SAMBA PA TI

Para jugar un mundial, más que un buen equipo, se debe contar con un excelente plantel. Los DTs deben contar con alternativas de donde echar mano, cuando las variantes de juego o el trajín físico exijan cambios de jugadores o de sistema, que permitan mantener el mismo orden. Pareciera que esto no es un problema para Brasil, que posee todos los nombres de diferente molde y para distinta utilidad. Ha puesto el pie en el acelerador y solo lo regula según su propia necesidad. Los grandes que le hacían sombra ya se fueron a casa y está caminando a paso firme a conseguir la copa que tanto necesita su estrella Neymar, para que la comparta junto al balón de oro, por el que ya hace rato viene haciendo méritos.
 
México que tuvo un arranque fenomenal en el mundial, se regresa otra vez en el pinche cuarto partido. Un karma imposible por desterrar. Osorio fue atrevido en los primeros 25 de juego, con lo que el futbol moderno exige. Presión alta a los volantes defensivos. Casemiro fue el objetivo. Evitar la salida limpia y enfrentar el uno contra uno. Maniatar a Paulinho y Coutinho, para alejarlo de Neymar, que porfiaba el duelo personal con Alvarez. Gallardo quemando energías persiguiendo a William. Le costaba organizarse a Brasil, pero conforme ese motor va calentando, el pistón hace el sube y baja infernal, el cigüeñal hace girar el árbol de levas, se accionan las válvulas y el rugido es intimidante. Ahí se encienden las luces. 
 
México priorizó neutralizar un tiempo, buscar alguna suelta, cuando las circunstancias lo permitieran. Su orden hacía aparecer a un Brasil nublado. Pero eso dura solo lo que humanamente está permitido. Se puede controlar a Neymar, también a Coutinho y si se quiere a Gabriel Jesús. Pero aparece Willian desequilibrando por las bandas. Paulinho trepando entre líneas o la subida de Thiago Silva, si es necesario. Tantas variantes de individualidad, tantas opciones ofensivas por impedir. Es imposible parar el vendaval. El arquero rival termina siendo el héroe hasta donde le alcanzan las fuerzas. Este Brasil no tiene dependencia de Neymar, cuenta con suficientes socios que le permiten esconderse, salir a la ventana o meterse de lleno al partido y romper todos los esquemas.
 
La búsqueda obsesiva del arco de enfrente es lo mejor de este Brasil que triangula y hace una circulación efectiva del balón. Puede carecer de posesión, pero cuando tiene el balon, le da una mejor utilidad. Los cambios de ritmo y de orientación son constantes. México se fue ahogando en su ímpetu por hacer el cuerpo a cuerpo. El desgaste ante un ataque demoníaco lo fue demoliendo y fue mostrando falencias de organización. Enfocarse más en contener a Brasil que ir a ganarle, terminó por hacerlo sucumbir. Todo cayó por su propio peso. El primero, fue jugada de un William esplendoroso, previo taco de Neymar y puñalada al pecho mexicano. El segundo, arremetida de Ney, que define a lo Romario y el pie de Ochoa lo impide tenuemente. Firmino, anida para poner el 2-0 que resulta engañoso. El “memo” Ochoa, sacó hasta cuatro directas. 
 
Brasil, definió su clasificación a cuartos de final demostrando que no solo es una máquina de ataque. Pareciera que las ausencias de Marcelo y Dani Alves, han obligado a que sus reemplazos, se aboquen a su función defensiva y halle el equilibrio adecuado, para un retroceso organizado y los ataques tengan un origen mejor hilvanado. Hoy Brasil dejó el sello de candidato serio y demostró que es el equipo que hace fácil, aquello que parece difícil. El "Samba Pa Ti" de Santana, con ascendencia mexicana, hoy se lo apropió el equipo carioca.
 

1 comentario: