Empate con aroma de café

Lionel Messi, se toma las rodillas con las manos y levanta la cabeza. En su rostro hay un disgusto, un malhumor que denota un incómodo aburrimiento. Un hartazgo de intentos, que se fueron diluyendo como baldazos de agua en la pared. Esa pared que le pusieron los colombianos para no dejarlo pensar siquiera, para encimarlo y respirarle la nuca. Es la misma imagen de esta Selección Argentina, que hoy jugó mal nuevamente, porfiando en ese intento porque las individualidades, sean las que resuelvan lo que no pueden hacer como equipo. En la tribuna la gente, el hincha Santafesino que hoy vino emocionado, por ver a su Selección, silba desaforada, decepcionada por esta igualdad en el resultado, que pudo tranquilamente ser un tremendo papelón.

Debe ser que el gélido clima reinante en la Argentina, ha entumecido a sus jugadores y los tiene demasiado abrigados y arrastran mucho ropaje que les causa molestia para desplazarse y se incomodan tratando de cuidar el cuerpo del frio, que ha congelado sus ideas. Batista siguió en su empecinada idea de creer que Lavezzi y Tevez pueden romper defensas a punta de trancazos y la utopía de querer jugar como el Barcelona, sin querer darse cuenta que Messi es feliz allí, porque en cada pase recibe una rosa y en cada enganche, tiene un socio que le pone el hombro. En esta Argentina, el buen Lio, intenta (solo intenta) generar juego y en cada pared le devuelven un ladrillo. Ello le produce frustración y desencanto. Su rostro lo dice todo. La gente lo maldice porque no juega como en el Barca y lo silba con desgraciada injusticia.

Mientras en el otro lado, el “Bolillo” Gómez, juega al titiritero mayor para mover sus piezas, según su necesidad. Haciendo marca escalonada a Messi, en zona y copando el mediocampo, con relevos bien coordinados y respaldados por un orden que le permitía el toqueteo, la triangulación y las paredes. Un trabajo defensivo impecable de Sanchez y Guarin. Abajo Yepez, un verdadero “patrón” que imponía respeto y presionando arriba con sus delanteros para inducir al error. En suma una superioridad que se fue haciendo notoria en las oportunidades de gol desperdiciadas. El primer campanazo la tuvo Ramos debajo del arco y la más clamorosa (léase escandalosa) fue aquella que solo frente al arco, Dayron Moreno la echó fuera, dejando la sensación que Colombia podría arrepentirse después.

Un partido parejo, con Argentina sin tener el control a pesar de tener la pelota. Sin un concepto claro para jugarla, para generar el riesgo y hacer daño. Sin claridad en el pase, no encontraba el juego. En defensa mostrando sus mayores debilidades. Si se puede definir el resultado digamos que lo decidieron el arquero Romero y los delanteros de Colombia. El Argentino tuvo dos atajadas notables, evitando una catástrofe desde muy temprano, pero las otras, fueron fallas de los ejecutantes. Las más claras fueron para los cafeteros, es verdad, pues lo que originó Argentina, fueron consecuencia de la gesta de individualidades, mas no el resultado de un buen juego colectivo.

Colombia ha hecho su mejor presentación, por la categoría del rival, dice el “Bolillo”, pero asume con pausado respeto y consideración, que aún no llega a su techo. No queremos imaginar cómo le hubiera ido al anfitrión, si el equipo estaba al 100%. Hoy le estaría refregando en el rostro la épica y vergonzosa afrenta del 5-0, cuando Asprilla y Rincón, dejaron su nombre tatuado en la memoria de los Argentinos. La gente en la tribuna sigue silbando a este equipo de jugadores de cartel. Se preguntan si se puede jugar peor y la respuesta viene sola. La decepción es más fuerte que la emoción. Argentina se fue insultada de Santa Fe, el empate fue mejor negocio para Colombia que mereció mejor suerte. El anfitrión salió arrastrándose de la cancha. Batista deberá cambiar el chip antes que le gane la noche.

Aquel tiro libre a las nubes de Messi, es la imagen del fastidio y el desencanto. La imagen de esta Argentina que no encuentra explicaciones, se sume en la monotonía y se congela en sus frustradas intenciones. Hoy Colombia se fue en busca del merecido descanso, por todo el esfuerzo puesto en la cancha, por este merecido empate, con sabor a victoria, que lejos de parecerse a un mate argentino, tuvo un exquisito y placentero, aroma de café, bien Colombiano.


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