Uruguay, bendita locura

De todos los partidos jugados en el mundial, este Uruguay –Ghana será recordado, no por el fútbol mostrado y que se escondió, apareciendo tenuemente en la cancha, sino por esos minutos electrizantes en el epílogo del suplementario, que precedieron a esa jugada inédita, donde Luis Suarez se hizo el villano mas vilipendiado y posteriormente en el héroe, que permitió que la luz de esperanza que alumbraba los corazones uruguayos, no se apague y renazca, por su raza y su temperamento. Si tenía el papel de goleador, del verdugo que tiene un romance con la red, le tocó esta vez hacer de guardameta y salvar la historia gloriosa que viene escribiendo este equipo uruguayo.

Este partido presentaba un equilibrio de poderes. Estaba para cualquiera que propusiera, algo de sí mismos, algo que sea su identidad y algo más que fútbol. Algo que pudiera rimar con entrega, sacrificio y pundonor. Y fue Ghana quien propuso mas, estuvo cerca del primero, más por ocasiones de gol creadas, que por juego mismo. Fue una fase del partido en la que los jugadores africanos dispusieron de varias opciones, lo que se unió a unos minutos plagados de adversidades para Uruguay, primero con la lesión y sustitución del capitán Lugano por Scotti, y luego por un fuerte golpe en la cabeza de Fucile.

Uruguay no entró bien en la segunda mitad, encontró con un rival duro, que lo complicó, ya que al principio mostró las mismas deficiencias que en la primera. Sin embargo, a los diez minutos de juego, una falta lanzada con potencia y colocación por Diego Forlán puso el empate en el marcador. Tremendo golazo, que fácil era para elevar el ánimo al tope y liquidar el partido aprovechando el letargo Ghanes. Y Uruguay tuvo varias, en los pies de Forlan y Suarez .El fútbol brilló por su ausencia en el tramo inicial del partido, con dos equipos indecisos e imprecisos, que no sólo no coordinaban acciones de peligro ante la meta rival, sino que eran incapaces de dar dos pases seguidos.

Uruguay se aferró a esta premisa. En el último minuto del segundo período, llegó el momento que marcó el comienzo de todo para los sudamericanos y el principio del fin para Ghana. Luego de varios rebotes y una tapada de Muslera, un cabezazo ghanés mandaba la Jabulani derecho a la red. Pero en el camino estaba Luis Suárez. El delantero del Ajax no lo dudó: puso la mano y la sacó. Penal y expulsión con el reloj pasando los 120'. Noche cerrada, oscura, para Uruguay.

Asamoah Gyan fue el encargado de devolverle el corazón a todo Montevideo. El delantero remató fuerte arriba, al medio, la pelota dio en el travesaño y salió disparada a la tribuna. Pitazo final y penales. Tabarez y su comando técnico respiraban y establecía su chance final, a todo o nada.
La serie de penales la arrancó, quién si no, Forlán. Sereno, marcó y dio confianza. Luego fue el turno de un corajudo Gyan, que volvió a elegir pegarle alto. Esta vez sí entró. Siguió Victorino y la cruzó. Appiah no falló. Empate. Turno de Scotti y adentro. Llegó Mensah, tomó poquísima carrera y Muslera le adivinó el palo. Pero la ventaja le duró poco a Uruguay: Pereira la mandó a la tribuna. Sin embargo, Muslera volvió a contener el siguiente, esta vez a Adiyiah.

El último penal merece un párrafo aparte. Tranquilo, el Loco Sebastián Abreu fue el que se llevó todos los flashes: definió picando la pelota, como supo hacer tantas veces en el campeonato charrúa y en su paso por el fútbol argentino. Fiesta total en el Soccer City. Dicen que para ganar un partido en un mundial, se debe contar con un buen grupo de jugadores, estar 10 puntos físicamente, tener un cachito de suerte, pero también se necesita un verdadero toque de locura.

Ahora, Uruguay se enfrentará en la semifinal ante Holanda. Será el próximo martes, a las 15.30 hora de la Argentina. El Maestro Tabárez tendrá mucho trabajo para intentar frenar a una Naranja que llega con todo tras vencer en los noventa a Brasil. No podrá contar con el expulsado Suárez y con Fucile por acumulación de amarillas. Deberá rezar por la recuperación de su capitán Diego Lugano, que hoy salió lesionado. Pero queda algo de tiempo: es hora de celebrar.

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