La asfixiante presión Guaraní

El empate ha dejado en el marcador una igualdad de puntos, pero dentro de este Monumental cargado de efervescencia, hay un olor medio extraño de tranquilidad. Y es que se le hizo demasiado complicado a Argentina, salir a jugarse un partido que se sabía sería muy trabado, friccionado y cargado de una presión ajena de su propia gente, que exigía un resultado a sus figuras, con demasiados pergaminos encima, pero que en la cancha estuvieron a punto de morir ahogados por la asfixiante presión guaraní

Este Paraguay es quizás, de los mejores exponentes del fútbol total en Sudamérica, con una defensa sólida y un contraataque que hace daño, realiza un pressing intenso, total de toda la cancha, que desespera las voluntades del rival, buscando que se atragante con su propio aliento. Se parece a esos males cancerígenos que empiezan a distribuir sus microbios por el cuerpo y van primero, minando las piernas, para hacer débiles los órganos vitales, hasta dejarlo totalmente indefenso. Es de esos equipos que muestran un físico privilegiado, que no dejan espacios libres y le respiran la nuca al rival los 90 minutos de juego.

En ningún cálculo estaba que en la primera jugada a fondo paraguaya, Nelson Haedo Valdéz, obligue a Gabriel Heinze, a que lo toque la fatalidad y sin quererlo siquiera, haga cómplice al “Pato” Abbondanzieri, con un autogol que dejaba perpleja la tribuna, ponía adelante a los guaraníes en el marcador y excluía del partido al portero ante una seria lesión. Después vino la intranquilidad, el deseo de revertir todo a cualquier precio, ello contagia a Tévez, que en una jugada dividida se gana la roja y acrecienta mucho mas las dudas que ya estaban regadas en toda la cancha. De allí para adelante se vio el mismo panorama, Messí, Riquelme y el debutante Di María presionados, Argentina sin encontrar el camino y un Paraguay como dueño absoluto del lugar.

Para el segundo se vino el “Kun” Agüero, ganando en agresividad, pero con un hombre menos, el marcador en contra y camisetas albirrojas por toda la cancha que no paraban de correr y morder, era difícil. Había que frotar la lámpara. Tuvo que aparecer el genio: Lionel Messí, el distinto, el único que podia zafarse de esta marca asfixiante. Toma el balón la pega a su botin izquierdo para eludir rivales, cede en cortada al “Kun” Agüero que doblega la muralla Paraguaya. Una tremenda jugada individual y que era la única forma de encontrar esa igualdad que pudo cambiar la historia en cualquier momento y para cualquier bando, pero que al final, ha dejado a un Paraguay tranquilo de su trabajo consistente y prolijo, pero a una Argentina con demasiada sangre en el ojo.

Basile justifica la igualdad, asumiendo que salvaron un partido conflictivo, que les pasó de todo y que les queda resto para revertirlo en el próximo partido contra nuestra bicolor, no contará con Tévez, pero tiene una baraja muy favorable. De seguro que los albicelestes vendrán a lavarse la cara a Lima. Pedir que nuestra selección haga la misma presentación que la Parguaya, está tan distante de la realidad y quizás lo único que nos asemeje a ellos sean los colores de la camiseta. Aunque esto es fútbol, señores y cualquier cosa puede pasar.

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