Gloria en las alturas

Era un día especial en su vida. Ese día que no lo puedes obviar, está resaltado en el calendario porque significa tu presente y tu pasado. Es el día en que se recuerda la llegada a este mundo y que genera felicidad, aunque con el paso del tiempo se va convirtiendo en preocupación. Erick despertó abrumado por los besos de sus hijas que lo llenaron de mimos, para saludarlo por su cumple. Él y sus engreídas son hinchas cremas a muerte, por ello una vez recuperados de las emociones tempraneras, de súbito, se levantó y ante la mirada atónita de las nenas exclamó: “Ya va a ser la hora del partido”. Todos rieron y abrazados decidieron alentar las ganas para ir preparando la celebración, esta vez estaba unido a un TV y a una definición extra por el título en Huancayo.

En la cancha estaban la U y Garcilaso para dar inicio a una definición de este “Play Off” peleado y equilibrado, desde la ventaja de ser locales y la posibilidad de elegir este lugar neutral, que en la práctica favorecía a los celestes. La altura nuevamente como obstáculo, como desagradable escollo que había de superar en la instancia final. Pero si había una ventaja geográfica para los cusqueños, había una ventaja moral y hasta espiritual que acompañaba a los cremas. La U ha hecho leyenda el no perder campeonatos y definiciones, por ello su gente bañada en confianza, solo empacó las ganas de seguir siendo grande y que como compañía de lectura, bajo el brazo, llevó su libro de historia, la suya propia, como para alentar el ánimo y amenguar un poco el desagradable viaje.

La mesa estaba servida, un almuerzo familiar acompañaría la tensión frente a la TV. Allí estaba ella, Sandra, la compañera fiel, la que hoy comparte con Erick la tranquilidad, del apoyo moral y sentimental. Al lado estaba el Nono, con sus 80 abriles bien vividos, enfundado en su camiseta crema -con el modelo que usaba su amigo “Lolo”- con sus ojitos vivaces y sonriendo por cada mohín de sus nietas. Ellas inquietas, revoloteaban por la casa, nerviosas y algo intranquilas. Mas allá los sobrinos y los tíos llenaban la casa. Todos compartiendo el apasionado amor por la U y listos para alentar en la distancia, con esa fidelidad que unía la familia completa en fervor y sentimiento frente al TV.

Un partido, donde la altura es un jugador adicional y las estrategias circulan en como avasallar al rival de arranque, por un lado y como contrarrestar la falta de oxígeno y no perder la posesión del balón por el otro. En la tribuna se divisaban siluetas vestidas de crema que avivaban las ganas de echarse a correr por el verde y dejar la piel en cada jugada. La otra mitad pintada de celeste, apelaban a rezar para irse alegres a casa. Cerrar con un campeonato en tan poco tiempo, era culminar una estupenda campaña. Ambos rivales tenían algo en común. La confianza de sentirse en su hábitat por un lado y el peso de la historia por el otro.
 
La emoción fue subiendo de nivel y la tensión empezó a calar las fibras. La comida podía esperar, todos estaban pendientes de lo que sucedía en la cancha. Garcilaso se iba con todo y cada avance era una agitación al corazón. Le costaba llegar a la U, se le hacía difícil encontrar ese fútbol aplicado y el medidor de oxígeno empezaba a descender en sus pulmones. Hay centro del Guasta que peina Ruidiaz y se la encuentra Galliquio para empujarla debajo del arco. Gol que tranquilizaba la angustia, aunque en el festejo el autor del gol y el “chapu” quedaron cortados al chocar sus cabezas. La sangre se unía al sudor y Garcilaso estrella en el palo el gol del triunfo. Se suceden jugadas de peligro en arco merengue y la ansiedad va haciendo mella. Erick ha sido enviado al segundo piso, como cábala. El Nono sigue alentando con inusitado frenesí, hace arengas a “Lolo”, su referente y su amigo secreto desde antaño.

El partido se hacía de un solo lado, empujando Garcilaso y resistiendo la U con 9 hombres. Duró poco la algarabía, la “máquina celeste” encuentra el gol después de haber perdido varias oportunidades y empareja un marcador hasta ese momento injusto. Ataja Carvallo a medias y Bogado dibuja una mueca de preocupación en la trinchera que copaba la grada. Garcilaso fue más, pero heroico lo de la U que resistía. Se viene el vendaval y había que aguantar. Los 90 minutos se fueron y había un alargue que iba a ser interminable. Erick mira el partido solo, sus hijas se comen las uñas de nervios. Sandra maldice que el tiempo se pase y no haya un gol a favor. El Nono solo sonríe como queriendo darle confianza a los demás, sobre todo a su hijo, que empieza a sufrir en cada minuto que pasa, encerrado en las paredes de su habitación.

Se ha ido el tiempo de juego y hay que ir a penales. La pena máxima es una ruleta de la fortuna y normalmente es definición de los arqueros. En altura el balón pesa menos y hay que estar fino. El “Chino Ximenez” equivoca su disparo y las emociones se apagan y se vuelven a encender cuando el “pitu” Ramos nuevamente falla frente a Carvallo. Van pasando los ejecutantes, Erick ha olvidado el tiempo, su angustia destroza su paciencia y los minutos tienen en vilo su emoción. El instante final llega en el yerro de Retamoso y el acierto de Duarte. Erick ha bajado al primer piso y el festejo se hizo una algarabía total. Todos lo abrazan y se juntan con el Nono. Sus hijas han desatado el loquerío y desatan su furia contenida. Sandra mira complacida y disfruta este instante feliz, este instante supremo.

La U se ha hecho campeón en una final de infarto que duró hasta el último minuto. Sus jóvenes integrantes los disfrutan por todo lo que ha costado. Erick ha destapado la botella de vino argentino, tiene motivos importantes para celebrar. Este día de cumpleaños que lo ha sufrido con devoción extrema, este título conseguido por su crema de toda la vida, con una recargada dosis de sufrimiento y esta Navidad que ha pintado un retablo en Huancayo la incontrastable, ciudad donde hoy, la U ha logrado conseguir esta gloria en las alturas y ha brindado paz en la tierra, para todos los hombres de buena voluntad y que tienen el pecho de color merengue.