El pálido comienzo de la ilusión

El balón le llega limpio a Solano y antes que los cancerberos Paraguayos puedan evitarlo, el Lord de la pegada fina, entierra el botín y le da justa, un pase maestro que cruza el campo desde el sector derecho y llega hasta el otro lado, donde el “loquito” Vargas va apareciendo. Antes que el balón pise tierra, el volante empalma, un zurdazo justo, potente, que violentamente atraviesa el área y pega en el palo del arco de Justo Villar, caprichosamente se sale del enfoque peligroso y origina un ataque guaraní que nuevamente es desperdiciado. Mala suerte paraguaya, una nueva mirada de agradecimiento al cielo, de parte de todos los peruanos.

Esta jugada, pudo ser un golazo de extraordinaria factura, que hubiera despertado del letargo al estadio, que lució tan frió como el equipo. También pudo cambiar la historia de un encuentro trabado y deslucido, jugado por un equipo peruano, sin ideas y que se fue fundiendo al mejor estilo guaraní. Pero así también debemos ser sinceros en apuntar que la sacamos barata, porque Paraguay pudo llevarse los tres puntos, si no hubiera estado desastroso en los últimos metros, para definir con acierto. Por nuestro lado, nos quedaba el consuelo que si no se pudo ganar, tampoco se debería perder, menos en el arranque de esta eliminatoria mundialista.

El “Tata” Martino es un zorro viejo en estas lides, trajo un esquema, donde el sacrificio era el emblema y el pressing desde la salida del rival, estaba como prioridad ineludible. Puso cuatro volantes de ida y vuelta, para cortar los circuitos, aisló a Solano de Vargas, se encontraron distantes De la Haza con Quinteros. Cada vez que se generaba un avance peruano, siempre estuvo un paraguayo, respirándole la nuca y mordiéndole los tobillos. Entonces el equipo peruano se hizo largo, siempre encimados y anticipados en todas las líneas. Pizarro y Farfán vestidos de héroes solo atinaron a lucharlas todas, se hizo del pelotazo desesperado la mejor arma peruana, que siempre fue ganado en el mano a mano, por la férrea defensa guaraní, que al tener un rival partido, optó por jugar al contragolpe, que tranquilamente pudo haberle dado un resultado favorable.


En el análisis concienzudo, queda como tarea pendiente, para el “Chemo” recomponer las líneas. Sigue siendo el talón de Aquiles, la primera línea de volantes, no hay una buena contención y se extraña una salida limpia y prolija. En definitiva, Galliquio ha desbordado la confianza y ha pecado en irresponsabilidad. Pizarro, sigue en su deuda eterna, a pesar de haber trajinado bien. Se extraña a Guerrero, con su contagiante empuje, pero no olvidemos que esta es una selección y cualquiera que se encuentra en ella debe estar preparado para la hora de la verdad, pues de nada vale el rendimiento individual, si no se consolida el juego de conjunto.

Contra Chile, es otra historia –con ribetes políticos y encono milenario- de seguro el planteamiento será diferente, podremos perder con cualquiera, pero nunca contra ellos. No estaría demás, adormecer la euforia y tomar este empate con tranquilidad, la eliminatoria es larga y en el camino se van escribiendo nuevas historias. Los resultados de esta primera fecha han marcado una tendencia al juego de presión en ambas áreas y demuestra que en el fútbol las distancias se han acortado. Ya no hay equipos con distintos planteamientos de local o visita. Hoy se juega de igual a igual y para ello se debe contar más que con buenos jugadores, de unos buenos atletas.

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