Esas benditas manos

En el fútbol los triunfos se valoran mucho más cuando al frente tienes a un grande. Cuando le ganas a un equipo como Brasil, el “Scratch” de siempre, el equipo de la “canarinha” que por más disminuido y de mal momento futbolístico que se encuentre, siempre es el gigante que da temor, el cerro corcovado que siempre miramos desde abajo, el Goliat que enfrentamos con una honda y el temible león al que hay que atreverse a jalarle la cola a sabiendas que podemos salir rasguñados si tenemos suerte, si es que no perdemos la vida en el intento. Puede que el triunfo sea polémico, discutido y hasta degradado por la forma, pero prevalece el fondo y finalmente lo real que manda el marcador final.
 
TRIUNFAZO HISTÓRICO, por la categoría mundial del rival y por cómo se dio en el tramo final. Un triunfo relevante por lo laborioso como difícil que se preveía con un Brasil tan distinto y extraño a otros equipos brasileros. Este equipo de Dunga juega bajo su pensamiento, más defensivo, ordenado y prevaleciendo la marca zonal para la recuperación del balón y a partir de ello abrir la cancha con mucha movilidad de sus hombres de avanzada. Los cambios de ritmo y rotación del balón, imponían una dinámica que impedía que Perú se logre parar bien en la cancha, haciendo un primer tiempo peruano insípido y desacomodado. La pasamos mal, no se podía efectuar tres pases seguidos, el nerviosismo y la imprecisión peruana convirtió a Gallese en el mejor de la cancha con dos manos espectaculares que dejaron el cero en arco propio para cerrar el primer acto.
 
Gareca tuvo una lectura inicial del juego que minimizó las falencias del equipo, cerrando las puertas de las bandas. Polo fue relevante con la baja actuación de Filipe Luis, apoyando a Corzo que tuvo buena disposición para la marca y Flores con Trauco para quitarle espacios en las subidas de Dani Alves y William con su desequilibrio recostándose por ese lado. Balbin cumpliendo como tapón bien complementado por un Vilches cada vez más productivo. Se extrañó la pierna justa y la salida segura que otorga Tapia y Cueva con Paolo eran controlados en base a un gran despliegue brasileño para anticipar siempre y ganar las divididas. Brasil fue superior en posesión al 100% y aunque Perú tácticamente estaba correcto, se vio necesitado de una dosis de fútbol para clarificar las ideas.
 
El segundo tiempo tuvo otra cara para Perú. Con Yotún mas experimentado para recibir y generar mejor salida del fondo. La actitud era otra y el rostro pasmado del primer tiempo se cambió por una cara de perro para sacar el barrio, la palomillada y esa sandunga que estaba apretujada por la impotencia. Vilchez inmenso recuperando y corriendo a cuanto adversario veía, Atrás el “mudo” Rodriguez, hablaba con esa diferencia que le dan los años, para ser otra vez lo mejor de la defensa. Paolo aguantando con disfuerzos pero luchando siempre y Cueva sin trascender demasiado, buscando romper líneas en base a la individualidad, algo del control que el espera en el torneo brasileño. Perú no era superior pero tampoco dejaba que la distancia sea abrumadora. Se hizo Una lucha de poderíos injusta, por la diferencia de jerarquía. Brasil con casi todo su equipo en ligas mayores y Perú con 9 jugadores que solo marcan distancias en el torneo doméstico. El sacrificio no encontraba recompensa.
 
Con un Brasil siempre en lo suyo, Perú tuvo más protagonismo, pero fue en base a mucho amor propio y momentos de rebeldía que hacían injusta la paridad. Se defendía con lo que se podía y se atacaba con lo mucho que había en la actitud y algo del resto de ganas que quedaba en los bolsillos. Ruidiaz ingresa para ser parte de la historia, sin saberlo siquiera y vaya de que manera. Con pocos minutos en la cancha le genera esa velocidad mental que se requería para seguir bregando e insistiendo adelante para encontrar la gloria. Tapando la salida de los centrales brasileños.
 
Y viene la jugada trascendental cuando se iba el partido. Rechazo pifiado que recoge Polo y combina con Guerrero que se la devuelve de lujo y el delantero hace una corrida monumental dominándole el tranco a Filipe Luis, gana la raya y saca un centro con efecto venenoso, letal que la “pulga” añade en la puerta de arco. GOLAZO!!!... Apoteósico, grandioso, en el momento justo y extraordinario del partido. Un instante de duda arbitral hace q el corazón se paralice unos minutos, un lapso de tiempo que duró toda una vida. El árbitro consultó hasta el mismo cielo y validó el gol. La “pulga” Ruidiaz con el envión que llevaba y el efecto del balón la introdujo con el muslo pero a simpe vista pareciera que también con el antebrazo. Se dice y se habla de un gol mal habido, anti ético, fuera de contexto y de los códigos de legalidad del fútbol, pero gol validado al fin y al cabo, gol de un triunfo peruano histórico como polémico. Después vino la mejor expresión de un Perú incentivado, motivado e inyectado de ánimo, siguió haciendo marca en campo ajeno, no se tiró atrás, siguió apostando a luchar, a meter y sacar la raza, pero sin renunciar a seguir jugando, a seguir generando juego, a seguir creando fútbol.
 
El gol del triunfo tuvo y tendrá diversos apuntes y discusiones. La suerte del hincha es que podemos ver miles de veces por la TV y tendremos mil puntos de vista más. Podremos ver desde todos los ángulos las repeticiones y siempre saldrán disímiles conceptos técnicos objetivos, ecuánimes, divergentes y hasta zalameros. La polémica durará toda una vida y se verá desde el cristal que se quiera mirar. Pero nadie se ha puesto en los zapatos del árbitro que tuvo los huevos de mantener su cobro inicial, una situación para nada envidiable. Y el pueblo peruano y del futbol mundial, hoy hace mofa del momento y se ha creído el triunfo minimizando el disgusto brasileño. Acaso y esto no sea otra cosa que una simple recompensa que haga el fútbol para resarcir ese gol anulado a Ecuador al inicio de esta Copa América Centenario o por si alguna vez le tocó al mismo Brasil, pasar favorablemente por esta circunstancia.
 
En desmedro a tanta discordia, diremos a manera de joda que el fútbol se ha modernizado demasiado y para validar este gol triunfal peruano se ha usado la tecnología, pero aún así ésta exista y haya sido materia de consulta arbitral, no hay ninguna técnica conocida en este mundo globalizado, que pueda demostrar fehacientemente como es la mano de una pulga. Porque si de manos hablamos, las de Gallese fueron más serias y decisivas, para resolver hasta en el instante final del partido que sea Brasil el que se regrese a casa y Perú siga en este camino. Esta vez nos tocó la parte feliz y se viene lo más difícil, demostrar la falta de credibilidad del resto. El bochorno lo llevaremos siempre, se hablará muchos años de las circunstancias, pero la alegría y el desborde de satisfacción no nos la quita nadie. Ante tanta complacencia, por ahora solo nos queda agradecerle al fútbol por samaquear nuestras emociones que nos dejaron una sonrisa y retribuirle nuestra gratitud a esas polémicas y benditas manos.
 

Una cuestión de carácter

Dicen los psicólogos, que los sueños se hacen pesadillas en la medida que nuestro subconsciente en lugar de preparar acciones simples de estímulo-respuesta agradables, se deja envolver por reacciones fisiológicas que producen angustia, miedos que agitan el corazón, late más rápido y hay un sentimiento atemorizante que sin ser realidad, asusta y paraliza el cuerpo. Y es que la mente subconsciente almacena los datos y es la memoria que administra los comportamientos automáticos ya aprendidos, en cambio la mente consciente, es la racional, lógica y analítica que permite definir la realidad y la toma de decisiones.

No nos debe sorprender que en el futbol nuestro, la realidad esté ligada a sueños que se hicieron pesadillas, a inicios glamorosos y finales eclipsados, a esos arranques de ensueño y augurios de triunfo, que después fueron terribles pesadillas que nos dejaron malos recuerdos. Pero para el hincha peruano, que tantas veces la ilusión se le hizo más fuerte que la realidad, hasta hoy sigue aferrado a esa enconosa actitud de celebrar los empates y magnificar los triunfos efímeros, que solo alegran el alma un ratito, pero no tiene la convicción de aceptar que los grandes logros nacen de un sueño sí, pero que requieren de un gran proyecto y un proceso que en el camino tiene altibajos y que debe asumirlos con raciocinio.
Otra vez Perú, con el comienzo vertiginoso y la cohesión en todas las líneas. Parejo funcionamiento y contundencia, para encimar al rival con presión alta, respirándole en la cara a los defensas y ofendiendo los traseros de sus medio volantes de contención, siendo efectivos para neutralizar en campo ajeno. Al primer minuto Paolo ya le tocaba la espalda a una defensa ecuatoriana que se veía apabullada, sorprendida. Otra vez la dinámica y el funcionamiento parejo de todo el equipo, sin fisuras en los cierres, abanicándose para retroceder y avanzar de manera oportuna. Aplicado Rodriguez en la anticipación, buen traslado del balón y alta precisión para siempre recuperar y generar juego. Un comienzo soñado, un 10 perfecto de este equipo peruano que respetaba el mismo once del debut.
El gol tenía que llegar pronto y lo hizo de manera fabulosa. Cueva encara de espaldas en el área un pase de Paolo y hace una “mariposa” genial, un firulete espectacular que deja desairados a Mena y Achilier, para definir en la salida de Domínguez. GOLAZO!!!... Premio al buen juego, a la actitud y el talento. Ahí nomás Paolo gana una dividida y deja de espaldas al arco al “oreja” Flores que hace una maniobra impensable, sorprendentemente gira en su propio eje y le pega un zurdazo venenoso, al lugar inimaginable del arquero que pone un 2-0 increíble hasta ese momento, pero muy cierto como justo por todo lo que venía haciendo el equipo de Gareca, con buenas actuaciones de todos en especial de Rodriguez y Tapia en defensa, con  Paolo y Cueva, junto a Flores y su laboriosidad para impedir la subida de Valencia.
Ecuador es un equipo muy ducho, tiene hombres curtidos en estas lides y que cada fin de semana juegan en ligas de nivel superlativo mundial, muy diferente a los nuestros que pululan en equipos discretos. Por ello el verse atormentados en juego y marcador, se hizo un golpe directo al orgullo. Demasiado temprano para sucumbir, más aún sin haber llegado nunca al arco de Gallese. Una primera media hora de ensueño, de algarabía total en el hincha peruano que olvidándose por un momento que los partidos duran 90 minutos y que al frente se tenía al primero de las eliminatorias al mundial, empezó a dar augurios de goleada y festejo tempranero.
Si Ecuador mantenía el control del balón, rotándolo a cada lado y tratando de desbordar por bandas, Perú sostenía el juego, con buena ubicación, recuperando y originando siempre como prioridad una salida limpia. Pero conforme Ecuador fue afirmándose en el terreno y sus jugadores empezaron a primar su mejor oficio, fueron decayendo en su labor Flores y Trauco por un lado y Revoredo y Vilchez por la otra banda. Crecía Valencia que era un tractor de constante subida, se hacía más visible Bolaños y Noboa encaraba con más propiedad. Ecuador pinchó el globo peruano a punta de empeño, con más carácter que táctica y en las finales aprovecha una confusión de retaguardia. A Valencia habilita a E Valencia y hace el descuento cuando era el momento de sacar el aplomo e irse al vestuario con la ventaja. En Perú nuevamente destacaron Rodriguez y Tapia, Paolo y Cueva.
El segundo tramo Ecuador fue el de siempre. Equipo duro y potente físicamente. Fueron mermando las capacidades individuales peruanas y ganando las divididas, para emparejar el marcador y el juego, ante un Perú que defendía con lo que podía y atacaba con lo que le quedaba. Ruidiaz y Yotun fueron el respiro que necesitaba Paolo que parecía mermado físicamente y así como Ecuador lo pudo liquidar en el tramo final, fue el último minuto un cántico a la desesperación, ese sablazo de la “pulga” que se fue besando el poste y llevándose consigo algún afán de clasificar de forma directa. Es nuestro tema de siempre, no saber mantener un resultado, pero si algo bueno se rescata es la actitud y el amor propio de este equipo joven que recién se va curtiendo en la contienda internacional, bregando hasta el final, aunque siempre lamentamos si con eso nos alcance.
Un empate que no es para celebrar, si en cambio para analizar. Las posibilidades de avanzar se complican. Nuevamente un inicio perfecto y un sometimiento a la voluntad adversaria que contrasta con los buenos momentos que se ofrece. Si carecimos de personalidad en los tramos importantes, es comprensible y producto de esa juventud e inexperiencia que debemos asumir como realidad. Por ahora la entrega del equipo deja tranquilos los ánimos y hasta puede confortar la ilusión y la fe del hincha, pero no se puede negar que a veces y solo a veces, un partido se remonta o se saca adelante no solo con la capacidad técnica demostrada en el juego, sino por imponer la jerarquía, algo que no se compra ni se vende y que solo se adquiere compitiendo a nivel superlativo. Algo que suele ser también, una cuestión de carácter.

La sangre nueva


La expectativa por ver a esta nueva selección se había ido generando desde el día en que Gareca hizo caso al grito destemplado de la tribuna, a ese clamor de la hinchada, a esa realidad mezquina que requería un verdadero cambio. Se habló siempre del compromiso de unos cuantos experimentados y el ímpetu incomprendido de muchos jóvenes que estuvieron pendientes de una oportunidad. Era la hora para dejar de lado a los referentes y apostar por la sangre nueva, por los nuevos nombres que nos hagan buscar una manera distinta de fortalecer esta esperanza, que se enciende cada vez que empieza a rodar nuestro presente en forma de balón.
Aunque Gareca remache en que no es un nuevo equipo, en la práctica si lo es, por los hombres nuevos y los nombres relevantes que se quieren olvidar. Al menos en esta Copa América Centenario, es una oportunidad para no repetir el esquema que requería de los mismos consagrados de siempre, con gente más joven, el equipo se hace más ligero, aunque haya una búsqueda por evitar que parezca apresurado. Con chicos que ya no tienen las sombras que no los dejaban aparecer, se sueltan y se convierten en alternativas de varios puestos, brindando un mayor universo de jugadores -en lo que permite nuestra realidad- y dejando un grupo importante de hombres de espíritu optimista y al que la única manera de fortalecerlos, será con el rodaje de partidos de alta competencia. Aquí hay que resaltar que vamos a necesitar mucha paciencia y demasiada consideración.
Ante Haití, el inicio vertiginoso peruano, es parte de este presente, una presión alta con trabajo sincronizado para rotar el balón y recuperación inmediata del mismo, abriendo la cancha y verticalizando los ataques, logrando que pasen 20 minutos sin que el rival pase la media cancha. Para rescatar las actuaciones de Tapia, sobrio y con categoría, acompañado del “neka” Vilchez, en su mejor momento de madurez futbolística, recuperando y entregando con propiedad el balón. La movilidad de Cueva importante, aunque confundiendo la dinámica con el apresuramiento y decidiendo mal en el instante final. Punto aparte la recuperación del “mudo” Rodríguez, anticipando siempre y seguro para los cruces, supliendo las falencias de Ramos, y lo de Paolo ya es para la historia, pareciera que cada Copa América lo estimula de cara al gol, no se aparta de su importante aporte para aparecer cuando más se le necesita. Jugó de 9 y se retrasó de 10, para guiar a los más noveles a ser mejores acompañantes, buscando siempre la asociación.
Si se tuvo un buen inicio, conforme se pasaron los minutos la bicolor cayó en un pozo y se dejó estar, perdiendo posiciones. Haití sin ser un equipo de buen trato a la pelota, impuso su poder físico para equilibrar el juego y animarse a ganar las divididas buscando el arco de Gallese. Los delanteros haitianos no son duchos en técnica pero se dieron maña para romper líneas, desde la imprecisión peruana que se dio por momentos. Aunque se recuperó la posesión igual se observaron grietas de forma grupal a la hora de establecer las pausas necesarias, para rotar el balón con propiedad y generar juego. Es notorio que hace falta esa cadencia para equilibrar el juego y golpear con la sorpresa. Pero esto es factor del cambio que se reclama, tenemos los mismos problemas de siempre para mantener el ritmo y la presión, aunque se muestre un pálido rezago para la recuperación, por el ímpetu y las ganas que le ponen los más jóvenes.
El único gol vino de una jugada que se insistió todo el partido, desborde por izquierda y centro perfecto del “oreja” Flores, para que Paolo ensaye una perfecta “palomita” para decorar un golazo esperado, buscado y gritado al máximo, pero que pudo opacar el resultado final, si Belfort conectaba la jugada del último minuto y que erró de manera increíble. Desde los ojos resultadistas, este triunfo puede que oculte las falencias de tipo individual y colectivo, ante un rival técnicamente inferior, pero que en muchos pasajes del partido se puso por encima solo con entusiasmo y este Perú lograba el control pero de manera intermitente. El sector izquierdo fue la clave, función correcta de Trauco, aunque para este rival, el desborde por dentro pudo acomodarle mejor a Céspedes. El “oreja” en su laborioso trabajo del ida y vuelta, por el otro Hobberg fue intermitente y no acertó con los cambios de ritmo.
Por ahora sirve este triunfo, pero no es para emocionarse demasiado, se vienen pruebas más difíciles y se exigirá un rendimiento que supere este discreto accionar. Perú hizo un partido correcto, es saludable el debut en estas lides de nuevos jugadores, aunque no necesariamente sea el objetivo principal, que debe enfocarse en encontrar esa cohesión que permiten consolidar las actuaciones individuales con el rendimiento colectivo, más allá de quien le toque estar en la cancha. En este partido no se pudo sostener esa presión constante que intenta plasmar Careca, en varios pasajes el equipo se mostró desorientado, cuando debía ser rápido en la movilidad se hizo impreciso, desde la pérdida de la ubicación y la inapropiada lectura del juego, algo que desde ya es materia pendiente, defectos por corregir y mucho trabajo por realizar.
La ilusión por un cambio, nos tiene de un hilo, apostamos por los nuevos nombres y prendemos nuevamente las velas de la ilusión a la bicolor, pero seamos conscientes que hasta para olvidar lo que más se quiere, se necesita de un proceso y de un tiempo adicional. Por ahora tenemos más hombres ansiosos de un lugar y eso es bueno, primero para encontrar un equipo y consolidar más adelante un plantel, pero está claro que los resultados, si no son buenos, serán perversos verdugos de que este deseo se haga realidad. Un poco de mesura y confianza se hacen necesarias entonces, para aceptar con seguridad esta nueva sangre, que debe recibir este cuerpo aún convaleciente y ver como lo asimila, que no exista rechazo cuando discurra por las venas ansiosas. Una transfusión necesaria que requiere un diagnóstico optimista, para seguir creyendo que aún nos queda vida.

 
 

Enfermedad del alma

Minuto 89 en el Centenario, 55 mil almas que se quedan en silencio, jugada colectiva a la peruana que se juega el resto y corajudamente se interna en la el área uruguaya. Paolo, Cueva y Ruidiaz la tocan y el pase final deja el balón caprichoso a la siniestra decisión de Polo. El crema apurado sobre la marca del “palito” Pereira, le pega con el borde externo del botín, no pudo meterle los tres dedos que exigen los estamentos básicos y que es la biblia de los grandes definidores. La pelota, antojadiza, traviesa y antagónicamente ajena a nuestras alegrías, cruza la sala y el comedor de la casa oriental y dándole un beso al madero que cuida Muslera, se va coquetamente por la puerta de servicio con rumbo a la calle de la frustración peruana. Ufffff… Solamente Uffff… Las 55 mil almas del Centenario y los tres millones de suspiros del país oriental, se dejaron escuchar cuando el árbitro hizo sonar el silbato para poner punto final a un triunfo sufrido y un amanecer alegre, con el primer lugar de eliminatorias para el pueblo uruguayo.
 
En el otro lado del charco, el hincha peruano, respira profundo y toma una bocanada de aire, su selección ha quedado cada vez mas lejos de su objetivo y esa jugada pudo ser el empate, que hubiera tenido ribetes de hazaña y hasta de redención ante su pueblo, por la entrega y la convicción como se enfrentó a este Uruguay, que definitivamente le cuesta ser el favorito, no lo hace sentir cómodo, prefiere ir contra la corriente, como lo hace el salmón. Se siente más en su hábitat, cuando lo tiene todo cuesta abajo y remonta a punta de huevos y mucha garra, lo adverso y lo perverso que puede significar verse avasallado. Es como esos boxeadores que requieren ver su sangre para reaccionar contra el rival. Y Perú si algo se le podría asemejar a Uruguay, es que también a veces –y solo a veces- requiere tener todo en contra para ser distinto de un partido a otro, para lograr aquello que está fuera de lo lógico y natural. La gran diferencia que la marcan los uruguayos, aparte de la historia donde nos llevan años luz, es la jerarquía que tienen sus jugadores para definir en dos segundos lo que nos cuesta 90 minutos y es que ellos viven dispersos por todo el mundo, mientras los nuestros siguen siendo los ídolos de barro de siempre.
 
Gareca cambió el equipo, mas por necesidad que por decisión propia, pero dentro de ello hizo un primer tiempo correcto, con un trabajo defensivo sin fisuras, con el control exacto de Suarez y copando los espacios q se rebusca Cavani. Se dio tiempo para aprovechar la pausa que hace Uruguay para esperar el error rival y avasallar de contra. Buenas actuaciones de Advíncula y Céspedes, cerrando las bandas y un prolijo Ramos para las coberturas de un Rodriguez, que a sus años “hablo” en la cancha como los buenos y fue el punto más alto de la defensa. Aún y con demasiado desorden en el medio, con Tapia impreciso y Ascuez fuera de forma, se tuvo control del balón. Pizarro otra vez mas, nos grita que ya no puede más, lo escuchamos todos menos Gareca. Paolo Guerrero no está físicamente bien, mientras tiene la pila puesta, es un jugador de nivel superlativo, de categoría mundial, basta que se le baje la batería para empezar a quejarse y deambular por la cancha. Facilita la labor del rival y su actuar se vuelve monótono y no aporta al colectivo.
 
Fue un primer tiempo atípico, donde Uruguay no fue superior por contundencia, solo en intención. Perú se adueño del balón y lo hizo circular con propiedad, incluso generó dos claras que hubieran condicionado abrir más el partido. El inicio de la segunda mitad el “maestro” Tabarez le gana el “vivo” a Gareca, tira al “Cebolla” Rodriguez y gana potencia por izquierda y condiciona el error en salida. Gareca insiste tercamente con Pizarro que pide el cambio rápidamente. Uruguay avasalla con presión alta (un veneno mortal para la blanquirroja). Error compartido de Paolo y Ruidiaz, balón robado y habilitación al “Pistolero” desmarcado que sutilmente deja a Cavani frente a Gallesse. El uruguayo define con categoría, con un fierrazo cruzado de su zurda mortífera y abre un marcador que se estaba manejando con propiedad, pero con muy poca seguridad y demasiada imprecisión.
 
 
El resultado era previsible desde la óptica de mirar a los rivales por su historia y su momento futbolístico. Uruguay venía de hacer un trascendental partido en el mismo Brasil y Perú de sucumbir a sus propias limitaciones, perdiendo dos puntos de local. La teoría indicaba que nos regresaríamos con varios goles encima, la realidad –una vez más- nos confirma que los partidos hay que jugarlos primero y cada uno de ellos es distinto del otro, su historia se escribe en diferentes hojas y que los rivales se hacen grandes y juegan hasta donde se lo permiten. Es una insana verdad que los triunfos morales no se celebran, pero hay que reconocer que se hizo un partido digno, aunque hemos quedado muy lejos del resto y el sueño mundialista –una vez más- se va desapareciendo como agua entre los dedos.
 
No seamos ilusos, pisemos tierra y afrontemos una vez más que nuestra realidad no va a cambiar por no ir al mundial, el cuesta arriba se hace más duro cada día, nuestros vecinos siguen creciendo, se han mudado a un mejor barrio, una nueva casa y viven en la opulencia futbolística, su preparación y procesos de largo plazo, así como sus trabajos con menores, tiene consenso con sus resultados, no tienen visos de ser villanos ni héroes de un solo día, porque han conseguido el universo de jugadores que no tenemos y sus mejores exponentes, se preparan todos los fines de semana en las ligas más competitivas del planeta. Mientras nosotros seguimos viviendo en la misma casita de esteras del inicio, sin luz ni agua y nuestros jugadores se alimentan solo cuando llueve maná del cielo. Seguimos siendo complacientes con nuestra realidad, la TV sigue manejando nuestro fútbol como un reality, la Videna no toma decisiones de alta envergadura y nuestros equipos no trascienden más allá de un play off doméstico, paupérrimo y degradante.
 
Ufffff… Solamente Uffff… Otra vez a lamentarnos y refregarnos en el rostro el “pudo ser”, que deben o debieron jugar fulano, sutano y que mengano es mejor que fulano. Que la culpa es de Pizarro, Gareca y de Oblitas, aunque en el fondo nos hemos acostumbrado a pedir demasiado teniendo tan poco, somos los “médicos” de siempre que damos el mismo diagnóstico, que sabemos que nuestra selección está en UCI hace rato, pero neciamente escondemos solapadamente la calculadora en la camilla, debajo de esa bata blanca y roja que oculta su cuerpo maltrecho, que hoy más que nunca requiere con urgencia, la tranquilidad necesaria para asumir su realidad y curar esta enfermedad del alma.
 
 

Amargo vino tinto

Claudio Pizarro llega a los 101 goles y se convierte en goleador histórico en Alemania, es el orgullo de los hinchas peruanos que rebasan las redes sociales haciendo tendencia de la noticia. Cuando arriba al Jorge Chávez, hay un recibimiento inusual y los medios inundan sus portadas con odas de esperanza en el “goleador”. Sí, el mismo que tiene 36 años y cada vez que se pone la blanquiroja su actuar es pálido y es blanco de dardos venenosos de todos los sectores, pero que pareciera que hoy se olvidaron de todo y esperan ver al mismo Claudio del Werder Bremen.
 
Jefferson Farfán ha tenido una operación que por más ganas e ímpetu que le ponga lo deja mermado para un partido de trascendencia, como son las eliminatorias. Pero el hincha ya lo puso en el equipo titular y reza diez mil padres nuestros para que llegue entero. Ascuez y Tapia no juegan de manera continua en sus equipos, sin embargo el hincha no le importa, prevalecen sus nombres y su actuación de partidos pasados, sin pensar que cada uno es distinto de otro. Paolo Guerrero viene pasando un momento acido en su carrera, producto de los años y el trajín, propio de los goleadores que suelen estar dormidos y despiertan cuando menos lo piensan. No está en buen momento, pero el hincha es un devoto fiel de su imagen y lo pone en el equipo vestido de santo milagroso.
 
Así somos los hinchas, los peruanos en general, nos emocionamos con un estado de gracia fugaz que tienen los jugadores de fútbol o cuando la dupla del momento hace el empate agónico ante un rival paupérrimo, la emoción los hace necios, pone nombres y esquemas revolucionarios, saca a relucir su hinchaje descomedido de su equipo y encuentra las soluciones a nuestros problemas estructurales. Le cuesta entender al hincha peruano, que Pizarro nunca jugará en la selección como en Alemania, porque es otro escenario distinto y que ya hace rato se debe renovar ese lugar en el equipo, que necesitamos sangre nueva, nombres nuevos. Esos mismos personajes que inflan el pecho de orgullo o twitean un mensaje alentador en la previa, son los mismos que hoy amanecieron con la hiel en la boca y despotrican de Pizarro y lo acusan desde argollero, dueño del equipo y hasta de pirata filibustero que se roba las ilusiones de un pueblo.
 
Pero el hincha tiene su derecho de opinar, alentar, despotricar o joder, nadie lo discute. Lo que llama la atención y resulta grave es que Gareca, el DT que nos brindaba la seguridad que habíamos recuperado nuestra identidad, el “iluminado” que saco lustre a un tercer puesto de CA y el indicado para sacarnos del fango, anoche se sintió tan "peruano" que terminó actuando como un hincha más. Se dejó llevar por el entusiasmo barato y puso los nombres relevantes, en la premisa que su categoría nos garantizaba pasar por encima a un equipo venezolano, que lo único bueno que trajo son sus nuevos nombres. Chicos que recién empiezan en el fútbol pero que sin ser gran cosa tienen esa juventud y ganas que supera cualquier desventaja o nombres de cartel. Mientras en la cancha teníamos nuestros dinosaurios, con actuar cansino y desgastado, en la banca nuestras promesas, jóvenes con ansias y ganas de comerse el mundo y que pasan un buen momento, descansaban el sueño de los justos.
 
No se pudo jugar peor. Un primer tiempo para el olvido. Perú previsible y carente de sorpresa. Tener a Pizarro y Guerrero juntos es quitarle a Paolo ese libertinaje que necesita para recorrer el área como lobo hambriento. Pizarro con todo y su palmarés está solo para el recambio. Farfán mermado no ofrece ningún aporte, Ascuez y Tapia desnudaron su falta de continuidad, Gallese cuestionado al inicio, evito una hecatombe, nos pudimos ir fácilmente con 4 goles abajo y el rival sin despeinarse. Venezuela hizo un planteamiento simple, apegado al sentido común, con gente rápida arriba haciendo presión alta, tapando las salidas de Vargas y Advíncula, generando el error de los medios de contención y poblando los espacios que recorrían Farfán y Cueva y anticipando siempre a Paolo y Claudio, obligando a que se recurra a la clásica solución que exige el hincha en la tribuna, menos tránsito y pelotazo a ver qué pasa. Una trillada versión del “hay que ganar como sea”.
 
Gareca les hace caso a los estadísticos y asegura que el “promedio” de goles de Guerrero y Pizarro garantiza su lugar en el equipo. ¿Cuántas pelotas aéreas ganó Paolo y Claudio o Farfán?, muy pocas y más las ganó Ruidiaz con su estatura, cuando ingresó por Pizarro. Más cuentan en Paolo las que se perdió –una constante en su equipo- que el gol mordido que se la comió el arquero. Empatar de esta manera no es levantar un resultado, es poner las cosas en su lugar que es distinto y que se escapaban de las manos, por el simpe hecho de no tener los huevos de tomar decisiones drásticas en el momento oportuno y hacer prevalecer la juventud de hombres antes que la experiencia de nombres y hacer una mixtura adecuada de ello.
 
El futbol moderno exige mucho vértigo y la pausa adecuada para verticalizar los movimientos, se requieren jugadores en un estado atlético 10 puntos, que pasen por un buen momento, tengan juventud y una disciplina táctica que otorgue la capacidad de hacer recorridos justos, de hacer cambios de ritmo oportunos y ganar las divididas. Polo y Cueva despertaron cuando Flores y Ruidiaz les otorgaron su frescura, pero porque decidir tan tarde, acaso y Benavente o Da Silva, no pudieron también darnos otro aire, otro respiro ante un rival que solo se limitó a aprovechar nuestros defectos y maniatar inteligentemente nuestras pocas virtudes.
 
El panorama pinta oscuro, pero se veía venir, no sorprende mucho y quizás rompa los corazones de los ilusos románticos que piensan que ir a un mundial solo a punta de coraje y corazón -sin apostar por un recambio generacional, es la solución a nuestros problemas. Seguimos cargando la cruz, los azotes del infortunio nos van dejando marcas en la espalda y heridas en el alma, no se ha perdido, pero ha dolido tanta esta igualdad que el camino del Gólgota futbolístico se vuelve cada vez más pesado y hace difícil sorber el trago amargo de este vino tinto.

Un volcán de pasiones

Tantas veces Juan, tantas veces resistido y reprochado, tantas veces incomprendido, pero fiel a su tozuda idea de entender el juego a su manera. Tantas veces Juan, con su estilo de trato parco y distante, alejado de los reflectores y de todo aquello que sea mediático, porque solo le interesa lo que sucede en el verde y rechaza aquello que no tenga forma de balón. Tantas veces Juan, el hombre que nunca regala una sonrisa y que su mejor gesto solo es un bostezo, cuando alguien menciona su nombre. Tantas veces Juan, con su seriedad y su rostro sin carisma, con esa facilidad para esconder sus emociones y siempre estar presto para que sean otros los que celebren, cuando él decide esconderse en el anonimato. Tantas veces Juan, con esa inercia a cuestas para parecer insensible cuando su equipo marca un gol y que su controvertida manera de sentir el fútbol, con sus desplantes y sus arrogancias, quizás puedan cuestionar su personalidad, pero para nada pueden poner en tela de juicio su inmensa capacidad.
 
Juan Reynoso, el tantas veces desaparecido de las celebraciones, hoy no pudo más, vivió el partido final como si fuera el último de su vida, sufriendo, sudando, gritando y desgañitando su enfado contenido. Primero se sacó los bolsillos del pantalón, sabe Dios para dar que mensaje y sabe nadie a quien dirigido. Cuando el pitazo final dejó escuchar el estruendo de alegría en la boca del Misti, finalmente se desparramó en abrazos con sus jugadores, que confundían lágrimas y sollozos de alegría en la cancha, apretó los puños y dejó escapar una mueca provocadora refugiando su mirada en la efervescencia de la gente en la tribuna que no dejaba de darle las gracias. Juan Reynoso, se atrevió a mostrar una sonrisa en el bus que paseaba al equipo de Melgar por Arequipa, la única se le ha visto al ‘cabezón’ desde que debutó como entrenador. Ni con la U cuando ganó su primer título nacional, había dejado ver ese lado sensible. Hay un gran motivo sin duda, pero esta vez quiso demostrarlo y dar un mensaje a su manera, porque los números le han dado la razón y no ha necesitado de nada ni nadie para hacer prevalecer que su filosofía y su trabajo serio, han sido los baluartes para conseguir llegar a la meta.
 
PARTIDAZO!!! Por todo el entorno de un pueblo volcado en aliento y el cúmulo de emociones vividas hasta el minuto final. Reynoso plantea bien el encuentro, siendo cauteloso atrás, pulcro en el traslado del balón y buscar romper la zaga de Cristal en base a, la pausa de Montaño, la sorpresa de Arias y la movilidad de Cuesta, apoyados en un inacabable Zúñiga que siente la camiseta más que su propia piel y que tiene en el colombiano Fernández, esa flecha veloz, ese dardo venenoso  que siempre termina en la garganta del rival. Ahmed dispuso el vértigo acostumbrado, marcando el control en los extremos, para no repetir los errores de la ida, haciendo jugar de ancla a Cazulo -que puso los huevos y dejó medio corazón en la cancha- para hacer presión alta sin perder el medio para no quedar largo. Sheput jugando hasta donde aguante la pierna, Calcaterra gravitando como siempre y arriba un Beto Da Silva, dándose maña para hamaquear la retaguardia rojinegra en base a mucha energía y valor. La sensación que dejó el 9 es que ya no está para el medio local y que terminando el partido, debió tomar su avión para recalar en Europa, tiene todo y más de lo que en su momento, fue Claudio Pizarro, todo es cuestión de tiempo y de decisión.
 
Melgar controlaba el partido, creando situaciones que no concretaba hasta que llegó el momento que marca el punto de quiebre. Cazulo mete el antebrazo y hace un penal en el peor momento para Cristal. El “Cachete” Zúñiga se llena de presión y le pega mordida, Penny hace de su rechazo con los pies, un contrataque mortal que termina con una zambullida en la puerta del arco rojinegro del Beto Da Silva que enmudece la UNSA y también a varios críticos de su capacidad goleadora. Todo se pone cuesta arriba para Melgar que debe sacar a relucir las verdaderas capacidades individuales al servicio del colectivo. Reynoso insiste ir a las espaldas de los marcadores. El colombiano Fernandez gana el extremo celeste como un rayo y hace que el “Cachete” Zúñiga, se inserte en la historia rojinegra. Una paridad que se rompe cuando el mismo Fernandez define a lo grande una gran corrida de Arias y desata la fiesta en la tribuna, aunque en la cancha la igualdad de opciones le daba crédito a los dos y nadie tenía la certeza que era el marcador definitivo.
 
El segundo tiempo fue vibrante, con los huevos de corbata, con Melgar controlando el juego y Cristal martillando, buscando concretar su mejor pegada. Shepup no va más y Blanco suma más delanteros, se pierde creación, se intenta ganar volumen ofensivo. El juego y el marcador lo empareja Cristal con otro penal discutido, hay una barrida que Calcaterra exagera, pero es válida por la posición del árbitro. Blanco ejecuta la paridad que pone la tensión y los nervios de punta. Reynoso se vuelve loco, reniega y reclama un penal discutido –Rodriguez tiene la mano fija en el piso, no hay intención- y descarga su furia con los bolsillos afuera. Ahmed se vuelve más serio y se juega su última carta, tira al ruedo al juvenil Chavez para ganarlo por fuera con la frescura de la sangre nueva. La tribuna brama y los jugadores se hacen conscientes que esto lo liquida el que hace el gol. Las defensas empiezan a ser determinantes y el reloj se va llevando el tiempo. Revoredo, Ay Revoredo, hace un rechazo sin sentido, Cazulo se la deja robar por Rainer Torres que verticaliza y deja a Cuesta de cara al gol. Penny ataja el remate pero la testa del argentino doblega su última estirada. Explota la UNSA, se arma la fiesta en todo Arequipa, Melgar es el campeón, el Misti lanza una fumarola de complacencia.
 
Tuvieron que pasar 34 años, para elegir el año de su centenario y llevarse la gloria con números sorprendentes. Este Melgar se corona campeón, en la consumación de un proyecto serio encabezado por Reynoso, primero para priorizar un plantel más que un equipo, para uniformizar la idea del juego, para ser un grupo fuerte donde todos son protagonistas cuando les toca asumir su labor. La discutida rotación del “cabezón” le da la razón en este título donde pudo utilizar los hombres idóneos antes que los nombres impuestos. Los Arias, Torres, Gonzales Vigil, Palomino, que ya no son solo promesas, tuvieron en Reynoso la garantía para ser importantes y a su corta edad ya disfrutan el éxito. El “Cachete” Zúñiga ha demostrado que los años solo son una cuestión de look y ha sido el capitán de este barco rojinegro. Han sido 4 años en los que Reynoso ha peleado arriba y esto no es mera casualidad, es un estudioso técnico nacional que logra consolidar su pensamiento, que apunta más alto y que guardando los bolsillos de la prudencia, tranquilamente pudiera ser considerado el entrenador idóneo para nuestra bicolor. El tiempo dará su respuesta, los años serán testigos que el tantas veces discutido y hasta incomprendido Juan, pueda ser algún día amado por su propia gente, por su propia sangre.
 
Arequipa vive una fiesta descomunal y la resaca triunfal se sigue de largo. El pueblo rojinegro sigue viviendo el júbilo y la alegría, contenida tanto tiempo. La majestad del Misti acompaña con sus fumarolas el gozo de la gente y el Cañón del Colca deja escapar un grito triunfal que se replica en esa bella Plaza de Armas que luce colorida, pomposa, llena de contento y regodeo. Hay un gran motivo para sentirse orgulloso de su tierra y aunque recién al mediodía los huevos empiecen a descender por la garganta, ya nada importa, el título se ha quedado al lado del Misti y solo hay espacio para la celebración desenfrenada, porque recién hay una pausa para descansar el alma, después de haber estado en vilo ante este vendaval de emociones que provocaron un volcán de pasiones.
 
Se dice que el fútbol no sabe de merecimientos y que la justicia no existe en sus dominios, pero es el fútbol, el único, que así como tiene la potestad de dividir las emociones y marcar las diferencias, también es el único que tiene el poder para romper paradigmas e ignorar axiomas. Hoy el fútbol decidió que gane el que más lo merecía y fue el juez supremo que sentenció que Melgar hizo todo correcto y es el justo Campeón.
 
 
 

Un golpe a la cabeza

Que otra cosa no es el fútbol, sino ese cumulo de errores que se producen dentro del juego, por la insistencia de un equipo y la resistencia del rival, que beneficia para el que mejor saca provecho de ellos. Que otra cosa no es el fútbol, sino esos momentos y circunstancias que se engendran desde la propuesta táctica de uno y la contraparte para neutralizarlo desde el otro. La búsqueda del resultado tiene variantes y estilos según el pensamiento de los técnicos, todas las propuestas resultan válidas, pero ninguna es absoluta y tampoco es la garantía para ganar un partido, porque todo aquello que se intenta y lo que finalmente se consigue, no necesariamente resulta siendo una razón lógica, aunque exista una irrefutable realidad que los proyectos serios unidos a un trabajo sensato, brindan un plus adicional que tarde o temprano ayudan a lograr los objetivos.
 
Cristal y Melgar han llegado a las instancias finales de un torneo doméstico que ha estado sumido en la irregularidad de los equipos y que enfrenta dos estilos y filosofía distintos de la interpretación del juego. Por un lado Reynoso y su prédica al orden, la obsesión de priorizar el cero en arco propio y su disposición para neutralizar al rival agrupando gente en lugares estratégicos del campo. Ahmed en cambio, fiel a su estilo agresivo, asumiendo riesgos a veces al extremo y predominando el buen trato del balón, buscando con la contundencia arriba disfrazar las debilidades que ofrece la pasividad con la que se defiende atrás. Uno apuesta por controlar el juego con inteligencia para asestar el golpe en el momento justo y el otro que golpea siempre, intenta controlar el marcador buscando hacer más goles de los que pueda recibir.
 
La propuesta de Reynoso vino con mensaje en la botella. Dejando en el banco a Zúñiga y Fernandez, el rótulo de defender el cero y buscar alguna oportunidad que se presente generando subidas por las bandas se podía leer a kilómetros. Ahmed lo quiso nivelar desde la posesión y el traslado eficaz. Ante tanta pierna, la lucha por tomar el mediocampo, hizo un partido luchado con pocas situaciones de gol, aunque el marcador diga lo contrario. La advertencia de ambos bancos tenía la premisa de no verse sorprendidos, la elaboración se hacía escasa, cada uno resguardaba sus espacios dejando sin alternativas para el ataque en bloque. Ante tanta cautela solo quedaba apelar a que el gol debía venir mas por error del contrario que por la capacidad ofensiva de alguno de ellos.
 
Si algo relevante tiene este equipo de Reynoso es el aplicado orden en todas sus líneas, hay un trabajo dedicado detrás que ha logrado hacer de este Melgar, un grupo compacto que convence con su funcionamiento colectivo, su cuestionada rotación le da alternativas de tener más hombres que nombres, aunque la idea del técnico siga una tendencia de pensar más en no perder el partido que intentar ganarlo con variantes que requieran tomar riesgos. Tres defensas en medio, dos de contención y un solo atacante dependiendo de un solo organizador es la muestra, que Reynoso apuntaba en capitalizar las falencias de Cristal cuando buscara el gol y dejara abiertas las bandas. Por ello los goles de Melgar llegaron a través de Uribe y Quina que fueron junto a Rainer Torres –tremendo partidazo- los que daban el soporte a esa línea de cinco que variaba de lugar para defender y atacar de manera equilibrada.
 
Cristal en lo suyo, proponiendo siempre aunque se haya ido quedando sin nombres relevantes por lesión, ante la seguidilla de partidos pendientes que va pesando y pasando la factura. Ahmed la tenía clara ante un equipo que tiene como mejor propuesta el orden, debía ser cauto para defender con el balón y agresivo para romper los dos bloques de cinco que proponía Reynoso. Calcaterra fue gravitante hasta que le duró la nafta y Sheput hasta que las piernas dijeron basta. Da Silva sigue siendo ese prospecto de 9 que no necesita Cristal, sino nuestro fútbol peruano, pero aún le falta raza para estas lides.
 
Sin claridad para hilvanar jugadas, las malas entregas acompañaron a los dos equipos. Melgar marca el primero en error de las marcas de Cristal y este lo empata con horror del arquero ante corner de Sheput. La diferencia la hace Cristal de contra ante error rojinegro en ataque que deja fisuras atrás, con un penal que a primera vista no se discute, pero que se deduce finamente fabricado. La paridad final llega en otro error garrafal y complacencia en la marca, queda enganchada la defensa celeste y Quina define en la cara de Penny. Una suma de errores definía un marcador de un partido de trámite parejo, al final Ahmed quiso recomponerlo con más delanteros, que no necesariamente te hacen más ofensivo.
 
El campeón sale en Arequipa y Melgar tiene todo a su favor, en su casa, con su gente, con el resultado y su gran aliado la altura, solo dependerá de su paciencia, en estos sus 100 años le caería bien la celebración. Cristal también celebra sus 60 años y va en busca del zarpazo. Reynoso vivió como nunca el final de este partido, sabedor que toma el mango y que la copa solo depende de algo que es su razón de ser: "Primero me defiendo, después existo".