PERÚ marca registrada

Porque el fútbol es como el río, cada instante nueva el agua. Cada partido es distinto y diferente se escribe la historia. No se puede jugar igual siempre, porque los momentos se intercambian y se hacen disparejos. Cada instante, cada jugada, tiene matices de color claro oscuro a veces y otras de un negro que asusta, cuando hay un gol en contra. Duelen más las derrotas, cuando se crean demasiadas ilusiones y rasgan el alma hasta hacerla trizas, cuando se hacen creíbles los sueños, por más imposibles que parezcan, por más porfiados que nos vuelvan, esas circunstancias que se generan por triunfos conseguidos con el corazón en la mano.

Una cancha come piernas, un escenario ideal para los que presumen de grandeza. Uruguay, siempre ha escrito su propia historia. Es un consagrado de las grandes batallas. Es un guerrero acostumbrado a que sus enemigos piensen que está cansado o derrotado, cuando solo está adormitando. Necesita sentir el peligro para despertar y demostrar ese temperamento y esa raza tan suya, que lo hace estar siempre vivo y en constante vigencia. Perú es un paciente, que estuvo internado en estado de coma, que dejó el resucitador artificial y ha salido a tomar un aire nuevo. Se tomó en serio su recuperación y salió a correr de alegría hasta que sintió en el agotamiento, que aún le faltan horas de reposo, para volver a estar consciente de que su mal, tiene cura, pero debe primero reconocer que está enfermo y que debe seguir al pie de la letra, las indicaciones de su nuevo médico de cabecera.

Dos técnicos del mismo país, pero de distinto punto de vista y también de diferente realidad. Markarían con su apego a ser del orden un devoto eterno y apelar a la eficiencia, como un factor de solución a sus carencias de materia prima. Tabarez, en el otro lado, con un equipo cuajado y de perfil competitivo, muy seguro que esta vez no le iban a sacar la billetera, mientras estaba dormido. Fue diferente, porque el Maestro logró jugar el partido a su manera. Lugano encima de Vargas, para reventarle la paciencia. Marca zonal a Guerrero para borrarle la inventiva, línea de cinco para hacerles más difícil pasar el cerco celeste. Generar el error del rival, tiene que ver con una actitud de atacar en el momento oportuno. Si Markarían había logrado una disciplina táctica importante, hoy, le faltaron esas variantes que solo se pueden optar, cuando se tienen jugadores de nivel y la categoría tan necesaria para estas lides.

El fútbol se juega con los pies, pero se genera en la cabeza. Uruguay se hizo superior a partir de las privaciones que logró, apretando con propiedad y agrupándose con orden e inteligencia y dejando sin espacios, ni ideas a un equipo peruano que por momentos, se hizo frágil, aunque luchaba por hacer prevalecer su dignidad. Si hay un estratega que hace de jugador de fútbol, un mariscal dentro de la cancha, ese es Diego Forlán. Un talento para administrar el juego, para generar los cambios de ritmo, para aparecer cuando más se le necesita. Luis Suarez, es el mejor socio del gol y alquiló la valla peruana, para ponerse en la cima de los anotadores. Acaso y solo nos quede el mejor consuelo que Guerrero, sigue siendo un pelador por excelencia y se hizo más visible, desde la torpeza de Vargas, para hacerse echar cuando más se le necesitaba. Esta vez, lo sacaron del partido y terminó masticando su frustración en un acto de extrema locura.

Esos dos goles de Suarez, fueron dos bombazos que le han bajado el volumen a nuestro grito, pero ha dejado en claro que hay mucho para la reflexión, antes de subir al avión de regreso. Está claro que se ha ganado en actitud y estamos en nivel de competencia. Nada será más ingrato, que este paso ascendido, si se hace un olvido inmediato y nos resignamos fácilmente. Queda pendiente, seguir haciendo crecer este grupo, para que no se pierda la confianza. Forjando caras nuevas, vendiendo caras conocidas, haciendo un nombre, para los que nacieron desconocidos.

Este equipo peruano, puede mirar con la frente en alto, porque ha hecho una Copa América digna. El fútbol no termina en un partido y tampoco en un triunfo o en una derrota, hay muchas cosas, para rescatar, para valorar y hacerlo creíble. Solo queda mirar el próximo partido, para probar nuevamente, esta decencia conseguida con mucho esfuerzo y sacrificio, un respeto para este nuevo equipo peruano, que ha logrado una marca registrada en el fútbol, la marca de Markarian.

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