Argentina pide la mano de D10s

Era el mediodía y el Diego salía de la ducha, el celular de última generación timbró y al otro lado una voz le decía que hablaba con Grondona, el astro muy pícaro para estas cosas, de inmediato pensó, deben ser los boludos de Tinelli que me quieren cargar, y poniéndose en posición de “canchero” le aplicó la respuesta inmediata:

-Vamos chicos, díganme donde está la camarita- y se echó a reir
-No es ninguna cámara Diego, soy Julio Grondona y tengo una buena noticia para vos-
-¿En serio?... vamos dale Julio y decime de que se trata-
-Bueno a partir de este momento sos el nuevo entrenador de la Selección Argentina, estarás con Bilardo, si te podés venir mas tarde a Puerto Madero para conversarlo y hacerlo oficial-
-La que lo parió!!!- Vociferó el D10s dejando caer la toalla y el celular al piso, pegando un grito con el puño cerrado, como cuando anotaba uno de sus gloriosos goles.

Han pasado 11 largos años desde aquel 25 de Octubre del 97, cuando en un clásico contra River, el D10s del fútbol junto a Ñol Solano en el equipo, jugó su último partido a nivel profesional y decidió allí mismo colgar los botines de la manera más irreverente y muy propio a su estilo. Hoy regresa a la cancha, esta vez para ser la cabeza del cuerpo técnico que dirigirá a la selección argentina, pero más allá de estar en capacidad de hacerlo bien, el D10s cumple un sueño, le brinda un cachito de favor, la coyuntura futbolística de su país, el apasionamiento de un pueblo que respira fútbol por sus poros y que lo tiene como un tótem, al que idolatran y perdonan todo. Pesa también el hecho, de que un equipo con tantos nombres de nivel superlativo, mas que un entrenador consagrado, de pronto hoy esté urgido, de un baño interno de motivación y compromiso.

“Hay que volver a lo de siempre, a querer la camiseta, a hacerles entender a los jugadores que la camiseta se transpira, que eso es lo más importante, que no se puede cambiar dinero por gloria, eso lo entienden y hay que recalcarlo, entrenarlo y recordarlo cada mañana”

Ha sido el primer mensaje del D10s y tiene sentido, porque últimamente se hace más visible que los jugadores importantes, suelen actuar de manera superlativa en sus clubes y declinar cuando se enfundan la camiseta de su país y en ello tiene mucho que ver el vil dinero, que corrompe conciencias y valores. Quien sabe y aquel argumento del nacionalismo y el amor a la patria de los futbolistas, se vayan esfumando cada día, conforme van aumentando sus cuentas bancarias.

Por un instante visualizo el primer partido oficial el D10s dirigiendo a la selección Argentina, cuando el “Pelusa” ingrese al camarín los rostros de Riquelme, Tevez, Messi, Agüero, serán distintos, en lugar de darle la mano, lo van aplaudir. Ni que pensar cuando el equipo salga a la cancha, el Monumental abarrotado de punta a punta, donde no cabe un alma, desatará el grito desaforado y religioso ante su ídolo máximo, cuando todas las gargantas desencadenen el MARADOOOO... MARADOOOO.......MARADOOOO... de seguro que el equipo se sentirá respaldado, que el ánimo de la gente será distinto y que hasta el rival se sentirá opacado. Y es que aunque a veces suene desatinado, solo el D10s puede generar esta parafernalia insensata en un pueblo argentino, 100% futbolero y que hoy mas que nunca requiere un nuevo aire.

Algunos dirán que es una bufonada y quien realmente va a dirigir es Bilardo y el D10s solo va a poner la cara, y puede ser cierto, me hubiera gustado Bianchi como uno y al D10s de motivador, pero conociendo como es el Diego, eso era difícil que aceptara. Lo que sí es seguro y como siempre sucede en el fútbol, si el equipo camina y gana, Maradona tendrá mas halagos a su haber y aparecerán muchos que se subirán al bus del oportunismo, pero si tampoco sirve la motivación, será un fracaso mas del D10s, en su intrascendente carrera de DT, una raya mas al tigre, para quien fue el mejor del mundo dentro de la cancha y que hoy se lanza a una aventura difícil fuera de ella.

Justo cuando se apresta a cumplir 48 años y pronto a ser abuelo, Argentina le ha pedido una mano al D10s, para que revierta su presente, quizás para quien ya le ha visto la cara a la muerte, y se acerca a la media vida, esto solo sea un partido mas, puede que logre ganarlo o el destino escribirá, que a un día de su cumpleaños, volvió a morir un poco en el intento.

Que la paz sea con el mundial

Somos los últimos y era de esperarse. Aquellas ráfagas de ilusión que estuvieron matizadas con una capa delgada de actitud diferente en la fecha pasada, hoy solo resultan falaces respuestas a una realidad que duele pero se hace más cierta. Como cierta se va haciendo la profecía, que ir al mundial, para los peruanos, ya es una cruel y odiosa utopía.

Allá arriba, en La Paz, donde el aire es escaso, este equipo peruano necesitado de un soplo milagroso, se encontró con la sorpresa de encontrar su balón de oxígeno con un agujero que le empezó hacer perder aire demasiado pronto. El orgullo y la sangre en el ojo no explotaban aún cuando el segundo testarazo de Botero aniquilaba las fuerzas por completo y si faltaba el aire en esos instantes, este gol estaba terminando por ahogar las pretensiones de este grupo, que se fue cargado a Bolivia con demasiadas mochilas de responsabilidades asumidas por su misma gente, que olvidando un presente ineludible, se hizo de pancartas y alegorías ufanas, propias de nuestra mala costumbre de construirnos castillos en el aire.

Chemo hablaba de agruparse atrás y manejar la situación con perfil de humildad, esto parecería lo ideal, pero por lo visto ante Bolivia, seguimos igual, cada vez que vamos de visita, nos vacunan demasiado temprano, cuando el orden va tomando forma y los jugadores empiezan a tomar posiciones, el marcador ya tiene un dígito en contra y desde allí los planes y los deseos se convierten en ansias y estos a su vez devienen en apresuramiento y por consiguiente la angustia termina por propiciar los errores, que tienen consecuencia fatal.

No podemos asumirle la derrota a nombres que estuvieron o faltaron, la fatalidad de perder hombres en el camino se está haciendo moneda corriente y en ese ínterin, mas por necesidad que por capacidad, se sueltan al ruedo, jugadores que no tienen el kilometraje a nivel de selección que les brinde la capacidad de plantarse con personalidad en situaciones difíciles. Para este partido Zambrano y Chavez (por ejemlo) era su primera vez en la altura. A 3,600 mts, hay que saber correr lo necesario y la administración de energías es una valiosa arma, pero ésta se obtiene con muchos partidos de elite que brindan ese plus llamado experiencia.

No es hora de ponerse mas tristes de lo que ya estábamos, quizás resulte duro para los que aferrados a la nostalgia de la épica carrera del “Loco” Vargas, se hicieron la idea de que ir a La Paz, era un periplo simple y que todo era cuestión de actitud. De esto último quizás no existan quejas mayores, pero lo que se viene es mucho mas duro, Paraguay, luego Brasil de visita, con los antecedentes que llevamos a cuestas, podríamos asegurar que en casa ajena solo nos atrevemos a tocar el timbre, porque nos tiemblan las piernas, cuando el dueño de casa nos hace pasar a la sala.

La buena estrella blanquiazul

Quien lo diría, este Alianza hace unas semanas, era un enfermo con diagnóstico de pronóstico reservado. Se mantenía con vida, gracias al respirador de su esperanza y la fe de su gente que seguía saltando en el ‘comando sur’. El Dr. Richard Paez, para salvarle la vida, decidió inyectarle directo a la vena, una gran dosis de actitud, compromiso y trabajo, que fueron haciendo efecto, conforme crecían sus deseos de recuperarse. Hoy aparece renovado y jovial, aferrado a sus ansias de vivir entre alegrías y festejos. Ya no tiene esa mirada perdida en la incertidumbre, ni ese rostro apesadumbrado que conjugaba su crisis mental de no tener un horizonte y que se estaba dejando ganar por el cáncer de la mediocridad.

Hoy este Alianza es diferente, el punto de quiebre, se inició con esa buena racha, que contagió a los peruanos de un espíritu diferente para manejar la adversidad, de crecerse ante la dificultad y asumir con entereza las pruebas que el fútbol suele poner en juego a sus protagonistas, para que puedan demostrar de que están hechos.

El fútbol de hoy maneja nuevos códigos y uno de ellos, quizás el mas importante es la actitud. El equipo de Paez ha llegado a entender que debe entrar al campo y asumir el control del balón con decisión, sea de local o de visita, quizás allí parte el principio de ese nuevo estilo blanquiazul, de ir al frente con el vértigo de sus laterales, la fuerza y la técnica de sus volantes y la agresividad de sus atacantes. El dominio inicial de Alianza sorprendió a Cristal, lo hamaqueó de su parsimonia, lo sacó de sitio y provocaron errores de la defensa rimense que facilitaron los goles de Sidney Faiffer y Wilmer Aguirre. El descuento de Cristal llegó cuando el telón del primer acto estaba cerrando una actuación pareja de Alianza y una tardía reacción celeste.

Si bien es cierto la figura de Johnnier Montaño destacó por su fuerza y la habilidad e inteligencia para crear peligro continuo. Fue nuevamente el “zorrito” Aguirre el que marcó diferencias y fue la pesadilla para la zaga rimense, marcando el desequilibrio con su velocidad endiablada y esta vez nuevamente haciéndose presente en el marcador, aunque con una manita de fortuna. Cuando se tenía que asegurar el partido, le puso su cuota de sacrificio que el ‘comando su’r valoró con una salva de aplausos al final del partido. Gratificante resulta como el juvenil Aldo Corzo se va consolidando, nuevamente demostró su empuje y ese talante que lo hace diferente, ojalá que siga ese camino ascendente, porque la selección necesita sangre joven por esa banda y sobre todo con ese conchudo actuar, que se hace tan necesario para partidos transcendentes.

Este Alianza hoy camina con paso seguro, en menos de un mes, se ha tumbado a los más difíciles escollos que podía tener en su camino y ello ha levantado su optimismo, le ha cargado las baterías a su ilusión y ha empezado a pensar en grande. Este Alianza que empezó a resurgir de entre los escombros, hoy tiene traje nuevo y cercano al mes de los milagros, se alista para ir a la iglesia y agradecer por este presente que lo ha dejado honorable y ya le presentó sus credenciales a los que estuvieron lejos de sus ojos para que lo tengan en cuenta, cuando se trate de pelear un lugar entre los elegidos.

El hincha de pecho blanquiazul, hoy tiene marcada su sonrisa y no es para menos, pero ruega en silencio que esta buena estrella siga alumbrando su camino, tanta desazón le ha agujereado el alma, pero aún tiene entero el corazón, aquel que resistió los momentos amargos, con entereza y que guarda un lugar abierto para el festejo y la alegría.

La vuelta en U de Alianza

Ahora que las aguas están mas calmas, se puede discernir con el pensamiento aquello que era imposible, debido a la efervescencia que había dejado nuestra bicolor contra Argentina y que cargó mas de la cuenta, los ánimos para el clásico mas esperado del año. Ese que enfrentaba al cómodo Universitario, sentado en platea y a la espera de alcanzar el boleto que lo embarque al tren de la fama y a un Alianza, cargado de urgencias, con la pinta de enfermo en proceso de recuperación, pero entero para visitar al compadre, ese que entre dientes le puede apretar la mano como saludo, pero que si por el fuera, hace rato le hubiera quitado el respirador para que se ahogue en segunda.

Si algo superlativo tiene el fútbol peruano, son sus hinchas. Pueden estar vapuleados o en la cola del furgón, pero cuando le toca vestirse de efervescencia, sacude sus miedos y llena la tribuna de gargantas y hace del fútbol un festejo, un baile desenfrenado que contagia los corazones de todo un pueblo, hambriento de triunfos y algarabías, que a punta de emociones intenta remendar algo su gastado traje de conformismo barato. Ese hincha que lleva dibujado un color de camiseta distinta en el alma, pero que esta vez reventó el Monumental, para vibrar en cada segundo, en una oda de pasión desenfrenada.

Hoy mas que nunca suena fuerte aquello de que la revancha es un plato que se digiere mejor estando frió. Alianza llegaba magullado en el orgullo, pero con los ojos llenos de desquite y apelando quebrar el maleficio que marcaba a este vehículo llamado sentimiento y evitar se siga desbarrancando. Su conductor apelaba a seguir el carril de la disciplina y el trabajo serio, era entonces la hora de decidirse a ser osados en terreno fangoso y hartamente peligroso, era la hora de asumir una decisión extrema y dar la vuelta en U, para salvarse del abismo o dejarse morir con los ojos abiertos.

Si algo tiene Páez es que es un hombre de convicciones. Sin importarle lo que diga el DNI, se la jugó entero por el debut de Jackson Reyes y apostar de nuevo por Aldo Corzo, si resaltamos de nuestra selección, el talante de los jóvenes, esta vez tampoco defraudaron y nuestro fútbol le regala una sonrisa a este presente de caras nuevas. Páez, brindó su mejor orgullo: Ricardo David, su hijo que hizo su mejor partido desde la llegada y contagió a un Montaño que apareció solo en ráfagas pero substanciales. Mientras que en tienda crema, solo Candelo estaba vestido para la fiesta y apuró sus mejores artes de danzante, pero otra vez quedó desamparado ante la inoperancia de Neyra y la insuficiencia de Hurtado, que encontró en Diego Martinez una puerta sellada a sus deseos.

En esta lucha de estilos diferentes de sentir el fútbol, Alianza mas allá de haber ganado los tres puntos, ha recompuesto el espíritu, ha sanado una herida abierta que se estaba empezando a convertir en tumor canceroso, uno muy serio que lo podía matar lentamente. El peligro ha pasado por el momento, ha ganado un partido importante, nada menos que a su compadre, en su casa, con su gente, en una morada forastera y de paso le ha servido para acercarse a ese anhelado sétimo puesto, que es su ambición más cercana.

También ganó el hincha. El crema y el blanquiazul, que olvidándose de la violencia, cambió las piedras y los palos, por globos y cánticos eternos, para hacer sentir su más escondido sentimiento por sus colores. Un final justo y un ganador merecido, que más podemos pedirle al fútbol.

Un toque de locura para la tranquilidad

La gente apura el paso para llegar al estadio y sus rostros van cambiando conforme se acercan a su ubicación. Me he despedido de mi amigo argentino en la puerta y cada uno ha ido a buscar su asiento, no lo noté tan presuntuoso como otras veces. Las olas van creando el ambiente y a mi costado ha llegado el “Chorri” Palacios, que recibe el saludo cariñoso de los hinchas. Los equipos ya están en la cancha y mis amigos acompañantes, me dicen que al otro lado nuestro, están los padres de Johan Fano, se les ve sonrientes. Delante de nosotros están un grupo de argentinos que soportan la chacota de los hinchas. Ya no hay mas tiempo de saludar a tantos amigos del fútbol, es la hora de concentrarse y hacer fuerza. El pitazo inicial da comienzo a la fiesta.


Para ganarle a Argentina, mas allá de apostar por el factor individual, era necesario, poner mucha fibra, ser solidarios, y sumar voluntades como equipo. Esa actitud, tan reclamada, estuvo presente desde el vamos y vaya que si. En la ausencia de jerarquía en ofensiva, el morder los tobillos y soplarle en la oreja al rival, no era una debilidad, sino una necesidad. La premisa estaba centrada en cortar el circuito creativo albiceleste y había que sudar mas de la cuenta. Desde allí, se vio un partido parejo.

Dicen que la necesidad, crea riesgo y ello deviene en responsabilidad y madurez. Este Perú de rostros ausentes y de cara lavada, apostaba por jugadores sin cartel pero comprometidos en la entrega. Ahora libre de sus figuras de andar irresponsable, se paraba en la cancha, mirando de frente a los ojos del rival y desdeñándole sus pergaminos. Quien sabe si jugaban los sancionados, la oportunidad de Zambrano o Chavez hubiera demorado mas de la cuenta. Bendita hora entonces porque el defensor fue la figura descollante, jugando para 8 puntos y el atacante no desentonó ni arrugó nunca. Si muchos temían en lo que pudieran hacer Messi, Riquelme o el “Kun” Agüero, estos chicos al igual que Vargas, Torres y el “Cholo” Fano, se robaron el corazón del hincha.

Al final del primer tiempo, el “Chorri” sonríe y nos contesta el saludo, está tranquilo como ésta gente, que espera un segundo tiempo con la misma entrega. Los padres de Fano, frotan sus manos, cuando el pitazo nos devuelve a nuestros asientos. En esta hora hay otro vértigo y la disposición es diferente. Empiezan por asomar las figuras argentinas, Gago se pone el overol y atrás el “Pupi” Zanetti demuestra que es como el vino –tremendo jugador- mas bueno cuando mas añejo. Messi insinúa sus arranques endemoniados, pero siempre hay una pierna blanquiroja que somete sus arrebatos. Las dudas nos asaltan, cuando el “Chemo” arriesga en la apuesta por ganar la banda y manda a Salas, para subir a Vargas para generar riesgo. Al “loco” le viene mejor cuando arranca desde atrás y se complica cuando intenta hacer de enganche.

El partido se está extinguiendo y la gente, no siente reproches por el resultado. Pero el riesgo es un arma de doble filo. Riquelme abre para Gago y éste le gana la posición a Salas, saca un remate buscapié y Cambiasso nos deja a todos mudos. Los argentinos que están delante nuestro, se abrazan entre si y en sus ojos hay una mirada cómplice, por sentir que le están hurtando la suerte a la justicia. Es un cachetazo cruel, que en el final de un excelente partido, nos está dejando con un sabor amargo en la boca y un trago de impotencia, difícil de pasar. Aunque seguimos alentando, algunos se van refunfuñando su mala suerte. Miro al “Chorri” cuando abandona el estadio, resignado a que la suerte está echada o quizás para evitar el tumulto de la gente en la salida.

Pero esta historia no podía ser tan injusta. No para este equipo peruano que intenta reconciliar la ilusión con su gente, con su pueblo. Debía aparecer un héroe, alguien que marque el camino y saque sus poderes en el nombre de la grandeza, aunque esto sonara a chifladura. Y es que los sueños mas inverosímiles, tienen un toque de locura. El “Loco” Juan Vargas, recupera un balón en defensa y desde allí crea la jugada. Recibe el encargo y arremete como un gladiador entre camisetas albicelestes, cruza la media cancha frente a nuestros ojos, Bataglia lo sigue en la pelea cuerpo a cuerpo, el “loco” a punta de una potencia descomunal, ha metido la doble tracción y el argentino ha quedado relegado, llega al fondo y saca el sablazo al corazón del área donde el “Cholo” Fano lanza su humanidad y hace explotar los corazones de todo un pueblo, en un grito eufórico como nunca antes se había escuchado y que estaba guardado muy adentro del alma.

El partido ha terminado y abajo en la cancha, todos están abrazados. Al costado los padres de Fano, secan sus lágrimas por la emoción y los amigos del “Chorri” comentan que vio el gol pero en la puerta de salida. Mi garganta está destrozada y de seguro van a pasar unos días para recuperar el habla normal. Acompañando a esta multitud de rostros felices, que abandona este monumental que apaga sus luces, uno piensa que este resultado no es para emocionarse tanto, pero si para disfrutarlo, no tanto por el marcador sino por la forma como se ha logrado, con esa actitud y entrega qua ha contagiado a todos los peruanos.

Mi amigo argentino, me abraza en la puerta y me dice muy apasionado

-Che, pero que pedazo de jugador es ese Varguitas eh?-
-Espectacular el “loquito- Le digo y sonríe cuando escucha mi voz aguardentosa
-Que pasó papá?... como habrás gritado ese gol no?
-Claro que si hermano- le respondo
-Ha sido el gol que nos ha regalado la justicia, por lo que pusieron los jugadores y esta gente, Ha sido el gol de la tranquilidad que necesitábamos todos los peruanos.

Un brindis oportuno con vino tinto

En estas horas de necesidades anímicas, el hincha, el que siempre alistaba sus ganas y olvidaba sus ingratos tormentos, el que llenaba la tribuna para desgañitarse sin esperar recompensas, no tenía muchas ganas de asistir a la fiesta. Tenía la ropa tendida en la cama, pero dudaba mucho de que su cuerpo lo lleve donde su corazón y su mente no tenían sintonía. Eran esos momentos en que las dudas, eran mas grandes que los deseos y la intranquilidad manejaba de manera cruel su estado de ánimo.

Pero ese ambiente hostil y cargado de incertidumbre, no amilanó a esos pocos hinchas, que fueron llegando en sus autos último modelo, con la calefacción prendida o los que arribaron a pie y haciendo escala en los paraderos de la indigencia. A la hora del inicio de esta fiesta, la concurrencia era escasa y variopinta, empezaban a calentar sus manos, ante el frío y el aire humedecido que envolvía sus nervios. Ni aún cuando la música empezó a sonar marcó algún entusiasmo, había un rasgo de temor confeso en la tribuna y allá abajo se veía un equipo de rostros desconocidos, que apuraba las manecillas del reloj de la impaciencia, para empezar a romper esta indiferencia que se confundía con la casi imperceptible llovizna de este crudo invierno limeño.

Cuando iniciamos la eliminatoria, nos jactábamos de contar con delanteros de jerarquía y jugadores de primer nivel en europa, quizás para un estrato social diferente, ello debió ser en la práctica nuestra mejor arma. Pero la realidad nos dio el cachetazo infeliz de ver transformar sus mentalidades y entonces el orgullo nacional o el amor a la camiseta se volvieron simples quimeras que desencadenaron en este presente desabrido. El equipo ayer fue diferente, no se pareció a ninguno de los anteriores presentados por el Chemo, con un Rainer Torres de notable desempeño y Paolo de la Haza, como barrera en la contención, por fin se vio la recuperación del balón que era ajeno a nuestra selección. A falta de delanteros de cartel, Johan Fano y Piero Alva fueron un dechado de ganas y empeño, con un trajinar generoso que incluyó a un novel Chavez, que aunque no encontraba por momentos su ubicación, dejó abierta la puerta de las expectativas a su crecimiento.

Venezuela vino demasiada cargada de emblemas prestados, fue atrevida para mirar con lástima ajena a los nuestros, pero respetando demasiado a la historia, terminó siendo lo que siempre fueron, solo un equipo de mucha entrega y nobleza en su juego. Por ello Perú generó innumerables ocasiones de cara al gol, el buen pie de Solano funcionó hasta donde alcanzó el combustible, pero fue el desborde por las bandas, una constante de Piero Alva y que a la larga se viera recompensado en una actuación relevante. Minuto 38 y en un momento clave, una jugada llena de picardía en la que participa el recogebolas, entrega el balón rápido a Prado para cobrar el lateral, el “Zorrito” encara a Rey, aguanta la marca llanera y la clava arriba ante la salida del portero, en un gol de buena factura, que hizo explosionar las gargantas dormidas de estos pocos hinchas que ya estaban impacientando sus temores.

En general el equipo metió todo el partido y se vio otra actitud, en el fondo valiosa labor de Zambrano, aunque mostrando novatos errores en la marca, acompaño bien a Rodríguez que ya quedó fuera del próximo partido. Pero si hay alguien que es el emblema de este equipo se llama: Juan Vargas, el “loco” es el referente distinto, con un físico impresionante, Europa lo ha devuelto maduro, aprendió a leer los partidos y desde allí medir las revoluciones para manejar los tiempos, fue prolijo en las subidas y determinante en la marca. Su accionar contagia de fervor al resto y es el soporte de la banda izquierda. Lamentablemente, seguimos adoleciendo de un marcador derecho de similares características, para darle categoría al fondo y crear el vértigo en las subidas.

El marcador pudo ser mas amplio, igual hubiera servido para lograr renovar el espíritu deteriorado, es un triunfo que levanta los ánimos pero resulta muy poco aún para sentirnos tranquilos. Esa misma gente que salió sonriente de Ate, que fue fiel en los momentos aciagos, tiene otra disposición de cara al partido contra Argentina, aunque es conciente que será una historia diferente, de mucha más exigencia y que puede magullar su ilusión, en el fondo esperaba un buen resultado para comprar su boleto y subirse al tren del optimismo, consecuencia de una forma de sentir el fútbol, que tiene el hincha peruano, cada vez que salta a la cancha el equipo de todos.

La asfixiante presión Guaraní

El empate ha dejado en el marcador una igualdad de puntos, pero dentro de este Monumental cargado de efervescencia, hay un olor medio extraño de tranquilidad. Y es que se le hizo demasiado complicado a Argentina, salir a jugarse un partido que se sabía sería muy trabado, friccionado y cargado de una presión ajena de su propia gente, que exigía un resultado a sus figuras, con demasiados pergaminos encima, pero que en la cancha estuvieron a punto de morir ahogados por la asfixiante presión guaraní

Este Paraguay es quizás, de los mejores exponentes del fútbol total en Sudamérica, con una defensa sólida y un contraataque que hace daño, realiza un pressing intenso, total de toda la cancha, que desespera las voluntades del rival, buscando que se atragante con su propio aliento. Se parece a esos males cancerígenos que empiezan a distribuir sus microbios por el cuerpo y van primero, minando las piernas, para hacer débiles los órganos vitales, hasta dejarlo totalmente indefenso. Es de esos equipos que muestran un físico privilegiado, que no dejan espacios libres y le respiran la nuca al rival los 90 minutos de juego.

En ningún cálculo estaba que en la primera jugada a fondo paraguaya, Nelson Haedo Valdéz, obligue a Gabriel Heinze, a que lo toque la fatalidad y sin quererlo siquiera, haga cómplice al “Pato” Abbondanzieri, con un autogol que dejaba perpleja la tribuna, ponía adelante a los guaraníes en el marcador y excluía del partido al portero ante una seria lesión. Después vino la intranquilidad, el deseo de revertir todo a cualquier precio, ello contagia a Tévez, que en una jugada dividida se gana la roja y acrecienta mucho mas las dudas que ya estaban regadas en toda la cancha. De allí para adelante se vio el mismo panorama, Messí, Riquelme y el debutante Di María presionados, Argentina sin encontrar el camino y un Paraguay como dueño absoluto del lugar.

Para el segundo se vino el “Kun” Agüero, ganando en agresividad, pero con un hombre menos, el marcador en contra y camisetas albirrojas por toda la cancha que no paraban de correr y morder, era difícil. Había que frotar la lámpara. Tuvo que aparecer el genio: Lionel Messí, el distinto, el único que podia zafarse de esta marca asfixiante. Toma el balón la pega a su botin izquierdo para eludir rivales, cede en cortada al “Kun” Agüero que doblega la muralla Paraguaya. Una tremenda jugada individual y que era la única forma de encontrar esa igualdad que pudo cambiar la historia en cualquier momento y para cualquier bando, pero que al final, ha dejado a un Paraguay tranquilo de su trabajo consistente y prolijo, pero a una Argentina con demasiada sangre en el ojo.

Basile justifica la igualdad, asumiendo que salvaron un partido conflictivo, que les pasó de todo y que les queda resto para revertirlo en el próximo partido contra nuestra bicolor, no contará con Tévez, pero tiene una baraja muy favorable. De seguro que los albicelestes vendrán a lavarse la cara a Lima. Pedir que nuestra selección haga la misma presentación que la Parguaya, está tan distante de la realidad y quizás lo único que nos asemeje a ellos sean los colores de la camiseta. Aunque esto es fútbol, señores y cualquier cosa puede pasar.