El derrumbe de las ilusiones ediles


Hoy no tenía muchas ganas de verte, porque algún mal presentimiento me acompañaba el espíritu, pero fiel a mi causa edil, busque con afán un TV, para mirar de principio a fin tu periplo por ese Monumental tan vapuleado. Alli te esperaba la “U” que como estaba jugando, no metía miedo, ahí aguantaste lo que pudiste, para que después de batirte con 10 hombres casi todo el partido, estabas arrancando un empate valioso. Hasta que Mosquera, tan fiel a su mediocridad, hace el desbalance, sacando a Sawa, quien metía temor a los merengues y terminó aplanando cualquier intento de hazaña. Otra vez hemos perdido, por sexta vez consecutiva y nuevamente estamos, en la misma encrucijada de querer y no poder, de tener un pueblo edil que se desgarra y unos desalmados corazones dirigenciales, que les importa dos centavos, nuestro futuro.

Muni de mi vida, Muni de mi corazón, has salido lleno de temores, en busca de una aventura que marcaba ribetes de desconfianza. Te has apilado a la espalda, toda la ilusión y el fervor de tu hinchada, para llenarte de valor y escalar hasta la cima de este inverosímil clausura. Has llegado sin saber como, ni hasta cuando, te has visto sorprendido por una realidad prestada, cuando viste desde arriba, como los demás se despedazaban allá abajo por seguirte, aquello hizo que algún ingenuo corazón edil, se llene de emociones sorpresivas, como efímeras. Has complacido los apetitos voraces de ladinos dirigentes, que empezaron a venderte como atribución de capacidades simuladas, que en el fondo no han hecho más que esconder incompetencias visibles.

Pero esa realidad resultó una utopía para tu futuro, has resbalado desde la cima y vienes cayendo en vertiginosa caída, en tu camino vas envolviendo tu desdicha como una bola de nieve, que se va convirtiendo en una avalancha de desgracia anunciada. A pesar de ello los que te amamos, los de pecho edil y los que te guardamos devoción, rogamos porque puedas revolverte en tu caída y te sostengas de alguna ramita bienhechora, que aunque no te perdone de seguir cayendo, al menos amortigüe tu bajada y te pueda salvar la vida. Con pena y rabia contenida, vemos como esos mismos maliciosos sujetos, vestidos de dirigentes salvavidas, han comenzado a marcharse del lugar, te van dando la espalda ante la adversidad, porque en el fondo, quizás no les importe o jamás les importó tu existencia y solo saciaron sus propios apetitos personales.

Solo el tiempo y las circunstancias van a darnos señales de vida. Los verdaderos hinchas ediles estamos guardando nuestras banderolas y nuestros cánticos, porque nos aprestamos a irnos masivamente a la iglesia a rezar por tu futuro, como otras veces, como tantas veces, quizás el ser hincha del Muni sea una masoquista forma de vivir con la vida en un hilo o una extraña devoción incomprendida, de seguirte donde sea, en las circunstancias que sean y con las personas que sean. Y es que este sentimiento es mas que una pasión y tiene que ver con este credo, esta religión que solo lo entendemos los que tenemos la franja tatuada al pecho.

Muni de mi vida, muni de mi corazón, no quiero extender aún mis lágrimas, solo quiero rezar por la añorada esperanza que algún día, tus riendas caigan en manos limpias e inmaculadas que tengan el mismo sentimiento de los mortales de corazón edil, aquellos que demuestran cada semana de que estamos hechos los hinchas del Muni. Aquellos que quiere verte en esa cima de donde vienes cayendo, pero no solo para que sepas llegar, sino para que vivas allí para siempre.

ECHA MUNI POR SIEMPRE!!!

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