Francia pide una mano salvadora

En el fútbol existen códigos, que los equipos y sus jugadores, saben y cumplen a cabalidad. Aunque a veces parezca risible, siempre aquellas acciones que no tienen que ver con el cumplimiento de estos códigos, en el corto o mediano plazo, pueden pasarte la factura, cobrarte alguna deuda pendiente o simplemente hacer que se pague con la misma moneda.

Francia llegó a Sudáfrica, literalmente hablando, de la mano de Tierry Henry. Se metió por la ventana, a medianoche y cuando las conciencias dormían y la vigilancia se hizo de la vista gorda. Aquella jugada cómplice de Henry para meter una mano escandalosa y controlar el balón para cederlo a Gallas y empatar un partido que estaba cuesta arriba y su eliminación era un hecho, tuvo mas trascendencia por la forma como el árbitro sueco Martín Hansson, mandó al diablo al DT Trapattoni y calló todos los reclamos, dejando a Irlanda con las manos vacías y una desconsolada imagen, que en el fútbol no existe la justicia, ni cuando te ganan por las buenas o cuando te meten la mano descaradamente.

Pero si algo debía pagar esta selección de Francia, era esa afrenta a los códigos del fútbol. Clasificó de una manera inesperada y llegó a este mundial siendo un acertijo en su funcionamiento. Y esta Francia no es la misma ni a la del 98 ni a la del 2006, quien sabe por una razón sencilla, simple pero tan dificil de ocultar. Le falta ese genio llamado Zinedine Zidane, acostumbrado a jugar de frac, que siendo Dios se bajó a la tierra, para despedirse como un humano. Le falta ese líder con etiqueta de ganador, con laureles de campeón que aparecía cuando faltaba combustible o le daba la presencia y jerarquía que hoy no pueden asumir un puñado de voluntades.

Es cierto que este mundial ha traído muchas sorpresas, pero jugados los dos primeros partidos, Francia está mas cerca del descalabro que de la clasificación. Estos jugadores que cuenta hoy, son figuras en sus equipos, pero como grupo, han sido un fiasco. Francia ha hecho un papelón contra Mexico y su nombre está escrito en minúsculas. No tiene respaldo de su gente y su DT Raymond Demmenech, no solo se ha convertido en perdedor de partidos, si no también de confianza y su tarjeta de credibilidad, ha sido rechazada por el banco de la seguridad.

Hoy mas que nunca Francia pide una mano salvadora, al destino, a Platinni o al mismo Zidanne. Ellos ya no juegan, porque son genios en retiro que no pueden hacer nada y quien sabe la única mano que le quede por considerar, sea la de Henry, esa desvergonzada y vilipendiada mano, aquella que la clasificó a este mundial.


Cae Korea cae pantalón

Es cierto que una victoria reconforta, que alivia el ánimo y en un mundial hace soñar, pero ya lo habíamos dicho antes, Argentina tiene serios problemas defensivos que se lo han desnudado dos equipos que no son de primer orden, pero que tienen el factor físico como sorpresa. Es verdad también, que estos dos rivales han entrado a jugar, pensando en cómo anularle los espacios a Messi y no dejarlo crear, pues una ráfaga de descuido es fatal. En ello han descuidado su capacidad y se han visto superados, la diferencia entre un partido y otro es que hoy, los gauchos embocaron todas las que perdieron contra Nigeria.

A desmedro de los sistemas defensivos modernos y de última generación, que puedan mostrar otros equipos, Argentina soluciona sus problemas de alcoba, con lo que pueda resolver charlando y resolviendo en la sala, apelando a que Messi se vaya un rato al baño, se distraiga en el patio y de cuando en vez, se aparezca y frote la lámpara. Argentina termina resolviendo sus partidos, escondiendo la basurita en la alfombra y alzando el volumen de la radio para que los vecinos no escuchen las puteadas que mete el hincha, cuando lo atacan y se ve frágil y hasta timorato. Tapa sus errores defensivos con sus cualidades ofensivas.

Maradona no es un técnico calificado y es coherente pensar que no podrá resolver este problemita, con algún sistema revolucionario, porque solo tiene la capacidad de dar una buena charla motivacional. Está escrito que el D10s, apelará a que ese tridente mortal, con Tevez laborioso, Di María perseverante y el Pipita verdugo, siga metiendo miedo a todos y prendiéndole velas al único Supermán de este mundial, capaz de hacer de una individualidad, una genialidad y de un pase de gol una obra de arte: Lionel Messi. Bueno, eso hasta que algún técnico de nivel superlativo, pueda encontrar la kriptonita.

Todo hace pensar que Argentina ya está en la otra ronda, pero lo que se viene, son rivales de fuste y allí se medirá recién la capacidad de este equipo que por hoy, invita a soñar, pero que deja dudas atrás y que han sido obviadas por un marcador generoso. Argentina ha goleado, ha caído Korea, pero cuidado que al equipo de Maradona, se le puede caer el pantalón. Cada partido es una historia diferente y una forma distinta de jugarlo.


España, el puyazo fatal

Qué difícil es llegar favorito a un mundial. Desde que España tomó el avión a Sudáfrica, su gente, sus seguidores y el planeta entero lo daba como serio o el principal aspirante a llevarse la corona. Pero nadie se puso a pensar que ello, le traería demasiada presión a sus protagonistas.
Una cosa es tener un campeonato con estrellas rutilantes, con un movimiento de millones de dólares en cotización de los jugadores más renombrados del orbe y otra muy distinta, escoger de su propia raza y enfrentar tamaña responsabilidad. Ni siquiera el llevar sobre las espaldas una Eurocopa fue la base sólida para no darse cuenta que el fútbol, ha evolucionado mucho desde entonces.

Si algo puede tener España es que su selección ha absorbido lo que tienen de fortalezas los equipos de su liga.
Ottmar Hitzfeld El DT suizo, le tomó el pulso y repitió el mismo modelo por el cual el Inter destronó al Barcelona en la final de la Champions.
Un sistema aplicado en defensa con el asomo para dar el zarpazo en contragolpe. Consiguió su objetivo, logró el gol y con el marcador a favor, reforzó su impecable trabajo defensivo. Con once jugadores por detrás del balón y plantando defensa al borde de su propia área, el equipo fue capaz de soportar las acometidas españolas, que no cesaron hasta el pitazo final, pero sin resultados. España deberá ir por dos victorias ante Honduras y Chile, pero un mal arranque mundialista como éste, le puede pasar la factura

Alguien se ha llevado el fútbol del mundial

Se ha iniciado el mundial, y las tribunas se han llenado de fiesta colorida, en una mezcla de celebración enfervorizada y unión de sentimientos. Son diferentes colores las banderas, pero el mismo fervor que hace disfrutar y unir razas, nacionalidad o color de piel, en un solo mundo, convertido hoy en un balón de fútbol.

Los hinchas se sienten defraudados, porque han recibido muy poco, dentro de la cancha. Los amantes del espectáculo han visto su inversión tirada al tacho y los románticos del fútbol de antaño, de los nombres notables, aún creen que alguien va a frotar la lámpara para que aparezca el verdadero fútbol. Los impacientes, quieren que en el debut, los llamados candidatos hagan la diferencia. Los más exigentes, vaticinan el fracaso de este mundial y solo algunos cuerdos, aceptan que el mundo ha cambiado, que ha existido una evolución en todo aspecto y el fútbol, no es la excepción.

Lamentablemente, en esa evolución, el fútbol ha dejado de ser vistoso para ser resultadista, ha dejado el traje elegante por uno más práctico y útil, porque es un negocio que mueve millones de dólares en el mundo y como tal, ya no solo se juega en la cancha. Se juega en el escritorio de los mercenarios y se cotiza en la bolsa de las emociones de los hinchas, pero finalmente, se gerencia como una empresa. En ello se han convertido los clubes de fútbol, hay mucha inversión y riesgo, los capitalistas apuestan a ganar y por ende exigen resultados. Solo basta averiguar cuántos millones le toca a cada equipo eliminado en primera ronda, para saber que ir a un mundial, no solo es colmar la alegría de un país, sino la satisfacción económica de los que tienen a cargo la dirección, de una selección de fútbol. Pero es cierto también, que un país se beneficia asistiendo a un mundial, pues le da roce y crece su cotización, porque lo pone en vitrina (Equipo=Empresa-producto).

El fútbol de hoy, pretende priorizar a los equipos con jugadores más efectivos, los llamados prácticos, o mixtos, con capacidad de atacar y defender, por encima de los talentosos, salvo las excepciones que marcan los de nivel superlativo, esa es la tendencia. Hoy, se busca el resultado, desde la premisa de enrejar bien la casa y ponerle el sistema de seguridad de última generación, cerrando con 20 vueltas a la llave. Mientras eso no te da seguridad, no sales a la calle. Por eso los buenos partidos solo tienen ráfagas de buen fútbol, allí las individualidades deben estar rodeados de alguien de su misma especie, sino fracasan y no brillan como lo hacen en sus equipos. Los técnicos van tomando mayor importancia y los resultados de los partidos son ajustados. Es verdad también que los partidos del debut, no marcan lo que pueda venir después, pero se vislumbra, que cada juego es una lucha de estrategias y sistemas y una manera efectiva de adoptar la modernidad.

El fútbol es el arte del engaño, pero también de momentos y oportunidades. Este mundial es una muestra que todas las selecciones se han preparado para afrontar sus partidos de la misma forma. Primero sabiendo defender y después siendo efectivos cuando se ataca. En ello hay una mixtura de acciones que están enlazadas a un sistema defensivo y otro ofensivo, una cosa debe resultar como consecuencia de la otra, de lo contrario el error, te hace perder la llave y ya no puedes volver y entrar a tu casa. Salvo q algún extraterrestre o súper hombre, tenga los poderes para hacerlo y de nombres hay muy pocos.

La fiesta ha empezado, pero de fútbol y goles hasta el momento hay muy poco.

El mundial de las ausencias

Los cuatro años de espera, han terminado. El día en que el mundo se paraliza, para ver rodar el balón en una nueva justa mundialista, ha llegado, y esta vez, como tantas veces, el fútbol será nuestra leche y comida, nuestro sustento diario, que alimentará nuestras emociones y encenderá las pasiones. Serán días de euforia o angustia, para todas las naciones que tienen un puñado de hombres en Sudáfrica, luchando por su bandera y su camiseta, para alcanzar la gloria de besar la copa como campeón del mundo. Mientras, los peruanos, como tantas veces, nuevamente nos preparamos, para sentarnos en las tribunas imaginarias de un cómodo sofá, encendiendo la TV en HD y de las pulgadas más anchas, para disfrutar de la esencia del fútbol que nos encandila, que nos cautivará íntegros, así sea enarbolando banderas ajenas o celebrando alegrías extranjeras.

En un mundo globalizado, donde el fútbol es una industria que mueve toneladas de dólares y euros, donde los futbolistas son reyes midas de sus propias existencias, a veces hay tragedias que no pueden resolver, ni el más poderoso empresario, ni el mas millonario astro del balón, con licencia para el derroche extravagante. Hoy, en que deben ser atletas, antes que jugadores de fútbol, ninguno, por muy grande que sea su estrella o estrafalaria su cuenta bancaria, puede estar ajenos a una lesión caprichosa, esa que es como una maldición perversa, y que asesina sin compasión, a sus más cándidas ilusiones.

De todas las selecciones, Alemania debe ser la más castigada. Primero fue el deceso de su arquero titular, Robert Enke. Su reemplazo René Adler, decidió dejar el mundial, pues tenía una cita con el quirófano. El volante Simon Rolfes, no pudo superar su lesión a la rodilla y quedó fuera de lista. Pero la más significativa y también la más dolorosa, ha sido la de Michael Ballack, el volante del Chelsea y capitán teutón, sufrió la lesión de tobillo a manos de Kevin Prince Boateng, en la final de la copa de Inglaterra, quien es jugador de Ghana, rival de Alemania en el grupo D de la primera fase. Se habló mucho de la premeditación, pero igual Ballack se quedó sin mundial. El que tomó su lugar, Christian Traesch, sufrió la misma lesión y para dar crédito a esta “maldición” Heiko Westerman, se fracturó el pié izquierdo y ya es para echarse agua bendita.

Antes de ello, Inglaterra había perdido figuras de manera encadenada. Primero fue su estrella mediática David Beckham , quien sufrió la rotura del tendón de Aquiles. Quizá la más grave para su recuperación y la mas catastrófica para sus patrocinadores, quienes ya han declarado pérdidas millonarias de publicidad. Michael Owen, también se lesionó casi de la misma forma y quedó postergado. Tras los escándalos sexuales que atormentaron la casa británica, Fabio Capello, le quitó la cinta de capitán a Jhon Terry y se la cedió a Rio Ferdinand, pero este último, no pudo superar su lesión a la rodilla y se tuvo que bajar del avión a Sudáfrica.

Andrea Pirlo, puntal de la selección Italiana, sufrió una distención en la pantorrilla y su recuperación puede durar 20 días, casi lo que dura el mundial. Por América la cosa no ha sido esquiva. El hondureño Carlos Costly, se fracturó el tobillo en su mejor momento. El “Chupete” Suazo, la esperanza de gol para Chile, se aferra a superar el desgarro en el isquiotibial de su pierna izquierda. La FIFA ya aceptó el tratamiento con plaquetas, que vía intramuscular es considerado dopaje. Le colocarán directamente en el tejido dañado, buscando reparar una ausencia notable, que ya se hace notar.

Las selecciones africanas, también han sufrido en carne propia lo que significa una pérdida valiosa o una desdicha inconclusa. Ghana, tuvo que aceptar con impotencia, cuando su mejor jugador Michael Essien, se quedó con sus anhelos de brillar en este mundial. Pero no sería el único. Nadie hubiera presagiado siquiera, que en un partido amistoso ante Japón, en una jugada aparentemente normal, la estrella del Chelsea inglés y capitán de la selección de Costa de Marfil, Didier Drogba, sufriera la fractura de su brazo derecho. Aunque hay una remota posibilidad, todo hace indicar que también se perdería el inicio mundial. Sven-Goran Eriksson, su DT, considera aún posible que pueda llegar, apelará a jugar con protección si es necesario, pero desde ya están mermadas sus posibilidades.

Quien sabe la ausencia más lamentable, por su trascendencia para los que amamos el fútbol, sea la de Salvador Cabañas. El extraordinario delantero paraguayo, no estará en el mundial y sabe Dios si algún día vuelva a pisar una cancha de fútbol. Su recuperación es asombrosa y digna de su fortaleza, pero no estará en este mundial, por obra y gracia del infortunio, que le dejó una bala clavada en su cerebro, pero enterrada para siempre, la alegría de su gente, que deseaba celebrar con él, un gol, en una justa mundialista.

Algunos extrañarán a Ronaldihno y Adriano, otros putearán a Maradona por dejar a Cambiasso y otros nombres que se quedaron en casa. Pero este mundial será de los equipos resultadistas, de los que se aferren a inmovilizar al rival, para después ir en busca de la red. Será de los equipos, donde los técnicos tengan tanta o más importancia que los propios jugadores. Y es que el fútbol moderno, tiene como ingredientes mucho de estrategia, sudor y jerarquía, un poco de buen juego colectivo y una dosis generosa de inteligencia. Será un mundial con ausencias por obligación, pero también será porque hoy, son más importantes los hombres, que los mismos nombres.

A prepararse, que ha comenzado la fiesta mundial del fútbol.


El indigno precio de la traiciòn

Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé. Golpes que llegan al alma, que aniquilan las voluntades y son como navajas que desgarran las ilusions, haciendo de tu dolor una plegaria a la impotencia y la tristeza consumada. Hay golpes en la vida, yo no sé. Golpes que te destruyen las entrañas y te hacen añicos tus sueños y expectativas. Hay golpes en el fútbol, tan fuertes y eso si lo sé. Golpes que te aniquilan el raciocinio, porque te golpean directo a la existencia. Golpes que te dejan agonizante o muerto en vida y te duelen tanto porque han sido hechos por la espalda y con la daga maldita de la traición. Golpes que aniquilan tus esperanzas y el desprecio a la injusticia que condena al corazón.

El hincha aliancista, el de sonrisa contagiosa y de entusiasmo sabroso, tiene el corazón roto. Pero alimenta su virtud de la prudencia, con gotitas de consuelo que tranquilizan su conciencia. Porque los partidos de copa duran 180 minutos y el primer tiempo en Matute, cumplió con su ofrenda de alegría y efervescencia multicolor. Llenó la caldera de la Victoria, animado a su presente y la confianza que le brindaban los números: No tener una defensa como la de su compadre, pero siempre meter miedo arriba. Y ese partido, en casa donde hay que hacerse respetar o por lo menos no dejar que nos metan la mano al bolsillo.

La U de Chile jugó como lo hace su par peruano, el compadre. Nunca se sintió extraño en Matute, aplicado tácticamente y un Alianza aún viviendo del recuerdo contra el “Pincha”, como un estigma, que lo llevaba a querer jugar siempre a lo mismo y con lo mismo. Para Alianza, jugar contra el equipo de Pelusso, era como cuando uno está recién casado y la primera infidelidad la haces con tu ex y por más que le metas letra y cuento, ella te sabe todo, lo que quieres, lo que piensas y hasta lo que mientes. La clasificaciòn empezó a perderse en casa.

Pero el fútbol es como el amor, y no hay nada imposible. Alianza en Chile, dejó de ser el equipo que en Lima, jugó a lo que le pedía su gente. Bajó las revoluciones para ser cauto, pero prolijo. Sensato pero efectivo. No dejarse llevar por la prontitud, para evitar ser predecible. Una cosa es jugar rápido y otra ser apresurado. Y entonces se vio un equipo que parecía local en el Monumental de Colo Colo. Con un despliegue diferente. Un “pato” Quinteros por momentos exquisito y con Aguirre y Fernandez, arremetiendo con todo y contra todos. Se hizo un ida y vuelta de nivel superlativo.

El “Zorrito” deja su marca. Arrincona su potencia y descarga un centro para el testarazo de “Zlatan” que Pinto alcanza el manotazo, dejando picando la duda si estaba dentro. Dudosa la jugada que el árbitro Carlos Vera -ecuatoriano él- cobró cómo válido. Si lo anulaba, de seguro no pasaba nada. Pero desde ese momento sería la figura excluyente del partido. El punto de quiebre íntimo, tiene que ver con la lesión de Quinteros. Era la manija y allí se equivoca Costas. Era muy temprano para defender y Montaño ya había anunciado en Lima que tenía hambre de fútbol. Apostó por Vílchez y el empate llegó, como una bofetada al error. Cuando mejor jugaba Alianza las cosas se ponían cuesta arriba. El partido cobra intensidad y las vallas pudieron vulnerarse. El poste y la mala puntería salvaban a Forsyth. El ímpetu y las ganas locas de Aguirre, dejaban respirar tranquilo a Pinto.

Los últimos 20’ del partido serán inolvidables, porque marcará un antes y después. Acierta Costas tirando al ruedo a Montaño -muy tarde para mi gusto- y el colocho genera la jugada para arrejuntar rivales a su trasero en el área y dejarla servida para que Fernandez, ponga la diferencia y haga explotar los corazones peruanos vestidos de blanquiazul. El “Si se puede” suena más fuerte en los oídos. Faltaba tan poco para alcanzar la hazaña y bañarse de gloria. Pero el destino mezquino, ese mismo que se metió al Morumbí y sesgó la ilusión crema, alargó la agonía vistiéndose de infortunio. Puso el balón arriba, para que lo disputen en la última jugada de un partido terminado y epopeya consumada.

Un mal rechazo aliancista, la deja servida. El remate de Seymour toca la cabeza rapada del “Negro” Gonzales y se va adentro. El línea –también ecuatoriano- levanta el banderín, porque la regla marcaba que dos hombres de la U chilena, estaban fuera de juego. El gol primero es anulado y era lo correcto. Alianza había clasificado. Pero fue tanta la presión chilena, que zarandearon a su regalada gana a este árbitro de ingrata recordación, quien falto de personalidad y sin perjuicios que lo validen, cambió de opinión y señaló el centro del campo. Una decisión polémica, que dejará esquirlas de infamia regadas por doquier. Quien sabe en su conciencia, no quede ningún rasgo de justicia, y el tiempo cubrirá su actuación y el olvido acompañe nuestros recuerdos futuros, pero para Alianza, esto fue un robo a mano armada, con intención, alevosía y ventaja.

Pero tan igual como la epopeya crema, acaso y mañana alguien se acuerde que se estuvo cerca de hacer historia. Las estadísticas hablarán de quienes pasaron y quienes se quedaron, sin darnos ninguna explicación. Así de mezquino es a veces el fútbol, así como reparte alegrías, otorga tristezas y desventuras. Ya no hay vuelta que darle, los compadres han quedado fuera. Quien lo diría, uno tiene lo que le falta al otro. A uno le sobra lo que el otro necesita. De alguna manera su compadrazgo sigue vigente y se necesitan mutuamente para existir, aunque ello en la tribuna siga siendo una utopía, pero tan vigente como nuestro fútbol.

En la conclusión y apegados a nuestra costumbre de remendar las derrotas, podemos estar seguros que no hemos perdido con esta eliminación. Por el contrario, hemos ganado dos buenos equipos para avizorar el futuro de nuestro fútbol. Ambos dejando un nuevo mensaje para contestar. Uno con entrega total de sus hombres, ordenado y prolijo, aunque con materia pendiente, de cara al gol y que perdió su oportunidad ante una circunstancia fortuita y un rival de pergaminos. El otro fiel a su estilo y tradición, desprotegido abajo, pero con el plus del fútbol y la efectividad arriba. Quizás de los dos, sea Alianza, el que más duela su resignación, porque para quedar eliminado, ha tenido que sentir en carne propia, el indigno precio que tiene la traición.

Confesiones de pasión y locura crema

Si alguien pudiera establecer la diferencia entre pasión y locura, de seguro pondría en un lado de la balanza, el entusiasmo y la exaltación, pero por el otro, pondría la demencia y la pérdida de la razón. Pocos entonces entenderían cómo es posible que alguien pueda ir más allá del razonamiento lógico, de lo cuerdo y lo normal. Pocos entonces entenderían a ese hincha crema, que ama a su camiseta de manera sobrenatural y su pasión sea más grande que su raciocinio. Nadie entendería, porqué ese hincha crema, a pesar de todas las voces en contra, le juega toda su fe a Reynoso y a su equipo, para sentirse seguro que del Morumbí, solo los sacaban muertos, por superioridad o por la gracia divina, pero nunca por la falta de entrega y mucho menos por no dejar la piel y el corazón en una cancha de fútbol.

Este hincha crema, es mi amigo y creo sentir, que me habla más con el alma y deja un tanto de lado la razón. Antes de jugar contra Sao Paulo, las condiciones ya estaban planteadas. Sería una defensa a ultranza, a cerrar todas las puertas y de cuando en vez, asomarse para disparar algún escupitajo provocador, que le brinde una reacción del rival y genere espacios para buscar la gloria a punta de ganas locas. Esta U de Reynoso, le viene bien jugar de visita, está en su hábitat y es lo que mejor sabe hacer. La duda y el temor visible –incluido el más acérrimo hincha crema- era saber hasta dónde se podría aguantar, toda esa avalancha brasilera que por urgencia, debía caer encima y porque tiene los argumentos de sobra, para sentirse ganador antes de salir a la cancha. Eso era en el papel. Pero estaba escrito, que un soldado postergado, un guardavallas de perfil bajo, que se tuvo que cuadrar bajo los maderos, para ocultar una irresponsabilidad del dueño del puesto, se puso, no solo sus zapatos, sino hasta el mismo disfraz de “Superman”. Y aquel sueño que tuvo de niño, cuando jugaba a ser superhéroe se hizo realidad, un día de mayo, en una cancha ajena como famosa y ante millones de ojos futboleros que a partir de hoy, nunca van a poder olvidar su nombre: Luis Llontop.

El partido solo tenía dos alternativas: Lo aguantabas con todo lo que tenías o morías en el intento. Sao Paulo, es un equipo de oficio, sus hombres son atletas consumados y la lucha titánica por defenderse de sus arrebatos, era una oda al heroísmo consumado. Cada minuto que pasaba costaba el doble. Pero el esquema tan acreditado de Reynoso, se vio en toda su plenitud. Cierres precisos, coberturas oportunas y una anticipación a cada jugada para evitar quedar desairados. La entrega de Alva, de Rainer Torres y Vasquez, era descomunal y el ímpetu del “negro” Galván, Rabanal y toda la defensa, era inconmensurable. Sao Paulo golpeando y la U aguantando a pie firme. Un ataque y defensa marcado y con gritos ahogados en el arco crema y tímidas arremetidas al arco brasileño. El tiempo se fue haciendo un rival a vencer. Para Sao Paulo, que jugaba con los pies en la cancha y los ojos en el reloj y para universitario, que veía que los minutos se hacían más largos y la agonía del partido era un faro lejano de su vista. Crecía la figura de Llontop que contagiaba a su defensa de garra y pundonor, para soportar el vendaval, para dar más de lo que no existe y correr aunque los pulmones revienten. Pero el tiempo es cruel y nunca se detiene. Se fue extinguiendo y encontró a los rostros y cuerpos cremas, maltrechos de cansancio, pero alimentados de fe, que la gloria estaba a un paso.

Los penales son una suerte de ruleta rusa, donde no existen buenos ni malos, tampoco valen los nombres y mucho menos los pergaminos. Allí en los doce pasos hay un instante en donde se mide la capacidad de ser y estar en el momento adecuado. Un momento crucial donde la adrenalina inunda el cerebro y la sangre se pone helada. Le ha pasado a los grandes, cuando han puesto el balón en el punto fatal y han visto que el arco se hace chico y el arquero se hace grande como por arte de magia. Esta vez le tocaba definir a la U su suerte desde la pena máxima. El héroe, siguió siendo Llontop, para rubricar una actuación apoteósica, le atajó el disparo a Rodrigo Ceni, un especialista. Luego vino Ramirez y lo hizo como los grandes. Pero después llegó, lo que se temía. Alva cerró los ojos y marró su tiro. La experiencia de Galván no fue suficiente para doblegar la viveza de Ceni. Lo demás fue la triste realidad, de ver a la esperanza crema perderse como agua entre los dedos. Muchos pondrán nombres y membretes, posteriores, de quien debió o no ejecutar los penales. Pero la verdad es una sola. En un momento crucial, ante miles de ojos y gargantas ajenas, en una cancha que se vuelve furia en tus oídos. Hasta al más renombrado se le nublan las ideas y a la hora del disparo fatal, la falta de jerarquía se nota en un solo segundo. La historia pudo ser diferente. El barbas puso su mano en el arco crema, pero el destino no hizo caso y quiso escribir una página diferente.

Ese hincha crema apasionado, añora a Candelo, pero me dice que no le importa el fútbol que renuncia Reynoso y que prefiere la entrega de sus hombres. Yo le digo que también hay que mirar el arco de enfrente, que a veces pareciera que esta U tenga prohibida la inventiva, la individual y que sea el equipo que mejor sepa salvaguardarse, pero que tiene como materia pendiente, llegar al arco contrario con la misma dinámica con la que se repliega para cerrar sus puertas y ventanas. El, sabiamente me responde, que las defensas se organizan y los ataques se improvisan. Que ya estamos cansados de que siempre nos vean como equipos de medio pelo y que el adagio de jugar como nunca y perder como siempre, con este modelo ha comenzado a revertirse, a tener credibilidad. Yo le digo que hay mucho de razón, y quien sabe esta U de Reynoso esté en la etapa primitiva de lo que él quiere y le falten hombres y nombres para que evolucione. Puede ser que tenga que pasar mucho tiempo o quien sabe el mismo Reynoso caduque en su intento, pero tiene a su favor que en una era resultadista, puede ser que la pasión, sea más fuerte que la razón misma de jugar bien o mal al fútbol.

El hincha de Candelo, me dice que si ya estoy convencido de que esta U de Reynoso, este equipo por el que él apuesta, es la mejor expresión de lo que necesita nuestro fútbol, a pesar de lo que diga el compadre y el mundo entero. Yo solo quedo en silencio, porque no desmerezco la entrega de sus hombres ante un rival poderoso y en su misma casa. Aunque la U de Reynoso, ha jugado igual los últimos 4 partidos, en diferentes escenarios, pero sigue pendiente declararle su amor a la red. No le quise confesar que estuve tan nervioso, que mi presión se trastornó demasiado y mi corazón palpitó alterado, cuando se tuvo que ir a los penales. No le pude decir que anoche me sentí orgulloso de la garra crema, mas por el espíritu, que por la conciencia y que tiene razones para ser tan desquiciado para sentir su pasión. Pero, debo confesar que después que pasó el vendaval y nos tocaba levantar los escombros, me sentí un poco vacío. Como que se había nadado tanto para morir en la orilla. Desapasionadamente, quisiera decirle -pero no me atrevo- que al final, nadie se acordará de los 90 minutos, sino de los penales errados y el intento de gesta triunfal que encendió nuestras pasiones, en una noche que todos fuimos cremas por sentimiento y peruanos de corazón.