Y se llama PERÚ

Y se llama PERÚ.
Con P de patriotismo, para sentir el país en el alma y el orgullo de llevar la bandera tatuada en el pecho de la sagrada bicolor.
La E de la entrega, para dejar todo en la cancha, para hacer de la solidaridad un sentimiento, una forma de lealtad, para un país, una nación, un pueblo.
La R de la reflexión, porque cada triunfo y cada victoria, se valora mucho más, cuando se logra lejos de la patria y la alegría se dispersa por cada rincón de nuestra tierra bendita.
La U de la unión de las voluntades, de las ganas para buscar la alianza de las buenas intenciones, para ir juntos por un solo objetivo, alegrar a todos los peruanos.


Y se llama PERÚ, con P de Paolo, de Paolo Guerrero. Ese depredador por instinto que puede ser un digno heredero de Nureyev vestido de futbolista. Que juega en puntitas de pie y en cada arremetida nos hace pensar que es una evolución moderna de un acróbata del ballet o un danzante de tijeras con chimpunes. Lo que ha jugado Paolo, lo que ha puesto en la cancha: Un “hat trick” fantástico, golazos para repetirlos mil veces. La categoría de élite para definir frente a la red y esa graduación de goleador por excelencia que lo ha revalidado y definido como un jugador exquisito y de lejos –que duda cabe-, es el mejor delantero de esta Copa América. Paolo, con esta extraordinaria actuación, ha vuelto a ser ese jugador que lleva el emblema de un país, que vibra, ríe y goza, gracias a su jerarquía hecha realidad en una cancha de fútbol.

Y se llama PERÚ, con la E de la eficiencia, la que predicó Markarían para hacerla una religión un credo diferente. Con la E de equipo, para lograr que un grupo de voluntariosos jugadores asuman la devoción por un estilo distinto, asumiendo sus privaciones con entereza y sus talentos con humildad. Este tercer lugar, menospreciado por los acostumbrados al éxito, para los peruanos era una oportunidad de reconquistar el respeto, su historia, su tradición. Un partido inteligente, había que controlar a una Venezuela refulgente, metódica y altamente efectiva. Se fue afirmando la eficacia en defensa con un Rodríguez prolijo y categórico, Ramos para el aplauso y un Balbín hecho realidad. Con un Revoredo acertado, Yotún y su vehemencia juvenil, Cruzado sacrificado  y un Corzo pura voluntad. Advíncula fue un avión con pantalones cortos. Era una cuestión de carácter, neutralizar con criterio las fortalezas del rival y haciéndole daño al descubrir sus falencias.
Y se llama PERÚ, con la R de la razón y la sabiduria. Porque el “mago” apostó por jugadores de edad consolidada pero experiencia inexistente, Pero su sapiencia no falló a la hora de darse entero por Lobatón y sacarle toda su destreza escondida. De darle a Guevara una oportunidad de que muestre esa magia disimulada, en sus botines y sea un jugador que gravite cuando se hacía necesario. Cuando estuvo el “Loba” fue fundamental y cuando entró “Solanito”, fue el compinche perfecto para la sorpresa, para ser ese jugador diferente que tanta falta hace, cuando se necesita definir los partidos. La razón y la sapiencia, porque, fue el único que apostó vaciando sus bolsillos, por Chiroque. Y vaya lo que jugó este “chato”, como si estuviera en su tierra norteña a pie pelado. Desequilibrando con esa gambeta endiablada, a veces rústica, impredecible, pero tan letal y contundente. Sellando una actuación sobresaliente y dejando en claro que más que un “descubrimiento”, lo de Markarián fue una cuestión de fe y convicción en sus capacidades.

Y se llama PERÚ. Con U de unidad, la que se hizo visible, desde que el “mago” alzó la voz, para hacerse escuchar y señalar con el dedo, que somos un pueblo que respira fútbol y que necesita que no lo traten rastreramente. Unidad de los sentimientos, para formar en este equipo una suma de esfuerzos que haga respetar un legado, perdido en el laberinto de las equivocaciones. Unidad de criterios, valiosos e indiscutibles, para que quedemos convencidos que todo puede cambiar, a partir de una actitud, de una forma diferente de ser.

Es la hora de la celebración, justa y oportuna, porque ha llegado en estos días festivos de fiestas patrias, pero también es momento para hacer una pausa a tanto ardor triunfalista y darle mano al raciocinio. Bajarle las revoluciones, para pensar que este meritorio lugar en el pódium, nos devuelve el prestigio, nos hace competitivos, pero que una vez que pase la euforia, habrá que pensar que el fútbol es de momentos y necesitamos consolidar esta realidad, tomándola como un buen punto de partida, para el resurgir de nuestro fútbol.

Y se llama PERÚ, con P de Patria, la E del ejemplo, la R del rifle y la U de la unión. Yo me llamo PERU, porque es mi raza peruana y es bicolor mi pabellón, yo no sé mañana, pero hoy tengo una inmensa razón para sentirme orgulloso, de este país tan hermoso, mi patria, mi tierra bendita, que la llevo en el corazón.

ARRIBA PERÚ CARAJO!!





1 comentario:

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