Gracias por existir

Partidazo. Para recordarlo siempre. Cada Derby es una alegoría al fútbol, puede ganar cualquiera de los dos, una vez Barcelona otra Real Madrid, incluso hasta en la igualdad son los partidos que paralizan el planeta y para los amantes del buen fútbol, resulta siendo un bálsamo para terminar la semana contento del espíritu. Y es que solo cuando se apuesta por jugar sin mezquindad resultadista, el fútbol se transforma en un concierto de goles y pasiones.
Queda demostrado que los números y las estadísticas o los buenos momentos que pasan los equipos y hasta los jugadores, se puede esfumar en 90 minutos. Las estadísticas son meros datos referenciales, porque cada partido es una nueva hoja de este libro llamado fútbol. El Real venía avasallador, contundente, con un CR7 hecho un animal, un definidor imparable, un Benzemá efectivo y un Bale destructor con una bazuca en su botín, llegaba mejor que este Barza del “Tata” que no cuaja del todo, porque es como ese amor que se fue y que se compara con la que está de turno. Juega a lo que puede hacer Messi, con una dependencia marcada, a falta de la regularidad de Xavi o de Iniesta, para encontrar su mejor juego o sus futuros reemplazantes. Este Barza cuestionado que a los tumbos levantaba cabeza y debía definir su futuro inmediato en este Bernabeu que gozaba el clímax de una segura victoria.
 
La voluntad de ir por el triunfo le puso la sangre caliente a los dos, ninguno aflojó, ninguno fue mezquino, para proponer juego. Y se vino una secuencia de goles ante la desnudez de las defensas. Pudo ser distinto el marcador, el Madrid después de recibir el primer golpe, arrinconó al Barcelona. Las subidas de Di María eran una daga filuda y el olfato de Benzemá, más la potencia de CR7 se acercaban a la red, pero son estos partidos donde se ve la real capacidad de las individualidades y su trascendencia en el juego. Ronaldo le podrá ganar un balón de oro a Leo, cuando el argentino baje la guardia, pero no le puede quitar esas inmensas ganas de hacer del fútbol un deleite, apareciendo en los momentos claves para definir, jugar y hacer jugar a sus compañeros. Para meterse en la historia con otro record en una noche mágica, memorable, logrando tres goles en la casa del enemigo íntimo, sobrepasando los números y siendo la figura excluyente de este clásico que puso nuevamente al mundo de pie.
 
Y también dan ganas de hacer una campaña mundial, una oración eterna, para que Iniesta nunca abandone el fútbol, que ese toque de lujo y esa capacidad de ser un titiritero refinado no se acabe nunca. Ganas de proponer que todos los partidos que tengan esta categoría sean premiados con 10 puntos adicionales a repartir equitativamente. Ganas de que todos los DT que pierden, sean como Ancelotti que no busca pretextos ególatras y solo habla de los errores futbolísticos que ocasionaron el resultado. Deseos y sueños utópicos que se hacen enemigos de la realidad. Y es que el fútbol fue inventado para jugarlo, para disfrutarlo y disputarlo en buena ley. El resultado será siempre una consecuencia, de ideas y planteamientos previos, pero por encima de todo, de una propuesta de juego.
 
No hay reproches para el vencido. Fue partidazo porque la secuencia de los goles y jugadas emotivas fueron mayores que las acciones polémicas Y uno se engancha cuando siente que ninguno merece perder, que cualquiera que gane resulta indiferente, que cualquiera sea el resultado, hay un aplauso que nace del alma, para agradecerle a los dos por tremendo espectáculo. Goles, penales y jugadas de alto nivel, emoción en cada arco, hacen que el tema técnico táctico, quede para el análisis posterior, para cuando ya todos estemos más reposados, para cuando nos queden ganas de hablar de lo estadístico, numérico y estratégico, por ahora solo es tiempo de disfrute.
FUTBOL, gracias por existir.