Era una epopeya
para el Bayern remontar el 3-0 del Nou Camp, primero porque debía hacer el
mismo marcador y después superarlo, cuidar que no le hagan ninguno y custodiar
celosamente que el tridente asesino culé, no funcione y que todos sean
relojitos para evitar darle espacios a Messi y no dejar por ningún motivo que
frote la lámpara. El Pep había calculado todo en la pizarra, avasallar desde el
vamos y meter al Barsa en su cancha. Cuidar los arranques de Suarez con Xabi
Alonso de tapón y alejarlo de Neymar con el trabajo dúctil de Schweinsteiger. En
7 minutos Benatia empezó a ilusionar el Allianz Arena con un testarazo y ponía
en ámbar un resultado viable desde la actitud de sus jugadores y toda la gente
que hacía un mosaico gigante en la tribuna que mostraba “Una ciudad, un
sueño".
Pero Messi y su
banda, son especialistas en destruir sueños cuando se conectan sin necesidad de
cables y su Wi Fi mental los enlaza casi sin mirarse, casi sin siquiera
hablarse y solo les basta seguirse con los ojos para buscar el espacio justo,
picar para el desequilibrio detrás de la defensa rival. Primero Leo con un pase
exquisito para Luisito y este habilita a Neymar Jr. que define en la cara de
Nuer. Emparejados en el marcador, favorable para el Barsa y cuesta arriba para
el Bayern, que debía comenzar a remar de nuevo. El segundo vino de la misma
manera y en medio tiempo de fútbol de alto nivel, el tridente hacía oído a la música
y el Barsa avasallaba en el marcador final.
La obligación de
una goleada utópica no amedrentó al equipo de Guardiola que nunca renunció a
pelear cada centímetro de posibilidades, las tuvo claras, jugando contra las
ansias, cuando el partido se hizo de poder a poder y también en el segundo
tiempo cuando se aburguesó el equipo de Enrique, producto de la ventaja de la
ida que le permitía sacar el pie del acelerador. Dominio permanente del Bayern pero
no llegaba al gol por obra y gracia de Ter Segen, el arquero alemán que pelea
el puesto con Neuer en su selección y que paradójicamente se convirtió en el
otro muro de Berlin con camiseta culè. Sacando pelotas de gol, impidiendo el
grito bávaro. La mejor de todas, una atajada a dos tiempos a Lewandowsk, que dejó
la duda en la raya junto al poste.
Fueron varios los
sustos en arco del Barsa, desde el empuje de Müller y una actuación memorable
de Lewandowski que logra el empate en una jugada pintada que dejó en ridículo a
Mascherano. Enganche por izquierda y amague por perfil derecho, sacando el
toque sutil que dejó parado a Stegen. Crack total. La diferencia la hace Müller
con un golazo premio a la insistencia aunque con una fiera lucha contra el
tiempo, pero sacando el orgullo interior alemán. Un Bayern luchando hasta el
pitazo final con una actitud digna. El 3-2 no alcanzó y Barcelona jugará en
Berlín su quinto título de Champions League de su historia, esperando al rival del
duelo entre el Real Madrid y la Juventus.
Un partido
definitorio que encontró a un equipo alemán que no quiso sucumbir a la resignación
y que dejó más que intenciones en la cancha, que quizás en la utópica posibilidad
que hubiera podido remontar, le hubiera costado un desgaste físico descomunal
que le hubiera pasado factura en la final. Este Bayern no tiene a Ribery, Robben
y dista mucho de su mejor versión. Barcelona tiene otra realidad, disfruta su
mejor momento, es finalista en la Copa del Rey, está a un triunfo del título en
la Liga española y cuenta en su pico de rendimiento al tridente MSN (Messi,
Suarez, Neymar) el sueño de lograr el triple título tiene color esperanza. Por
ahora saluda en idioma Alemán. HALLO BERLIN.
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