Y un día fuimos héroes

Fernando y Pepe son Aliancistas. Fernando aún con la resaca jubilosa del concierto de KISS en el cuerpo, tomó a sus tres hijas y se fueron a Matute, con la esperanza de ver ganar a su Alianza de toda la vida, aunque los rezagos de un miércoles de angustia, con ese empate ante la San Martín, le había dejado un sabor agridulce en la boca. Pepe, es íntimo fiel a su Alianza, que no juega bien, no lo convence, pero se aferra –igual que Fernando- a ese sentimiento interno que aflora y vence complejos, cada vez que su equipo tiene un encuentro trascendental. Pepe no quiso quedarse en casa y también está en el estadio, vibrando el inicio de una fiesta jubilosa entre tanto corazón íntimo, que salta optimista en la tribuna.

Rafo y Jhonny, son celestes a muerte y aunque la irregularidad de Cristal sea un karma que acompaña a sus jugadores, ellos siempre mantienen la esperanza que la razón sea mas grande que las ganas y aunque tengan la franquicia de contar con una institución modelo, en la cancha aún hay temas pendientes y que esta tarde esperan cambiar. Las circunstancias han comprado los boletos en primera fila y todo es cuestión de saber esperar el inicio del show. Ellos no han ido al estadio, han preferido verlo por la TV, mas por una cuestión de suspicacia personal, que por algún sentimiento encontrado.

El pitazo inicial, los ubica en diferentes bandos y también en polos opuestos de fervor. Los íntimos se ponen de pié, en cada arranque prometedor de Montaño y aplauden con entusiasmo cada intervención al límite de Fleitas. Los celestes, esperan que el combustible del “Vagón” Hurtado no se gaste pronto y el motor de Sheput, esta vez por fin aguante 90 minutos. Las primeras tonadas en el verde van dejando un sonido agradable, un ida y vuelta que puede determinar quien pegue primero. Montaño se inventa otra vez, una jugada descomunal y una asistencia estupenda para “Wally” Sánchez que llega tarde. La réplica celeste encuentra al “Vagon” con el motor encendido y su carrera es fulminante, llega al fondo, para mandar la puñalada, justo en el corazón del área. Allí Sheput, nuevamente le pone la que menos domina y en un fortuito yerro de Forsyth, el balón se fue silbando bajito al fondo de las angustias blanquiazules y desató la euforia celeste, que ya auguraba una tarde memorable.

En el descanso, Fernando miraba la cara triste de sus hijas y Pepe, mordiscaba sus enconos, por algo que le parecía injusto, al menos hasta ese momento. Mientras en casa, Rafo, terminaba su postre y lamentaba que Fleitas siga jugando gratis, después de aplicarle esa alevosa patada que sacó del partido a Aliberti. Era roja directa y cárcel de tres días, pensaba. Mientras Jhonny, reposaba su humanidad, regodeando la chacota tempranera, destapando la tercera botella de cerveza junto a sus amigos.

Si hay algo que no debe existir en el fútbol, es la piedad –en el buen sentido de la palabra- si un partido es el encuentro de dos rivales, que se encarnizan en una batalla por dejar a un ganador de pié, cuando tu rival está en el suelo, debes tener ese instinto asesino para liquidarlo, o corres el riesgo de que se levante y tome el arma que dejaste caer y te aseste el disparo en el mismo lugar donde pensabas hacerlo, un minuto antes. Goles que no haces, te los hacen, es una descripción mas blandita que puede graficar lo que Cristal perdonó, con el “Chorri”, con Hurtado y Lobatón, cuando tuvieron el detonador rastrillado, les afloró un sentimiento de culpa que pagarían muy caro.

Alianza estaba haciendo un partido para el olvido, desde el banco, Costas y su propuesta equivocada, no encontraba forma de que Gonzales Vigil, encare desde el flanco izquierdo y que Montaño encuentre respuesta en un medroso Fernández. Fleitas, empujaba desde atrás, pero siempre había mas piernas celestes que blanquiazules. Cristal se fue encopetando con el resultado controlado en la ductilidad del “Perrito” Lizarbe y la matonería gratuita de Perez (creo que Cristal solo lo contrató para infundir el respeto perdido) que por obra compensada de Rivera, también empezó a jugar gratuitamente. Todo era cuestión de tiempo, Oblitas charlaba donde iría a cenar con su hijo mas tarde. No había posibilidad imaginable para que Alianza remonte o empate siquiera el partido.

El final estaba cerca. Fernando y Pepe corroían su ansiedad y el reloj no dejaba de avanzar. Su pesadumbre era real, pero su fe aún estaba intacta. Rafo y Jhonny habían mandado comprar mas cerveza para celebrar. En el verde estaba el “Zorrito” Aguirre, el que los mismos aliancistas denigraban. Ya les había fallado cruelmente contra la U y ello le costó la banca. El destino travieso lo puso en el lugar y el momento exacto, justo cuando ya no quedaban mas esperanzas y los hinchas empezaban a abandonar el recinto victoriano, sacó un zurdazo impensado, pero letal, que se clavó en la garganta del hincha rimense, que apaciguó el golpe, tornando a la igualdad en casa ajena, como un buen resultado.

A Gonzáles Vigil le pueden criticar cualquier cosa y no será un dechado de virtudes, pero su entrega insensata y no dar una pelota por perdida, es su mayor virtud. En un partido con estas circunstancias, es cuando se ven a los jugadores de raza y también los de categoría. La jugada final del partido, donde hay que mandar el balón hasta los vestuarios, si es necesario, un lateral de selección como Prado, no puede cometer un error tan grosero. El “Lobo” se comió su candidez y la del portero, para lanzar el tacle a lo “Chuck Norris” y clavar la patada mortal, que mató la confianza celeste y reventó Matute como un polvorín.

En la tribuna, Fernando, se abraza con sus hijas, que lloran compartiendo la alegría de su padre y Pepe, salta abrazado de todos los íntimos que tiene cerca. Abajo en el verde hay un tumulto y el estadio es un coro de pasión y gritos desaforados. Rafo frente a la TV se toma la cabeza y no puede creer lo que está pasando. Jhonny, arrojó su vaso de cerveza y suelta una sonrisa indulgente, para esconder su desazón y la rabia contenida. En el minuto 100 ha sonado el pitazo final, de un partido con un final electrizante, que dejó acelerados a todos los corazones íntimos (incluso a los que abandonaron su confianza y las graderías), pero ha dejado un sinsabor celeste y una nueva lección aprendida, que un partido termina en el minuto final, no antes ni después.


Lo que no se pudo con la piernas, se hizo con el corazón, con la pujanza y con el espíritu indomable que debe tener un equipo con jerarquía, para sobreponerse a lo adverso. Lo que no pensaban que sucedería, se hizo real desde que Gonzales Vigil soportó a la hinchada tan igual como Aguirre. Desde que Fernando y Pepe, mis amigos aliancistas, se aferraron a lo imposible desde sus almas y sintieron hervir su sangre, en esos tensos, como inolvidables minutos finales. El “Zorrito” y el “Lobo” eran los vapuleados personajes que despertaron encono en la tribuna, pero en solo cinco minutos, de villanos se han convertido en héroes de una hazaña compartida, que hoy todo aquel que tenga el pecho blanquiazul celebra con jactancia. Quien lo diría, pero esas son las cosas que tiene el fútbol. Será por eso que nos apasiona tanto.



1 comentario:

  1. En verdad fve vn partido loco, vn cachetadon al pechofriaje y a los hinchas resultadistas ke se bajan del coche cvando el ekipo esta mal. Imperdonable gesto a mi modesto parecer. Mvy bvena cronica broder.

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