Una nueva Copa
América y otra vez se vuelven a encender los faroles del entusiasmo post
mundialista. Perú integra el Grupo A junto a Brasil, Bolivia y Venezuela. El 15
de junio en Porto Alegre es el debut frente a una Venezuela que ya no es la
misma de antes –ninguna selección lo es- y será un escollo difícil de superar.
El primer partido resulta clave para presupuestar la estancia larga en Brasil.
La lista final de Gareca
tiene nombres que no tienen discusión y otros que despiertan el debate
frecuente en el hincha y el periodismo que asume discordancias que obedecen más
a gustos personales o comparaciones antojadizas que a un análisis técnico
consecuente. El tema Pizarro rompió los cristales del equilibrio emocional. Primero
Gareca que en su afán de reforzar su decisión de convocatoria, expuso una autoexclusión
de Claudio y la respuesta del “bombardero” fue un misil que terminó por
destruir –lo que quedaba- cualquier escondida intención de invitación. El
“Tigre” en su afán de mantener su diplomático discurso en ritmo de milonga, se
excedió en la motivación y recibió un cachetazo irrespetuoso con letra y música
de Reggaeton.
El retorno de
Zambrano tiene un mensaje claro de Gareca, atrás requiere un hombre de
carácter, ese que le ha jugado en contra del central y que se espera los años
hayan hecho mella en su personalidad, no por nada se hizo el viaje hasta Suiza
a observarlo. Finalmente el “Tigre” terminó brindándole una oportunidad al
“Leon” para compartir el mismo hábitat futbolístico. Lo de Aquino tiene un
inoportuno fundamento médico y Ramos solo es la “sombra” del mundialista. Se
quedaron fuera Joel Sánchez y Da Silva al igual que Arias y Cartagena, que en
teoría pudieron ser interesantes recambios.
Gareca siempre ha priorizado el grupo, por encima de los nombres, en el tiempo
lo ha fortalecido con jugadores que han sabido suplir las ausencias y
prevalecer el plantel por encima de un equipo.
En el análisis de
los últimos partidos jugados por la selección, se ha visto un desequilibrio
entre líneas y desfases para mantener el ritmo de juego. La constancia de
Gareca para vigorizar el estilo que postula y el respeto a la identidad, desde una
salida pulcra, triangulaciones con mucha dinámica para buscar el control del
juego y la descarga vertical lo hicieron demasiado predecible, algo que los
rivales le tomaron la mano y le complicaron poder jugar bien -no bonito que es
diferente- haciéndose difícil ganar con propiedad que siempre es importante,
sobre todo a equipos que tienen similitud en características técnicas y sistemas
de juego.
De cara a la Copa
América Gareca busca priorizar en la selección un cambio estructural en el
juego. Para ello se nutre de jugadores de mucha versatilidad, entiéndase esta
cualidad a la capacidad de adaptación con rapidez y facilidad a distintas
funciones que el futbol moderno exige. Polo y Hurtado que pueden ser
cuestionados cumplen con ese requisito al igual que Carrillo, Cueva o Flores que
en su polifuncionalidad son útiles para los enroques. De los nuevos “Canchita”
Gonzales ha resultado una grata alternativa, no solo brinda desborde en banda,
hoy es más dúctil y ha sumado una vocación defensiva con salida prolija. A ello
hay que sumarle las variantes que Gareca intenta aplicar al sistema para que
los movimientos posicionales no perjudiquen el esquema táctico,
mejorar la sincronización cuando la presión alta genera descompensaciones en el
retroceso, controlar el vértigo y que la paciencia no se convierta en una
peligrosa pasividad.
Costa Rica ha sido
el primer ensayo que deja una satisfacción equilibrada. Buena por el resultado ante
un rival que fue exigente y tranquilizante por la seriedad como fue asumido el
encuentro de manera colectiva aunque se hayan visto altibajos propios de estos
partidos amistosos. Ofensivamente aplicados con mucha dinámica en el arranque y
defensivamente laboriosos con una pareja de centrales Araujo – Abram que ha
traído consigo el punche y pegada argentina. Tapia respaldado por un Gonzales sorprendente
y Ruidiaz en su mejor versión con la selección. Cueva arropado por Gareca nos
regaló una pintura de gol, a desmedro de la cintura del central tico y que por
esta noche lo ponemos en un cuadro en la sala de la casa.
Se viene Colombia,
rival con más fuste y que es nuestra imagen y semejanza contra quien siempre se
nos hizo complicado hacerle buen juego. Es el último ensayo antes del viaje a
Brasil y tomando la cautela del caso debe asumirse con la misma seriedad. Gareca
desde la convocatoria ha dado muestras de seguridad en su criterio, dejemos que el “Tigre” siga haciendo
su trabajo, siempre hay cosas para corregir, su crédito aún tiene saldo a favor
y por ahora todo resulta siendo una cuestión de confianza.
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