Como gallito de pelea

Era un partido de descarte. Era un partido donde la U de Reynoso, no solo se iba a enfrentar a Lanús, que esperaba agazapado para pegar el zarpazo salvador, sino contra un entorno, duro y hostil. Era un partido para definir no solo el resultado, sino quien de los dos, tenía mejor convicción para seguir en la brega. Pero esta U, sabe jugar de visita, en pago ajeno se hace más sólido. Es un alumno aplicado del sistema defensivo, lo ha aprendido con el tiempo, sabe correr la cancha y copar cada milímetro a punta de sudor y piernas. Ese es el dogma de Reynoso. Ese es el credo que ha impuesto y acaso le brinde resultados para no perder los partidos, aunque no se vea ninguna fórmula revolucionaria para ganarlos. Este Universitario, necesita que el rival se vuelque en ataque, para soportarlo con entereza y buscar fulminarlo en contragolpe, aunque en desmedro de su planteamiento defensivo, siga teniendo carencias serias arriba, porque vive condicionado al ánimo con que amanece Piero Alva o cuan motivado esté Labarthe, amén de que Orejuela no pase de ser un delantero voluntarioso y Píriz Alvez, sea hasta ahora, solo un buen negocio para los de saco y corbata.

Pero el fútbol, es el arte del engaño, una suerte de definiciones de circunstancias que a veces no tiene que ver con un factor de superioridad. Ante un Lanús precavido, que atacaba tibiamente, La U fue demasiada cautelosa, jugando a la defensa extrema y logrando que en el primer cuarto de hora, el aburrimiento sea un desabrido acompañante. Salvo el testarazo de Pelletieri que dio en el poste de Fernandez, no hubo más para contar. Para el segundo, había que asumir los riesgos y fue Lanús el que propuso y la U el que dispuso. Un ida y vuelta con mucho vértigo y situaciones claras para ambas vallas. Parecía que el que hacía el primero se llevaba el premio mayor. Pero todos jugaban el boleto y nadie acertaba, El pozo fue engordando y de a pocos se les fue haciendo esquivo para ambos. Si hay que ser honestos, así como Lanús pudo hacer hasta tres goles, igual se pudo comer otros tantos, porque la U llegó y claramente cuando le dieron los espacios, pero otra vez y esta va para Reynoso: Un consejo de pata hermano. Urgente mándalos a Rabanal y Carmona a un curso acelerado para aprender a meter centros. Esos ladrillos que mandan, es un abuso. Hazme caso hermano, aunque sea por correspondencia. Algo bueno vas a conseguir.

Esta U de Reynoso, pueda que no sea un equipo de fútbol pulcro y podrá haber cambiado su forma, mas su fondo, en esencia sigue siendo la misma como su propia camiseta. Porque ha encontrado en el “negro” Galván el símbolo de esa garra tan enarbolada e histórica. El negro mete lo que debe y las saca todas las que no sirven, a veces elegante otras rudas, pero todas válidas. Manda y ordena atrás de una manera eficaz, dejando traslucir su temperamento hacia el resto. Hasta el “Tyson” Galliquio, tantas veces denominado líder, ha claudicado ante su personalidad y hoy es su mejor socio. Pero el negro viene en retirada, las veces que pifiaba un balón o no llegaba al cruce, algún pensamiento suelto llamaba a preguntarse en voz bajita: Y cuando el negro ya no esté ¿Quién será el caudillo?. Menudo problema y eso va a ocurrir ahorita mismo, cuando menos se piense y cuando quizás nadie se de cuenta.

En Lanús no era precisamente la hora para disfrutar el asado, pero si había que poner toda la carne en la parrilla. Entonces el partido se fue haciendo hosco, rudo y febril. El reloj fue convirtiéndose en juez supremo de todas las suertes. La adrenalina se fue subiendo a la cabeza y cada balón era disputado como esos perros hambrientos, sin lucha ni cuartel. El fútbol se fue cambiando de vestimenta, lo pulcro y elegante fue quedando de lado para darle paso a la agresividad. Había que definirlo todo de un solo golpe. Y vaya que estuvieron cerca los dos. Lanús tuvo la chance con Leandro Díaz que cabeceó apenas alto y la más clara, cuando Fernandez, se hizo héroe al taparle el disparo a quemarropa de Castillejo. Otras descolgadas y salidas felinas lo convertían en figura al portero crema.

Reynoso mete al ruedo a Ruidiaz. Un petiso que tiene como mayor virtud, la desfachatez para jugar y no le importa (o no es consciente) en qué país o estadio se encuentra. Encontró un balón en disputa y se inventó la jugada soñada. Encarando por el perfil correcto y cambiándolo para la sorpresa. Pasó entre dos y pisó el área. Cuando le salió el arquero lo sortea en un pase de torero andaluz (si se tiraba lograba el penal) y teniendo a Píriz cerca suyo y mejor perfilado para anotar, le salió lo egoísta pues. Es joven, lleno de inquietudes y en dos segundos le pasó por la cabeza, es el gol de mi vida, de la clasificación, de la copa. Quiso ser héroe. Decidió meterla de izquierda, incómodo, y el balón se fue afuera, sin antes darle un beso al vertical. Píriz habrá pensado, acabo de perder la renovación de mi contrato. Rául Ruidiaz, el chico con futuro fulgurante en nuestro fútbol, seguirá pensando que pudo tocar la gloria, pero que ni de juego se la dejaba a Píriz, aunque de ello se arrepienta para toda su vida.

El reloj marcó el epílogo y el marcador quedó en blanco, como las esperanzas cremas de pasar a la siguiente ronda. Lo que pasó al final fue una bronca descomunal, donde había también que guapear, pero con prudencia. Se dieron con todo y ojalá no se vean perjudicados con las sanciones. Ahora solo queda sacar la calculadora y jugar una suerte de rezo silencioso para que los demás jueguen con la camiseta crema puesta debajo, Al final si la suerte le es esquiva, podrán decir que la U guapeo, que no fue gallina y fue gallito de pelea. Que dejaron todo en la cancha, que fue culpa de la mala suerte, más de eso nadie después se acuerda. Porque las vitrinas se llenan de copas y no de resignaciones.

Quien lo diría crema de corazón entusiasta y de fervor apasionado, que llegaría el día en que resignes tu suerte a pedirle un favor a tu buena estrella y le hagas una plegaria a la gitana de la suerte, para que tu destino te pinte diferente. Aquella novia fugitiva llamada clasificación, se pudo quedar contigo, la tuviste a mano, pudiste quedarte con ella, cuando se paseaba en paños menores por la sala de tu casa. Pero dejaste que ella abra la ventana de la intimidad y se ponga a mirar otros horizontes. Aparecieron otros pretendientes y te hiciste débil para defender lo tuyo. Permitiste que el ojo ajeno, le haga un giño a tu traviesa novia y termines tomando un avión, para largarte por lares argentinos, buscando lograr, lo que no pudiste hacer en casa.

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