echar a rodar la misma bola de nieve que nos dejan los continuos fracasos: Llegar a los mismos diagnósticos y seguir en el mismo hoyo. Nos viene justo el balón de las circunstancias, es nuestra casa y es aquí donde realmente se verá de que madera estamos hechos, muchas veces, cuando peor estuvimos, las cosas salieron favorables, será pues una ocasión, para que aquellos que despotricaron contra los sancionados y pidieron renovación, se sienten en la grada y aprieten los dientes para que sus deseos se cumplan. Será también la oportunidad de sacarnos la venda de los ojos y asumir de una vez por todas, nuestra endeble realidad o cambiar la historia por completo, aunque se sientan arcadas de tan solo pensarlo.

Después vendrá Argentina, pero esa es otra historia. Viene con una constelación de figuras relevantes, flamantes campeones olímpicos, que siempre salieron airosos visitando Lima. En el fondo, quizás resulte mas cuerdo o realista si se quiere, mirar con incertidumbre ese encuentro asumiendo que somos un equipo liviano y frágil, aunque todo puede pasar en el fútbol. Por ello, en aquel banco de la iglesia, rezaré en silencio para pedir una ayuda divina, para lograr lo que resulta imposible, pero es nuestro máximo deseo. Al salir de la iglesia, algunos comentan que los hinchas irán al monumental, para alentar a la bicolor, es verdad, pero muchos ocultarán asolapadamente, ese travieso deseo de mirar a Messi, Riquelme, Tevez y al “Kun” Agüero en vivo y en directo. Confieso que dentro de ellos estoy incluido y en el nombre del buen fútbol, la verdad que no me arrepiento.

El baile es en el piso de abajo

Después de haber hecho una pausa involuntaria, retornamos a escribir en el blog. Agradezco de verdad, a esas llamadas preocupadas que echaban de menos nuestros pensamientos futboleros y que han seguido los posteos con singular avidez.

Nos metemos a la cancha, nos encontrarnos con este clausura, que ya va definiendo sus principales protagonistas. Con la San Martín y Cristal encaramados en el lugar de privilegio, en esa cima donde solo persisten, los que quieren encumbrarse en la gloria. Con un Boys que aporrea la voluntad de sus atribulados hinchas, que cada día ven mas cerca, el trágico deceso de su equipo, que agoniza, abrazado a la intransigente necesidad de vivir entre torpezas dirigenciales y el ardor de su gente que le da fuerzas para no cerrar los ojos.

Aún falta jugarse mucho en este clausura, si nada cambia como hasta ahora, el próximo monarca, podría visualizarse entre San Martin, Cristal y quien sabe Cienciano. La “U” se parece al galán que conquistó a la chica mas linda del barrio y ha perdido el interés de hablar de matrimonio, como que se siente muy seguro de su amor y eso lo tranquiliza. Mientras “Kukin” anda resurgiendo en las alturas con el Ancash, el “torito” Meza Cuadra repunta al Galvez. Pero esto es fútbol y todavía peruano, por ello tan impredecible como gitano, con mucha mas razón, nos invita a consolidar la idea que nada está dicho y hoy, solo estemos haciendo meras especulaciones.

Es preocupante y enfermizo lo de Alianza, con un plantel apreciable, una prédica salomónica de su estratega, no encuentra la salida para llegar, a la puerta que conduce al piso de arriba, donde están los mejores, donde está la sala principal, donde la música que se toca, invita al baile generoso. No se siente a gusto en el piso de abajo, donde solo se habla de infelicidades y se comparten las angustias. No es merecedor de su realidad, pero la vive y le cuesta en demasía revertirla. Hoy ya no sale a jugar con alegría, para divertir a su pueblo, hoy sale a la cancha, prendido a un rezo, que se hace obsesión y que castiga sus arrebatos con alevosa continuidad. Sufre el hincha blanquiazul en la tribuna y no resigna su presente, en la cancha, no hay fútbol solo es un baile apagado y taciturno.

Esta paralización obligada por las eliminatorias, dejará que cada equipo se recueste a pensar en su futuro, a recargar las ganas de meterse al baile. Esta última fecha, ha demostrado, que al margen que los del piso de arriba, tengan una batalla individual para demostrar quien hace mejores piruetas en la pista, el verdadero baile, el de los sueños imposibles, el de la resistencia a no desmayar, se va a realizar en el piso de abajo, allí donde se quedarán los que no encuentren oído a la música y saldrán airosos los que empiecen a danzar un poco con la ilusión y también con su capacidad personal y de grupo aplicado.