Una manito para el "pincha"

Juan Sebastián Verón, corre con los brazos abiertos y la boca llena de gol. Va en busca de su gente, esa que hace unos minutos tenía el corazón apretujado y el bocado de miedo atragantado en la garganta. La “Brujita” tiene los ojos desorbitados y aprieta los puños contra su vientre, como un mensaje de desahogo a su furia contenida, por todo lo que quiso y no podía, por todo lo que quería y no lo dejaban. La hinchada “pincha” que ha llenado el Centenario de Quilmes, se deja llevar por la euforia y desata un carnaval tribunero que mas allá de una alegría consumada, disimula un temor escondido, que se disipa entre tanto cántico y grito pelado.

Abajo en el verde, la gente aliancista, muestra el rostro quejoso pero orgulloso. Nuevamente, le ha jugado sin complejos al campeón vigente de la Copa Libertadores. Lo ha mirado a los ojos y lo ha tuteado con desparpajo. Lo ha aguantado con entereza e incluso lo tuvo a tiro de gracia. Pero en un instante fatal, de esos que a veces es mejor olvidarse, cerró los ojos y recibió un golpe traicionero que lo ha dejado sin sentido. Cuando ha despertado, la alegría era ajena y tenía en la boca el sabor amargo de la frustración. Solo le ha quedado recoger sus cosas, envalentonarse de nuevo y alzar la cabeza, porque el “pincha” que había llegado de la Plata para llenar el centenario, no le grita con desprecio, lo mira con respeto y hasta saluda que la fortuna, esta vez estuvo sentada en la popular. Dicen que los partidos de copa no se juegan 90 minutos, sino hasta que el árbitro haga sonar su silbato.

Era un partido donde ambos jugaban según su propia necesidad. En la tribuna estaba un invitado ilustre; Maradona, el D10s del fútbol, que vino a ver al “pincha”, a su amigo Verón y sobre todo al “Chapu” Braña, jugueteando en sus bolsillos, con dos boletos para el mundial de Sudáfrica 2010. El Diego, fue a ver el desempeño de Estudiantes, pero terminó aplaudiendo el orden y la disciplina táctica de Alianza. Y es que Costas estaba en su hábitat. Hombre que ha vestido la albiceleste de Racing, que ha sido campeón de Supercopa en el 88 con el “Pato” Fillol y Rubén Paz. Hombre que en Avellaneda tiene un nombre respetado y que ha tenido muchos encontronazos y trompadas, con el “pincha”, como para saber cómo se juega en su tierra y contra su propia gente. Plantó un sistema que no exageraba el correr tras el balón, sino esperando al hombre y anticiparlas todas. Jamás renunciar a su identidad futbolística y a ser prolijos en el toque y desmarque. Esperar que el “pincha” se venga para hacer el calco del 4-1 de Matute, con la potencia del “Zorrito” arriba.

Un partido de copa, con dos equipos clasificados, se puede hacer mezquino para el fútbol, porque no hay mucho que ganar y puede que tampoco por perder. Al final de cuentas, en la siguiente etapa todos son rivales difíciles y si se quiere ir lejos hay que ganarles a todos. Era el mejor partido que hacía la cuestionada dupla de Solís y Vidal Sosa, Prado y Vilchez aplicados, dejaban que el paragua Gonzales muestre toda su jerarquía internacional. El “Pato”Quinteros con el foco encendido y arriba el “Zorrito” que metía miedo cada vez que iniciaba un arranque. Verón no estaba fino y Boselli aún no encuentra distancia. Sosa, el llamado a generar peligro, entretenido buscando salir del bosque de piernas aliancistas. El “Chapu” Braña era el más claro. El que generaba el despliegue y la sorpresa. El partido se hizo de pulseo en media cancha, con el “pincha” empujando, Alianza, aguantando y saliendo con propiedad. Estudiantes tuvo varias claritas que se devoraron sus atacantes y otras que Forsyth evitó consagrando una actuación meritoria.

El hincha de Estudiantes, se fue silbado su regocijo, fue cantando su satisfacción, pero también comentando lo mal que la pasaron, por culpa exclusiva del “Zorrito” Aguirre. En el primer tiempo, el aliancista que se encuentra solo contra el mundo y se inventa una diagonal fulminante, desairando a Desábato y Celay, con la respiración de Verón encima, se hamaca y descarga un zurdazo que pasó muy cerca. Orión respiró tranquilo. Para el segundo, fue por derecha y cuando llegaba a la raya, sacó la puñalada mortal que no pudo calzar un inoperante Fernandez. Pero la más clara y quizás la que pudo cambiar la historia, fue ese rechazo que quedó perdido en el infinito y que el “Zorrito” llegó con potencia. Se sacó al arquero a velocidad y cuando el toque sutil con arco descubierto, esperaba la gloria para el pretendido por River Plate, no le puso bien el botín y la pelota se fue saltando inquieta, pegadita al vertical y con toda la tribuna enmudecida. Aguirre no se perdió el gol del triunfo, fue el gol de su vida, el que de seguro a estas horas, hubiera sido su credencial para irse a jugar donde le diera la gana. Pero volvió a ser el “Zorrito” de siempre: El de las jornadas épicas o las realidades frustradas, todo en una misma camiseta.

Con el corazón en forma de reloj, solo se esperaba que el final llegue como bálsamo a las angustias de las instancias finales. Pero Vílchez, demuestra su inoperancia para las horas difíciles y se gana la roja, cuando ya le habían perdonado una peor. El tiro libre de Verón, busca la cabeza de Desábato, en la última oportunidad que quedaba para romper el hechizo. Vidal Sosa, que había asegurado con su actuación el alargue de su contrato, comete un sacrilegio para los estamentos del fútbol. Extiende la mano de manera grosera, en la cara del árbitro que sentencia su falta de jerarquía, marcando la pena máxima. Verón se para frente al balón. Le toca decretar la justicia por su propia mano. El disparo lo bloquea Forsyth, pero la “Brujita” aparte de ser el mejor de Sudamérica, tiene a favor el plus de haber nacido con buena estrella y ello es un valor agregado para los predestinados del fútbol. Por eso el balón caprichoso, se quedó sumiso, a la espera que el argentino le pegue con su varita y hechice de jolgorio a toda esa gente, que le lanza su gratitud, cuando corre con los brazos abiertos gritando su euforia, por este triunfo y también por esta manito para el “pincha” que de seguro, se le dio el cielo o quien sabe fue el D10s, que aplaudía contento en la tribuna.

Como gallito de pelea

Era un partido de descarte. Era un partido donde la U de Reynoso, no solo se iba a enfrentar a Lanús, que esperaba agazapado para pegar el zarpazo salvador, sino contra un entorno, duro y hostil. Era un partido para definir no solo el resultado, sino quien de los dos, tenía mejor convicción para seguir en la brega. Pero esta U, sabe jugar de visita, en pago ajeno se hace más sólido. Es un alumno aplicado del sistema defensivo, lo ha aprendido con el tiempo, sabe correr la cancha y copar cada milímetro a punta de sudor y piernas. Ese es el dogma de Reynoso. Ese es el credo que ha impuesto y acaso le brinde resultados para no perder los partidos, aunque no se vea ninguna fórmula revolucionaria para ganarlos. Este Universitario, necesita que el rival se vuelque en ataque, para soportarlo con entereza y buscar fulminarlo en contragolpe, aunque en desmedro de su planteamiento defensivo, siga teniendo carencias serias arriba, porque vive condicionado al ánimo con que amanece Piero Alva o cuan motivado esté Labarthe, amén de que Orejuela no pase de ser un delantero voluntarioso y Píriz Alvez, sea hasta ahora, solo un buen negocio para los de saco y corbata.

Pero el fútbol, es el arte del engaño, una suerte de definiciones de circunstancias que a veces no tiene que ver con un factor de superioridad. Ante un Lanús precavido, que atacaba tibiamente, La U fue demasiada cautelosa, jugando a la defensa extrema y logrando que en el primer cuarto de hora, el aburrimiento sea un desabrido acompañante. Salvo el testarazo de Pelletieri que dio en el poste de Fernandez, no hubo más para contar. Para el segundo, había que asumir los riesgos y fue Lanús el que propuso y la U el que dispuso. Un ida y vuelta con mucho vértigo y situaciones claras para ambas vallas. Parecía que el que hacía el primero se llevaba el premio mayor. Pero todos jugaban el boleto y nadie acertaba, El pozo fue engordando y de a pocos se les fue haciendo esquivo para ambos. Si hay que ser honestos, así como Lanús pudo hacer hasta tres goles, igual se pudo comer otros tantos, porque la U llegó y claramente cuando le dieron los espacios, pero otra vez y esta va para Reynoso: Un consejo de pata hermano. Urgente mándalos a Rabanal y Carmona a un curso acelerado para aprender a meter centros. Esos ladrillos que mandan, es un abuso. Hazme caso hermano, aunque sea por correspondencia. Algo bueno vas a conseguir.

Esta U de Reynoso, pueda que no sea un equipo de fútbol pulcro y podrá haber cambiado su forma, mas su fondo, en esencia sigue siendo la misma como su propia camiseta. Porque ha encontrado en el “negro” Galván el símbolo de esa garra tan enarbolada e histórica. El negro mete lo que debe y las saca todas las que no sirven, a veces elegante otras rudas, pero todas válidas. Manda y ordena atrás de una manera eficaz, dejando traslucir su temperamento hacia el resto. Hasta el “Tyson” Galliquio, tantas veces denominado líder, ha claudicado ante su personalidad y hoy es su mejor socio. Pero el negro viene en retirada, las veces que pifiaba un balón o no llegaba al cruce, algún pensamiento suelto llamaba a preguntarse en voz bajita: Y cuando el negro ya no esté ¿Quién será el caudillo?. Menudo problema y eso va a ocurrir ahorita mismo, cuando menos se piense y cuando quizás nadie se de cuenta.

En Lanús no era precisamente la hora para disfrutar el asado, pero si había que poner toda la carne en la parrilla. Entonces el partido se fue haciendo hosco, rudo y febril. El reloj fue convirtiéndose en juez supremo de todas las suertes. La adrenalina se fue subiendo a la cabeza y cada balón era disputado como esos perros hambrientos, sin lucha ni cuartel. El fútbol se fue cambiando de vestimenta, lo pulcro y elegante fue quedando de lado para darle paso a la agresividad. Había que definirlo todo de un solo golpe. Y vaya que estuvieron cerca los dos. Lanús tuvo la chance con Leandro Díaz que cabeceó apenas alto y la más clara, cuando Fernandez, se hizo héroe al taparle el disparo a quemarropa de Castillejo. Otras descolgadas y salidas felinas lo convertían en figura al portero crema.

Reynoso mete al ruedo a Ruidiaz. Un petiso que tiene como mayor virtud, la desfachatez para jugar y no le importa (o no es consciente) en qué país o estadio se encuentra. Encontró un balón en disputa y se inventó la jugada soñada. Encarando por el perfil correcto y cambiándolo para la sorpresa. Pasó entre dos y pisó el área. Cuando le salió el arquero lo sortea en un pase de torero andaluz (si se tiraba lograba el penal) y teniendo a Píriz cerca suyo y mejor perfilado para anotar, le salió lo egoísta pues. Es joven, lleno de inquietudes y en dos segundos le pasó por la cabeza, es el gol de mi vida, de la clasificación, de la copa. Quiso ser héroe. Decidió meterla de izquierda, incómodo, y el balón se fue afuera, sin antes darle un beso al vertical. Píriz habrá pensado, acabo de perder la renovación de mi contrato. Rául Ruidiaz, el chico con futuro fulgurante en nuestro fútbol, seguirá pensando que pudo tocar la gloria, pero que ni de juego se la dejaba a Píriz, aunque de ello se arrepienta para toda su vida.

El reloj marcó el epílogo y el marcador quedó en blanco, como las esperanzas cremas de pasar a la siguiente ronda. Lo que pasó al final fue una bronca descomunal, donde había también que guapear, pero con prudencia. Se dieron con todo y ojalá no se vean perjudicados con las sanciones. Ahora solo queda sacar la calculadora y jugar una suerte de rezo silencioso para que los demás jueguen con la camiseta crema puesta debajo, Al final si la suerte le es esquiva, podrán decir que la U guapeo, que no fue gallina y fue gallito de pelea. Que dejaron todo en la cancha, que fue culpa de la mala suerte, más de eso nadie después se acuerda. Porque las vitrinas se llenan de copas y no de resignaciones.

Quien lo diría crema de corazón entusiasta y de fervor apasionado, que llegaría el día en que resignes tu suerte a pedirle un favor a tu buena estrella y le hagas una plegaria a la gitana de la suerte, para que tu destino te pinte diferente. Aquella novia fugitiva llamada clasificación, se pudo quedar contigo, la tuviste a mano, pudiste quedarte con ella, cuando se paseaba en paños menores por la sala de tu casa. Pero dejaste que ella abra la ventana de la intimidad y se ponga a mirar otros horizontes. Aparecieron otros pretendientes y te hiciste débil para defender lo tuyo. Permitiste que el ojo ajeno, le haga un giño a tu traviesa novia y termines tomando un avión, para largarte por lares argentinos, buscando lograr, lo que no pudiste hacer en casa.

Con el pantalón en la mano

Mi amigo Fernando es aliancista hasta los huesos. Y como tal tiene su especial forma de sentir el fútbol. Ser el palomilla de barrio, con la esencia de pueblo y la viveza que entrega la esquina. La alegría con la que disfruta patear un balón y la quimba y la sandunga que lleva en la sangre. Es de aquellos que cuando jugamos la pichanga de los miércoles, se faja entero para ganar siempre. No le importa cómo, ni con qué, ni no sé quien, ni no sé cuantos. Lo único que le interesa es que su record imaginario de partidos ganados sume la balanza de su orgullo apasionado. Ello a veces lo hace pecar en excesos, pero logra siempre salirse con la suya. Quizás en sus adentros defienda más su propia causa vencedora, para evitar que al siguiente día lo vayan a embromar, que el mismo hecho de ir a divertirse a la cancha y que el resultado sea una mera casualidad.

Y vaya que su Alianza, anoche me hizo recordarlo más que nunca. Un comienzo prodigioso donde los primeros 10 minutos las virtudes futbolísticas de sus hombres, hicieron pensar que la noche contra el “pincha”no fue un espejismo. El “negro” Gonzales bien parado y un Quinteros exquisito para hacer jugar al “Zorrito” Aguirre. Un Joel Sanchez endiablado por la banda izquierda y “Zlatlan” Fernandez fulminante en el área. Fueron los mejores momentos del partido, un cambio de ritmo acertado, rotando el frente y haciendo de la velocidad y la precisión su mejor gala. El juego a un toque se tiró abajo muy rápido el andamiaje defensivo que trajo consigo el Bolívar. Jugada peleada de Sanchez por la banda, que recoge Aguirre y encara como siempre y como nunca, a pura potencia llega al fondo y saca un centro perfecto para que Fernández, entregue toda su humanidad y meta el testarazo que hizo saltar la tribuna, donde estaba mi amigo Fernando y sus fieles amigos aliancistas.

Esa alegría duró tanto como la misma realidad íntima. El inicio esperanzador, se fue haciendo drama y la presión empezó a desesperar la paciencia, abriendo las brechas de la desconfianza. Alianza soltó las marcas y fue cediendo terreno al rival, que apelaba a generar juego simple, abriendo la cancha, ganando todos los balones, presionando las salidas, y contragolpeando con sentido aunque sin claridad. Cada pelotazo jugado a las espaldas de la defensa, desnudaba las falencias que han hecho de este Alianza, un equipo que ataca bien, pero es demasiado vulnerable cuando pierde el balón. Bolívar no pisó nunca el acelerador, pero se dio maña para generar ocasiones claras. Pudo empatar e incluso para voltear el marcador. De allí para adelante, Alianza empezó a jugar con nervios y ansiedad, con la presión de buscar el resultado y los ímpetus de mirar el reloj con angustia. Entonces toda aquella alegría inicial, se fue diluyendo como agua entre los dedos.

En esos momentos se requería aspirar el aire de la tranquilidad, ser inteligentes, dejar que el rival se venga para matarlo con la potencia del “Zorrito” Aguirre. Salir un poco en defensa para presionar lejos del área y dejar que el vértigo se disperse por las bandas. Pero Sanchez se fue perdiendo en errores y contagió a Tragodara. Vilchez no agarraba ni su sombra y Sosa con Villamarin eran un par de “Picapiedras”. Gonzales se fue quedando solo y era Aguirre el único que metía peligro, porque hasta Fernandez se fue apagando como velita misionera. Cada ataque Boliviano hacía que el hincha apriete los dientes y sude más de la cuenta. Entonces, recordé a mi amigo Fernando, que de pura cábala no llevó su camiseta y miraba con impaciencia el reloj. Su Alianza siguió en lo suyo, pensando en obtener el resultado, sea como sea. A las buenas o a las malas. Con no sé quién y no sé cuantos. Por la razón o por la fuerza o por lo que Dios mas quiera. Si Alianza aspira a llegar lejos, anoche el Bolívar desnudó las groseras carencias defensivas. Costitas, hermano, un consejo de pata: Fíjate en el contrato del “cacho” Ithurralde, Uruguayo él, que vino con el Bolívar, tiene el porte y el perfil justo y calza con las necesidades inmediatas de tu defensa. Hazme caso hermano, habla con “Pocho” por ahí que te soluciona el fondo, que es una puerta abierta. Que conste que te avisé.

El pitazo final, fue un bálsamo de tranquilidad a esta angustiosa espera. Han pasado 12 años para que Alianza pueda pasar a otra etapa de una Libertadores. Pero esto no queda allí. Si anoche mi amigo Fernando, se fue silbando bajito, es señal que en el fondo de su corazón íntimo, sabe que la otra fase no es la misma y si no cambia su equipo, esta clasificación se perderá entre las hojas vetustas de las estadísticas y pasará a ser una simple anécdota más, en el libro de los sueños perdidos. O quién sabe, termine siendo como el propio record imaginario de sus partidos ganados en las pichangas de los miércoles. Anoche, Fernando se fue contento, se fue abrazado de los buenos amigos, porque se consiguió el objetivo, pero no se fue tranquilo, porque este Alianza, no jugó bien y merece ser el mismo del arranque esperanzador, ese que tuvo hasta visos de locura y espejismos de utopía extrema para nuestro fútbol. Este, su Alianza, no merece darle tantas angustias y nunca como anoche, y como cada miércoles, lo haya hecho ganar, pero con el pantalón en la mano.

La cabeza del hincha crema

Dicen que el fútbol es la expresión más sincera que tiene el hincha para demostrar el sentimiento del amor. Porque a una camiseta no se le puede ser infiel, no se le puede mentir y tampoco ilusionar con palabritas coquetas que endulcen el momento y dejen que la basurita se esconda en la alfombra. Ese amor es dogmático, incondicional y eterno. Cualquier cosa que se interponga entre ese sentimiento, es una traición, burda e insensata. Cualquiera que se digne de ser amante del fútbol, sabe que entre el hincha y una camiseta hay un pacto de amor indestructible. Podrán pasar los hombres y los nombres, pero ese amor, seguirá incólume hasta que el destino toque la puerta y determine que sea la hora de enrumbar el camino hacia el infinito.

Ese hincha crema, que paga su entrada, que se faja en la tribuna, que desgañita su garganta en la grada cada vez que su equipo salta a la cancha y que desvela sus sueños para alentar sus colores, puede que no conozca mucho de movimientos tácticos, despliegue físico o de rotación de jugadores, pero sabe distinguir cuando algún técnico “revolucionario”, intenta hacer apología de su ego y se da cuenta de ello cuando escucha que algunos interesados de cuello y corbata o líderes de opinión, le pasan la mano, ensalzando su innovador método defensivo, sacrificando la esencia del fútbol y defendiendo en aras de la modernidad, el concepto futurista de que los hombres deben correr más que el balón y cuando no se encuentran maneras, de encarar y mirar el arco contrario, es válido tirarla al costado o lo que es peor, meterla como sea al área rival y que pase lo que Dios quiera.

El fútbol es una cuestión de momentos. Y es cierto que hoy mandan los resultados y se viven tiempos donde domina la disciplina táctica y la estrategia para buscar el éxito. Pero todo depende de la realidad que se viva. Esta U de Reynoso tenía el crédito de los resultados que le daban un cheque en blanco, pero parece que ya se quedó sin fondos. De ser un equipo de esencia aguerrida, donde todos eran obreros, que fulminaban en ataque, se ha quedado con la mística defensiva, pero sin ideas para generar fútbol y hacerle daño al rival. Se han ido perdiendo, como la valía de los propios hombres por los cuales apostó Juan. Se habló mucho de un cambio en nuestro fútbol, pero de a pocos la realidad nos ha devuelto el cachetazo. Desde el clásico hasta anoche, la U sigue siendo la misma. Defiende bien. Rota bien. Triangula bien. Pero de acciones atrevidas arriba, muy poco, casi nada. Sin una cabeza pensante, se ha hecho largo y precipitado, que no es lo mismo que ser veloz. La dinámica de grupo debe ir acompañado de la inventiva, de la sorpresa y de la fantasía que le puede dar el desequilibrio individual. Esta U de Reynoso, tiene obreros que dejan la piel, pero le falta el diferente. Ese que lleve el estandarte de líder y conductor. Ese que antes de soltar un pase, respire tres segundos para hacer la pausa.

Reynoso dice que está tranquilo. Le importan dos centavos lo que digan los próceres de la derrota. El asume que tendrá más valor clasificar en tierra ajena. El fútbol da tantas sorpresas que puede suceder que se salga con la suya. Pero el hincha crema, ya le dijo lo que piensa. Porque no acepta que Rabanal y Carmona no puedan tirar un centro decoroso. Que Ramirez sea una muñeca bailarina que no moja la camiseta y que su equipo sin argumentos, parezca un loco desesperado que tira piedras, como un acto agresivo, pero que en el fondo, oculta sus miedos, ante el acecho de algo que le infunde temor.

Ese hincha crema, sigue aferrado a que su sueño de clasificar, se parezca a esa novia fugitiva que se enamoró de un argentino y que él, cual novio fiel, tenga que irse en busca de ella, hasta el mismísimo Lanús o Buenos Aires. Tanto es su amor que lo deja todo y entrega todo. Intentará recuperarla y decirle al oído que recapacite, que a partir de mañana volverá a ser el mismo de quien se enamoró. Aquel muchacho atrevido que conseguía todo a punta de garra y pundonor. Que era respetado y admirado por su coraje y que estuvo equivocado todo este tiempo. El se irá en busca de la mujer de su vida por lares argentinos, sin importarle siquiera que en esa aventura, pueda ser que se quede sin novia y sin dinero para el regreso.

La fábula del Rei y el burrito Ascoy

Érase una vez un Rey, que nació con su corona puesta y envuelto en una manta blanquiazul. Era muy joven –demasiado inexperto- decían los sabios, para que ejerza un mandato, porque temían que los vecinos de la comarca, podrían vejarlo en su candidez. Peligraba su futuro en forma de balón y el de un pueblo de pecho carbón, que ya empezaba a idolatrarlo. Nadie osaría a estropearle la vida al soberano hacedor de goles y jugadas fantásticas. que sobre esa nación de íntimos de corazón, empezaba a crecer y hacerse hombre demasiado pronto.

Era el Rey, de apellido Manco, de piernas ágiles y compositor de fantasías. Un Rey que crecía muy rápido, pero no se apuraba por madurar. El entorno lo fue haciendo egoísta y roñoso. Sus consejeros, eran amigos del enemigo y sus verdaderos amigos, se fueron haciendo sus cómplices, su servidumbre y oportunistas del poder. No había crecido aún lo suficiente y ya se creía un Dios, su ego fue engordando tanto como su riqueza material, mas su espíritu era pobre y se envilecía con la lujuria que encontraba en su imperio de fantasía. Fue perdiendo a sus consejeros y sabios, hasta que el escándalo marcó la ira del pueblo. Un buen día, fue desterrado hacia tierras lejanas.

Fue el tiempo y la distancia, los que aconsejaron a Reimond Manco, que debía retornar, con su pueblo y con su gente, para demostrar que había cambiado. Ya no podía regresar a su palacio blanquiazul, porque otros habían ocupado su lugar. Decidió irse por lares norteños. Fue a calar entre gente buena y comida exquisita, un lugar apacible para poder demostrar de que estaba hecho y cuanto había meditado. El pueblo de Chiclayo y el Juan Aurich lo cobijó y Suárez lo hizo su protegido. Conoció a un alegre burrito, llamado Ascoy. Quien también tenía el mismo pasado blanquiazul. El mismo carácter irreverente y hasta la similitud en el juego. Solo que este burrito, era mas adulto, había pasado por varios gobiernos y nunca fue protagonista. Fue una revelación y un prospecto de príncipe, pero fue mas borrico que soberano en sus acciones y se quedó en el tiempo, congelado a su suerte.

Reimond Manco, es un jugador de virtudes brillantes, pero escaso de sabiduría. Acostumbrado a la adulación extrema, tiene el ego mas inflado que sus bolsillos y la vanidad, mas que un defecto, es parte de su vida misma. Cada vez que se echó a jugar, siempre dejó una estela fulgurante de crack en potencia. Pero lo que hacía con sus piernas prodigiosas, las borraba con su lengua ligera y su voluntad frágil. Su paso por Europa, de pronto le puede haber dado potencia muscular y su cuerpo pintarrajeado de tatuajes, le pueden fijar un físico distinto, pero no cambia esa pelea interna contra los que se atrevan a siquiera cuestionar algún error o deficiencia suya. Su majestuosidad no lo permite y parece que nunca conocerá, el significado de la palabra humildad.

Pero el fútbol, es el deporte que nos une y nos divide al mismo tiempo, incluso le da un espacio a la revancha. Manco fue parte de la escuadra roja que debía ir a pelear con su antiguo reino, un lugar en esta Libertadores que se ha puesto caliente. En Matute lo recibieron con silbidos y escupitajos. Mojaron con agua sucia su estima e hicieron de su recuerdo una descalabrada muestra del olvido. Aquella vez, estuvo en la cancha poco tiempo y sintió que su pueblo lo había olvidado por completo. Pero vino el partido de la revancha, en su nueva casa. Y el Rei salió distinto, en su cabeza solo estaban las ganas de vengar su estima y callar las voces a punta de fútbol. Cosa que él sabe hacer muy bien y así se empezó a escribir esta historia.

Los partido de copa, son diferentes y grones y chiclayanos así lo entendieron. El estadio pintado de rojo y Aurich que ponía toda la carne en el asador. Con una defensa mas adelantada para frenar el arranque de Aguirre y devolver la moneda de Matute. Presionar las bandas y buscar el desborde. Pero fue Alianza el que rompió el encanto. El “Zorrito” desborda, mete la puñalada y Sánchez empalma su furia. Muy temprano se abrían las sonrisas blanquiazules. Un ida y vuelta con vértigo por ambos lados. El Rei y el “burrito” Ascoy, se van haciendo importantes. Ciciliano mas libre que nunca y Tejada teniendo a mal traer a Solis y Cia. Alianza entraba al juego, a su estilo y a su forma. Pero ni Sánchez ni Tragodara tenían espacios. Opacado Quinteros, el “negro” Gonzales quedaba siempre desairado. Era el tiempo para que el Rei, se vista de soberano. Primero con una jugada excelente para habilitar a Guizazola que le mete tres dedos y empata el partido. Luego un cachetazo soberbio que dejó otra vez a Guizazola libre para el centro que calzó Tejada y se fue besando el poste. Fernández la pierde en la cara de Morales y se esfuma la chance grone. Otro pase magistral del Rei, hace ganar el corner, que deviene en el frentazo de Tejada que daba vuelta al marcador. Encuentro de trajín intenso y fuerzas parejas. El Rei Manco, ya es figura. Fin del primer acto. Partidazo.

El Rei esperaba su hora. La hora del desagravio personal. Balón bien jugado por Ascoy y Ciciliano la deja para que Manco haga lo que debe y el Rei rencoroso, la clava arriba y explota su ira contenida, increpándole a su pueblo que lo olvidó, su revancha, olvidándose por un instante de su cuna, de su gente y sus recuerdos. Era hora de sentarse y reflexionar que no es buena la ira y menos hace bien la venganza. El Rei se va de la cancha y recibe el saludo del respetable. Ha quedado solo el “Burrito” Ascoy. Alianza ha descontado el marcador con un “Buffalo”, pero nadie lo repara.

Minuto final, Es el epílogo. El “Burrito” Ascoy, ha tomado el balón y no pretende dárselo a nadie. Los defensas aliancistas, van quedando como postes, se interna al área cual cazador intrépido y sigue dejando aplanados a sus cancerberos, que no atinan a frenarlo. Ha llegado a la zona de fuego, donde el enemigo era inexpugnable y suelta el sablazo, que se va a colar allá arriba, donde descansan las angustias de color rojo y la tensa calma del fundo aliancista. Una maravilla de gol y un broche de oro para una noche fantástica. Este Aurich ha dejado huella. Ha sido protagonista con esa forma simple de ser efectivo. Arrollando con lo que tienes y defendiendo hasta con lo que solo te imaginas.

Ha terminado el encuentro y el Rei, suelta un tardío arrepentimiento por celebrar afiebradamente su gol, ante su recordado pueblo. Dijo muchas cosas, pero vale mas lo que sintió cuando marcó en la valla que antes defendía. Esta vez fue sin mayor remordimiento, pero convencido que era lo justo. Mientras el “Burrito” Ascoy, secándose el sudor, empieza a darse cuenta de la tremenda joya que dejó en la cancha. Alianza no ha jugado mal, Aurich jugó demasiado bien. Quien lo diría, Guizasola también tiene un pasado aliancista y anoche también fue figura. De alguna manera, forma parte de esta fábula de aquel Rey Manco y el “Burrito” Ascoy, que tuvieron que esperar una noche de cuento, para sentirse un poco saneados en su estima, un poco recompensados en su orgullo y algo tranquilos del corazón.

MORALEJA
A veces mas recordamos a los hijos, por lo que nos hacen sufrir por ingratos, que por lo que nos puedan alegrar por orgullo o recuerdos gratos.

Corazón de la Victoria

Que tiene este Alianza, para verse compacto, sólido y efectivo. Para sentirse ganador y haberle cambiado la mística y ser distinto al del año pasado. Que tiene este Alianza, que al corazón que le pide su hinchada, hoy le brinde fútbol, arrojo y contundencia. A esa falta de jerarquía que adolecía ante lo adverso, hoy se pinta entero como dueño de su propia capacidad, como un equipo que deja la seguridad, que puede caminar e ir mas lejos.

Será acaso esta nueva camiseta, que emula las cruzadas y sus jugadores se hayan sentido tocados por esa fuerza épica de los tiempos de Reyes y Príncipes. Será quizás esa gente, su gente, la que empuja desde la grada y que lleva a Matute el sabor y la sandunga de un pueblo futbolero o quien sabe que en el fragor de la brega, cuando los equipos pugnaban por agenciarse de los jugadores mas nombrados, Costas se puso al hombro la mochila del discernimiento y tuvo mejor ojo para llevar agua para su molino. Este Alianza es distinto desde que se marchó por tierras gauchas y cortó el hilo telefónico a sus jugadores, los enclaustró en el recinto de la responsabilidad y les dio de beber el agua del compromiso. El regreso los ha devuelto, diferentes, en mentalidad, con un envión distinto, con una energía positiva y avasalladora. Este Alianza, es diferente desde que su propia gente empezó a creer en su propias fortalezas.

Este Alianza, se ha hecho distinto, desde que apostó por la renovación de sus hombres. Dejó de lado la Montaño-dependencia y se hizo mas veloz con Joel Sanchez por izquierda y Tragodara por derecha, dos todo terrenos, que muerden, corren todas las pelotas y tienen fútbol del bueno. Devolvió a un “Zorrito” Aguirre, mas fuerte de la cabeza y mas veloz de pensamiento, con un cambio de ritmo fulminante en los últimos metros y letal cuando encara en el contragolpe. Un Fernández mas entero y con presencia en el área, mas 9 que nunca y amigo del gol. Se fue por el chaco y se trajo al paraguayo Edgar Gonzáles, un paraguayo que juega con cara de perro, que aprieta y descarga con buen panorama. Tremendo jugador y mejor contratación, porque el paragua trasciende, siendo un hombre de marca, de marca registrada, para este nuevo Alianza 2010.

Y la diferencia se vio nuevamente ante Aurich, que venía peligroso, positivo y arrebatado. En la cancha se vio un Alianza que quiso liquidar desde el saque, punzando la espalda de Tejada, con un Quinteros muy cómodo en su nueva ubicación y con un Gonzales prodigioso, maniatando a Ciciliano para no dejarlo pensar. Sin Manco, el desborde no era el fuerte. Sin fuerza arriba, el mediocampo grone fue creciendo y copando la cancha. La tribuna rugía reclamando explotar, en el verde todo parecía que era cuestión de tiempo. Y fue “Zlatan” Fernández, el 9 que apareció en el momento exacto para bajar su humanidad y darle un giro al cuello perfecto, para dejar que el balón bese el parante y el clímax se apodere del comando sur.

El segundo, fue la culminación de lo que anunciaba el “zorrito” Aguirre. Varios arranques desairando a Alvares y Araujo, daban las campanadas. La potencia y el cambio de ritmo de Aguirre se vio en su total dimensión. Llegó hasta el fondo y sacó el centro perfecto que calzó en la volea de Tragodara, cuando el empate estaba más cerca, que esta segunda alegría íntima, que prácticamente liquidaba antes de tiempo el arresto norteño. Manco en ese mismo afán de alimentar su ego a punta de gestos y actitudes, muy lejos de lo que realmente debiera dejar su paso por Europa.

Que tiene este Alianza, el de los números perfectos, el que ha hecho de este arranque copero el sueño hecho realidad, para sentirse más fuerte y sincero con su propia identidad. Hoy juega, corre, gusta y gana. Este Alianza que antes jugaba con el corazón y se quedaba si aire y sin esperanzas, antes de tiempo. Este Alianza, que se encuentra en la palestra internacional, dando que hablar y sintiéndose feliz con su gente y con su identidad, ha pasado por lograr un buen grupo humano, ha tomado en serio su papel y ha dado muestras de ser un buen equipo. Solo el tiempo dirá que no se exageraban los elogios y no se escondía la razón. Solo el tiempo dirá, si este Alianza, es solo una emoción momentánea del corazón. Ese corazón que vibra y se siente feliz, porque es un corazón de la victoria.

Un chino con mejor cabeza

Aquella vez que le preguntaron al “Chino” Rivera a que equipo le gustaría dirigir, él muy seguro y suelto de huesos respondió “A Municipal, porque soy hincha a muerte y porqué no, a la selección”. Aquella vez no era el DT exitoso que llevó a la San Martín a dos Copas Libertadores, tampoco pasaba por su imaginación que a puertas de una eliminatoria mundialista, la gente, los hinchas y hasta los dirigentes oportunistas, le plantearan tomar el buzo de la blanquirroja para salvar su prestigio deformado.

Víctor Rivera siempre fue un tipo callado, humilde y sencillo, cuyo único defecto, quien sabe sea, esa obsesiva forma de trabajar en los entrenamientos y un estudioso de las últimas tendencias del fútbol moderno. Algún día todo ello le tendría que rendir sus frutos. Cristal le puso la valla y el “Chino” aceptó el reto. Y cuando todos hablaban de las contrataciones para este 2010, él nunca puso la queja en la mesa y por el contrario, se puso a trabajar desde el estudio de las fortalezas de su plantel, antes que en los nombres que le sugerían. Siempre con su carácter calmo, la sonrisa a flor de labios y su pizarra imaginaria, donde dibuja su equipo ideal.

Este “Chino” Rivera, ya se muestra con aplomo. Anoche contra la U demostró que lo de la San Martín no fue producto de la casualidad. Que sabe replantear un partido -factor de éxito para un DT- y que su lectura tiene comprensión veloz y su actuar deviene de ello. Recibió un cachetazo con ese bombazo de Vásquez que le dijo a Delgado “al fondo hay sitio”. Perdió a Villarreal y se quedó con diez hombres, soportando el remolino, la avalancha crema que pintaba que la U liquidaba en cualquier momento. Era una insinuación, porque esta U era superior pero no concretaba. Vino la corrida memorable de Danny Sánchez, con un físico de diez puntos, llegó al final y sacó la puñalada mortal que asestó Lobatón para lograr la paridad, injusta hasta ese momento, pero tan real como el mismo silencio crema. Y todo ello finalizando el primer tiempo.

Para Rivera y Cristal, era la hora de reinventarse en desventaja, proponer el toque corto, para evitar que la U agrande la cancha, sellar los costados y proponer ser mas atrevidos arriba. Al frente estaba un avinagrado Reynoso, que tiene a los hombres para correr y meter, para asfixiar la garganta del rival, pero que duda demasiado cuando se encuentra con una contingencia de envergadura. Allí, suele recurrir a la moneda corriente, a lo que proponga la providencia o que una estrella del cielo ilumine a un protegido suyo. Puso a Ramírez, pensando generar fútbol, pero estuvo mas medroso que nunca. Luego sacó a “Toñito” Gonzales –que era figura- y metió a un Piriz, para liquidar por arriba, pero el 9 del “cabezón” está partido y se le nota hasta cuando camina. Un capricho mas de Reynoso?... algún interés adicional?.. quien sabe.

El replanteo de Rivera tiene mas peso, porque pierde a Lobatón y Sanchez, nada menos. No intenta jugarle de igual a la U, pero lo abrió por los costados como filete. Puso a trabajar a Valverde –tremendo partido- y apuesta por Yoshimar Yotún, un talentoso volante improvisado a veces de marcador, que tiene esa conchudez para meterle tres tacazos seguidos al “Fito” Espinoza y comerse la banda izquierda a punta de alegres desenganches. Y si le faltaba un hombre, eso no se notaba porque logró abrir la cancha y que la U se haga largo y partido a la mitad. Hasta que vino esa jugada polémica, pero que se tuvo que decidir en un segundo. Salida fatal de Fernandez, pelota picando, Ximenez la acomoda con el antebrazo y Yotún le mete el sablazo que tiene festejando hasta ahora al extremo celeste.

Esta U se ha quedado sin puntos en el arranque del torneo, pero tiene crédito por su paso copero. Pero al margen que se diga que hubo mano, gol anulado, que fue injusto o cualquier justificación, el resultado ya quedó grabado en la tabla y eso es lo que importa. Es verdad que recién empieza esto, pero de cara al futuro, como que va quedando un hilillo de duda entre la hinchada crema que ayer le enrostró a Reynoso, sus dudas y vacilaciones. Rivera en cambio ha dejado un aire de seguridad, la hinchada celeste respalda este comienzo de números perfectos, pero es prematuro ir haciendo abanicos de victoria.

El fútbol es de momentos y este de Rivera, nos devuelve un DT con temple y que sabe hacer su trabajo. Solo el tiempo dirá, si esa sonrisa que hoy tiene el “chino” se transforme en un galardón mas a su historia. Reynoso tiene la cabeza caliente, Rivera los ojos chinitos de alegría. Los dos se juegan enteros, uno con su propuesta del fútbol total y obsesivo, el otro con ese toque de inteligencia que siempre viene bien. Total, dicen que el fútbol se juega con la cabeza, pero se ejecuta con los pies.