Desnudez de sentimientos futboleros

Alisté lo que quedaba de la tarde para sentarme a ver el Perú – México, que lejos de nuestros ojos y muy cerca de ese sentimiento masoquista que llevamos los peruanos dentro, se aprestaba a hacernos sentir nuevamente esa ilusión que se prende y se apaga, con descarada persistencia, porque por mas que la esperanza sea un cristal roto que ya no tenga remedio, cada vez que la blanquirroja sale al campo, cada corazón peruano, se llena de nuevas expectativas y entusiasmo. Dicen que nunca aprendemos la lección, que hemos nacido para sufrir con nuestro fútbol, que los que vivimos hoy nuestra realidad futbolera ya nos hemos acostumbrado a esta situación y tenemos un pacto de amor y odio para con nuestra selección, un pacto, que esta vez sufrió una nueva fractura en su integridad sentimental.

No habían pasado ni 10’ de juego y ya México nos había encajado dos goles y en el primer cuarto de hora el marcador reflejaba un 3-0 contundente y lapidario. Me imaginaba dentro de la cancha y sentía ofuscación por la forma como se estaba perdiendo, pero mas frustrante era ver el rostro del “Chemo”, taciturno, impávido y sin un atisbo de culpabilidad por un grupo sin alma y decisión, desde la formación ya era un equipo entregado, el marcador solo era fiel reflejo de la improvisación, mandar en solitario a Rainer Torres para hacer la del genio defensivo, a sabiendas que lo mejor de los aztecas, es el desdoblamiento de sus hombres de avanzada, era una osadía irresponsable, no se entiende como pueden estar en una selección jugadores de categoría insignificante, como Hernández o el mismo Villalta, amén de Salas que sigue demostrando que no es de fiar, pero quisimos entender el pensamiento del “Chemo” y nos dijimos: Bueno es un ensayo hay que saber con quienes se cuenta, de pronto no interese mucho el resultado y si, el funcionamiento del grupo y el accionar de algunos jugadores, vamos a evaluar su poder de reacción. No acabamos con la idea y nos cayó el cuarto gol, pudieron venir otros tres, gracias a Dios los mexicanos sacaron el pie del acelerador y Forsyth salvó varias.

Mirar como los mexicanos jugando a media máquina, pasaban a cada rato al frente y ganaban las espaldas descubiertas de nuestros defensores, era desesperante, ni un asomo de reacción y voluntad para ordenarse. Para el segundo ya se vio otra disposición, también otros hombres, la banda izquierda es de Vargas sin discusión, después del “Loco” la verdad no tenemos a nadie (tiene tarjeta amarilla) por derecha es nuestro talón de Aquiles, los rivales se recuestan por ese lado y la verdad que es la puerta abierta que no nos cubre de la avalancha. Quizás este ensayo más allá del resultado catastrófico nos deje algunos chispazos de Mariño, la garra de Paolo, la fuerza de Vargas y el toque de Solano, paramos de contar y para afrontar el resto de la eliminatoria, resulta muy precario. No vale hablar de los sancionados, pero como se van hacer de necesarios e imprescindibles.

Solo quedan algunos días para jugar contra Colombia y después Uruguay, con lo visto hasta hoy, solo quedaría pasar todas las mañanas por la iglesia, hoy sentimos con justa razón mucha rabia y desesperanza, pero a veces la gitanería de nuestros futbolistas le ha dado la vuelta a las circunstancias mas adversas, esta vez no sería la primera, porque confiar en argumentos netamente futbolísticos, la verdad que no hay de donde sacar tela para parchar la bandera, tenemos un hoyo muy visible y ningún optimista se atrevería a pronosticar una buena actuación contra Colombia, a menos que los cafeteros jueguen un partido para 3 puntos y ello mas está unido a los buenos deseos, al azar y al misterio, que a la propia capacidad de conjunto y también individual del equipo de todos.

Lo mas seguro es que los hinchas vayan al estadio con su estampita bajo el brazo y que el aliento se haga visible hasta con estos antecedentes, así somos los peruanos prendemos nuestra velita y nos aferramos a la utopía que nuestro fútbol logre con resultados borrar de un plumazo toda la pobredumbre dirigencial que hoy existe y nos sigue haciendo tanto daño. Ellos estarán agazapados a mirar desde el balcón que la catástrofe prosiga, para salir muy orondos por la mañana a decir un secreto que se cocina a voces: El Chemo, no va más, como si con eso se solucionara la incapacidad que viene matando nuestro futuro en forma de balón.

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