No nos debe sorprender que
en el futbol nuestro, la realidad esté ligada a sueños que se hicieron
pesadillas, a inicios glamorosos y finales eclipsados, a esos arranques de
ensueño y augurios de triunfo, que después fueron terribles pesadillas que nos
dejaron malos recuerdos. Pero para el hincha peruano, que tantas veces la
ilusión se le hizo más fuerte que la realidad, hasta hoy sigue aferrado a esa
enconosa actitud de celebrar los empates y magnificar los triunfos efímeros,
que solo alegran el alma un ratito, pero no tiene la convicción de aceptar que
los grandes logros nacen de un sueño sí, pero que requieren de un gran proyecto
y un proceso que en el camino tiene altibajos y que debe asumirlos con
raciocinio.
Otra vez Perú, con el
comienzo vertiginoso y la cohesión en todas las líneas. Parejo funcionamiento y
contundencia, para encimar al rival con presión alta, respirándole en la cara a
los defensas y ofendiendo los traseros de sus medio volantes de contención,
siendo efectivos para neutralizar en campo ajeno. Al primer minuto Paolo ya le
tocaba la espalda a una defensa ecuatoriana que se veía apabullada,
sorprendida. Otra vez la dinámica y el funcionamiento parejo de todo el equipo,
sin fisuras en los cierres, abanicándose para retroceder y avanzar de manera
oportuna. Aplicado Rodriguez en la anticipación, buen traslado del balón y alta
precisión para siempre recuperar y generar juego. Un comienzo soñado, un 10
perfecto de este equipo peruano que respetaba el mismo once del debut.
El gol tenía que llegar
pronto y lo hizo de manera fabulosa. Cueva encara de espaldas en el área un
pase de Paolo y hace una “mariposa” genial, un firulete espectacular que deja
desairados a Mena y Achilier, para definir en la salida de Domínguez.
GOLAZO!!!... Premio al buen juego, a la actitud y el talento. Ahí nomás Paolo
gana una dividida y deja de espaldas al arco al “oreja” Flores que hace una
maniobra impensable, sorprendentemente gira en su propio eje y le pega un
zurdazo venenoso, al lugar inimaginable del arquero que pone un 2-0 increíble
hasta ese momento, pero muy cierto como justo por todo lo que venía haciendo el
equipo de Gareca, con buenas actuaciones de todos en especial de Rodriguez y
Tapia en defensa, con Paolo y Cueva,
junto a Flores y su laboriosidad para impedir la subida de Valencia.
Ecuador es un equipo muy
ducho, tiene hombres curtidos en estas lides y que cada fin de semana juegan en
ligas de nivel superlativo mundial, muy diferente a los nuestros que pululan en
equipos discretos. Por ello el verse atormentados en juego y marcador, se hizo
un golpe directo al orgullo. Demasiado temprano para sucumbir, más aún sin
haber llegado nunca al arco de Gallese. Una primera media hora de ensueño, de
algarabía total en el hincha peruano que olvidándose por un momento que los
partidos duran 90 minutos y que al frente se tenía al primero de las
eliminatorias al mundial, empezó a dar augurios de goleada y festejo
tempranero.
Si Ecuador mantenía el
control del balón, rotándolo a cada lado y tratando de desbordar por bandas,
Perú sostenía el juego, con buena ubicación, recuperando y originando siempre
como prioridad una salida limpia. Pero conforme Ecuador fue afirmándose en el
terreno y sus jugadores empezaron a primar su mejor oficio, fueron decayendo en
su labor Flores y Trauco por un lado y Revoredo y Vilchez por la otra banda.
Crecía Valencia que era un tractor de constante subida, se hacía más visible
Bolaños y Noboa encaraba con más propiedad. Ecuador pinchó el globo peruano a
punta de empeño, con más carácter que táctica y en las finales aprovecha una
confusión de retaguardia. A Valencia habilita a E Valencia y hace el descuento
cuando era el momento de sacar el aplomo e irse al vestuario con la ventaja. En
Perú nuevamente destacaron Rodriguez y Tapia, Paolo y Cueva.
El segundo tramo Ecuador
fue el de siempre. Equipo duro y potente físicamente. Fueron mermando las
capacidades individuales peruanas y ganando las divididas, para emparejar el
marcador y el juego, ante un Perú que defendía con lo que podía y atacaba con
lo que le quedaba. Ruidiaz y Yotun fueron el respiro que necesitaba Paolo que
parecía mermado físicamente y así como Ecuador lo pudo liquidar en el tramo
final, fue el último minuto un cántico a la desesperación, ese sablazo de la
“pulga” que se fue besando el poste y llevándose consigo algún afán de
clasificar de forma directa. Es nuestro tema de siempre, no saber mantener un
resultado, pero si algo bueno se rescata es la actitud y el amor propio de este
equipo joven que recién se va curtiendo en la contienda internacional, bregando
hasta el final, aunque siempre lamentamos si con eso nos alcance.
Un empate que no es para
celebrar, si en cambio para analizar. Las posibilidades de avanzar se
complican. Nuevamente un inicio perfecto y un sometimiento a la voluntad
adversaria que contrasta con los buenos momentos que se ofrece. Si carecimos de
personalidad en los tramos importantes, es comprensible y producto de esa
juventud e inexperiencia que debemos asumir como realidad. Por ahora la entrega
del equipo deja tranquilos los ánimos y hasta puede confortar la ilusión y la
fe del hincha, pero no se puede negar que a veces y solo a veces, un partido se
remonta o se saca adelante no solo con la capacidad técnica demostrada en el
juego, sino por imponer la jerarquía, algo que no se compra ni se vende y que
solo se adquiere compitiendo a nivel superlativo. Algo que suele ser también,
una cuestión de carácter.
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