Un toque de locura para la tranquilidad

La gente apura el paso para llegar al estadio y sus rostros van cambiando conforme se acercan a su ubicación. Me he despedido de mi amigo argentino en la puerta y cada uno ha ido a buscar su asiento, no lo noté tan presuntuoso como otras veces. Las olas van creando el ambiente y a mi costado ha llegado el “Chorri” Palacios, que recibe el saludo cariñoso de los hinchas. Los equipos ya están en la cancha y mis amigos acompañantes, me dicen que al otro lado nuestro, están los padres de Johan Fano, se les ve sonrientes. Delante de nosotros están un grupo de argentinos que soportan la chacota de los hinchas. Ya no hay mas tiempo de saludar a tantos amigos del fútbol, es la hora de concentrarse y hacer fuerza. El pitazo inicial da comienzo a la fiesta.


Para ganarle a Argentina, mas allá de apostar por el factor individual, era necesario, poner mucha fibra, ser solidarios, y sumar voluntades como equipo. Esa actitud, tan reclamada, estuvo presente desde el vamos y vaya que si. En la ausencia de jerarquía en ofensiva, el morder los tobillos y soplarle en la oreja al rival, no era una debilidad, sino una necesidad. La premisa estaba centrada en cortar el circuito creativo albiceleste y había que sudar mas de la cuenta. Desde allí, se vio un partido parejo.

Dicen que la necesidad, crea riesgo y ello deviene en responsabilidad y madurez. Este Perú de rostros ausentes y de cara lavada, apostaba por jugadores sin cartel pero comprometidos en la entrega. Ahora libre de sus figuras de andar irresponsable, se paraba en la cancha, mirando de frente a los ojos del rival y desdeñándole sus pergaminos. Quien sabe si jugaban los sancionados, la oportunidad de Zambrano o Chavez hubiera demorado mas de la cuenta. Bendita hora entonces porque el defensor fue la figura descollante, jugando para 8 puntos y el atacante no desentonó ni arrugó nunca. Si muchos temían en lo que pudieran hacer Messi, Riquelme o el “Kun” Agüero, estos chicos al igual que Vargas, Torres y el “Cholo” Fano, se robaron el corazón del hincha.

Al final del primer tiempo, el “Chorri” sonríe y nos contesta el saludo, está tranquilo como ésta gente, que espera un segundo tiempo con la misma entrega. Los padres de Fano, frotan sus manos, cuando el pitazo nos devuelve a nuestros asientos. En esta hora hay otro vértigo y la disposición es diferente. Empiezan por asomar las figuras argentinas, Gago se pone el overol y atrás el “Pupi” Zanetti demuestra que es como el vino –tremendo jugador- mas bueno cuando mas añejo. Messi insinúa sus arranques endemoniados, pero siempre hay una pierna blanquiroja que somete sus arrebatos. Las dudas nos asaltan, cuando el “Chemo” arriesga en la apuesta por ganar la banda y manda a Salas, para subir a Vargas para generar riesgo. Al “loco” le viene mejor cuando arranca desde atrás y se complica cuando intenta hacer de enganche.

El partido se está extinguiendo y la gente, no siente reproches por el resultado. Pero el riesgo es un arma de doble filo. Riquelme abre para Gago y éste le gana la posición a Salas, saca un remate buscapié y Cambiasso nos deja a todos mudos. Los argentinos que están delante nuestro, se abrazan entre si y en sus ojos hay una mirada cómplice, por sentir que le están hurtando la suerte a la justicia. Es un cachetazo cruel, que en el final de un excelente partido, nos está dejando con un sabor amargo en la boca y un trago de impotencia, difícil de pasar. Aunque seguimos alentando, algunos se van refunfuñando su mala suerte. Miro al “Chorri” cuando abandona el estadio, resignado a que la suerte está echada o quizás para evitar el tumulto de la gente en la salida.

Pero esta historia no podía ser tan injusta. No para este equipo peruano que intenta reconciliar la ilusión con su gente, con su pueblo. Debía aparecer un héroe, alguien que marque el camino y saque sus poderes en el nombre de la grandeza, aunque esto sonara a chifladura. Y es que los sueños mas inverosímiles, tienen un toque de locura. El “Loco” Juan Vargas, recupera un balón en defensa y desde allí crea la jugada. Recibe el encargo y arremete como un gladiador entre camisetas albicelestes, cruza la media cancha frente a nuestros ojos, Bataglia lo sigue en la pelea cuerpo a cuerpo, el “loco” a punta de una potencia descomunal, ha metido la doble tracción y el argentino ha quedado relegado, llega al fondo y saca el sablazo al corazón del área donde el “Cholo” Fano lanza su humanidad y hace explotar los corazones de todo un pueblo, en un grito eufórico como nunca antes se había escuchado y que estaba guardado muy adentro del alma.

El partido ha terminado y abajo en la cancha, todos están abrazados. Al costado los padres de Fano, secan sus lágrimas por la emoción y los amigos del “Chorri” comentan que vio el gol pero en la puerta de salida. Mi garganta está destrozada y de seguro van a pasar unos días para recuperar el habla normal. Acompañando a esta multitud de rostros felices, que abandona este monumental que apaga sus luces, uno piensa que este resultado no es para emocionarse tanto, pero si para disfrutarlo, no tanto por el marcador sino por la forma como se ha logrado, con esa actitud y entrega qua ha contagiado a todos los peruanos.

Mi amigo argentino, me abraza en la puerta y me dice muy apasionado

-Che, pero que pedazo de jugador es ese Varguitas eh?-
-Espectacular el “loquito- Le digo y sonríe cuando escucha mi voz aguardentosa
-Que pasó papá?... como habrás gritado ese gol no?
-Claro que si hermano- le respondo
-Ha sido el gol que nos ha regalado la justicia, por lo que pusieron los jugadores y esta gente, Ha sido el gol de la tranquilidad que necesitábamos todos los peruanos.

1 comentario:

  1. No solo eso (lo del cambio de Salas), ese cambio le pudo costar caro, Salas no es jugador de selección así su familia lo quiera mucho.. la zona izquierda de la defensa peruana se descompensó tanto que por allí vino el gol Argentino...

    Saludos

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