Gareca termina la conferencia de
prensa con una frase “No me voy conforme
con el resultado, pero si con el rendimiento”. Repasando el partido el
cuestionamiento radica en la forma y no en el fondo. Esta Venezuela no tiene
ninguna similitud con equipos de antaño. Ha trabajado bien la parte física
y su renovación constante le da alternativas para sus variantes de juego. Se hace
un equipo muy duro y complicado por el orden que impone en sus líneas y la
forma de Dudamel para preparar los partidos. Se ha hecho fuerte atrás, trabaja
bien la contención y le impone vértigo a la contra. No tiene la jerarquía de
otras selecciones pero sigue progresando a grandes pasos.
El “Tigre” es consciente que Yotun
y Cueva no recuperan aun su nivel. Carrillo no ha vuelto a ser el mismo del
Mundial. La “culebra” pareciera estar cambiando de piel y su veneno haber perdido
su poder letal. Por ello se entiende la formación de Gareca y el 4-3-2-1
nominal con rotación al 4-3-3 o 4-4-2 sin balón. “Canchita” Gonzales por Flores
como aporte de Tapia y Yotun para priorizar el orden. Farfán en la función de
ser el enlace para dejar que Paolo aguante en el frente. La cautela como síntoma
de precaución y evitar sorpresas desagradables. Esperar en tres cuartos de cancha, algo no inusual en el
equipo, pero las circunstancias lo ameritaban. Perú parecía visitante y
Venezuela el local.
En este tipo de partidos un gol
inicial cambia el ritmo y condiciona cualquier planteamiento original. Con la
vinotinto como protagonista Perú encuentra el gol en definición deliciosa de “canchita”
Gonzales, pero que Roldan nos hizo tragar nueva saliva, cuando decide anularlo
por un fino adelanto, luego de verificarlo en el VAR. El partido fue parejo y
la impaciencia acompaño al equipo de camino al camarín. Un 2T con mejores
variantes. Flores sin estar 10 puntos resulta más acoplado al grupo y suma en
la elaboración. El ingreso de Polo fue una apuesta de Gareca para el desborde y
no pasó de un regular intento. Carrillo jugó el epílogo sin tiempo de mostrar
demasiado. Se reclama la actitud del DT pero es el que conoce de
primera mano el estado físico, técnico y mental de sus jugadores.
El partido pudo definirse en
forma contundente. Primero fue el VAR para anular el cabezazo de Farfan por un
ligero adelanto de Trauco y luego la milagrosa mano de Fariñez -el joven
portento de arquero que de seguro esta Copa América será su trampolín a Europa-
luego que Flores se la había encontrado a dos metros de su arco. No se pudo
hacer un partido bueno pero quizás uno que puede denominarse como correcto y al
final el resultado no se ajusta a lo que sucedió en el verde. Perú tuvo los
méritos para ganarlo, pero jugó como para solo empatarlo. No es malo el
resultado si se gana el próximo partido, pero sobre todo se recupera el nivel
de los que marcan el orden y el equilibrio del equipo.
El VAR es una herramienta tecnológica
que se ha impuesto como ayuda para los jueces a impartir justicia. Hoy resulta
negativo para los que prefieren que el margen de error sea parte de la fiesta
del futbol y otro sector opina que brinda la seguridad que ningún cobro tenga
visos de ilegalidad. Pero de una u otra manera –como hoy a los peruanos- va a
generar una obligación a mantener contenido el grito y congelar la celebración,
hasta que el árbitro corrobore que nuestra alegría tiene fundamento válido. Si
es a nuestro favor –como en el Mundial- de seguro nos quedaremos callados, pero
si es en contra nuestra –como el de hoy-
nuestra bronca tendrá una motivación cuestionable.
Hoy en el Arena do Gremio de
Porto Alegre, Perú pudo ganarle a Venezuela en condiciones normales de
apreciación del árbitro, pero tuvimos que mordernos los labios de impotencia
dos veces y devolver el grito a la garganta por orden de la tecnología. Un
empate que nos ha dejado a todos los peruanos con un trago desabrido en la boca
y perdidos en un VAR.
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