Confesiones de pasión y locura crema

Si alguien pudiera establecer la diferencia entre pasión y locura, de seguro pondría en un lado de la balanza, el entusiasmo y la exaltación, pero por el otro, pondría la demencia y la pérdida de la razón. Pocos entonces entenderían cómo es posible que alguien pueda ir más allá del razonamiento lógico, de lo cuerdo y lo normal. Pocos entonces entenderían a ese hincha crema, que ama a su camiseta de manera sobrenatural y su pasión sea más grande que su raciocinio. Nadie entendería, porqué ese hincha crema, a pesar de todas las voces en contra, le juega toda su fe a Reynoso y a su equipo, para sentirse seguro que del Morumbí, solo los sacaban muertos, por superioridad o por la gracia divina, pero nunca por la falta de entrega y mucho menos por no dejar la piel y el corazón en una cancha de fútbol.

Este hincha crema, es mi amigo y creo sentir, que me habla más con el alma y deja un tanto de lado la razón. Antes de jugar contra Sao Paulo, las condiciones ya estaban planteadas. Sería una defensa a ultranza, a cerrar todas las puertas y de cuando en vez, asomarse para disparar algún escupitajo provocador, que le brinde una reacción del rival y genere espacios para buscar la gloria a punta de ganas locas. Esta U de Reynoso, le viene bien jugar de visita, está en su hábitat y es lo que mejor sabe hacer. La duda y el temor visible –incluido el más acérrimo hincha crema- era saber hasta dónde se podría aguantar, toda esa avalancha brasilera que por urgencia, debía caer encima y porque tiene los argumentos de sobra, para sentirse ganador antes de salir a la cancha. Eso era en el papel. Pero estaba escrito, que un soldado postergado, un guardavallas de perfil bajo, que se tuvo que cuadrar bajo los maderos, para ocultar una irresponsabilidad del dueño del puesto, se puso, no solo sus zapatos, sino hasta el mismo disfraz de “Superman”. Y aquel sueño que tuvo de niño, cuando jugaba a ser superhéroe se hizo realidad, un día de mayo, en una cancha ajena como famosa y ante millones de ojos futboleros que a partir de hoy, nunca van a poder olvidar su nombre: Luis Llontop.

El partido solo tenía dos alternativas: Lo aguantabas con todo lo que tenías o morías en el intento. Sao Paulo, es un equipo de oficio, sus hombres son atletas consumados y la lucha titánica por defenderse de sus arrebatos, era una oda al heroísmo consumado. Cada minuto que pasaba costaba el doble. Pero el esquema tan acreditado de Reynoso, se vio en toda su plenitud. Cierres precisos, coberturas oportunas y una anticipación a cada jugada para evitar quedar desairados. La entrega de Alva, de Rainer Torres y Vasquez, era descomunal y el ímpetu del “negro” Galván, Rabanal y toda la defensa, era inconmensurable. Sao Paulo golpeando y la U aguantando a pie firme. Un ataque y defensa marcado y con gritos ahogados en el arco crema y tímidas arremetidas al arco brasileño. El tiempo se fue haciendo un rival a vencer. Para Sao Paulo, que jugaba con los pies en la cancha y los ojos en el reloj y para universitario, que veía que los minutos se hacían más largos y la agonía del partido era un faro lejano de su vista. Crecía la figura de Llontop que contagiaba a su defensa de garra y pundonor, para soportar el vendaval, para dar más de lo que no existe y correr aunque los pulmones revienten. Pero el tiempo es cruel y nunca se detiene. Se fue extinguiendo y encontró a los rostros y cuerpos cremas, maltrechos de cansancio, pero alimentados de fe, que la gloria estaba a un paso.

Los penales son una suerte de ruleta rusa, donde no existen buenos ni malos, tampoco valen los nombres y mucho menos los pergaminos. Allí en los doce pasos hay un instante en donde se mide la capacidad de ser y estar en el momento adecuado. Un momento crucial donde la adrenalina inunda el cerebro y la sangre se pone helada. Le ha pasado a los grandes, cuando han puesto el balón en el punto fatal y han visto que el arco se hace chico y el arquero se hace grande como por arte de magia. Esta vez le tocaba definir a la U su suerte desde la pena máxima. El héroe, siguió siendo Llontop, para rubricar una actuación apoteósica, le atajó el disparo a Rodrigo Ceni, un especialista. Luego vino Ramirez y lo hizo como los grandes. Pero después llegó, lo que se temía. Alva cerró los ojos y marró su tiro. La experiencia de Galván no fue suficiente para doblegar la viveza de Ceni. Lo demás fue la triste realidad, de ver a la esperanza crema perderse como agua entre los dedos. Muchos pondrán nombres y membretes, posteriores, de quien debió o no ejecutar los penales. Pero la verdad es una sola. En un momento crucial, ante miles de ojos y gargantas ajenas, en una cancha que se vuelve furia en tus oídos. Hasta al más renombrado se le nublan las ideas y a la hora del disparo fatal, la falta de jerarquía se nota en un solo segundo. La historia pudo ser diferente. El barbas puso su mano en el arco crema, pero el destino no hizo caso y quiso escribir una página diferente.

Ese hincha crema apasionado, añora a Candelo, pero me dice que no le importa el fútbol que renuncia Reynoso y que prefiere la entrega de sus hombres. Yo le digo que también hay que mirar el arco de enfrente, que a veces pareciera que esta U tenga prohibida la inventiva, la individual y que sea el equipo que mejor sepa salvaguardarse, pero que tiene como materia pendiente, llegar al arco contrario con la misma dinámica con la que se repliega para cerrar sus puertas y ventanas. El, sabiamente me responde, que las defensas se organizan y los ataques se improvisan. Que ya estamos cansados de que siempre nos vean como equipos de medio pelo y que el adagio de jugar como nunca y perder como siempre, con este modelo ha comenzado a revertirse, a tener credibilidad. Yo le digo que hay mucho de razón, y quien sabe esta U de Reynoso esté en la etapa primitiva de lo que él quiere y le falten hombres y nombres para que evolucione. Puede ser que tenga que pasar mucho tiempo o quien sabe el mismo Reynoso caduque en su intento, pero tiene a su favor que en una era resultadista, puede ser que la pasión, sea más fuerte que la razón misma de jugar bien o mal al fútbol.

El hincha de Candelo, me dice que si ya estoy convencido de que esta U de Reynoso, este equipo por el que él apuesta, es la mejor expresión de lo que necesita nuestro fútbol, a pesar de lo que diga el compadre y el mundo entero. Yo solo quedo en silencio, porque no desmerezco la entrega de sus hombres ante un rival poderoso y en su misma casa. Aunque la U de Reynoso, ha jugado igual los últimos 4 partidos, en diferentes escenarios, pero sigue pendiente declararle su amor a la red. No le quise confesar que estuve tan nervioso, que mi presión se trastornó demasiado y mi corazón palpitó alterado, cuando se tuvo que ir a los penales. No le pude decir que anoche me sentí orgulloso de la garra crema, mas por el espíritu, que por la conciencia y que tiene razones para ser tan desquiciado para sentir su pasión. Pero, debo confesar que después que pasó el vendaval y nos tocaba levantar los escombros, me sentí un poco vacío. Como que se había nadado tanto para morir en la orilla. Desapasionadamente, quisiera decirle -pero no me atrevo- que al final, nadie se acordará de los 90 minutos, sino de los penales errados y el intento de gesta triunfal que encendió nuestras pasiones, en una noche que todos fuimos cremas por sentimiento y peruanos de corazón.


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