El día que la UEFA
decidió crear la Liga de Naciones para darle una categoría más competitiva a las
fechas FIFA quitándole el carácter de “amistoso” aprovechando la pausa entre el
final del Mundial y las eliminatorias rumbo a la Eurocopa, eligió también que
en su primera versión, la final del torneo se daría en Portugal en el Estadio
Dragao, donde suele jugar el Porto. Pero nunca pensaron que tamaña decisión tendría
una feliz coincidencia para el propio anfitrión, que en base a una excelente
campaña dio la vuelta olímpica y fue la copa número 32 para un futbolista nacido para ganar
y criado entre trofeos: CRISTIANO RONALDO. Así con mayúsculas.
Después de una
semifinal electrizante Holanda había dejado atrás a Francia y la poderosa
Inglaterra, mientras que Portugal llegó a la final del torneo tras derrotar a
Suiza por 3-1 con un “Hat-Trick” y una actuación memorable de Cristiano Ronaldo.
Una final con mucha expectativa por el resurgir de una renovada selección holandesa
y un derroche de juventud que deja para la imaginación el futuro del futbol del
viejo continente. Buscaba reivindicarse tras quedarse fuera del Mundial 2018 y la
Euro 2016. Portugal por su parte viene constituyéndose en una fuerza competitiva
en Europa que suma a su palmarés su segundo cetro continental en menos de 3
años.
Cristiano Ronaldo
es uno de los grandes futbolistas de todos los tiempos, para muchos es el mejor
del mundo por encima de Lionel Messi, en su disputa mediática. CR7 es un ganador
sin discusión, el portugués ha demostrado a lo largo de su carrera ser un
jugador completo y un goleador especial. En el área es un “animal del gol”. Posee
una mentalidad de hierro que lo ayuda a sentirse siempre mejor que el resto y
logra demostrarlo en hechos reales. Algo que se confunde con el ego, pero que
compone su personalidad que rompe las barreras de lo habitualmente correcto.
Portugal guarda en su baúl estadístico un antes y un después de CR7.
Portugal ganó el
duelo a Holanda 1-0 siendo la figura Gonçalo Guedes quien anotó el único tanto y
aunque en esta final CR7 no gravitó tanto por la marca superlativa que le impuso
el notable central Virgil van Dijk, con quien disputa junto a Messi el premio
para el Balón de Oro, igual al final festejó con una alegría inusitada. Estaba
en casa, con su gente, recordando quizás con melancólico regodeo aquella final
de la Euro del 2016 que no jugó ante Francia por lesión y lo dejó con un sabor
agridulce. Esta vez dio la vuelta olímpica bañado en euforia, sintiéndose absoluta
e inmensamente consagrado. Para eso se mentaliza y se esfuerza física y psicológicamente
cada minuto de su existencia, para ser un ganador y triunfador. Una leyenda.
Mientras en Sudamérica
seguimos con los partidos amistosos, en Europa le dieron un valor agregado, un
nivel competitivo que en la práctica mide fuerzas reales de las potencias futbolísticas
del viejo continente. Agrupados en Ligas por niveles y de acuerdo a su ranking
mundial, este torneo que nació sin muchas expectativas, ha terminado siendo una
real competición. Esta vez lo ganó Portugal y en su propia casa, celebrando
como si hubiera ganado un Mundial. Lo merecía el equipo luso que se ha superado
a sí mismo y lo merecía también Cristiano Ronaldo, un predestinado para el triunfo
y alguien para quien los títulos son su razón de ser y existir. Quien sabe cuántos años más
le quede a este monstruo victorioso en el fútbol. Por ahora disfruta de este
nuevo galardón y de ser un Cristiano de todas la Naciones.
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