La buena estrella blanquiazul

Quien lo diría, este Alianza hace unas semanas, era un enfermo con diagnóstico de pronóstico reservado. Se mantenía con vida, gracias al respirador de su esperanza y la fe de su gente que seguía saltando en el ‘comando sur’. El Dr. Richard Paez, para salvarle la vida, decidió inyectarle directo a la vena, una gran dosis de actitud, compromiso y trabajo, que fueron haciendo efecto, conforme crecían sus deseos de recuperarse. Hoy aparece renovado y jovial, aferrado a sus ansias de vivir entre alegrías y festejos. Ya no tiene esa mirada perdida en la incertidumbre, ni ese rostro apesadumbrado que conjugaba su crisis mental de no tener un horizonte y que se estaba dejando ganar por el cáncer de la mediocridad.

Hoy este Alianza es diferente, el punto de quiebre, se inició con esa buena racha, que contagió a los peruanos de un espíritu diferente para manejar la adversidad, de crecerse ante la dificultad y asumir con entereza las pruebas que el fútbol suele poner en juego a sus protagonistas, para que puedan demostrar de que están hechos.

El fútbol de hoy maneja nuevos códigos y uno de ellos, quizás el mas importante es la actitud. El equipo de Paez ha llegado a entender que debe entrar al campo y asumir el control del balón con decisión, sea de local o de visita, quizás allí parte el principio de ese nuevo estilo blanquiazul, de ir al frente con el vértigo de sus laterales, la fuerza y la técnica de sus volantes y la agresividad de sus atacantes. El dominio inicial de Alianza sorprendió a Cristal, lo hamaqueó de su parsimonia, lo sacó de sitio y provocaron errores de la defensa rimense que facilitaron los goles de Sidney Faiffer y Wilmer Aguirre. El descuento de Cristal llegó cuando el telón del primer acto estaba cerrando una actuación pareja de Alianza y una tardía reacción celeste.

Si bien es cierto la figura de Johnnier Montaño destacó por su fuerza y la habilidad e inteligencia para crear peligro continuo. Fue nuevamente el “zorrito” Aguirre el que marcó diferencias y fue la pesadilla para la zaga rimense, marcando el desequilibrio con su velocidad endiablada y esta vez nuevamente haciéndose presente en el marcador, aunque con una manita de fortuna. Cuando se tenía que asegurar el partido, le puso su cuota de sacrificio que el ‘comando su’r valoró con una salva de aplausos al final del partido. Gratificante resulta como el juvenil Aldo Corzo se va consolidando, nuevamente demostró su empuje y ese talante que lo hace diferente, ojalá que siga ese camino ascendente, porque la selección necesita sangre joven por esa banda y sobre todo con ese conchudo actuar, que se hace tan necesario para partidos transcendentes.

Este Alianza hoy camina con paso seguro, en menos de un mes, se ha tumbado a los más difíciles escollos que podía tener en su camino y ello ha levantado su optimismo, le ha cargado las baterías a su ilusión y ha empezado a pensar en grande. Este Alianza que empezó a resurgir de entre los escombros, hoy tiene traje nuevo y cercano al mes de los milagros, se alista para ir a la iglesia y agradecer por este presente que lo ha dejado honorable y ya le presentó sus credenciales a los que estuvieron lejos de sus ojos para que lo tengan en cuenta, cuando se trate de pelear un lugar entre los elegidos.

El hincha de pecho blanquiazul, hoy tiene marcada su sonrisa y no es para menos, pero ruega en silencio que esta buena estrella siga alumbrando su camino, tanta desazón le ha agujereado el alma, pero aún tiene entero el corazón, aquel que resistió los momentos amargos, con entereza y que guarda un lugar abierto para el festejo y la alegría.

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