Remendando la almohada para un sueño

No siempre resulta bueno hablar y vaticinar resultados de un partido, antes de jugarlo, pues podemos pecar de románticos soñadores o de pesimistas apostadores. Hoy vivimos una coyuntura harto difícil, con autoridades del fútbol encontradas, cartas notariales que vuelan por el aire cual papeles perdidos en el basural de las intransigencias y acomodados resultados electoreros. El pueblo futbolero que acompaña cada semana en el estadio, el que alienta y ruge en la tribuna, el que se faja los 90 minutos, no estará el sábado en el Monumental, el alto valor de las entradas lo dejará de lado. Los que si pueden ir y poblarán el coloso de Ate, son aquellos turistas, los que miran el partido por su TV de 42” cómodamente en casa, ese que se hace hincha por circunstancias y no por sentimiento. Ese público que cuando el equipo mas necesite el aliento, se sentirá avergonzado y meditabundo, fuera de su hábitat y bostezará su tímido aplauso, cuando lo sorprenda una jugada que levante el estadio o quiera Dios, algún peruano anote un gol.

En el equipo, ya están todos los que son y todos los que deben estar. El problema ahora resulta que en retaguardia y en avanzada ya hay dos probables bajas, Rodríguez llega entre algodones, aunque él mismo lo haya negado, por otro lado el que ha llenado de coraje nuestra esperanza de gol arriba, Paolo Guerrero, el que todos esperaban con ansias, tiene una rotura fibrilar y no estará en los dos primeros partidos, si lo hace no estará diez puntos y eso no le sirve al equipo de todos y tampoco al mismo carismático atacante.

Que Chemo tiene otras alternativas, es cierto y la dependencia de un solo jugador no es buena, el equipo debe funcionar bien, cohesionado y mostrando esa actitud que nos dejaron los partidos preparatorios. La hora de la verdad nos toma calmados, pero preocupados, los temas dirigenciales no debería afectar al grupo, pero de seguro que incomodan. Es la hora en que nuestros jugadores, con el kilometraje que han alcanzado -algunos en torneos de nivel superlativo- se vistan de sapiencia para afrontar las horas difíciles y que desde que entren a la cancha se contagien de esa ilusión que todos los peruanos, van iluminando, de a pocos, entregados a ese sueño de llegar al mundial, que se refleja en su confianza y esperanza que este equipo despierta. Quizás se viene haciendo hora en que mas allá de tener jugadores de renombre, por fin estemos recobrando nuestra identidad, tan vapuleada y manoseada, pero que es posible hacerla nuestra nuevamente.

En cada corazón peruano habita un DT, hoy todos ya tienen su equipo ideal con suplentes y todo. Los esquemas tácticos se dibujan por doquier y los vaticinios no se hacen esperar, acaso y no es de fútbol, que se alimentan los peruanos. Por eso el hincha fiel y enfermizo, ese que deja de adquirir un alimento para estar en el estadio, ha sido tocado en su parte mas endeble, su bolsillo, ahora buscará cualquier TV prendido, para alentar a su manera, a este equipo que nos ha dejado en los labios un sabor agridulce, pero digerible, que lo mejor que nos puede brindar es su talante que permita cambiar de una vez por todas esa mentalidad tan reclamada.

Queda esperar que el Chemo, acomode el tablero y arme el equipo con las mejores piezas. Queda en los jugadores embalsamar la ilusión de un pueblo que clama resultados que lo hagan olvidar su realidad. Queda en todos los hinchas hacer un buen sitio, para ir remendando esta almohada de tranquilidad, donde reposemos nuestras quimeras y empecemos a soñar de nuevo, en una nueva eliminatoria, que Dios quiera esta vez, nos lleve a buen destino, creo que ya lo merecemos y lo que es mejor, tenemos con que lograrlo.

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