
Cuando Lobatón falló el penal para Cristal, los hinchas en la tribuna, sintieron un escalofrío, extraño y espeluznante, la historia se volvería a repetir pensaron, el frío de la tarde se bajó al gramado y los protagonistas solo dejaban ganas, nada de fútbol. Hasta que Espejo la puso adentro y devolvió el alma a los concurrentes. Oblitas encontró la sonrisa perdida y Cristal ha logrado que el oxígeno le dure una semana mas, ha visto una luz, pero sigue en esa zona de descenso, tan peligrosa y fatal.


Boys y San Martín jugaron a quien era el mas “macho”, los universitarios con el apertura en los bolsillos del conformismo mediático y los rosados apelando a seguir en la brega, un Montaño, que quizás juegue sus últimas horas en suelo chalaco y el próximo se vista de otro color. La paridad los deja igual como empezaron, pero tan distintos como insólitos en su perfomance.
Esta jornada aplaude un nuevo líder. El “Bolo” con Reynoso “a la cabeza”, aprovechó el desliz de los de arriba y se ha encaramado en la punta de manera momentánea. Pero si sometemos nuestra voluntad al análisis concienzudo, veremos que entre el último y el puntero, no hay mucha diferencia, por ello no debiera resultar sorpresa que cualquiera de los que hoy libran batalla por salir del fondo, si levantan cabeza, al termino del clausura, podrían tranquilamente estar disputando un lugar de privilegio, mientras los que hasta hoy, aprovechan el pánico y han tenido sus quince minutos de fama –incluido mi querido Muni- podrían vestirse de infortunio y luchar contra el tiempo y la adversidad para no caer al abismo de la temida zona de descenso.
Nuestro torneo doméstico es así de variopinto, es tan nuestro y tan arraigado a nuestras costumbres que fácilmente pasamos del embrujo a la hecatombe y de la alegría a la tristeza. Nada es sorprendente y tampoco irreal, así es nuestro fútbol y esta es nuestra afligida y lograda realidad.
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