UN TITI BELGA

Antes de entrar a la cancha, para disputar la primera semifinal del Mundial de Rusia 2018, Francia y Bélgica ya generaban entre los amantes del buen fútbol, una extraña sensación de melancolía. De los dos equipos con la mejor expresión futbolística, uno debía marcharse a casa, dejando atrás la posibilidad de llegar a la instancia máxima. Las singularidades de las llaves de grupos los llevaron a una final adelantada. Una punición para los que esperaban que un partido de este calibre se exponga en el escenario del cierre del mundial.
 
Francia y Bélgica tienen semejanzas en su idiosincrasia, por efectos de sus realidades fundidas en la inmigración, que los acerca en sus árboles genealógicos. Semejanzas que también se dejan ver en el factor futbolístico y en el buen trato al balón. Francia un equipo muy físico, con una mutación constante y variantes defensivas como ofensivas. Mas oficioso para el buen posicionamiento y la verticalidad, antes que la propia posesión del balón. Bélgica por su parte, más versado con el balón, adecuado planteo ofensivo y el intercambio de roles. Un traslado optimo y uso a veces excesivo del vértigo. Ambos se parecen, pero no son iguales. 
 
San Petersburgo albergaba por última vez a uno de estos dos países. Muy al margen de sus semejanzas, cada partido es una historia distinta y alguien que lo tiene muy claro es Roberto Martinez, el DT de Bélgica. Ya había dejado ante Brasil su sapiencia, cambiando los roles de su tridente vertiginoso. Contra Francia hace un 4-3-3 con Witsel y Dembelé por fuera y Fellaini adelantado, en el intento de ganar la posición en el medio, más arriba suelta a Lukaku de 9 y retrasa a De Bruyne para que sea Hazard, el que busque el desequilibrio por el lado de Pavard.
 
Deschamps, reitera su 4-2-3-1 con Kanté y Pogbá delante de la línea de cuatro y Matuidi tirado por izquierda para desestabilizar a un improvisado Chadli. Muy abierto MBappe haciendo las diagonales para superar el cerco. Detrás de Giroud, juega el mariscal de campo Griezmman, que es el eje donde se referencian los de arriba, cuando los galos son ofensivos y el enlace para hacer la transición, cuando le toca asumir la salida. 
 
El inicio es explosivo con MBappe en un galope fulminante y una Francia intimidante. Es un primer aviso, pero una mejor disposición, fiel a su estilo, hace que Bélgica asuma el protagonismo. De Bruyne un jugador que juega de 8 con funciones de 10 o de 6 sin problemas, crece descomunalmente al igual que Hazard que encara sin remordimientos a Pogba o Kanté, desequilibra a Pavard y genera las opciones más claras. Lloris se hace muy determinante, sacando hasta tres pelotas venenosas. Los de Martínez dan la señal que saben por dónde hacer daño. Es esa primera hora donde Bélgica hace gala de su mejor expresión y el gol parece una cuestión de tiempo. 
 
Pero Francia tiene los hombres que imponen su capacidad y su jerarquía. Deschamps, reactiva su sistema para cortar los circuitos que conectan a Hazard y De Bruyne. Lukaku terminó estrellado contra los centrales que le ganaron hasta la personalidad. Le llega ayuda a Pavard con Matuidi en una función mixta y desgastante. Recupera el juego Francia. Griezmman maneja los hilos y crece MBappe que tira un lujo espectacular para habilitar a Giroud de cara al gol. Pero el 9 francés no es, ni tiene siquiera la pinta del “gato” Benzemá, aunque trabaja encomiablemente en otras labores, como para evitar la irremediable comparación. Courtois –igual que contra Brasil- se hace tan importante cuando Francia pone quinta. Le hace el “Cristo” a Pavard y le saca el gol, cuando mejor estaba Bélgica.
 
La tendencia de este mundial, el balón parado, nuevamente se hizo presente. Umtiti le gana por una cabeza a Fellaini y hace el gol de la clasificación. Una especialidad de la casa. Sus centrales son eficientes en ambas áreas. Bélgica no logra recomponer su esquema inicial y Francia se enseñorea en el juego y en la posesión, su ventaja física tiene el plus de no haberse desgastado tanto, en la etapa anterior donde definió todo en los 90 de juego. Bélgica insiste en una sola forma, centros buscando la humanidad de Lukaku, que más sonaron a desesperación que a una planificación.
 
La propuesta belga de irse al frente era temeraria, tomando en cuenta el vendaval que se hace Francia con espacios. Un asedio por todos los flancos, donde siempre el sistema galo, lograba imponerse. Bélgica no tuvo la efectividad que requería y el pitazo final lo encontró ahogado en intenciones. El oficio francés se impuso en el tramo final, sin sufrir demasiado ni tampoco alguna angustia que se le parezca. Bélgica era la seducción, pero Francia fue la determinación y el convencimiento.
 
Bélgica ha dejado un recuerdo nostálgico en el mundial. Rusia era la parada final donde recalaba ese ambicioso proyecto que se inició hace 20 años y que incluyó una reestructuración integral de todo su sistema. Un sueño que no tendrá realidad. Roberto Martínez, fue el elegido para impartir una filosofía de ser siempre ambicioso, sin temores ni complejos, asumiendo siempre el riesgo como parte integral de su funcionamiento. A su lado en el banco, estuvo Thierry Henry, un histórico francés, que irónicamente fue su máximo goleador y que hoy vivió un dilema de sentimientos encontrados. Son las cosas que brinda el fútbol. “Tití” ha sido parte de este proyecto, pero hoy, aunque no pudo clasificar con Bélgica, su corazón sintió una alegría interna. Francia, su país de origen, va a disputar la tercera final de su historia.
 

 
 

EL TEATRO BELGA

Bélgica y su generación soñada. Necesitaba un triunfo de categoría para que no solo se quede en una eterna promesa. Su técnico español Roberto Martínez pasará a la historia porque fue quien dejó sin mundial a Neymar y lo sumó a la lista de la burocracia futbolística y los fiascos protagónicos de Messi y CR7 que verán la final del mundial por TV. Fuera Argentina y Uruguay, Brasil era la única esperanza sudamericana, para una honrosa representación ante la hegemonía europea de un mundial, donde se han quebrado paradigmas resultadistas y predominado el trabajo colectivo. 
 
Si no puedes con tu enemigo únete a él. Bélgica que es un equipo que puede hacer alarde de buen juego asociado y contragolpe mortífero, al margen de algún sofocón anterior, debía asemejarse a Brasil para neutralizarlo primero y matarlo después. La estrategia tenía un mensaje claro. Vayamos a encimar a Willian, no dejemos que desborde y que inicie una diagonal. Fijemos nuestro centro de operaciones en el medio, donde se genera el cataclismo. Tiremos a Lukaku por derecha donde sufra Marcelo y obligar el retroceso de Coutinho. Hazard sobre el debutante Fagner. Que sean ellos los que hagan labor defensiva y bajen su volumen ofensivo. Dejemos que Neymar intente resolver todo en soledad. Cortemos los circuitos que hacen que ese equipo funcione como un motor de fórmula uno. 
 
Roberto Martínez le ganó el pulso a Tité. Su 4-3-3 con Hazard de enlace y movilidad para retener el balón, generando los cambios de ritmo. De Bruyne el 9 fantasma con labor mixta de recuperación y Lukaku, recogiéndose al medio, para ser ese diez embustero, imponiendo su presencia física para interrumpir y generar la contra vertiginosa. Martínez guardó a Mertens, prefiriendo a Fellaini que impone su carácter en ese mediocampo donde hormiguean las ideas cariocas.
 
En un partido de ida y vuelta, un gol a favor siempre cambia el rumbo, para bien o para mal. Se abre el juego y se liquida o hay que sostenerlo a riesgo que lo igualen o reviertan. Fernandinho vence a su arquero Alisson. Ante un inexpugnable sistema defensivo, las variantes de Brasil fueron individuales, más que solidarias, generadas desde la capacidad de Neymar o Coutinho. Bélgica con el gol a favor jugaba con la necesidad carioca y su estrategia para generar más riesgo ajeno.
 
Fernandinho no suplía bien a Casemiro y Paulinho lo extrañaba en demasía. En ese desfase el ataque belga se fue consolidando y creciendo en agresividad. Cuando más Brasil buscaba la igualdad, vino la embestida de Lukaku. Recupera un balón en su campo y arremete con toda su humanidad arrasando todo a su paso. El tridente belga se hace vertiginoso. De Bruyne, descarga un remate seco para el 2-0 que ya no sorprendía. Era la señal de la superioridad de Bélgica. Para el complemento Tité se la juega con Firmino y Douglas Costa con el perfil cambiado desbordando a Vertonghen. Hay más libertad para Neymar, pero sufre el pressing zonal que le diseñaron. Renato logra acortar el marcador pero no la diferencia en el juego.
 
Un párrafo aparte para Eden Hazard. Un tremendo Crack. Con la capacidad para hacer una lectura desde la cancha. Ese entendimiento del juego muy superior al resto, para esconder el balón y realizar arranques acelerados con frenos descomunales. El desequilibrio que ofrece, basado en su dominio notable de los espacios y la descarga con criterio a velocidad. Hizo una actuación extraordinaria, como para que lo esperen fuera del estadio con un contrato de 100 millones de dólares. 

El Hexa para Brasil en Rusia, ya no será posible. Deberá esperar cuatro años para una nueva oportunidad. Duele mucho para la canarinha, porque este era quizás su mejor momento. Hizo una etapa de eliminatoria donde fue creciendo y haciéndose un gigante. Sus partidos de preparación fueron una oda al futbol colectivo, habiendo reconocido su pasado, contaba con un plantel más que un equipo. Pero los mundiales no son procesos, son partidos definitorios muy distintos uno del otro. No hay otra oportunidad de revertir un resultado. Se juega con demasiada entrega y en ese afán, a veces se magnifican los errores y se pagan caro los excesos de confianza.

No jugó mal Brasil. Bélgica fue ese joven curioso y temerario que lo sorprendió mientras dormía. Cuando recuperó la conciencia ya tenía una herida sangrando. Mientras se medicinaba, lo atravesó una daga que lo hirió gravemente. Luchó con toda su fortaleza, estuvo a punto de igualar y superar el trance, pero el tiempo feroz verdugo, no perdonó su falta de eficacia. Brasil, el gigante sudamericano, ha caído de una manera dura, real y dolorosa. Neymar merecía llegar más lejos y cumplir sus anhelados sueños. Tantas veces acusado, de estar más en el suelo y haciendo teatro, esta vez nada fue actuado, pues si hubo algo histriónico, fue la mejor expresión futbolística del teatro belga.
 
 

EL MAESTRO EN LA DERROTA

El Maestro Tabárez toma asiento con la dificultad de sus años y deja escapar esa sonrisa retorcida que lo caracteriza. El partido ha terminado y su rostro sosegado contrasta con lo que su equipo suele dejar en la cancha. El Uruguay de los pocos habitantes, pero que en materia de futbol posee un corazón gigante, una voluntad férrea, diamantina y un espíritu combatiente a prueba de conflictos. Ese equipo ha sucumbido ante Francia y ha quedado eliminado de la copa del mundo. Tabárez, ante la interrogante que han aprendido de la derrota, responde “Ninguna, se aprende solo de la primera, con las demás solo se sufre. No será la primera vez que ello suceda” Un mensaje contundente y didáctico que el futbol no termina en un partido, pues siempre hay lugar a otra oportunidad para volver a empezar.
 
Los rostros tensos y serios de los jugadores, cuando entonaban sus himnos, daban a entender que iba a ser un partido muy disputado. Con mucho nervio y entrega para disputar cada espacio de terreno, son los partidos predilectos para los uruguayos. Deschamps, lo sabía muy bien, pelearlo en el cuerpo a cuerpo no era mejor alternativa. Era mejor apelar a su gran cartel de individualidades y su poderío físico y técnico. Buscar la eficacia desde el juego, evitando la fricción y enlodarse en una contienda de músculo puro, que es un terreno delicioso para Uruguay. Evitarlo sin ensuciarse, es inevitable, pero esta Francia posee jugadores que saben aparecer con prestancia, en los momentos dificultosos.
 
Deschamps plantea el 4-2-3-1 nominal conocido, con variantes posicionales para el retroceso. Pogba más ofensivo, respaldado por Kanté y Tolisso, en un trabajo prolijo de recuperación. El tridente de siempre MBappe abierto por derecha, Giroud de punta y Griezman como enganche y en su función de mariscal de campo. El Maestro Tabarez con un 4-3-1-2 inicial que se hace un 4-3-3 en función de espera, a desmedro de quedarse sin volumen ofensivo. Stuani va por Cavani, más recogido y buscando tapar la salida limpia.
 
Juego cortado, soso y hasta limitado. La resistencia celeste versus la insistencia francesa. El flanco izquierdo de Uruguay el más asediado, MBappe pegado a la banda evitando subidas de Laxalty apoyado por Pavard que trepa seguido. En Uruguay Nandez sobresaliente anulando a Hernandez. Le corta el juego a Francia pero le cuesta encontrar el equilibrio. Suarez alejado de la escena, extrañando a su “partner” Cavani que por el planteamiento francés, tampoco iba a tener espacios, aunque no se puede predecir si ese par de potros indomables estando libres, alguien pueda estar ajeno a su galopada y esa bravura que les permite escribir la historia a su manera.
 
El gol es consecuencia del asedio francés. Tuvo que ser la pelota parada. Jugada preconcebida, lo cobra Griezzman a media altura y mientras la defensa guaraní tiene tomados a los atacantes galos, aparece de atrás Varane, se adelanta a todos y conecta de cabeza, la puso abajo, lejos del alcance de Muslera. La tuvo Uruguay. Cabezazo contra el piso de Cáceres, Lloris pone la mano milagrosa y evita la paridad.El plan uruguayo de mantener el cero hasta acomodarse y aguantar el vendaval galo, se fue al agua. Paradojas del futbol, la celeste mordió la manzana que tenía su propio veneno. 
 
Tabárez tira al “Cebolla” Rodriguez, buscando un apoyo a Suarez, que no se encontró en el partido. El cerco y anticipación francés lo anulan fácil al no tener a Cavani de referencia. El objetivo de buscar la paridad se esfuma, como el sueño de los uruguayos, cuando el que menos fallaba y el más regular de todos, le vio la cara al infortunio. Griezzman ensaya un remate seco y mordido que descoloca a Muslera. El arquero pone mal las manos, el balón se le escurre y se va adentro en un blooper que pone todo cuesta arriba. 
 
Con resultado puesto, Francia manejó mejor los tiempos, circulando adecuadamente el balón. Uruguay en su estilo, sin bajar los brazos, pero lejos del área. Se ve un equipo fragmentado que facilita a Francia el control del juego. No fue buen partido de MBappe, no le dieron espacios para desbordar. Pero esa preocupación minimizó a un Uruguay que no encontró formas de desbordar y buscar a Suarez.
 
"Hoy lo único que se terminó fue un sueño, pero después de que se termine este mundial van a haber más partidos, la Copa América. Así como se terminó un sueño van a venir otros que hay que tratar de perseguirlos y de conquistarlos". En el día del Maestro, Óscar Tabárez sentencia el epílogo de un momento de tristeza, con toda la nobleza de una persona que aprendió de las derrotas a ser cauto y paciente. Un hombre bueno que imparte a sus jugadores enseñanzas de vida y que tiene muy claro que para perseguir un sueño, cada mañana hay que estar bien despierto, para mirar a la realidad que se posa en la ventana.

 

UNA CORONA PARA LA REINA

Perder un partido de mundial que no permite acceder a instancias de cuartos de final, duele mucho más que en octavos, tanto como los de etapa de grupos. Al margen que perder de manera injusta, siempre trae un malestar y un sinsabor ineludible. Y es que en esta etapa definitoria, se generan más expectativas, los sueños se fortalecen y el anhelo del hincha se deja llevar como hoja al viento. Ese hincha amante de la futurología, empieza a jugar con las posibilidades y a imaginar los cruces de manera artificiosa. Es por ello que una derrota tira abajo su castillo de ilusiones y se siente más destrozado en su orgullo, si ese revés no se define en el tiempo reglamentario y debe someterse a ese sufrimiento insano, de la pena máxima, la fatídica definición de los penales.
 
Inglaterra embelesó solo a medias en la etapa de clasificación previa. Su mejor expresión radica en el ritmo que le impone a su juego y la pelota parada. El esquema inglés, plantea tres en el fondo, que se hace flexible y está muy bien trabajado. Walker y Trippier son los aviones que suben por los costados, hacen bien los relevos,  Dele Alli es el que genera el juego asociado y Sterling el que rompe líneas cuando Kane –la figura estelar- está ocupado tratando de zafar la marca que ejercen sobre su humanidad y buscan minimizar ese olfato de gol permanente que posee.
 
Colombia hizo un partido muy táctico. Peckerman recurrió a la clásica pizarra. Tira un 4-3-2-1 con Barrios, Sánchez y Lerma, tres volantes de corte defensivo, para bloquear el juego ingles desde el medio, Aislando a Kane que tenía a Mina adivinándole los pensamientos. Achicar los espacios y marcas implacables, a riesgo de un desgaste peligroso Cuadrado lejos de su hábitat pegado a la banda y turnando el apoyo a Falcao con Quintero, que cuando enciende sus luces es un “verraco” de temer. Colombia necesitaba llevar el partido a su ritmo, bajarle la velocidad inglesa, interrumpir la conexión entre líneas. Pero cada vez que los ingleses le imprimían rapidez y potencia, sufrieron demasiado. Allí extrañó a James, para tenerla y una distribución más idónea.
 
Peckerman lo planteó con un pensamiento demasiado conservador, hasta mezquino, limitando el riesgo a los errores del contrario antes que la verticalidad. La misión era la tenencia del balón. Falcao mas entregado a luchar que a jugar y Cuadrado sin ser una figura de desequilibrio. El peso ingles ocasiona la diferencia en el marcador desde los doce pasos. Bombazos seguidos al área traen como consecuencia que la “roca” Sánchez haga una falta extraña y enredada a Kane. El mismo lo cobra y hace la ventaja en un mal momento para los cafeteros. 
 
El reloj se puso la camiseta de la rubia Albión y fue el enemigo adicional para Colombia. El sistema de Peckerman se fue desmejorando y ya no daba para más. Tuvo que echar mano del banco. Los ingresos un poco tardíos de Uribe, Bacca y Muriel, buscan equiparar y definir un partido que ya se extinguía. Falcao es el 9 de área, pero el goleador colombiano es su defensa central. Yerry Mina. Por tercer partido consecutivo se hizo héroe en el mundial. Había salvado Jordan Pickford un remate venenoso, pero en el cobro del corner, Mina se eleva en todo su tamaño y alcanza un testarazo milagroso que pica contra el travesaño y devuelve el alma al cuerpo.
 
El tiempo extra encuentra a una Inglaterra desacomodado y a Colombia, rearmado. Pero con el desgaste en la boca y la angustia de que se acabe de una vez. Inglaterra había realizado su labor según su capacidad, sin mostrar una superioridad. Pero Colombia más precavido que intrépido, acabó abrazado al estoicismo. Escuchar el pitazo final les dejaba una definición sufrida sí, pero los penales, abren la posibilidad de ganar o perder en una instancia distinta, donde el yerro es más disimulable. Se puede asumir a la mala suerte o a la diosa fortuna. Según el cristal con que se le mire.
 
Fue un partido repartido en competencia y en situaciones, también en emociones. La ingrata definición de los doce pasos, puso a prueba a los arqueros. Ospina ilusionó a todos, pero fue Pickford el que hizo despertar del sueño a los colombianos. El mundial sigue para Inglaterra y se ha revitalizado, para ir en busca de una corona para la Reina. (A Crown for the Queen)
 
 

RESURECCIÓN BELGA

Quien sabe sea el partido del mundial. Por lo electrizante y emotivo que resulto su final, sin la necedad de llegar a la instancia mezquina de la definición de los penales. Bélgica volteó un partido que pareció perderlo de la manera más insultante. Toda su etapa previa levantó elogios por doquier, por su buen juego colectivo y su dinámica consumada. Tenía los adeptos que fueron afianzando su confianza que el equipo tenía futuro de llegar a las altas instancias del mundial. Todo ello pareció derrumbarse en media hora de juego. Japón, que entró a esta fase por el premio a su comportamiento, aunado a un juego asociado veloz y prodigioso, lo puso contra la lona. El favorito de las apuestas estaba sometido en el marcador y en el verde, pagaba el atrevimiento de Roberto Martínez, su DT que trastocó su formación, quizás tratando de asegurar el resultado y guardar piernas, pensando en el siguiente partido. Equipo que se desdibujó, perdió esa imagen que construyó antes de llegar a Rusia.
 
Fueron dos Kamikazes que llegaron de manera continua y sorpresiva. El primero llegó por una pérdida de balón Belga. Un pase largo que rasga la defensa y Haraguchi define en dos tiempos. Sorpresa total. La respuesta con Hazard y la paridad que se esquiva y pega en el palo. Bélgica se sacude y busca la igualdad desde la fuerza, sin paciencia, descuidado, dejando espacios. La sorpresa se transforma en desventura. Inui, recoge una buena jugada de Haraguchi y ensaya un remate fulminante que vence a Courtois y congeló el mundial entero. Un 2-0 impensado, irracional quizás, pero muy real y presente. Japón asocia y expone lo mucho aprendido. Bélgica, el elegido por muchos para disputar la final, estaba siendo vapuleado.
 
No era el plan original con el cual había salido Japón. Se vio sorprendido. Le empezó a costar sostener el resultado cuando Bélgica, abandona lo estético para ser más rudo. Se hace más osado que exquisito. Lukaku y toda su humanidad no es capaz de entrar a la historia. Martinez busca la solución en el banco. Chadli y el legendario Fellaini a la cancha. Perder por 3 goles o más, es casi la misma vergüenza de verse eliminado por dos. Abrir más la cancha con velocidad y precisión, buscar el desborde. La necesidad de remontar belga, se hizo más fuerte que la seguridad nipona para mantener el resultado. Fellaini encuentra la paridad en un frentazo seco. Después Vertonghen en un cabezazo intrascendente que debía ser bola de arquero, se termina colando de manera increíble y decreta el ansiado empate. 
 
Con el reloj asfixiando los corazones, Belgica recurre a su esencia. Su buen juego colectivo. Algo que todos esperaban con afán. Algo por lo que ha conseguido tantos simpatizantes. Vino la jugada que el planeta entero deseaba. Courtois sale dominando el balón para iniciar la última del partido, la jugada que salvó un país. La tocan hasta 4 jugadores de rojo, en un contragolpe mortífero. Lukaku, abre las piernas para dejar que Chadli llegando de atrás, defina un encuentro que estaba casi perdido.
 
Tremenda remontada. Por mucho tiempo será evocado este último gol de Bélgica, por toda la adrenalina que ha generado. Por esos segundos finales de espanto que se dieron, antes de su culminación. Por ese harakiri que se estaba haciendo Bélgica, al no buscar un gol de manera útil y enfrascarse en buscar llegar a la red con pulcritud. Un gol que costó demasiado desgaste y que se tuvo que lograr en mangas de camisa. El tremendo susto, no lo quita nadie. Ha sido de lejos el partido más emocionante del mundial. Un gol que pone a Bélgica frente a Brasil. Un duelo de exponentes del futbol bien jugado. Solo queda espacio para uno de los dos.
 
 

SAMBA PA TI

Para jugar un mundial, más que un buen equipo, se debe contar con un excelente plantel. Los DTs deben contar con alternativas de donde echar mano, cuando las variantes de juego o el trajín físico exijan cambios de jugadores o de sistema, que permitan mantener el mismo orden. Pareciera que esto no es un problema para Brasil, que posee todos los nombres de diferente molde y para distinta utilidad. Ha puesto el pie en el acelerador y solo lo regula según su propia necesidad. Los grandes que le hacían sombra ya se fueron a casa y está caminando a paso firme a conseguir la copa que tanto necesita su estrella Neymar, para que la comparta junto al balón de oro, por el que ya hace rato viene haciendo méritos.
 
México que tuvo un arranque fenomenal en el mundial, se regresa otra vez en el pinche cuarto partido. Un karma imposible por desterrar. Osorio fue atrevido en los primeros 25 de juego, con lo que el futbol moderno exige. Presión alta a los volantes defensivos. Casemiro fue el objetivo. Evitar la salida limpia y enfrentar el uno contra uno. Maniatar a Paulinho y Coutinho, para alejarlo de Neymar, que porfiaba el duelo personal con Alvarez. Gallardo quemando energías persiguiendo a William. Le costaba organizarse a Brasil, pero conforme ese motor va calentando, el pistón hace el sube y baja infernal, el cigüeñal hace girar el árbol de levas, se accionan las válvulas y el rugido es intimidante. Ahí se encienden las luces. 
 
México priorizó neutralizar un tiempo, buscar alguna suelta, cuando las circunstancias lo permitieran. Su orden hacía aparecer a un Brasil nublado. Pero eso dura solo lo que humanamente está permitido. Se puede controlar a Neymar, también a Coutinho y si se quiere a Gabriel Jesús. Pero aparece Willian desequilibrando por las bandas. Paulinho trepando entre líneas o la subida de Thiago Silva, si es necesario. Tantas variantes de individualidad, tantas opciones ofensivas por impedir. Es imposible parar el vendaval. El arquero rival termina siendo el héroe hasta donde le alcanzan las fuerzas. Este Brasil no tiene dependencia de Neymar, cuenta con suficientes socios que le permiten esconderse, salir a la ventana o meterse de lleno al partido y romper todos los esquemas.
 
La búsqueda obsesiva del arco de enfrente es lo mejor de este Brasil que triangula y hace una circulación efectiva del balón. Puede carecer de posesión, pero cuando tiene el balon, le da una mejor utilidad. Los cambios de ritmo y de orientación son constantes. México se fue ahogando en su ímpetu por hacer el cuerpo a cuerpo. El desgaste ante un ataque demoníaco lo fue demoliendo y fue mostrando falencias de organización. Enfocarse más en contener a Brasil que ir a ganarle, terminó por hacerlo sucumbir. Todo cayó por su propio peso. El primero, fue jugada de un William esplendoroso, previo taco de Neymar y puñalada al pecho mexicano. El segundo, arremetida de Ney, que define a lo Romario y el pie de Ochoa lo impide tenuemente. Firmino, anida para poner el 2-0 que resulta engañoso. El “memo” Ochoa, sacó hasta cuatro directas. 
 
Brasil, definió su clasificación a cuartos de final demostrando que no solo es una máquina de ataque. Pareciera que las ausencias de Marcelo y Dani Alves, han obligado a que sus reemplazos, se aboquen a su función defensiva y halle el equilibrio adecuado, para un retroceso organizado y los ataques tengan un origen mejor hilvanado. Hoy Brasil dejó el sello de candidato serio y demostró que es el equipo que hace fácil, aquello que parece difícil. El "Samba Pa Ti" de Santana, con ascendencia mexicana, hoy se lo apropió el equipo carioca.
 

LA PENA MAXIMA

En el fútbol, el penal es la pena máxima. Se entiende como la sanción a una infracción ante una acción vedada dentro del área. Pero en un mundial, en una instancia de octavos, para poder dilucidar al ganador de un partido, donde ha existido paridad en todo ámbito de competitividad, la tanda de penales, resulta siendo un castigo para ambos equipos. Una condena de alta tensión para los jugadores y un daño colateral, con el sufrimiento extremo para los hinchas.  Se relaciona al azar, a la técnica, la decisión, personalidad o categoría para la ejecución, pero siempre no pasará de ser una medida extrema y consecuencia, de aquello que no se pudo resolver, en el tiempo reglamentario.
 
En la etapa de octavos del mundial ya no se juega con el plus adicional que hay otro partido para poder reivindicarse. Solo queda seguir en la brega o hacer las maletas de regreso a casa. En esta fase se juega de manera muy táctica y los equipos se someten a la exigencia máxima física y mental. Las estrategias tienen un estudio del rival, sus fortalezas y debilidades, que generan el sistema adecuado para buscar el mejor resultado. Francia hizo un derroche de poderío y vapuleó a una Argentina, que solo pujó hasta lo que le quedó de aliento. Portugal, sucumbió ante el coraje de un Uruguay, que impuso su raza y temperamento. En esta llave hubo, futbol, calidad, sufrimiento, angustia y goles. Hasta el final de la tarde, aún se respiraba un aroma de mundial.
 
Hoy le tocó a España. Un partido para el aburrimiento indigno. Aun con los traumas del inicio de un mundial acéfalo. A 48 horas del debut era despedido Lopetegui. Con un inicio tacaño de cuatro partidos tres empates y un solo triunfo ante Irán sufriendo hasta el epílogo. Esta España ha dilapidado la poca estela que le quedaba de aquel estilo de juego estético y efectividad arrolladora. El toqueteo intrascendente, la horizontalidad obtusa y su propia identidad, tan negada como extraviada, no podían llevarlo a buen puerto. Hoy fue eliminada en la tanda de penales, por el anfitrión Rusia, que tuvo un antecedente negro, pero en base a un juego mezquino, un orden militar y una efectividad impensada, se metió a octavos, sorprendiendo a todos y ahora va a disputar cuartos de final.
 
Rusia es la prueba palpable que hasta para hacer un juego mezquino y formar un muro infranqueable, aprovechando el menor error del rival, en el objetivo de conseguir resultados, hay que tener una planificación, nada es producto del azar. España terminó en una tanda de penales lastimera, el fin del ciclo de una generación que hizo creer que sería eterna. Una despedida indigna para un astro del futbol como Iniesta, que merecía un marco más refulgente. En el estadio de Luzhniki se quedarán las cenizas de esta selección que no estuvo nunca a la altura de las expectativas. Fue candidata, mas por antecedentes que por capacidad mostrada.
 
El otro clasificado fue Croacia que también venció por la tanda de penales a Dinamarca. Partido de ritmo empalagoso, lleno de errores donde ninguno mostró alguna superioridad evidente. Dinamarca se puso en ventaja tan rápido que ni siquiera se dieron cuenta. Mandzukic lo empata en el marcador y en el juego. Croacia empieza a extrañar tanto ese colectivo que lo llevó a ser primero en su grupo, postergando a la Argentina. Ambos rivales quedaron enmarañados a una estrategia de no perder, más que arriesgar a ganarlo. Modric la tuvo en los pies desde los doce pasos antes de que el reloj se los lleve de encuentro. Los peruanos nos sentimos aliviados por Cuevita,  cuando el mejor jugador del mundial –hasta ahora- erró su disparo y dejó abierta la puerta a la temida ronda de los penales. 
 
En la sentencia máxima fue más efectivo Croacia. Un duelo espectacular de los arqueros Schmeichel de Dinamarca y Danijel Subasic que fue el héroe croata al atajar tres remates. Esta vez Modric acertó desde los doce pasos, revirtiendo su error anterior y Rakitic hizo el definitivo para dejar al equipo balcánico a la espera de Rusia en cuartos de final. No fue esquivo ponerse a pensar que Perú pudo estar disputando esta instancia y se nos pasó por la cabeza que pudimos tener otra historia y que estuvimos a un penal que finalmente hizo la diferencia. 
 
España se va del mundial más por una falta de juego y su escasa capacidad de revertir su realidad que por el azar o la efectividad de los penales. Y es que existen muchos imitadores de Guardiola, pero el Tiki Taka debe tener profundidad, dinámica, precisión y velocidad, sino no sirve de nada. Pep solo hay uno, es el puto amo del futbol.