Sub-17, la gran sangre de la ilusión

Hoy que los chicos de la Sub-17 peruana se encuentran en Corea, a la espera de hacer su debut en el mundial contra el anfitrión –nada menos- se viene a la mente la frase: “Diosito nos ayudó a ir al mundial”, del mismo JJ Oré. Si ponemos la cabeza en el refrigerador y vaciamos los bolsillos de ilusiones y triunfalismos baratos, evocaremos que este equipo nunca tuvo respaldo, ni de los directivos, ni de la propia hinchada, tan acostumbrada al fracaso repetido –a veces patético- en esta categoría. Ellos partieron sin un centavo en el bolsillo y regresaron vestidos de gloria.

Si debemos ser honestos, hay que reconocer su esfuerzo, pero quizás entre tanto fracaso futbolístico, el altísimo se apiadó de los peruanos y quiso que él mismo Oré ya no fuera el asistente y se convierta en el estratega. Que los resultados fueran favorables cuando las esperanzas no eran las mejores, pero con ello, también nos envió un mensaje, la clasificación vino con moraleja incluida, la única posibilidad de resurgir cual ave fénix de nuestro fútbol, es con una transfusión de la sangre joven de estos chicos, porque ello le brindará al fútbol el oxígeno de la renovación y llamará a la reflexión a las autoridades –incluido el gobierno- para mirar diferente a las jóvenes promesas. Un mundial está en los ojos de todo el planeta y por eso, de alguna manera, allí se está jugando un poco nuestro destino.

La previa antes del viaje ha incrementado las expectativas, incluyendo la moral del propio JJ Oré, quien ha asegurado que harán historia, ello sería el espaldarazo tan necesitado, pero fluye la duda en el aire, que pasa si ello no ocurre, si, como casi siempre, los chicos se vean sometidos por rivales que los superan físicamente, que mas allá de tener buenos proyectos a futuro, el equipo tenga mas fundamento individual que colectivo o por esas cosas que tiene el fútbol, no por mucho jugar bien, se puedan ganar los partidos. En un torneo tan corto como el mundial, cada encuentro es una historia muy distinta y se juegan futuros y fracasos, que se definen a veces, en un solo segundo. Ello en todo caso, no sería un indicador legítimo para evaluar este proyecto de ilusiones adolescentes, que tiene marcada incidencia en la evolución de nuestro fútbol.

Hoy vemos con beneplácito como jugadores de corta edad se están marchando a Europa, a pesar de tener un campeonato local paupérrimo y ser casi nulo el trabajo de divisiones inferiores, ello tiene mucho que ver con el nivel de los Pizarro, Solano, Farfán y Guerrero, que han sido el aval para que hoy figuren en el mundo mas jugadores peruanos, que hace unos años atrás. Esto resulta bueno porque Europa nos devolverá jugadores con otra preparación física y mental, también resulta un émulo para las nuevas generaciones que están naciendo en el Perú y miran un espejo diferente. Hoy, en que la globalización ha adoptado al fútbol, los triunfos que obtengan estos jóvenes en el extranjero, será una vitrina de opciones a la hora de armar nuestras selecciones, pues nuestros chicos ya son vistos por el mundo, con otros ojos diferentes de admiración.

Por ello la actuación de nuestra Sub-17 en el Mundial, está cargada con un aire de esperanza e ilusiones definidas. Algunos de estos chicos ya tienen definido su futuro inmediato en el fútbol y el mundial puede ser su trampolín para recalar en el extranjero, otros se quedarán en el camino de la consagración y quizás –Dios lo quiera- salga una nueva hornada de Mancos, Duartes, Hermozas, Latorres y Correas, pero es obvio que del cielo nos ha venido el encargo, en una pequeña bofetada a los peruanos para que reaccionemos y forjemos nuestro propio destino en forma de balón.

Los mismos personajes deportivos y políticos, que se subieron al coche del triunfalismo, con la clasificación, hoy auguran resultados favorables, los peruanos solo deseamos que ellos hayan entendido lo que nos ha dejado la moraleja.. Es hora de nutrirnos de esta sangre joven, nos hace falta, nos llenará de nueva energía y limpiará el corazón de los hinchas que claman un futuro diferente, para nuestro querido y alicaído fútbol.

LIBRANO

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