Se Ghana mas de lo que se pierde

La madrugada futbolera nos ha quitado el sueño, nos ha hecho acostarnos temprano, nos ha hecho mirar mas allá del horizonte de las realidades, para hacer nuestras ropas de dormir y echarle un ojo a la esperanza, a sabiendas que nuestros chicos saldrían a enfrentar un escollo difícil, quimérico, pero también fuera de nuestro alcance. El resultado negativo ha estado en nuestros planes, pero cuanta ilusión nos generó este equipo, que abrigamos el anhelo de doblegar a un equipo ghanés, con mas envergadura física y el arresto técnico de su desproporcionada diferencia para con los nuestros.

Cuando el pitazo final dio por terminado el partido y el marcador final, nos decía que debemos regresar a casa, miramos las caras de desolación y tristeza en estos jóvenes, en una muestra de frustración ante lo adverso, ante lo imposible -vergüenza deportiva que le llaman- que no dejaba espacio para ninguna alegría despistada, solo para un sollozo de hombre, de varón que se siente impedido de lograr una meta, que se hizo fuerte en la adversidad y que termina de pie ante el vendaval. Que se siente satisfecho de haber dejado la piel en el campo, pero que permite que la lluvia le enjugue el rostro, para esconder un poco, estas lágrimas de tristeza que inundan su tierna alma de futbolista, porque ha dejado un poco de su juvenil existencia en cada corazón de los peruanos, que hoy lo miran con orgullo.

Aunque duela perder, siempre se dice que de ello se aprende mucho más, estar dentro de los 8 mejores equipos del mundo, ha sido el colorario de esta Sub-17, que se fue al Sudamericano entre el silencio y la indiferencia de su propio pueblo, que retornó con los bolsillos llenos de orgullo y satisfacción, con los pasajes para el mundial y miles de sueños en la mente. El fútbol, es el único deporte que puede dividirte en dos mitades por 90 minutos, pero también es aquel que en un solo instante puede hacer olvidar realidades adversas, este equipo que nació desde lo inverosímil de su técnico extranjero, designado por gente que sabe tanto de fútbol como de antropología, un día pudo iluminarse por la divinidad de las circunstancias y cual señal del cielo, apareció un hombre, peruano como todos, guía y orientador que esperó con paciencia su oportunidad y ha sabido complacer el deseo de un pueblo ávido de triunfos y resultados trascendentes que dignifiquen nuestra tan vapuleada realidad futbolera.

Mas allá de los resultados, en un mundial de esta categoría resulta siendo vital, el dejar formados jugadores para el futuro inmediato, ello ha sido cubierto a plenitud. Quizás contra Ghana ya se había entrado con la mentalidad que se lucharía hasta el final, pero con el resultado adverso en la cabeza. Talvez porque la historia ya estaba escrita con letras de oro, cuando estos chicos se colocaron el estandarte de buenos patriotas, por eso más que una derrota previsible, hoy habría que resaltar lo que nos deja esta experiencia mundialista, se habrá acabado el sueño de llegar alto, pero lo que recién está naciendo es una nueva esperanza para nuestro fútbol. De aquí en adelante quedará como tarea pendiente seguir en la ruta planteada, no perderlos de vista y emular lo logrado, porque de lo contrario, todo el sudor de estos chicos será mal pagado por nuestra tan conocida indolencia.

Lo que se viene, esta cantado, dirigentes y políticos subiéndose al coche del triunfalismo barato, hinchas abarrotando el aeropuerto y endiosando a sus nuevos héroes, agradeciéndoles sin cesar por estas madrugadas de alegría. La prensa escrita y hablada nos hará conocer hasta la quinta generación de cada “jotita” y la TV que nos hizo levantar temprano, nos brindará hasta el cansancio las repeticiones de los triunfos y los goles, que después de mucho tiempo, pudimos disfrutar todos los peruanos. Pero silenciosamente, JJ Oré, el hombre que hoy resulta siendo el salvador de todas nuestras miserias futbolísticas, se escabullirá por entre la muchedumbre, sin que nadie se dé cuenta, para ponerse su ropa de faena y reanudar de nuevo su trabajo noble y trascendental, basado en formar con paciencia y dedicación, a nuevos valores. Alzará la vista para mirar aparecer en la cancha a un nuevo chico, que esta vez llegará con una sonrisa dibujada en su carita inocente, acompañando un balón bajo el brazo y su sueño irreverente de ser un “jotita” cuando sea grande.

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