Dejame que te cuente celeste

Dejame que te cuente, bajopontino de pecho celeste y corazón maltrecho, si la última vez que fui a visitar a tu Cristal, en su lecho de enfermo, lo encontré levantado, en pantuflas, con su bata color verde esperanza y un rostro diferente, como si hubiera podido –después de muchas noches- conciliar el sueño, sin pesadillas y solo con sobresaltos propios de su estado convaleciente. Estaba de pie, recién salido de la ducha y mirando por la ventana al Señor de los Milagros, que pasaba por la calle, pude percibir que mascullaba entre dientes alguna plegaria, pidiéndole al Cristo morado -patrono de la tienda blanquiazul, , que no lo deje morir tan joven, que le dé un cachito de esperanza, para que pueda resucitar y estar nuevamente con su gente.

Déjame que te cuente, blanquiazul, si cuando tu Alianza salió a la cancha, en la tribuna, ya no brillaba el color morado, porque el calendario había agotado los días. Al frente tenía un enfermo del corazón y del alma, un convaleciente que visitaba tu Matute de tantas victorias, un mórbido rival que reposaba sus ansias en el espíritu indomable de los que no se resignan a morir tan pronto, allí tu Alianza se puso laborioso para doblegar su propia intermitencia y salió en busca de llevarse tres puntos que lo encumbrarían en el altar de los privilegiados aspirantes a este candente clausura, que no deja espacios para el vaticinio apurado y donde cualquiera puede quedarse con la corona del equipo mas aplicado o quizás el del menos deprimente.

Dicen que las fieras heridas son las mas peligrosas, dicen que un partido de fútbol no termina hasta el pitazo final, entonces entiendo que cuando los de pecho celeste y blanquiazul, estaban cerrando las persianas de un encuentro disputado y de encono relevante, vino el zarpazo escondido, el que hace mas daño, porque te encuentra desprotegido, tres dedos de Carlitos Lobatón y cual aparición fantasmal, da Silva, el cristiano y garoto de arremetida feroz, pone el testarazo mortal, que dejó sin habla a este Matute que dejó de rugir en el último instante, guardó sus banderas y se fue mascullando su rabia contenida, disfrazando alguna lágrima que le dejó este resultado, injusto quizás, pero tan real como que Cristal, ayer enfermo, en coma y casi desahuciado, hoy está en la disputa creciente de acceder a un lugar de privilegio, las cosas que tiene el fútbol, nuestro fútbol, será por eso que lo amamos y lo sentimos tan fuerte.

Dejame que te cuente hincha del fútbol, que te resistes a creer que solo en Octubre pueden existir los temblores y que se desperdigan los milagros, hoy he visto retozar a este Cristal por el verde prado de sus ilusiones, se ha levantado de entre los muertos vivientes y se ha puesto de nuevo de pie, he visto el rostro de Oblitas y es diferente al de otros días, quizás porque esta semana milagrosa ha podido refugiarse con su propia sonrisa, o simplemente porque alguna extraña poción de ánimo y grandeza, ha podido lograr que despierten sus hasta ayer, escondidos y adormitados discípulos, que se han encontrado con su propia identidad, esa que se aferra a ser menos y que de a pocos le está inyectando sangre a este Cristal, que empieza a resucitar, cual ave fénix.

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