Gracias por existir

Partidazo. Para recordarlo siempre. Cada Derby es una alegoría al fútbol, puede ganar cualquiera de los dos, una vez Barcelona otra Real Madrid, incluso hasta en la igualdad son los partidos que paralizan el planeta y para los amantes del buen fútbol, resulta siendo un bálsamo para terminar la semana contento del espíritu. Y es que solo cuando se apuesta por jugar sin mezquindad resultadista, el fútbol se transforma en un concierto de goles y pasiones.
Queda demostrado que los números y las estadísticas o los buenos momentos que pasan los equipos y hasta los jugadores, se puede esfumar en 90 minutos. Las estadísticas son meros datos referenciales, porque cada partido es una nueva hoja de este libro llamado fútbol. El Real venía avasallador, contundente, con un CR7 hecho un animal, un definidor imparable, un Benzemá efectivo y un Bale destructor con una bazuca en su botín, llegaba mejor que este Barza del “Tata” que no cuaja del todo, porque es como ese amor que se fue y que se compara con la que está de turno. Juega a lo que puede hacer Messi, con una dependencia marcada, a falta de la regularidad de Xavi o de Iniesta, para encontrar su mejor juego o sus futuros reemplazantes. Este Barza cuestionado que a los tumbos levantaba cabeza y debía definir su futuro inmediato en este Bernabeu que gozaba el clímax de una segura victoria.
 
La voluntad de ir por el triunfo le puso la sangre caliente a los dos, ninguno aflojó, ninguno fue mezquino, para proponer juego. Y se vino una secuencia de goles ante la desnudez de las defensas. Pudo ser distinto el marcador, el Madrid después de recibir el primer golpe, arrinconó al Barcelona. Las subidas de Di María eran una daga filuda y el olfato de Benzemá, más la potencia de CR7 se acercaban a la red, pero son estos partidos donde se ve la real capacidad de las individualidades y su trascendencia en el juego. Ronaldo le podrá ganar un balón de oro a Leo, cuando el argentino baje la guardia, pero no le puede quitar esas inmensas ganas de hacer del fútbol un deleite, apareciendo en los momentos claves para definir, jugar y hacer jugar a sus compañeros. Para meterse en la historia con otro record en una noche mágica, memorable, logrando tres goles en la casa del enemigo íntimo, sobrepasando los números y siendo la figura excluyente de este clásico que puso nuevamente al mundo de pie.
 
Y también dan ganas de hacer una campaña mundial, una oración eterna, para que Iniesta nunca abandone el fútbol, que ese toque de lujo y esa capacidad de ser un titiritero refinado no se acabe nunca. Ganas de proponer que todos los partidos que tengan esta categoría sean premiados con 10 puntos adicionales a repartir equitativamente. Ganas de que todos los DT que pierden, sean como Ancelotti que no busca pretextos ególatras y solo habla de los errores futbolísticos que ocasionaron el resultado. Deseos y sueños utópicos que se hacen enemigos de la realidad. Y es que el fútbol fue inventado para jugarlo, para disfrutarlo y disputarlo en buena ley. El resultado será siempre una consecuencia, de ideas y planteamientos previos, pero por encima de todo, de una propuesta de juego.
 
No hay reproches para el vencido. Fue partidazo porque la secuencia de los goles y jugadas emotivas fueron mayores que las acciones polémicas Y uno se engancha cuando siente que ninguno merece perder, que cualquiera que gane resulta indiferente, que cualquiera sea el resultado, hay un aplauso que nace del alma, para agradecerle a los dos por tremendo espectáculo. Goles, penales y jugadas de alto nivel, emoción en cada arco, hacen que el tema técnico táctico, quede para el análisis posterior, para cuando ya todos estemos más reposados, para cuando nos queden ganas de hablar de lo estadístico, numérico y estratégico, por ahora solo es tiempo de disfrute.
FUTBOL, gracias por existir.
 
 

2013: Año del futbol adolescente

Se va terminando este 2013 y por enésima vez se va desarmando el escenario principal, se desmonta el tabladillo donde el hincha peruano descansaba esa eterna ilusión que se enciende cada vez que empiezan las eliminatorias (Esta vez llamadas “clasificatorias”, como para que duela menos el sentirse postergados) y se van desajustando las bases que dejan caer las estructuras que dejan ver el fondo oscuro, sin vida de un mural llamado esperanza que luce ensuciado, chasqueado, como tantas veces, como casi siempre. Un teatro del fútbol vació, que solo deja escuchar el silbido del viento. Una obra inconclusa, pendiente de terminar.
 
Otro mundial que nos dejó la única opción de sentarnos frente a la TV. Otra oportunidad que el hincha quedó con la confianza quebrada. Pero si se toma a la selección mayor como la insignia de la decepción y como el eslabón final de la cadena formativa que empieza en las divisiones menores, se afirmaría con total seguridad que nuestro fútbol está perdido y que todo camina mal, por ende no hay visos de mejora al corto plazo. Pero este 2013 fue atípico, pues si bien es cierto la era Markarían generó tanta desilusión como expectativa, dejó para el análisis lo sucedido con las categorías de menores, donde la Sub 15, Sub 17Sub 18 y Sub 20 pintaron alguna sonrisa o quizás una simple mueca feliz que hizo voltear la mirada.
 
Desde siempre las categorías de menores fueron un espejismo frente a la alta competencia. Mala preparación física, degeneración de la base formativa de los clubes y resultados siempre acorde con un nivel paupérrimo individual y colectivo que no dejaban opción para sentar bases de progresión. La obtención del título sudamericano de la Sub 15, a pesar de ser una categoría experimental, un banco de pruebas donde los adolescentes sudamericanos dan sus primeros pasos competitivos, no deja de ser un aliciente para mirar más abajo, desde lo emocionante que ha sido para todos los peruanos que necesitan creer en algo, alegrarse con algo trascedente. Nuevamente JJ Oré en la palestra, siendo el artífice que consigue un nuevo resultado positivo. Demostrando que sabe mucho de los chicos, pero que detrás existe un trabajo serio y apuesta en grande.
 
La Sub 20 de Daniel Ahmed  demostró una actitud distinta para jugar de igual a igual con cualquier rival, con una dinámica de juego que dejó hasta el final la posibilidad de clasificar, nos quedamos fuera por una circunstancia malévola, pero dejó en el camino revelaciones destacables en Yordy Reyna, Deza, Hinostroza, Tapia, Gómez, Guarderas, entre otros. La Sub 18 y los Bolivarianos pujando un segundo lugar entre 6 participantes. La Sub 17 de Teixeira y su audacia para clasificar al hexagonal final, aunque nuevamente aterrizamos en la misma realidad de siempre. Errores puntuales en defensa, que dejan claro que hay demasiado por trabajar en formación de base, pero que al final han sido actuaciones tibias que no terminaron de calentar del todo la seguridad del hincha, pero que no obstante, le brindó las palmas, en señal de confianza.
 
El mensaje está subrayado en negrita. Hay que mirar las canteras y valorar el fútbol adolescente, no podemos vernos en un mundial mientras solo se tengan 3 o 4 jugadores de nivel competitivo. La eliminación de Brasil 2014 echó por la borda toda la buena intención de Markarían, que impermeabilizó los nombres por encima de los hombres, dejando que la Copa América se convierta en una alucinación infame, no se volvió a jugar como equipo chico, se hizo intensa la idea de jugar siempre igual, nunca se logró una idea de juego colectiva y sostenible. Pudimos dar la sensación de ser por momentos un buen equipo, pero jamás logramos dar la talla como un verdadero plantel. El universo de jugadores seleccionables sigue siendo limitado. Por ello, lo hecho por las categorías de menores toma relevancia.
 
La formación de base es impostergable, es la hora de la inversión seria. El fortalecimiento de los CAR (Centros de Alto Rendimiento) que maneja la FPF, deberá acompañarse por una decisión radical para formalizar los clubes, cuyo requisito estricto para existir, sea la formación seria de divisiones menores. Los clubes necesitan verdaderos empresarios, que se dediquen a administrar, el que debe saber de fútbol es el comando técnico. Una organización requiere de líderes, que lleven el timón, la improvisación solo deviene en resultados manchados de color desastre. Emular los proyectos futbolísticos de Colombia, Ecuador o Chile en trabajo de menores a largo plazo, no nos debe sonrojar.
 
Este 2013 ya se va alejando. El hincha ya  abandonó el recinto deportivo. Solo ha quedado relegada una banderola gigante de la bicolor que se niega a ser envuelta y luce orgullosa. Ya no están las manos que la ondeaban con gritos de esperanza y tampoco las bocas que besaron su emblema. Todos han partido, dejando que el tiempo cure heridas y dejar que la ilusión se vuelva a recomponer. Hoy el mensaje nos ha llegado en una botella, hay que bajar la mirada, empezar a reconstruir la base, ponerle atención a nuestro fútbol adolescente, el que finalmente es y será la materia prima para conseguir objetivos serios en el futuro. Por el bien de nuestro fútbol es el mejor deseo para empezar el nuevo año.



Gloria en las alturas

Era un día especial en su vida. Ese día que no lo puedes obviar, está resaltado en el calendario porque significa tu presente y tu pasado. Es el día en que se recuerda la llegada a este mundo y que genera felicidad, aunque con el paso del tiempo se va convirtiendo en preocupación. Erick despertó abrumado por los besos de sus hijas que lo llenaron de mimos, para saludarlo por su cumple. Él y sus engreídas son hinchas cremas a muerte, por ello una vez recuperados de las emociones tempraneras, de súbito, se levantó y ante la mirada atónita de las nenas exclamó: “Ya va a ser la hora del partido”. Todos rieron y abrazados decidieron alentar las ganas para ir preparando la celebración, esta vez estaba unido a un TV y a una definición extra por el título en Huancayo.

En la cancha estaban la U y Garcilaso para dar inicio a una definición de este “Play Off” peleado y equilibrado, desde la ventaja de ser locales y la posibilidad de elegir este lugar neutral, que en la práctica favorecía a los celestes. La altura nuevamente como obstáculo, como desagradable escollo que había de superar en la instancia final. Pero si había una ventaja geográfica para los cusqueños, había una ventaja moral y hasta espiritual que acompañaba a los cremas. La U ha hecho leyenda el no perder campeonatos y definiciones, por ello su gente bañada en confianza, solo empacó las ganas de seguir siendo grande y que como compañía de lectura, bajo el brazo, llevó su libro de historia, la suya propia, como para alentar el ánimo y amenguar un poco el desagradable viaje.

La mesa estaba servida, un almuerzo familiar acompañaría la tensión frente a la TV. Allí estaba ella, Sandra, la compañera fiel, la que hoy comparte con Erick la tranquilidad, del apoyo moral y sentimental. Al lado estaba el Nono, con sus 80 abriles bien vividos, enfundado en su camiseta crema -con el modelo que usaba su amigo “Lolo”- con sus ojitos vivaces y sonriendo por cada mohín de sus nietas. Ellas inquietas, revoloteaban por la casa, nerviosas y algo intranquilas. Mas allá los sobrinos y los tíos llenaban la casa. Todos compartiendo el apasionado amor por la U y listos para alentar en la distancia, con esa fidelidad que unía la familia completa en fervor y sentimiento frente al TV.

Un partido, donde la altura es un jugador adicional y las estrategias circulan en como avasallar al rival de arranque, por un lado y como contrarrestar la falta de oxígeno y no perder la posesión del balón por el otro. En la tribuna se divisaban siluetas vestidas de crema que avivaban las ganas de echarse a correr por el verde y dejar la piel en cada jugada. La otra mitad pintada de celeste, apelaban a rezar para irse alegres a casa. Cerrar con un campeonato en tan poco tiempo, era culminar una estupenda campaña. Ambos rivales tenían algo en común. La confianza de sentirse en su hábitat por un lado y el peso de la historia por el otro.
 
La emoción fue subiendo de nivel y la tensión empezó a calar las fibras. La comida podía esperar, todos estaban pendientes de lo que sucedía en la cancha. Garcilaso se iba con todo y cada avance era una agitación al corazón. Le costaba llegar a la U, se le hacía difícil encontrar ese fútbol aplicado y el medidor de oxígeno empezaba a descender en sus pulmones. Hay centro del Guasta que peina Ruidiaz y se la encuentra Galliquio para empujarla debajo del arco. Gol que tranquilizaba la angustia, aunque en el festejo el autor del gol y el “chapu” quedaron cortados al chocar sus cabezas. La sangre se unía al sudor y Garcilaso estrella en el palo el gol del triunfo. Se suceden jugadas de peligro en arco merengue y la ansiedad va haciendo mella. Erick ha sido enviado al segundo piso, como cábala. El Nono sigue alentando con inusitado frenesí, hace arengas a “Lolo”, su referente y su amigo secreto desde antaño.

El partido se hacía de un solo lado, empujando Garcilaso y resistiendo la U con 9 hombres. Duró poco la algarabía, la “máquina celeste” encuentra el gol después de haber perdido varias oportunidades y empareja un marcador hasta ese momento injusto. Ataja Carvallo a medias y Bogado dibuja una mueca de preocupación en la trinchera que copaba la grada. Garcilaso fue más, pero heroico lo de la U que resistía. Se viene el vendaval y había que aguantar. Los 90 minutos se fueron y había un alargue que iba a ser interminable. Erick mira el partido solo, sus hijas se comen las uñas de nervios. Sandra maldice que el tiempo se pase y no haya un gol a favor. El Nono solo sonríe como queriendo darle confianza a los demás, sobre todo a su hijo, que empieza a sufrir en cada minuto que pasa, encerrado en las paredes de su habitación.

Se ha ido el tiempo de juego y hay que ir a penales. La pena máxima es una ruleta de la fortuna y normalmente es definición de los arqueros. En altura el balón pesa menos y hay que estar fino. El “Chino Ximenez” equivoca su disparo y las emociones se apagan y se vuelven a encender cuando el “pitu” Ramos nuevamente falla frente a Carvallo. Van pasando los ejecutantes, Erick ha olvidado el tiempo, su angustia destroza su paciencia y los minutos tienen en vilo su emoción. El instante final llega en el yerro de Retamoso y el acierto de Duarte. Erick ha bajado al primer piso y el festejo se hizo una algarabía total. Todos lo abrazan y se juntan con el Nono. Sus hijas han desatado el loquerío y desatan su furia contenida. Sandra mira complacida y disfruta este instante feliz, este instante supremo.

La U se ha hecho campeón en una final de infarto que duró hasta el último minuto. Sus jóvenes integrantes los disfrutan por todo lo que ha costado. Erick ha destapado la botella de vino argentino, tiene motivos importantes para celebrar. Este día de cumpleaños que lo ha sufrido con devoción extrema, este título conseguido por su crema de toda la vida, con una recargada dosis de sufrimiento y esta Navidad que ha pintado un retablo en Huancayo la incontrastable, ciudad donde hoy, la U ha logrado conseguir esta gloria en las alturas y ha brindado paz en la tierra, para todos los hombres de buena voluntad y que tienen el pecho de color merengue.


 

Tres boletos para Huancayo

Cuando uno ve el Monumental reventar de hinchas y los rostros de la gente vestida de crema, es un cúmulo de sonrisas y algarabía, se hace fácil creer en esa añeja afirmación de que la U es la mitad más uno y que es más grande que sus problemas. La fiesta se hizo temprano con la trinchera norte abarrotando la grada, gruñendo y cantando desaforadamente y todo el estadio enarbolando banderas de confianza, el sol en su máximo esplendor, pintaba el verde de un brillo especial, un marco exclusivo para que la redonda empiece a rodar.
 
Se veía venir un partido de un solo lado, Garcilaso apremiado atrás y la U encimando desde el camarín. Comizzo puso toda la carne en el asador, carne uruguaya esta vez, pero de un sabor a gol tan sabroso que deleita el paladar. El “Guasta” y el “chapu” desde el arranque, para hacer el mismo planteamiento como terminó en Espinar, pujando las salidas y punzando el juego esta vez por las bandas. El desequilibrio individual sopesado con un armazón defensivo en teoría, con Toñito y un Rainer Torres gigante, pero que tuvo despliegue de parte del “chapu” y Gonzales para apoyar la marca y no dejar ni siquiera pensar al rival que parecía maniatado en su cancha. La U apostó por la posesión y una cuota de fútbol, siendo agresivo y veloz por momentos.
 
El gol llegó temprano, bombazo del Guasta de casi 30 mts, que se le cuela al “pipa” que al minuto de juego ya le había sacado una pelota de gol. El alboroto de la grada y la alegría en el verde, dibujaban una tarde triunfal. El segundo llegó por una “pericotada” de Ruidiaz que roba un balón y habilita al “chapu”. El yorugua define a lo crack. Pudo venir el tercero en una grosería del “cuto” que se la devoró la “pulga” debajo del arco. Tranquilamente se pudo ir la U con un 3-0 al vestuario y reacondicionar las fuerzas con un planteamiento más conservador para el resto. Tranquilamente se pudo generar una goleada tempranera, pero Comizzo empezó a pensar en Huancayo y decidió bajar las revoluciones para sopesar el esfuerzo.
 
Hasta ahora cuesta entender como un jugador como Guadalupe, a los 37 años siga disputando finales, con el único argumento técnico de chocar, levantarse y reclamar. La explicación de los técnicos peruanos que sustentan que lo llevan a sus equipos “para manejar el grupo” resulta por demás insípido y carente de profesionalismo que lo único que hace es empobrecer más la imagen del fútbol peruano. En fin, a veces ver al “cuto” da ganas de llorar, pero normalmente es una invitación a la sonrisa socarrona. Quizás la culpa no sea de él, si no de los resultadistas que miden su capacidad por la cantidad de títulos que disputa y no por su habilidad de resolver en la cancha, lo que sabe hacer bien en el camarín.
 
Es difícil pedirle una opinión despercudida de pasión a un hincha crema, porque les resulta difícil sacarse la camiseta, pero ayer hubo una coincidencia, esta U de Comizzo, es atrevida, tiene dinámica, puede avasallar al rival cuando se decide, pero se puede comer la misma cantidad de goles que genera y que no convierte. Bastó que Garcilaso, más por orgullo que por convencimiento, empujara el juego a punta de bombazos -clásico juego de altura- para que el empate estuviera paseándose por el arco de Carvallo. El “pitu” Ramos fue el protagonista. Primero un balón que no pudo empujar y luego un penal que podía inclinar la balanza. La presión del estadio influyó, se llenó de ansias, le pegó con rabia y la mandó a un palco. Allí se acabó esta historia para la “máquina celeste” que esta vez, estuvo sin aceitar y encendió motor cuando era demasiado tarde. Pero no deja de preocupar lo de la U que se “deja estar”.
 
El epílogo no pudo ser mejor. Una jugada por la banda como había sido la constante, la pisa el Guasta, la mete como puñalada al área celeste, barullo de por medio y le queda linda, apetecible y a merced del chico Guarderas, que se hamaca plásticamente y le pega un zurdazo sensacional. GOLAZO, que hizo recordar al “loco” Vargas de sus inicios. El balón besó la red con alegría y el monumental se bañó de satisfacción y tranquilidad.
 
Se ganó con contundencia, sirve para este resultado, pero el desempate en Huancayo es otra historia. La ventaja de los 3,271 metros juega en el papel, esta vez para los celestes, que de altura sabe y mucho. Pero los partidos tienen que jugarse y esta U que se sabe superior a sus propios problemas, ya tiene mentalizado dejar más que sudor y sacrificio en las alturas. Para alcanzar la gloria no solo bastará la garra y un balón de oxígeno, en la maleta deberá llevar también una cuota de paciencia y otra de inteligencia. Huancayo espera una gran final, ya están comprados los boletos, el tren está a punto de partir. En la altura el balón es tan caprichoso como el propio destino, que a veces suele decidir más por sentimiento que por propia convicción.
 


No contaban con su astucia

Ellos no crecieron juntos y quizás nunca se conocieron, son de distinto país y lugar de nacimiento. Sebastian Mauricio Fernandez es uruguayo, dueño de una picardía para jugar, frisa los 24 años, andaba por México, cuando Universitario decidió contratarlo como refuerzo. Alfredo Sebastián Ramua, es argentino, acaricia los 27 abriles y ya conocía el Perú. En el 2010 pasó por el CNI de Iquitos de manera intrascendente. Este año el Garcilaso lo trajo para sumar. Ambos son de aquellos que tienen unas de cal y otras de arena, uno diestro y el otro zurdo, a veces si, a veces no, Ambos son suplentes en sus equipos y quizás la única coincidencia sea su curioso apelativo del “Chapu” o el mate y el Río de la Plata.

Partidazo el que se jugaron la U y Garcilaso. Un marcador de 5 goles, a 4,000 mts de altura, es para valorar el esfuerzo. Un primer tiempo predecible, con el equipo del “petróleo” García avasallador, con la consigna de asfixiar desde el inicio. En dos minutos ya tenía el viento a su favor. Comizzo debe haber entrenado toda la semana el balón parado, pero es difícil creer que ello te garantice una vacuna anti-error. En altura, el balón corre y rebota distinto. Entrenar en esa cancha antes, cosa irreal y tampoco te aseguraba el resultado. Hoy en día el aclimatarse ya dejó de ser una póliza de seguro, para llevarte los puntos.

El segundo le llegó a la U casi de la misma manera. Bombazo, buscando el error ajeno, para que el balón quede por ahí extraviado, picando, haciendo una plegaria. Ferreyra la encuentra fácil para meter el fierro y dejar que la leña en la chimenea deje de arder. Parecía que cualquier intento por reaccionar, sería fatal y terminaría en desgracia. Lo difícil se hacía imposible y lo espinoso era dañino. Tranquilamente la U se pudo ir con tres o cuatro en la canasta y nadie se sonrojaba. Se defendía mal, trastabillaba y todo se ponía cuesta arriba. “Oh y ahora, quien podrá salvarnos”.

Comizzo hizo una lectura agresiva y apostó por algo que podría haber sido un suicidio. Buscar variantes en ofensiva con las diagonales del Guasta y el Chapu, dejando la recuperación a un prodigioso Romero, que si en algo se diferencia con “Toñito”, es que juega más y pelea menos. Ganar la espalda de Herrera y el “cuto”, buscando ponerle una cuota de fútbol, para encender la leña. Primero el penal y luego una definición de Fernandez ponen la igualdad en el marcador. La U emparejó lo que parecía imposible y niveló el barco en zozobra de Comizzo. “Que no panda el cúnico”.

Pero el fútbol, es una cuestión de circunstancias de juego, provocadas para inducir al error del rival. Cuando no se puede romper un planteamiento de manera colectiva, debe aparecer la individualidad, el gesto técnico, la decisión personal de alguien que cree en sus virtudes técnicas. Primero fue el “chapu” Fernandez, generando la jugada que culminó en la igualdad y en el epílogo, el “Chapu” Ramúa, se envalentona, encara con su perfil zurdo, error crema de no tapar, acierto del argentino, que en un amague movió toda la defensa. El zapatazo acarició la red y rompió en mil pedazos la ilusión crema. “Síganme los buenos”.

La U no hizo un partido bueno, hizo lo correcto. Pero en estos primeros 90 minutos del Play Off, ha dejado como protagonistas, a dos jugadores de distinta nacionalidad, que saltaron desde el banco para hacerse presentes, cada uno en su momento, en su oportunidad. Uno se fue más feliz que el otro, aunque falte mucho por definir. Ambos no tienen mayor coincidencia, salvo compartir el mismo apodo. Nadie los hubiera tomado en cuenta, sobre todo en este partido. Fue una película, donde de actores secundarios, pasaron a ser principales y hasta uno de ellos, Ramúa, terminó siendo el gran héroe,  "El Chapulin Colorado". “No contaban con su astucia”.
 
 

Se cae de maduro

Terminada la penúltima fecha doble de las eliminatorias, la tabla de posiciones, es una radiografía de cómo están futbolísticamente las selecciones que ya aseguraron su pasaje a Brasil 2014 y los que les falta un cachito, las que aún luchan un cupo y también de aquellas que su dejadez, su irregularidad o su medroso presente, los ha postergado a ser simples comparsas de los que de manera continua pelean siempre un puesto de vanguardia. Esta tabla es la fotografía del hoy en el fútbol sudamericano.  
Argentina alista las valijas, ya estaba con los boletos comprados, solo le faltaba hacer el “check in” y lo hizo por internet desde Asunción. Goleada que lo hace ver contundente de cara al gol, pero que de alguna manera asolapa una deficiente producción defensiva. Paraguay está lejos del equipo categórico de eliminatorias pasadas, ha caído en un abismo y le va a costar volver a tierra firme. Sabella ha tenido buena mano para repotenciar su Selección, ha logrado hacer del mejor Messi en la Argentina y que su funcionamiento sea un valor agregado para el equipo. Cuando Messi enciende la lámpara se ilumina esta Argentina de juego ofensivo y efectivo, pero no es coherente cuando lo atacan y en el apunte de la libretita de notas, el “Pachorra” debe tener como tarea pendiente, lograr que esos delanteros de élite que tiene, sean los primeros en hacer la gauchada para empezar a apretar al rival. En un mundial no basta llevar al mejor jugador del mundo. Un equipo tan virtuoso para atacar debe tener una mejor disposición defensiva. Por ahora le sirve, pero ante rivales de fuste puede que su cartelito de candidato a campeón le quede demasiado grande. No tiene cracks defensas regados por el mundo. Tarea pendiente para esta Argentina avasallador en el frente y demasiado tibio en la retaguardia.
Qué bárbaro Uruguay por Dios!!... Acaso y tiene que ver solo la raza y la identidad para garantizar una jerarquía? Qué manera de remontar a la adversidad, y sacar la cabeza del agua y darte un zarpazo mortal. Con este mismo plantel hace algunas fechas, los uruguayos estaban resignando ir al mundial y en tres partidos se ha puesto de nuevo en carrera. Si hay una selección que juega mejor al fútbol es Colombia. Volviendo a esa identidad para adormecer al rival, con la paciencia y contundencia para avasallar cuando se encuentra en ventaja. Hizo su juego le quitó el balón a Uruguay y solo le faltaba el puntillazo final, para lograr en el Centenario su pasaje al mundial.
Un equipo que tiene el control del balón debe ser fino en la definición, más aún si al frente se tiene a Uruguay, que no juega, pelea. No luce, pero se entrega. Con jugadores convencidos de lo que valen y que son determinantes en los instantes cruciales de un partido. Lo que corrió Cavani, lo que metió Suarez y el “cebolla” Rodriguez, siendo atacantes pasaban a dar una mano en defensa y tratar de encontrar el balón perdido. Hay una preparación física de alta competencia, un kilometraje distinto. Uruguay se mete por los palos y definirá con Ecuador pasar directamente, por lo que está encajando y jugando, no sorprendería que lo logre. Le viene de raza. 
Perú ya era un moribundo cuando jugó con Uruguay, que le quitó el respirador artificial. Jugar supeditados a rezarle a la virgen no es decoroso ni resulta coherente y menos en instancias que ya estaban fríamente definidas. Un equipo que repitió las mismas deficiencias defensivas, la carente capacidad individual para sortear a un equipo venezolano que se hizo un vendaval, ante una parsimonia y demasiadas incorrecciones, para lograr 3 pases seguidos. Un fantasma que persiguió al equipo cuando jugó de visita. No hubo despedida digna, el espejismo del primer gol solo alimentó las ansias de la vinotinto para arrasar y llevarse de encuentro a un equipo peruano que se hizo trizas, en intenciones, en voluntad y en capacidad. Más de lo mismo. Mientras los rivales juegan a la velocidad de un Ferrari, nosotros seguimos moviéndonos en moto-taxi. Venezuela dejó de ser cenicienta y es una realidad apostando a su sangre joven.
Lo que se viene es que aparezcan los videntes de siempre, los que lanzan nombres a diestra y siniestra. Los que solo se contentan con triunfos domésticos y matarán a los mismos que les prendieron velas. Vendrán los especuladores y estadísticos con su libro de recuerdos bajo el brazo, se darán el abrazo con los inflexibles vengadores, que harán justicia con sus propias manos y gozarán de su retorcido pesimismo, solo porque se hacen llamar Especialistas. Caerán de maduros los argumentos demoledores, de los que esperaban agazapados esta debacle para prender fuego destructivo en la pradera de la especulación. Aparecerán los que se refugien en triunfos ajenos, para esconder sus lamentos internos.
Mientras no seamos competitivos en menores y nuestros equipos dejen de brindar resultados lastimeros en torneos internacionales, todas las recetas son para la misma enfermedad. Acaso y no requerimos una revolución en nuestro fútbol, con gente de empresa en el timón de los clubes y en la Videna. Que las canteras no solo preparen chicos para jugar, si no para competir. Si hay bonanza económica, se debe invertir en nuestra sangre joven. La jerarquía no se compra por internet, es un nivel, una categoría, que solo se consigue con la competencia internacional. Hay tantas cosas por decir, pero una sola por cambiar, la decisión a ser diferentes y aceptar que si se quiere éxito en el fútbol, no existen pretextos para quejarse porque se trabaja en exceso. Se cae de maduro.
 

Sangre, sudor y lágrimas

Como cuesta controlar esta impotencia, que se vuelve un gigante, que nos tumba al suelo, nos humilla y nos pisotea el rostro en el suelo. Como cuesta  asumir este sinsabor que nos avinagra la boca y nos hace masticar una bronca que intentamos apaciguar con una disimulada sonrisa de labios cerrados. Cuesta apaciguar este dolor, si se ha metido en el pecho como un puñal caliente, abriendo la carne y sesgando las fibras más sensibles de nuestro s sentimientos futboleros.
 
Este Uruguay que en nuestra cancha, se vio en todo su esplendor, de equipo de peso pesado, con jugadores que saben y tienen por costumbre estos tipos de rigor de competencia. Un equipo mañoso, aplicado y diestro para generar el descontrol en el rival. Un partido decisivo que los celestes lo han jugado con un cuchillo entre los dientes y un pedazo de hielo en la cabeza. Pero que aparte de sus capacidades individuales y colectivas, esta vez tuvo un aliado rufián y mezquino en el árbitro de dudosos antecedentes. Primero para comerse una agresión delincuencial de Lugano a Farfán y después un codazo alevoso que pareció casual de Gargano a Paolo que le abrió la ceja y lo sacó del partido. Todo fríamente calculado. Uruguay para la pelea es tremendamente perverso y retorcido.
 
El árbitro puede ser un truhan o un turbado personaje, pero lo que no se puede perder es el equilibrio, la tranquilidad. El descontrol es un cáncer que empieza a minar la paciencia y termina por contaminar la tolerancia. Yotun entró al juego patrañero y se fue expulsado. A Uruguay le hizo bien perder a Forlan, pues Situani hizo una labor atinada para copar la línea por donde podía trepar Vargas y fue el enlace perfecto para las subidas de Cavani y el “cebolla” Rodriguez. Suarez se fabrica un penal a costa de la inexperiencia de Ramos. A Luisito lo silban en la Premier League porque es un actor hollywoodense, es de esos jugadores antipáticos, desagradables y fastidiosos, lo critican porque muerde cuellos y golpea orejas. Pero si jugara en nuestro equipo, le daríamos licencia para que muerda y joda todo lo que quiera.
 
Perú hizo lo que debía y podía. Pero fue siendo devorado por la ansiedad. Caímos en el descontrol y allí es cuando más se requiere de la jerarquía, algo que adolecemos y en el cual Uruguay nos lleva muchas cabezas de ventaja. Cuesta hacerse el fuerte cuando el rostro de Farfán deja escapar una mueca de dolor y sus lágrimas nos quiebran la fortaleza, cuesta no doblarse de impotencia, al ver la sangre en el rostro de Guerrero. Pero no hay tiempo para llorar, tampoco hay lugar para el reproche, pero si para la reflexión. Se ha logrado levantar la cabeza y hay una mejora que no se ha podido reflejar en los resultados, por ahora, esto es lo que somos y el lugar donde estamos. Lástima que vayan a aparecer como siempre, los verdugos de siempre, los frustrados conocidos y los fiscalizadores honorables. En la derrota y la frustración se hacen más visibles.
 
El tren se ha detenido en su última parada y los peruanos deben bajar su equipaje, lo que fue un entusiasta sueño de hacernos competitivos, Uruguay se encargó de despertarnos de dos certeros cachetazos. Un final lleno de tristeza que nos duele a todos, pero más que realistas nos debe hacer sinceros de corazón. Ya no sirve la calculadora, es hora de ir levantando la carpa y empacando las ilusiones para ir habilitando la sala de casa. Será otro mundial que no estará nuestra selección y otro mundial que los peruanos lo verán solo por TV. Hay que levantarse es verdad, pero como nos cuesta esta vez, estamos tan quebrados de ánimo que nuestros pies pesan como plomo, la esperanza de intentar seguir jugando, se desvanece en el aire como un hilillo de humo gris. Lo que resta es un consuelo, pero que poco que sirve.
 
Quizás la clasificación la perdimos ante Uruguay, pero fueron esos puntos desperdiciados de local los que nos hicieron llegar a este partido al límite. Ante Colombia que pudimos rescatar un empate y ante Argentina, en el mejor partido de esta selección, que debimos quedarnos con el triunfo. Fueron cuatro puntos valiosos, los mismos que le han puesto a Paolo Guerrero en la frente, cuyo rostro ensangrentado, es una espeluznante postal de nuestro dolor. Esta vez hubo sangre, sudor y lágrimas pero todas fueron peruanas y una vez más de sufrimiento. Una triste y acostumbrada forma de sentir el fútbol.