El cielo de Turín
albergaba estrellas que se movían al compás de los cánticos de los tifosi en
las gradas, que bailaban ansiosos y libertinos por seguir alargando esta resaca
efervescente de embriaguez triunfal. Estos partidos de semis de Champions
concitan la atención mundial tanto o igual que los partidos de mundial, el
nivel superlativo lo amerita y siempre se espera en estas instancias, partidos
vibrantes y llenos de adrenalina. Abajo en el verde, estaba el grupo, el
plantel de esta Vecchia Signora
que aparece repotenciado, con su scudetto bajo el brazo y sus ganas permanentes
de querer devorarse el mundo de un solo bocado. El rival, un Real Madrid
siempre temible, siempre prolijo y último campeón de Champions. El mundo
paralizado esperaba un encuentro vibrante con buen fútbol y una lucha de
poderes en el campo que debían definirlos los que saben jugar este tipo de
partidos.
Salir a matar desde el banco, esa fue la
actitud de la Juve. Generar peligro a partir del desconcierto que suele
acompañar al Madrid, cuando sus individualidades andan dispersas y no se
saludan en la cancha. Una actitud que requiere todo un andamiaje colectivo,
para taponar las salidas del rival y disipar los atisbos de ataque merengue,
teniendo el balón en su cancha. Arrinconando sus intenciones debajo de su arco.
Fue muy temprano que Tevez encuentra un claro para pegarle con el alma,
Casillas responde a medias y Morata –gran actuación- vacuna a placer. El mejor
inicio del partido aunque no durara mucho tiempo. Antes de ir a la pausa CR7 de
actuación intermitente empareja todo debajo del arco, James había errado
previamente de “palomita” lo que pudo cambiar el rumbo, era hora de empezar de
cero. El gol de CR7 tiene doble validez y puede gravitar en el desempate del
Bernabeu.
Fue un partido que tuvo momentos de buen
fútbol, pero también con algunos baches. Si la Juve se aplanó con el empate, el
Madrid no tuvo determinación para buscar el triunfo, teniendo tan buena cuota de
fútbol. A pesar de la intensidad que se jugaba, no trascendieron algunas
individualidades, trivial Bale, desorientado Ramos de improvisado medio y
despistado Isco que no es lo mismo que Modric, quizás James era el más claro con
el balón aunque impreciso en el Madrid. Pirlo en la Juventus, demasiado
discreto y Vidal bien controlado, solo Morata y Tevez que intentaban más con
pasión que con claridad. El 1-1 era buen negocio para el RM y un dolor de
cabeza por todo el cuerpo para la Juve. Alguien debía ponerse el casco y
arriesgarlo todo.
Y tuvo que ser Carlitos, embanderando su
cuerpo con decisión y en el mejor momento del Madrid, hizo una corrida
memorable de 50 metros, con el corazón de Tevez, con los huevos de Tevez, para
inventarse un penal que el mismo cobró con rabia y calidad, mostrando en la
celebración el arrebato hacia los hinchas que lo idolatraban en la tribuna. Ese
mismo arrebato que lo acompañó en los instantes finales en que Allegri decide
su cambio y se fue puteando al mundo entero. Y es que Carlitos es así, siempre
intenso y explosivo, quiere jugarlo todo de principio a fin, siempre con esa
sonrisa dispareja en los instantes de júbilo y su cara de perro enojado cuando
le chocan por atrás, al coche de su paciencia. Hoy su botín derecho puso la
diferencia y sabe que en Madrid puede pasar cualquier cosa, incluso perder.
Si la Juventus hoy tiene un sello distinto,
más que por individualidades es por el colectivo que ofrece, no es un dechado
de virtudes, pero es meritoria la intensidad que imponen sus líneas, ha
consolidado su sistema táctico, fortaleciendo su forma de juego, pero
principalmente porque ha asumido como etiqueta, la personalidad de un Carlitos
Tevez, que está en su plenitud física y madurez, es su goleador y máxima
figura, que quiere la orejona y va por ella, para besarla en la cúspide de su
carrera. Es la bandera turinense que la Vecchia Signora enarbola en su presente
mediático que vive. Carlitos es el jugador determinante que desahoga la presión
que meten los tifosi, con esa actitud de irreverencia y desfachatez para estar
siempre mirando el arco contrario, que le ha valido su momento especial con la
Juventus, que lo encuentra fortalecido y convertido en el jefe vigilante de
este, su Fuerte Apache.
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