La pandilla va en busca de su
mejor exponente. Apuran el paso, se van pasando el balón, cruzan la calle y después
de sacarle la vuelta a dos semáforos llegan a la casa. El más robusto lanza el
grito: “Edisoooonnn…” y todos le hacen el corillo. El chico con cara de buenito
saca la mano asintiendo que ya baja sin mediar palabra. Los chicos bajan a la
vieja canchita de cemento, cuyos arcos de metal lucen oxidados por efectos del
tiempo y la desidia. Es el lugar donde Edison a quien le dicen “orejas” ha desplegado
su alegría, corriendo por los cerros de Collique y aprendiendo a valorar el
amor por el fútbol en compañía de sus amigos entrañables.
Hoy figura de nuestra
selección, Edison Flores, el engreído de Gareca estaba incómodo en la banca. Pero
el fútbol es generoso y te da revanchas. Le tocó entrar en un momento en que
Perú requería cerrar el partido contra Bolivia. Farfán aprovecha una contra
imponiendo el músculo y habilita a Flores que pica como una tromba, en ese
instante entra en un “Deja Vu” recordando sus días de travesuras en su Collique
querido. Mete un freno espectacular que hace pasar dos defensas y saca al arquero
de su lugar. Se perfila para su zurda, la pisa, la enseña pero no la suelta,
amaga con lisura soltando un globito delicioso y el balón casi sonriendo besa
la red haciendo explotar a un país entero. Un gol de esquina, de barrio y de palomilla
callejero.
Bolivia no es igual que
Venezuela, pero tiene una forma de jugar que siempre nos ha complicado más de
la cuenta. Chumacero su mejor valor recarga su juego por izquierda y es quien
mejor habilita a Martins. Por ello Gareca puso alguien con mejor lectura táctica.
Polo por Gonzales variando de un 4-3-1-2 a un 4-2-3-1 que al principio no
encontraba precisión para la profundidad, había dominio territorial pero sin imaginación.
Se presionaba muy arriba asumiendo el riesgo que en el retroceso quedemos
descompensados. Se neutralizaba pero se dejaba de jugar. La fatalidad nos toca
la puerta temprano con un penal otorgado por el VAR. Lo más adecuado era
empatarlo y mucho mejor que termine el primer tiempo.
Paolo tantas veces Paolo. Siempre
determinante en situaciones claves. Cueva que aún no hace un partido redondo le
puso el pase perfecto y en su arremetida Guerrero pareció recordar que en ese
mismo Maracaná, el Rey Pelé hizo sus mejores goles. Hace una jugada de super
crack, a velocidad supera la defensa y se la toca sutilmente a Lampe para
abrirse un poco y pasar por detrás definiendo como los dioses. Era el empate
que ayudaba a recuperar la confianza y avizorar un futuro incierto cuando ya no
tengamos con nosotros a nuestro Paolo Guerrero. El puto amo del gol.
Si siempre reclamamos la falta de
jerarquía hoy Paolo y la “Foquita” firmaron el acuerdo de hacer felices a
todos. En el 2T fue muy distinto Perú, pudo ser más claro en los ataques, su
paciencia no se hizo pasividad. Variantes de juego donde Guerrero y Farfán
fueron determinantes. Impusieron su categoría haciendo que lo individual sume
al colectivo donde seguimos en deuda. Paolo desde la izquierda le pone un
centro al “10 de la calle” y como en el
Lokomotiv ruso conecta un cabezazo inatajable para el 2-1. Una actuación
destacada de este par que cada día imaginariamente queremos inyectarles 20 años
más de vigencia. Otro valor importante hoy fue Tapia y su capacidad para
devorarse la cancha imponiendo toda su personalidad y contagiando al resto.
Aunque esta Bolivia haya sido muy
distinta a la del 1T ante Brasil y tenga muchas limitaciones, es virtud de Gareca
las prioridades que decide. Este triunfo reconforta en al ánimo, pero tampoco
debe esconder la basurita debajo de la alfombra. Nos falta recuperar ese “punch”
que nos hacía pensar que podíamos competir de igual contra cualquiera. Es
cuestión de seguir confiando que el equipo va a crecer, necesita esa evolución.
Brasil puede que sea local y la bestia de siempre, pero el fútbol ha cambiado tanto
que ya no resulta loco pensar solo en no perder, se puede lograr algo mas,
porque no?
El epílogo de este triunfo está
en el rostro del “oreja” Flores celebrando ese tercer gol, que lo gritó con el
alma, con la rabia contenida por sentirse importante y por todo lo que se le reprochó
por el gol fallado ante Venezuela. Como decía el gran Daniel Peredo:“Paren las orejas, cuando aparece Flores,
pasan cosas”.
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