Arrivederci Italia, è morto il campione

Adiós Italia, ha muerto el campeón. Lo deben llevar a casa de vuelta, los mismos que enaltecían su grandeza y le rendían culto al resultado y no les importaba como lo conseguían. El tiempo, las circunstancias y el mismo destino, le han dado muerte a ese fútbol mezquino, que alegraba corazones, porque llevaba coronas y trofeos de guerra, de manera generacional. Esos mismos que no les importaban dos centavos, si el equipo jugaba bien o mal, que solo era conjugable el verbo ganar, sin importar a qué precio, ni en qué tiempo ni lugar. En este mundial, donde los técnicos tienen un marcado protagonismo, Marcello Lippi asume su responsabilidad para su campaña, porque para los italianos, que solo les importa ganar, quedar fuera en primera fase, es un desastre total, un fracaso descomunal y una forma de morir demasiado joven.


Su funeral se ha escrito ante Eslovaquia, un equipo que hizo su negocio, que se paró al frente para mirarlo a los ojos y enrostrarle, que ya no existen los mitos, ni las devociones a la historia o los pergaminos. Se paró sin complejos y aprovechó las deficiencias que la escuadra azurra, ya mostraba desde los inicios de este mundial. Italia entró a jugar con su faja de campeón reinante y Eslovaquia fue tan irreverente, para con su estandarte que le bajó el pantalón y le dio las nalgadas de insolencia, para doblegarlo primero en el juego y después en el marcador.


Lo que marca este mundial es que ningún equipo, puede salir a jugar con el peso de su historia o el color de su camiseta. Italia, se aferró a los nombres que hace cuatro años le dieron la copa del mundo. Pero no pasó por la idea de Lippi, que los años pasan y pesan y ello es regla de oro incluso para los que tengan un nombre ganado o se crean dioses del Olimpo del fútbol. Gatusso y Cannavaro fueron en el 2006 los íconos de esa pared infranqueable que hacía de su defensa, una base sólida para ser ordenados y arriesgados en ataque. Pero hoy ya no son los mismos y no se encontraron sus reemplazos.

La razón de esa falta de renovación pueda que tenga que ver el propio calcio, donde prevalecen los nombres de otra nacionalidad. El último campeón de Europa, el Inter, su mayor referencia mediática, no tuvo a ningún titular en la lista, porque son extranjeros. Su base de jugadores, está en la Juventus que tuvo una campaña regular. Para este mundial, Italia apostaba al peso de su camiseta y tratar de ser el equipo de siempre, con defensa ordenada, mediocampo generoso y equilibrado en ofensiva. Por historia, se le daba el crédito de ser el candidato de siempre. Esta vez, se obvió el talentoso y el goleador, cada uno buscando su propio nombre y el resultado fue un equipo partido, sin orden y que solo apelaba a su orgullo marchito. No le alcanzó y aunque le anularon un gol legítimo, la historia ya está escrita.

Para Italia, esta eliminación es una catástrofe, por lo que significa hoy y lo que traerá a partir de mañana. El campeón reinante ha muerto pero el fútbol no descansa, el balón seguirá rodando, hasta encontrar su sucesor. A cada italiano que en el 2006 hincharon el pecho de orgullo cuando alzaron la copa, así como no les importó, que ante Francia fue un partido horrible, que Zidanne siendo Dios, se hizo hombre, para irse sin gloria. Que ganaron el mundial sin fútbol, solo con resultados, ahora no apelan a sus recuerdos, solo piensan en este fracaso de consecuencias funestas. A los jugadores que en el 2006, se convirtieron en héroes, nadie les quitará el mundial ganado, como tampoco le podrán quitar este bochornoso final. Una muerte súbita, una afrenta para su historia, un adiós repentino, un fracaso doloroso, pero tan real, como el mismo fútbol.

Arrivederci Italia, è morto il campione... Viva il nuovo campione


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